и - Historia y Verdad

PENSAMIENTOS
SOBRE
POR
EL R E V . GUILLERMO N E V I N S , D . D . ,
PASTOR
D E UNA I G L E S I A D E BALTIMOREj
Y
Traducidos
del Inglés
POR
E L R E V . G. H . R U L E ,
MINISTRÓ PROTESTANTE E N GIBRALTARj
CON ALGUNAS
NOTAS
DEL
TRADUCTOR.
A la Ley mas lien, y al
Testimonio.
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I s . VIII. 20.
y;,V,.- \.
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EN LA IMPRENTA DE LA BÍBL¿¿ÍcECA MILITAR DE GIBrtXpi}*%
A COSTA DE LA SOCIEDAD DE LOS ESTADOS UNIDOS DR
AMERICA PARA TRATADOS REJJJIOSQS.
1839.
-
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CONTENIDO.
—*—
No.
Pág.
1 . Suficiencia de la Biblia como regla de fé, y guía
para la salvación
.
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1
2 . Oríjen de las Herejías
.
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. 4
3 . Interpretación privada
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..
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5
4 . E l Papismo sin fundamento en la Escritura
.
9
5 . D a ñ o en creer demasiado
.
.
.
« 1 2
6. Los nueve mandamientos
.
.
.
. 1 5
7. Antipatía de los Papistas á la Biblia
.
. 1 9
8 . Cuatro palabras para e l P r e s b í t e r o . M r . H
. 24
9. Distinción de pecados en mortales y veniales
. 28.
10. U n a relijion sin Espíritu Santo
.
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. 2 9
1 1 . Infalibilidad
..
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. 3 1
12. Las llaves
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. 3 5
1 3 . La cabeza de la Iglesia
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. 3 9
14. E l poder de perdonar pecados
.
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. 42
1 5 . A p u n t e s sobre un libro Católico
.
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. 4 6
16. Prosiguen los apuntes sobre el libro Católico
„ 50
17. E l P a p a un Idólatra
.
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. 5 5
1 8 . CARLOS X . un Idólatra
59
19. L a idolatría dentro de casa
.
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63
2 0 . Súplicas á los Santos
.
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. 6 6
2 1 . Espécimen de la idolatría de los Papistas .
.
70
2 2 . Continiía la misma materia
,
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. 7 5
2 3 . Culto de Imájenes
.
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. 7 8
2 4 . Reliquias
.
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83
2 5 . Los siete Sacramentos
.
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. 88
2 6 . Transustanciacion
.
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. 9 1
2 7 . U n medio Sacramento
.
.
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. 9 3
a 2
iv
No.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42;
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
Pág.
Estrema Unción
98
Del hacer penitencia
¡
101
Algo mas acerca de, la Penitencia
.
.
.105
L a relijion mas ríjida
¿
109
L a comida de un dia de abstinencia
.
.111
L a Misa
.
.
.
¿
.
.
.113
M a s acerca de la Misa .
.
.
.
.119
L a Hostia
.
.
.
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.
.127
Sacerdotes
.
.
.
.
.
. 131
Celibato del Clero
.
.
.
.
.135
U n estado mas santo que el Matrimonio
. 137
Confesión auricular
.
.
.
.
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139
U n error correjido
.
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¿141
Purgatorio
.
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.
.
.
.
.
143
Mas acerca del Purgatorio
.
¿
.
.148
U n a cosa estraña
¿
150
Ganonizamiento de Santos
.
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.
154
E l General LAFAYETTE no descanga aun
. 158
Oraciones por los fieles difuntos
¿
¿
.161
U n a mejora
' ¿
.
.
.
¿
.166
L a razón quincuagésima del Duque de BRÜNSWIC 169
La razón undécima del mismo
.
.
.172
Bellezas dadas á luz por la Sociedad de LEOPOLDO 176
Continúa lo mismo
.
.
.
.
.179
Parcialidad de la iglesia de Roma
.
¿
.182
Supererogación
.
.
¿
¿
.
¿185
Conventos
.
.
.
.
.
.
.
189
M r . BERRINGTON y la Señora MORE
.
.192
Nota del Traductor
• .
.
.
. . .
196
P E N S A M I E N T O S SOBRI! E L PAPISMO.
1. SUFICIENCIA DE LA BIBLIA COMO BEGLA DE FE,
Y GUIA PARA LA SALVACIÓN.
ESTE punto viene á ser grande materia de controversia
entre Protestantes y Romanistas. Nosotros los P r o t e s tantes decimos que la Biblia es suficiente : aquellos dicen
que no lo es. Ahora bien, bajo el supuesto de que sea
permitido á S. Pablo decidir el asunto en cuestión,
nosotros convenimos desde luego en que á él se refiera.
i Podrán nuestros contrarios oponerse' á una tan justa r e ferencia ? Consultemos pues á S. Pablo de la manera
que puede serlo, es á saber, por medio de sus conocidos
escritos. Unos y otros convenimos en que él escribió la
epístola segunda á Timothéo. Pues bien, en el Capítulo
tercero de dicha epístola, versículo 15, habla á Timothéo
en estos términos : " Y que desde la niñez aprendiste las
Sagradas Escrituras que te pueden hacer sabio para ¡a
salvación." Que estas palabras están ecsactamente traducidas del Griego al Español, cualquier escolar lo puede
conocer.
Aquí pues tenemos lo que escribió S. Pablo, y yo no
puedo creer que hubiese escrito en una carta á Timuthéo,
que las Santas Escrituras pueden aprenderse por un
niño, y aun hacerle sabio para la salvación, y que después
diga de las mismas que deben esponerse ó esplicarse por
la tradición, que son tan obscuras y abstrusas que ninguno
puede probar cosa alguna por medio de ellas.
Pues i qué es lo que escrijTiTHsj. Pablo á Timothéo acerca'
2
de las Escrituras Santas ? Recuérdale que las habia aprendido desde su niñez, esto es, que las habia conocido tanto
Como para entenderlas desde aquella tierna'edad. Ahora,
ó Timothéo fué un niño muy estraordinario, de lo cual no
tenemos pruebas, ó de otra suerte las Escrituras del A n t i guo y Nuevo Testamento, bajo la estension con que se
reconocía este último en aquel tiempo,, son proporcionadas
á la intelijencia de un niño. Y o no veo como pueda eludirse esta consecuencia. Si él hijo dé Eunice pudo, y de
hecho llegó á conocer y entender las Santas Escrituras,
• l porqué no ha de" poder mi hijo, y cualquiera otro de una
Ordinaria capacidad ó entendimiento ? ¿ Y que otra cosa
inas necesitamos para tener una regla de fé, que una Biblia
que puede entender y aprender un niño ? La Biblia pues
no puede ser insuficiente regla de fé por falta de claridad.
Queda establecido este punto.
Pero S. Pablo dice algo mas á Timothéo acerca de las
mismas escrituras. "Las cuales," dice, " te pueden hacer
sabio para la salvación."
¿Mas que es lo que pretende
• enseñar y recomendar éste hombre? E l habla como si
hubiese"'tomado lecciones dé Lutero. ¿ Cuando "vivió ?
Dicen que la relijion Protestante cuenta solamente trescientos años de antigüedad ; mas aquí encontramos con
•un hombre que vivió'hay ya muy cerca de diez y ocho
siglos, y que escribe en orden á las Escrituras" Santas,
¡cosa éstraña ! lo-mismo que si fuera un Protestante.
Dice (véase el testo mismo orijinal).: " que pueden hacerte
sabio piara la salvación."
(Y quien es el que desea ser
mas sabio que las Escrituras mismas ? Si ellas pueden
hacer a u n o sabio, ; no podrán igualmente hacer á-otros
muchos ? Queda pues sentado que las Escrituras pueden
aprenderse por un niño, y hacer sabios para la salvación á
aquellos que las aprendan. Tal es la decisión de S. Pablo,
y olla debe poner fin á la controversia. - Sí éstb-no prueba
la suficiencia'de la Biblia como regla '-de fé y -guia para la
:
:
3
salvación,' yo ignoro- como pueda- probara^ náirgtipa; ptr4
cosa,,, T E n t r e t a n t o , .cuando se. •me'.-.argiiya: sobre la, .iiisufi-,
ciencia;y,-oscuridad .de nuestra regla de fé, yo. estoy
resuelto á empuñar la espada del Espíritu que hallo á,
manp'-en.este lugar (2»Tim. jii. 1 5 ) . Y o pienso hacenire
firme-cou esta arma de celestial temple, y manejarla coa
denuedo, hasta que mi contrario se rinda ó retroceda. E l
se veria precisado á abandonar el campo, para forjar allá,
en lo oculto, como tiene de costumbre, planes de guerra
poco jenerosos, por no decir otra cosa.
Pero, antes de cerrar la discusión presente, debo decir,
que, si las Escrituras que ecsistian cuando S. Pablo escribió á Timothéo fueron capaces de instruir en lo coneerf
niente.á la' salvación, ¿ cuanto mas lo serán con lo que' se
ha añadido después al canon de ellas ? Y aquí tenemos,
ya, aunque de paso, una contestación á la pregunta que
hacen los Papistas con cierto aire de triunfo. " Si tal e s , ' '
nos dicen, " la .regla de vuestra fé, ¿ como aprendieron los
Cristianos en el espacio de mucho tiempo antes que estuviera escrito y recibido el Nuevo Testamento ? " ..Miiy
bien ; ellos tenian Escrituras suficientes para hacerse
sabios en orden á la salvación en los tiempos de Timothéo,
y, muchos años antes de éste, tenian todo el Antiguo Tes .tamento, y una parte del Nuevo. Ahora con Moysé's y los.
Profetas, con los Salmos y Evanjelios, y con un número
no pequeño de hombres divinamente inspirados, yo creó
que deben tener uu alivio ó socorro de grande importancia.
Una cosa mas deseo decir, y es, que para e n t e n d e r l a
Biblia, hay una ventaja, de la cual carecen aquellos libros
cuyo autor no es personalmente accesible. La ventaja es,
que tenemos diariamente, y en cualquiera h o r a . d e l diá,
oportunidad de consultar al Autor de la Biblia sobre el
sentido é ihtelijencia de la misma. Podemos, siempre
que nos parezca, diiijirnos á él, y pedirle que nos interprete algún pasaje dificultoso. Podemos elevar nuestros
A 2
-
4
ojos desde la palabra de la verdad, cuando nos ocurra alguna
cosa que difícilmente comprehendemo6, y dirijirnos al trono
de la g r a d a . ¡ Y con cuanta confianza no podremos hacerlo a s í ! Santiago nos dice que tenemos la Biblia para
que nos informe y guie, y sienípre oportunidades d e
consultar á su autor con respecto á la intelijencia de
ella. ¿ Y no es esto b a s t a n t e ? . Y o por mi parte quedo
satisfecho. Puedo dispensar con los padres, &c. &c.
2 . ORÍJEN PE LAS HEREJÍAS.
I)roEN los Romanistas que lo es la Biblia, sin duda con el
designio de cohonestar en cierto modo el alto crimen de
representarla como un libro peligrosísimo, cuyas mas sencillas narraciones podrían estraviar el ánimo de aquel que
se tomara la libertad de juzgar sobre ellas. Así es q u e ,
para ponderar el supuesto peligro, no escrupulizan trazar
y atribuir todos los errores y divisiones que prevalecen, á
Jas Escrituras como á su propia fuente y oríjen. M a s
< conocen ellos el libro que así acusan ? Cómo se atreven
á a c u s a r á Dios de ser " e l autor de la confusión?'' ¿Cómo
culpar á la Biblia, diciendo ser manantial de errores ?
Jesu-Cristo da una muy diferente razón sobre este negocio.
" V o s o t r o s erráis," dice á los Saducéos, " n o sabiendo las E s c r i t u r a s . " ( M a t . xxii. 29.) E n la ignorancia
de las Escrituras coloca el oríjen de las herejías, y no se
aviene con los sacerdotes quienes con interpretaciones
violentas habian desfigurado la intelijencia de la eterna
verdad, hasta llegar á abandonarla para ir en pos de h u manas y fabulosas tradiciones. Aquí sería conveniente
que el lector tomase en consideración el gravísimo cargo
que hizo Jesu-Cristo á los Doctores de la L e y , en el Capítulo xxiii. de Mateo, v. 1 3 . Bajo el supuesto de que
la lectura de las Escrituras sea causa de herejías en la
5
relijion, es muy de esfrañar no cayesen en error los Judíos
de Beréa, los cuales escudriñaron aquellas atentamente,
para ver si merecía crédito lo que Pablo les predicaba.'
Yo sospecho que habrían mostrado, en un caso igual, d e ferencia A la predicación de Pedro y á sus doctrinas. Como
quiera, ellos no se hundieron en el error por haber escudriñado las Escrituras ; antes bien, " por lo mismo creyeron
muchos de ellos."
( H e c h . xvii. 1 1 , 12.)
Dígase lo que se quiera de estos Judíos de B e r é a ; ello
es que, " ecsaminando todo el día las Escrituras para ver,
si era cierto lo que se les decía," no se portaron como
buenos Católicos Romanos. Así que deben contarse en
el numero de aquellos afortunados, á quienes no alcanzó
el anatema de nuestros dias fulminado contra cuantos han
osado imitarles. Al cabo no debe admirarnos que aquellos
nobles Bereanos no cayesen en algún error fatal, en razón
á haber leído y ecsaminado las E s c r i t u r a s ; pues ni la lectura de éstas, ni la de sus mas difíciles pasajes es peligrosa,
á no ser que las adulteren, como, dice el Apóstol Pedro en
su 2a. carta (iii. 1 6 ) , " lo hacen los indoctos é inconstantes " torciendo y haciendo violencia al verdadero sentido
y contesto de las mismas.
3 . INTERPRETACIÓN PRIVADA.
TODO el mundo sabe con cuanto denuedo los Romanos se
oponen á la lectura de la Biblia, ó, por decirlo mejor, á
que el lector piense en lo que lee en ella. Puede leerla,
sí, bajo la condición de que deje á la Iglesia el hacer sus
veces en pensar.
Puede poseer un Nuevo T e s t a m e n t o * ;
* Esto es ep América, donde no hay ley que lo prohiba, ni tampoco se forman camas de fé, como sucede en España, donde, en
este año de 1838. se persiguen beneméritos ciudadanos por alguna»
autoridades eclesiásticas.
6
y, cuando ..ojeándole, encuentre un pasaje .como el siguiente,: " D e tal manera amó Dios al mundo, que dio á
su Hijo Unijénito, para que todo aqnel que crea en, él no
perezca, sino que tenga vida e t e r n a " (Juan iii 1 1C), ó
e s t o t r o . : . " Venid á mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os a l i v i a r é " (Mat. xi. 28); aunque se
le'germita leer las palabras, no ha de escederse á formar
sobre ellas juicio alguno, aunque sea muy duro el dejar de
hacerlo,: pues, son tan fáciles de intelijencia como de lectura. ;.Mas no se le permite que de suyo las entienda.
Incurriría en grave peligro tratando de entenderlas por sí
solo. .Quedaría reo del delito de la interpretación privada.
Antes que trate de entender estos pasajes, ha de preguntar cómo los interpreta constantemente la Iglesia, cómo
han opinado de ellos los Papas y Concilios Generales, y
cómo todos los Padres, desde Bernabé hasta Bernardo, sin
escluir ninguno,.los han entendido. ¡ Pobre del Pecador !
D u r a es su suerte, pues no se le permite contemplar el
amor tan admirable de Dios, según se manifiesta en el don
inefable de su Hijo, ni acojerse á J e s ú s , ni hallar en él
descanso, sin a n d a r á tientas por tantos caminos indirectos.
Y o , por mi parte, no puedo desprenderme de la sospecha
de que no es necesario ejecutar tantos y tan largos rodeos;
y que no se peca muy gravemente, aun cuando el lector
entienda pasajes tales como estos, según el significado mas
obvio de sus palabras.
Mas el. Romano pregunta : " ¿ N o condena S. Pedro lá
interpretación p r i v a d a ? "
Y nos cita el versículo siguiente : " Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación propia, ó privada."
(2. P e d . i. 20.)
Bien
sabido es que, aunque ellos no sean muy aficionados á la
Biblia, no les complace poco el hacerse con algún pasaje
de ella que parezca ha de servir en «poyo de sus ideas.
Y , como no es mas que una pequeúa porción de la Biblia la
que tiene aun la apariencia de favorecer su partido, es gra;
7
ciosó ver con cuanto anhelo cojen alguna tí otra sentencia
que á primera vista parece que promete ayudar su causa,
y con cuanta tenacidad porfían en citarla. Así hacen con
el versículo de S . P e d r o . Lo recitan c o n c i e r t o aire dé
complacencia, y preguntan con mucha confianza ¿ qué
pueden tener los Protestantes que replicar á esto ?
N o tengo inconveniente en responder á nombre dé los
Protestantes, presentando dos ó tres objeciones á la consecuencia que sacan de las palabras de Pedro.
Decimos que este pasaje no hace al caso, como 16 citan
los Romanistas, porque, aun dado que el derecho del juicio
privado, y de la interpretación privada, se 'destruyera por
la Citada autoridad, según lo sostienen ellos, no'.pódriá
suceder semejante privación sino con respecto á una p e queña parte de la Biblia, es á saber, á la profética. Nú
dice que otra parte alguna, la historial, por ejemplo, la
didáctica, ni la parenética, no es de interpretación privada,
sino solamente la profética, en la cual se encierran predicciones de cosas venideras. N o dice que ninguna
Escritura, sino que " ninguna profecía de la Escritura, es de
interpretación privada." Concedido, pues, á l o s Romanos
todo lo que demandan con las palabras de su argumento,
ños resta todavía franca la mayor parte de la Biblia para
la interpretación privada. Pedro nos impone una restricción solamente én materias de profecía.
Empero, séamé permitido decir, en segundo lugar, que,
dé todos modos, es fácil demostrar que la observación del
Apóstol no puédé significar lo que dicen ellos. Si él lector quiere remitirse al lugar citado, verá confirmado lo qué
digo, por él contesto inmediato siguiente* Verá que P e d r o ,
habiendo dicho que ninguna profecía de la Escritura es dé
interpretación privada, prosigue aclarando esta proposición,- ampliáñdbki en éstos términos : " P o r q u e en ningún
tiempo fué dada.la profecía por voluntad de hombre (ésto
és-,' eíWM'-Tüé dé invención humana, ella iio ésprésá las
;
8
conjeturas de los hombres). Mas los hombres Santos de
Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu S a n t o . "
Ahora pregunto ¿ Si esta razón confirma la esplicacion
que los Romanistas hacen del pasaje ? El que la Biblia
haya sido escrita por hombres inspirados de Dios < es una
razón para que deje de ser de interpretación privada ? L a
circunstancia de que Dios les haya inspirado los conceptos,
y aun sujerídoles las palabras con que debian representarlos, ¿ hace que la producción no sea intelijible, ó que sea
de tan equívoca significación, que sea peligroso permitir ií
un particular leerla ? Eso sería equivalente á decir que
Dios mismo no puede darse á entender tan fácilmente
como los hombres. E l argumento, pues, que los Romanos
deducen de este pasaje, se puede resumir en los términos
siguientes : La Biblia es un libro inspirado, y en razón de
ello es demasiado oscuro y ambiguo para que sea de interpretación privada. Es inspirada, y de consiguiente, no es
intelijible.
Si es tan difícil entender lo que Dios dice, { como pudo
el divino Salvador darse á entender con tanta claridad al
pueblo que le oía con gusto ? Las jentes debieron entenderle cuando decia: " Venid á mí y yo os daré descanso."
A lo que parece, el Sermón del monte fué bien entendido
de sus oyentes, y no vemos que ninguno fuese á preguntar
á otro de que manera le entendía. Ninguno necesitaba de
espositor; cada cual se valia de su juicio privado, meditando lo que habia oido de Cristo. Ahora bien, si lo que
Jesús dijo al pueblo y lo cual entendió éste sin' dificultad
entonces, se ínibiese puesto en escrito por aquel tiempo,
i aquellos mismos que lo entendieron cuando predicado,
no lo hubieran entendido cuando puesto en escrito ? Los
discursos orales de Jesu-Cristo siendo muy intelijibles
según procedieron de sus labios, < se trocaron en enigmas
luego que fueron escritos ?
Pero volvamos por un momento al pasaje de Pedro. 'Yo
9
Soy de opinión que la palabra Griega qué éomuntnente se
traduce interpretación, se debe traducir invención^ según
algunos, ó, según otros, impulso; y qué él versículo 21
debe considerarse como una esplanaciori del que precede.
Si realmente intentó el Apóstol negar á los Cristianos el
derecho del juicio privado, ( p o r q u é en el versículo 19
eesorta á todos los Santos á atender á la palabra mas
firme de los profetas, á la palabra de los mismos profetas,
la interpretación de cuyas predicciones, le suponen decir,
estaba fuera del alcance del juicio privado de los hombres ?
¿ Para que atender á la palabra de los profetas sino la podían esplicar ? y porqué llamar la palabra de ellos una
antorcha qiic luce en lugar tenebroso ?
F i n a l m e n t e : si ninguna p a r t e dé la escritura es de interpretación privada, se sigue necesariamente que tampoco
lo será este mismo versículo dé 2 P e d . i. 2 0 . Mas esto
no obstante, el Romano ejerce su juicio privado sobre el
mismo testq¿que lo prohibe, y lo somete al juicio privado
del Protestante; con la esperanza de convertirle por este
medio. Según se pretende, ninguna parte de la Escritura
se puede interpretar privadamente inas este misino pasaje
ha de ser interpretado así, á ñn de que la prohibición sea
entendida;
c
4 . EL PAVXSJIO SÍN FUNDAMENTO EN. LA ESCRITURA.
PROMETO probar que la relijiou Romana es contradictoria
á la Sagrada Escritura. Si puedo cumplir con esta promesa, quedaré contento, porque estoy cierto que una relijiou:
que profese ser el Cristianismo, y no cuadre con las declaraciones de Mateo, Marcos, Lúeas, J u a n , Pablo, P e d r o ,
Jacobo y J u d a s , jamás será admitida en los Estados
Unidos de América. Será tenida por buena, no lo niega
yo, en E s p a ñ a , Portugal é I t a l i a ; pero no'aquí.- L a
Biblia se respeta demasiado para que lo fuese en esta
n
10
tierra de Republicanos. Bien sabemos que la libertad es
muy deudora á la Biblia. Sabemos que el despotismo n o
puede ecsistir mas en el pais en que la Biblia, la magna
charta que Dios entrega á los pueblos,, está en manos d e
los habitantes.* Además que el pueblo de estos estados es
bastante sensato, y nunca tendría p o r Cristianismo aquello
que los evanjelistas y apóstoles ignoraban totalmente. P o r
lo cual creo que habré ganado el punto, si puedo manifestar
que el Romanismo y la Biblia estén opuestos entre sí. Si
no me engaño, lo haré muy fácilmente.
Los Romanos mismos proceden como los que no confian
en que su relijion esté conforme con las Escrituras. Si
creen que su relijion se halla en la Biblia ¿ porqué no p o ner la Biblia en las manos del pueblo, y aconsejarle leerla,
Á fin de que todos vengan á ser buenos Católicos, ó, siendo
buenos ya, que perseveren tales ? Si la Biblia contiene
su relijion, i porqué no la hacen circular p o r todas partes ?
Tienen una versión Inglesa propia, la de Douay : ¿ porqué,
pues, no la ponen en circulación ? ¿ Porqué dejan á los
Protestantes todo el trabajo de distribuir las Sagradas E s crituras? Sobre todo, ¿ p o r q u é combaten los esfuerzos
de las Sociedades Bíblicas, si estas no hacen m a s . q u e
multiplicar y difundir los ejemplares del libro que contiene
justamente la misma relijion que llaman la Católica R o mana ?
Lo que mas m e maravilla e s , que los individuos de la
Iglesia de Roma no se esmeren eu una promulgación universal de las dos cartas de Pedro, su apóstol predilecto,
que dicen fué el primer Obispo de Roma, y primero d e
los Papas. Reconocen por auténticas las dos epístolas
* El traductor no es Republicano. H a jurado fidelidad á su
monarca, á quien Dios guarde largos años en prosperidad. Pero
deja á su orijinal hablar en su estilo natural, y siendo ciudadano
de una grande nación, debe permitírsele que hable con su acos-.
tumbradaübcrtad.
il
_ ÍA. , mi ¡»i r u m o r e . Pues bien, ¿ porqué no recomiendan la lectura de ellas á sus feligreses ? N o me admiro
de que procuren ocultar al pueblo las cartas de Pablo,
quien dice (Gal. ii. 11.) que resistió á Pedro en su cara,
porque merecía reprehensión. E n aquel momento se ie
olvidó á Pablo de que P e d r o era supremo é infalible. T o dos padecemos falta de memoria en algunas ocasiones.
Mas lo que yo admiro mas, es que los directores de la
Iglesia no quieran dejar al pueblo escuchar á P e d r o .
Acabo de leer sus epístolas para ver si puedo descubrir lo
que haya retraído á los Romanos de su publicación. Acaso
será porque no dice nada de R o m a ; á menos que no sea
ésta la misma ciudad de que habla bajo el nombre de B a bilonia (1 E p . v. 1 3 ) , pues también J u a n así la llama en
su Apocalipsis, y porque tampoco dice una palabra
siquiera sobre la dignidad de Obispo de Roma, ó P a p a .
T a l vez este hombre, P e d r o , no sabia que él mismo era
P a p a . Pero .no, él piensa muy al contrario, pues dice en
su primera Epístola (y. i.) : Ruego á los presbíteros que
hay entre vosotros, yo presbítero como e l l o s : ¡ P r e s b í tero ! ' N a d a mas que Presbítero. T e equivocas, P e d r o .
I No sabes que eres Obispo Universal, Primado del Colejjo Apostólico, Cabeza Suprema é infalible de la Iglesia ?
No Señores, no lo sabe. Parece, ignorarlo todo. Ahora
creo que h e descubierto el motivo verdadero porque no
juzgan por conveniente que el común del pueblo se familiarice con los escritos de P e d r o .
Mas lo que yo quisiera es, que los de la jerarquía de
Roma, mandasen imprimir una buena edición de las cartas
de este Apóstol, y que las circulasen entre sus fieles, porr
q u e , si su relijion es la misma que se halla en los escritos
del Apóstol, yo no volvería á trabar controversia con ellos.
B 2
12
5 . DAÑO EN CREER DEMASIADO.
DICEN comunmente los sectarios del P a p a , que es mejor
creer con algún esceso, que no creer suficiente ¡ y, e n t r e
los varios argumentos por cuyo medio propuran hacer p r o sélitos, uno es que creen todo lo que creen los Protestantes, con mucho mas, que nosotros no creemos. Y de ahí
quieren inferir que su relijion tiene todas las ventajas que
puede tener la nuestra, con algunas de mas. D e manera
que, si uno puede estar con seguridad en la Relijion de Ja
Reforma, mucho mas seguro debe estar en la de Roma.
Y como sé que este modo de hablar (no es digno de llamarse raciocinio) tiene alguna influencia en hacer prosélitos entre cierta clase de j e u t e , me tomaré la libertad de
cesaminar una tal sentencia. ¿ P o r q u é es mejor creer
demasiado que no creer suficiente ? E l escesp en otras
cosas no es 'mejor que su defecto. E l comer ó beber mas
de 'lo suficiente, no es mejor que el comer ó beber con
parquedad. E l creer que dos y dos son cinco, está tan
fuera de la razón, como lo estaría el creer que dos y dos
son tres. El uno de estos errores confundirá un cálculo
tan fácilmente como el otro. E l hombre que cree que dos
y dos son cinco, no se aventaja sobre el que calcula.bien,
aunque se proponga manifestar qne cree toda la verdad,, y
algo mas.
Cierto escritor, quien debe ser de alta autoridad tanto
en Roma cuanto en todas las demás partes del mundo,
representa las adiciones á la verdad como tan perjudiciales
y tan ofensivas á los ojos de Dios, como lo son las diminuciones de ella, Sus palabras son : " Protesto á todo el
que oye las palabras dé la profecía de este libro, que, si
alguno añadiere á ellas alguna cosa, pondrá Dios sobre él
las plagas que están escritas en este l i b r o ; y, si alguno
quitare de las palabras del libro de esta profecía, quitará
P í o s su parte del libro de la vida, y de la ciudad Santa, y
13
de las cosas que están escritas en este libro."
(Apoc.
xxii. 18, 19.) Aquí se deja A*er lo que un hombre ha de
granjearse, creyendo mas que suficiente. Así que semej a n t e creencia no es tan segara como la representan los
Romanistas, y el añadir no es menos culpable que el
quitar. Por cualquier artículo que se añada, se añaden
todas las plagas que están escritas en aquel libro.
5egun yo alcanzo á entender este asunto, una de las
razones porque las adiciones á la verdad son tan ofensivas
á la vista de Dios, es porque dichas adiciones quitan de
aquello á lo que se añaden ; del mismo modo que cuando
un hombre echa un remiendo de p a ñ o recio en un vestido
viejo, su mismo rellenar tira del vestido (Mat. ix. 16).
Todas las adiciones que Roma ha hecho en el cristianismo,
ceden en menoscabo de algunas de sus doctrinas. E s a
maestra de la cristiandad, al principio hace una rotura en
la vestidura de Cristo, y luego le echa su remiendo. E n
orden á hacer lugar por donde introducir la doctrina de
méritos de hombres, tiene que rasgar una porción correspondiente á la de los méritos de Cristo. La doctrina
sostenida por los Protestantes, es, que somos justificados
por la sola fé,* sin obras de ley. EÍ'Romano dice que no
es así, sino que nuestras obras buenas influyen en orden
á nuestra justificación. Ahora esta adición no deja entero
aquello á lo que se añade, sino que lo disminuye.
Nosotros sostenemos que Jesu-Cristo ofreció en la Cruz
un sacrificio perfecto. Los Romanos tratan de añadir á
este el sacrificio, según lo llaman, de la misa. Como no
les satisface la declaración qne " Cristo fué una sola vez
* Cuando decimos que somos justificados por la sola fé, no intentamos escluir la práctica de las virtudes, ni la obediencia íi las
leyes, así divinas como humanas ; antes bien creemos que por la
fiel observancia de unas y otras, se distingue el verdadero creyente,
y que sus buenas obras son el fruto que necesariamente acompaña
0 una fé no finjida.
14
inmolado para agotar los pecados de muchos" ( H e b . YK.
2 8 ) , enseñan la doctrina ecsótica de que Cristo vuelve á
ser ofrecido de nuevo, cada vez que u n Sacerdote guste
celebrar una misa.
N o puede haber cosa mas ajena de la verdad, que lo es
el decir que el Romanista cree todo lo que cree el P r o t e s tante, con mucho mas. E n efecto, este último miembro
de la proposición es una verdad. Los Romanos creen
muchísimo que los Protestantes no admitimos, y se debe
confesar, que, en cuanto á. la cantidad de su fé, nos aventajan mucho. Allí tienen todo aquello que se comprehendc
bajo el título de Tradición. Ellos lo creen todo ; mas los
Protestantes quedamos muy satisfechos con la sola Sagrada
Escritura. Pero no es verdad que los Romanistas creen
todo lo que nosotros. N o creen prácticamente la doctrina
de la rejeneracion, ni de la justificación, ni algunas otras
que tenemos por principales.
" E m p e r o , " preguntará a l g u n o , ¿ no se encierra en
las Escrituras todo lo que creen los Protestantes ? "
Sí
Señor. . " P u e s bien, los Católicos creen en las Escrituras.
Luego creen todo lo que creen los Protestantes, y después
de ello creen también en la tradición; de manera que creen
todo lo que creen los Protestantes, y algo m a s . " E s t o
por cierto es buena lójica. Pero, si la Tradición y la E s critura se contradicen entre sí, entonces diremos, ¿ q u é
especie de adición á un testimonio será el dicho de otro
testigo que le contradice ? Y o podría dar algunos raros
ejemplos de semejantes .adiciones. E l Romano cree con
la Escritura, que el matrimonio es honorable en t o d o s *
* Según el Griego orijinal; ripios á ydfips éi> irSm, que se traduce bien por la Vulgata. "Honorabile connubium in ómnibus,"
y por la.Itálica " Venerabile connubium,.&c." Las versiones
vulgares al Español disfrazan el testo con un sea honesto. Las
versiones mejores son corno, la de Diodali " 11 matrimonio e ']
letto immaculato e onorevole in tutti."
15
( H e b . xii. 4 ) , y también cree con la Tradición qué es muy
vergonzoso en algunos. U n a de las reglas de su fé p r o nuncia que, " como un p a ñ o de menstruosa, son todas
nuestras j u s t i c i a s " (Is. lxiv. 6) ; mas hay otra también,
que asegura que " S i ' alguno dijere que las obras buenas
del hombre justificado son dones de Dios de tal manera
que no sean igualmente buenos méritos del mismo justificado, . . . . maldito sea" (Oonc. Trid. Ses. vi. Can. 3 2 ) .
L a Escritura dice que Pedro " m e r e c í a r e p r e h e n s i ó n "
(Gal. ii. 1 1 ) ; mas también creen ellos que era infalible.
Según la primera autoridad, Pedro fué un simple P r e s b í t e r o ; mas, según la otra que también se reconoce en
Roma, fué obispo universal, &c. E l Romanista dice que
cree las dos autoridades, y que de consiguiente está mas
seguro que el P r o t e s t a n t e . M u y b i e n ; en el momento que
llegue yo á creer ambas proposiciones repugnantes, creeré
todo cuanto crea el hijo mas devoto del P a p a .
Mientras
tanto que no, estaré contento con creer lo suficiente; y,
como no deseo estar mas que seguro, me determino á
continuar, como P r o t e s t a n t e , en no creer mas que lo
suficiente,
6. LOS NUEVE MANDAMIENTOS.
" ¡ Los nueve mandamientos ! " ¿ Qué quiere decir esto ?
Siempre creí que hubo diez. Y , en efecto, diez había antiguamente. Dios dictó este número de mandamientos
desde la cumbre del Sínai. E l dedo de Dios los grabó en
las tablas de piedra, y, cuando se renovaron las tablas,
todavía fueron conservados los diez mandamientos de la
ley. Los J u d í o s , depositarios de las Escrituras del A n t i guo Testamento, siempre han reconocido el mismo número,
como igualmente la Iglesia primitiva, y después de ella
todos los Cristianos, menos los de Roma, en sus credos
y catecismos. P e r o los Romanistas (ellos pueden tomar-
16
se alguna licencia, porque, siendo la Iglesia verdadera,
son infalibles; y, si alguno se constituye infalible, no es
menester que desde luego proceda con mucho cuidado),
aquellos Cristiauos que tienen su cabeza allá en Roma,
quitan uno de los mandamientos 5 y es cierto que, si de
diez se quita uno, restan nueve. Y así no tienen mas
que nueve mandamientos, de manera que el suyo no es
Decálogo, sino Nonálogo.
E s t o es el h e c h o ; mas, cuando me lo dijeron algunos
años ha, creia que los Protestantes estaban calumniando Á
los Católicos, y r e s p o n d í : Eso no puede ser. N o es po sible que hayan osado abreviar la ley de Dios, borrando
uno de sus preceptos. N o es posible que hayan cometido
tamaña impiedad. Sería lo mismo como si algún Israelita
sacrilego hubiese entrado en el Lugar Santísimo, abierto
el arca de la Alianza, y, sacando las tablas de piedra,
obliterado con instrumento de hierro uno de los mandamientos grabados en ellas por el dedo del Señor. P e r o
después me ocurrió el pensamiento de que era muy improbable que una calumnia totalmente infundada, como esto
de los mandamientos se me habia figurado, hubiera obtenido crédito entre todos. ¿ Quien hubiera pensado de
acusar á k>s Romanos de haber suprimido uno de los
mandamientos, si no lo habian hecho, ni tampoco alguna
otra cosa semejante ?
A fin de salir de la duda, me determiné á averiguar la
acusación, y vi que estaba fundada en el hecho, y que no
era calumnia. V i con mis propios ojos los catecismos publicados con autorización de varios Obispos y Arzobispos,
los cuales todos carecían de uno de los mandamientos ; y
el lector podrá ver la misma cosa en el " M a n u a l de P i e dad Católica," impreso en Filadelfia. E n dieho manual la'
lista de los mandamientos se halia de esta manera.
1 ? Yo soy el Señor tu Dios, no- tendrás Dioses ajenos
delante de mí.
17
2 ? N o tornarás el nombre del S e ñ o r tu Dios en vano.
3 P Acuérdate del dia de Sábado, & c *
Se verá que el mandamiento borrado es el segundo, sien->
do éste el que mas ofende á los Romanos. H e l o aquí,
copiado al pié de la letra. " N o liarás para tí obra de
escultura, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo,
ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de las cosas que
están en las aguas debajo de la tierra. N o las adorarás,
ni les darás culto : Y o soy el Señor t u Dios, fuerte, celoso, que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos,
hasta la tercera y cuarta jeneracion de aquellos que me
aborrecen, y que hago misericordia sobre millares con los
que me aman, y guardan mis p r e c e p t o s " (Ecsodo x x . 4 ,
C). N o les gusta este precepto, porque están entregados
al culto de las pinturas é imájenes que tienen en sus iglesias.' D i c e n . q u e estas cosas escitan maravillosamente lá
devoción, y-por:amor de-ellas han' querido abolir un mandamiento de D i o s . David dijo : " C a m i n a b a derecho á
todos tus m a n d a m i e n t o s " (Sal. cxviii. 128) ¡ mas David
no era Católico, en el sentido moderno de la palabra.
Muy bien y habiéndose desprendido del segundo mandamiento, llaman segundo al tercero, toman por tercero el
c u a r t o , ' y así siguen contando mal hasta el décimo, que
según ellos viene á ser el nono. M a s ; como no les sonaría
muy bien " los nueve mandamientos," pues la Biblia dice
que son diez (Ecsod. xxxiv. 2 8 . D e u t . iv. 1 3 ) , y como ya
se ha envejecido la costumbre de decir " los diez mandamientos", les fué forzoso inventar algún modo de llenar el
número.- ¿ Y como habían de hacer esto ? Dividiendo el
* El Decálogo verdadero se halla en el libro, del Ecsodo, Cap. xx.,
y el lector que quiere comparar este espécimen de los Catecismos
Americanos con la "Doctrina Cristiana" que se usa en España,
no dejará de advertir que los libros manuales de los Estados Unidos, como se esponen á los ojos de los herejes, tienen menos varia,!,
cion literal del Sagrado testo.
c'
18
nono, según ahora le tienen contado, en dos partes, la
primera de las cuales llaman el mandamiento nono, y la
otra pasa por el décimo.
Asi hacen diez en el Manual de Filadelfia, correjido y
aprobado por el muy Rev. Obispo Kenric. E l último está
partido y disfrazado del modo siguiente ;
9 ? N o codiciarás la mujer de tu prójimo,
10 P N o codiciarás los bienes de tu prójimo.
Así producen dos mandamientos contra la codicia. No es
muy probable que el Señor lo hiciera así, N o creo que
así estaban distribuidos en las tablas de piedra. P e r o
vemos claramente que no les convendría dejar correr entre
el pueblo aquel segundo mandamiento; y, como tampoco
sería conveniente mudar el numero para el vulgo, se vieron
como precisados á hacer lo que hicieron.
M a s , al fin de todo, está muy mal hecho, y esto no está
tan diestramente manejado como lo están las mas de las
trampas del Papismo. Luego hagan como quisieren, no
tendrán mas de nueve mandamientos, porque, como sabemos todos, si se corta una cosa en dos partes, salen dos
mitades, no dos í n t e g r o s ; uno solamente queda, Y por
la mismo razón el nono mandamiento no sería mas de uno,
aun si estuviera dividido en cuatro. Si estos Señores
porfían en dividir el ultimo de los mandamientos, deben
llamar la mitad primera el mandamiento 8 | , y la otra el
mandamiento 9. E s t o sería proceder honradamente, pues
saben que han omitido uno de los diez, que el S e ñ o r
escribió. Saben que él publicó diez, y que ellos no r e conocen mas de nueve. E l dividir uno de los nueve, y
luego decir que reconocen diez, es una maniobra muy
despreciable. Saben que los mandamientos, como se p r e sentan en muchos de los Catecismos, no se conservan en
la misma forma en que se hallan desde que Dios los escribió en.las tablas de piedra, Saben que falta uno, y saben
bien porqué. Deben guardarse de semejantes fraudes,
19
porque el S e ñ o r es un Dios; fuerte y celoso, y visita la
iniquidad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y
cuarta jeneraciou de los que le aborrecen, y no guardan
sus preceptos.
Harían bien en confesar que en esta materia han errado.
Luego que lo quieran confesar, les perdonaremos, y no les
daremos mas reprehensiones. Sabemos que el tratar d e
este asunto les desagrada mucho, porque no saben como
disculparse. Así e6 que, si alguno les pregunta : " ¿ P o r qué han omitido V d s . el segundo m a n d a m i e n t o ? " r e s ponde» : " N o lo hemos omitido en todos nuestros l i b r o s . "
Replica el o b j e t o r ; " ¿ mas porqué le han omitido en
alguno ? " Aquí se concluye la conversación, sin que
jamás se responda al último ¿ Porqué ?
7, ANTIPATÍA DE LOS PAPISTAS A LA BIBLIA.
N o debe causar sorpresa el que los Papistas^no gusten d e
la Biblia. E s por la misma razón que Achab, Rey de
Israel, se disgustó de Micaías, profeta del Señor, que n o
le profetizó cosa buena, sino siempre mala (3 Reyes xxii.
18). E s muy natural que uno contraiga antipatía contra
quien le está siempre a c u s a n d o ; y para amar á un enemigo es menester un grado muy sublime de.virtud.
Ahora
bien, la Biblia toda se opone á la relijion de ellos, y está
profetizando mal contra ellos, como el Profeta Micaías
contra el rey A c h a b . E s natural, pues, que el P a p i s t a
se disguste con la Biblia ; y no debemos esperar otra cosa.
Con todo, estraño un poco de que no procuren disimular
su disgusto j porque, á la verdad, no parece bien que una
iglesia que se Jlama de Dios, muestre aversión á la ley del
mismo. E s muy feo, por no decir cosa peor, que la Iglesia que se jacta de ser la única Cristiana, salga como
antagonista formal de las Escrituras Cristianas.
M e admiró mucho, algunos años hace, que el. P a p a
publicase una carta encíclica, en que se prohibió la lecc 2
20
tura cíe la Biblia en lenguas vernaculares. Parece muy
mal que, diciendo Jesu-Cristo en su Evanjelio: " E s c u driñad l a s Escrituras," ese Vicario de Cristo diga en su
pastoral j " N o , ni siquiera os es permitido p o s e e r l a s . "
E s t e Papa parece contradecir á C r i s t o ; mas puede ser
que las especies me engañen en este caso, como á todos
engañan en la transustanciaeion. P e r o debo hacer justicia
al P a p a . N o prohibe de todos modos la lectura de la
Biblia, sino solamente cuando esté traducida en lengua
vulgar. Su Santidad y sus discípulos ultramontanos no
dificultan el que alguno tenga en su poder un ejemplar de
las Sagradas Escrituras, puesto que esté en idioma que no
entiende. Su sectario, si es Inglés, puede poseer una
Biblia F r a n c e s a ; el Francés relijioso puede tener una en
Inglés, ó en Holandés ; y á entrambos se les permite leer
la Biblia Latina, á no ser que hayan estudiado el Latin.
Porque, luego que la lengua Latina llega á ser conocida,
se hace tan vulgar como otra cualquiera. L e creo debido
al Papa en justicia, el decir esto en su favor. Lejos sea
de su Beatitud el prohibir la lectura de las Sagradas
Escrituras, á no ser que estén divulgadas en idioma vernacular.*
Otro hecho mas reciente me ha causado admiración. E s
:
* E s notorio que.León X I I . publicó una Carta encíclica, fechada en Roma el 2 de Mayo de 1824, en la cnal acusó á la Sociedad
Bíblica de haber pervertido las Escrituras, traduciéndolas en lenguas vernaculares. La Sociedad Bíblica se muestra superior á
sus calumnias; pero no será inoportuno divulgar un hecho n o
jeneralmente conocido, y es que la congregación del índice de
Roma dio una comisión, no muchos años hace, á uno que ahora
lleva el báculo episcocal, y está bien conocido por una paráfrasis
que ha hecho de la Biblia en buen Castellano, encargándole que
ecsaminase las versiones de la Biblia en dicho idioma, ó en otros,
que se han introducido en España por las Sociedades Bíblicas, en
orden í descubrir las corrupciones que se presumía habían hecho
en ellas los Biblicistas. Habiendo este eclesiástico desempeñado
21
que un estudiante del Colejio de Maynooth en Irlanda,
llamado O'Beirne, ha sido espulsado de dicho Establecimiento, por haber querido leer la Biblia, á pesar de que
se le había prohibido. U n a espulsion no es poca cosa.
D e b e ser tenida por muy odiosa la ofensa que se castiga
con tan grave penalidad ; mas, para mí, el acto de leer la
Santa Biblia no sería un delito. N o sé si los Señores de
Maynooth han prohibido la lectura de otro libro alguno,
mas creo que no. D e consiguiente, deben tener este
Santo libro por el p e o r del musido. U n estudiante en
aquel Colejio puede leer todas las impurezas é impiedades
de los Autores Clásicos Latinos, sin incurrir en el riesgo
de ser espulsado••; pero, si lee la Biblia, le echan fuera con
deshonra. Tal vez dirán que el joven no se espulsó por
haber leido la palabra de Dios, sino por haber menospreciado los jefes de su Colejio, leyéndola después de p r o hibida por ellos su lectura. E s t o es algo diferente, es
verdad; mas, con todo, semejante espulsion es cosa muy
dura. Jesu-Cristo no le mandó solamente leer las Sagradas Escrituras sino escudriñarlas, que es mas. Las autoridades del Colejio, por el contrario, se lo prohibieron del
todo. D e suerte que pecó, obedeciendo á Cristo con
preferencia á los superiores de Maynooth. Por lo que yo
veo, podian á lo menos calificar su pecado de venial, disimulando así un poco la grave ofenga de haber el estudiante
antepuesto la autoridad de Jesu-Cristo á la de ellos. Y
yo no creo que cuando el Hijo del hombre venga en su
gloria, le eche fuera por eso, sin embargo de que los del
Colejio le han espulsado.
su comisión, dio por respuesta á la Santa Congregación, que no
habia podido hallar, en las versiones de la Sociedad en lenguas
vulgares, ninguna corrupción del testo, después de haber ecsaminado con mucha escrupulosidad todos los pasajes principales
en los cuales, á su juicio, podían haber hecho alguna variación
del orijinal.
22
M e maravilló, y maravilla aun, que los teólogos de
Roma, aunque prohiban las Sagradas Escrituras en j e n e ral, no esceptuen las epístolas de S. Pedro de su prohibición, i H a n prohibido jamás á alguno de su Iglesia que
lea las cartas de un Papa ? Y o creo que no. P e r o bien,
si los buenos Católicos, como los llaman, han de leer las
cartas encíclicas de los Papas, ¿ porqué no leer también
las epístolas Católicas de Pedro, siendo éste, según ellos
dicen, el primer Papa ? ¿ Porqué se tiene por crimen leer
las cartas del Papa Pedro, y por acción loable leer las del
P a p a Gregorio ? Esto no lo puedo comprender.
Mas vamos á otro hecho que igualmente me es inesplicable. Un articulista de un periódico de Galway, también
Irlandés, denuncia por nombre á dos clérigos P r o t e s t a n t e s ;
los llama bichos, y dice que no hay mas que hacer que
echarlos en tierra y pisarlos. ¿ Porqué ? P o i q u e han
cometido el pecado de asistir á una reunión Bíblica, y
han distribuido entre los pobres las Sagradas Escrituras.
Dice nuestro periodista que son demonios encarnados, que
son inspirados del infierno; y asegura que, si el mismo
Satanás viniese á la tierra, no asumiría otra persona
que la de uno de estos bíblicos. E l redactor Irlandés
a ñ a d e : " E s menester suprimir esta j u n t a bíblica en
Galway." Así se ve que el hombre se enfada con la
Biblia, y esto debe ser porque ésta nunca le profetiza
cosa buena (2 Paral, xviii. 7 ) . Cierto es que no cree que
la Biblia favorece mucho á su relijion, pues intenta proclamar una cruzada contra los que la publican. E s t a es
la primera vez que he oido decir que los directores é individuos de las Sociedades Bíblicas son ipso Jacto demonios
encarnados ; y parece muy singular que los que promueven
la distribución de un libro inspirado del cielo, sean ellos
mismos inspirados del infierno. A mi corto entender, es
cosa inesplicable que nuestros edificios públicos se conviertan en guaridas de demonios tan luego que una Socie-
23dad Bíblica celebre sus reuniones en ellos. Y hasta que
con estos ojos yo vea á Satanás haciendo de distribuidor
de Biblias, no lo creeré posible.
Sea como fuere, yo no puedo deshacerme de la idea de
que la distribución de las Sagradas Escrituras es obra
verdaderamente benévola. < E l dar gratuitamente la palabra de Dios á los hombres, puede ser otra cosa ? Cuando
leí últimamente un aviso de que la Sociedad Bíblica de los
jóvenes de Nueva Y o r k se habia determinado á dar Biblias
de gratis á todos los emigrados que llegasen á aquel puerto,
proporcionándoselas á cada uno en su idioma propio, esclamé, como por u n impulso involuntario de admiración :
¡ Qué obra tan buena es esta ! Y quedé maravillado, y
aun entristecido al oir decir que algunos emigrados no
querían recibir el libro. N o dudo que, si el distribuidor
les hubiera presentado " ¿as ruinas," ó alguna novela d e s vergonzada, la habrían recibido. Sí, habrian aceptado,
con gracias y sin mucha elección, cualquier libro dé hombre ; pero algunos los habian prevenido de qne no debian
admitir el de Dios, aunque se íes ofreciese. E l ájente de
la Sociedad hizo el apunte siguiente : " 17 de Junio. Fui
á -visitar á una partida muy crecida de emigrados Irlandeses que acababan de desembarcar; mas no pude persuadir
ni á uno de ellos siquiera, á que aceptase una Biblia, ni aun
cuando fuese dada de gratis.
U n a mujer me dijo que sí,
que tomaria una, mas que sería para quemarla l u e g o . "
i Y quien los enseñó que no debian tomar Biblias ? Cualquiera dirá, y lo dirá sin equivocación : un Sacerdote,
" Pero, Señor, puede que ya tuvieran Biblias mejores
que las de V . " N o Señor, no tenían ningunas. Y á mí
me parece que debian aceptar las nuestras, aunque fuesen
imperfectas, hasta poder obtener otras mas á su g u s t o ;
porque tener una Biblia, aunque imperfectamente traducida, es mejor que no tener ninguna. Se quejan ellos de
que nuestras traducciones son erróneas, ¿ porqué pues no
24
dan otras mas ecsactas al pueblo ? Luego que hubieren
hecho esto, nosotros dejaremos de incomodarlos. Quisiéramos ver á todo padre de familia entre ellos con una
Biblia Romana en su casa, aunque ésta reduzca á un mero
nacimiento de penitencia el arrepentimiento, habiéndose
mudado á este fin la frase. Mas no tratan de hacer esto.
Bien que muchos llamados Católicos tengan la Biblia,
el poseerla no se requiere por su relijion, y aprenden su
cristianismo, tal cual sea, sin molestarse escudriñando las
Escrituras. P o i q u e , á la verdad, podrían gastar mucho
tiempo en escudriñarlas, sin hallar j a m á s en ellas lo que
ellos entienden por su cristianismo. ¿ Creen V d s . que
hubieran porfiado tanto denunciando la Biblia, á no saber
que en ella no es posible-encontrar el fundamento d e su
relijion ? i Hubieran consultado á los padres, concilios
y sacerdotes, si estuviesen satisfechos con el fallo de los
profetas, evanjelistas y apóstoles ?
8. CUATRO PALABRAS PARA EL PRESBÍTERO MR. H
.
CONOZCO á u n cierto presbítero que entre los de su pueblo
pasa por corifeo de los Católicos, y es muy valiente para
proponer preguntas d e tal especie que nadie le sabe responder. Algunas veces escribe artículos, y yo no conozco
escritor que haga uso mas • frecuente del p u n t o de interrogación. P e r o , al:cabo de todo, sus preguntas no son todas
incontestables. -Yo me atreveré á responder á dos e n t r e sacadas de una hilera de ellas con que comienza una carta
al S e ñ o r de B
y luego me tomaré la libertad de
proponerle también algunas. Su primera pregunta es :
i Q u é cosa es la relijion P r o t e s t a n t e ? L e hemos dicho
muchas veces que cosa e s ; pero vuelvo á decirle ahora
que es la relijion de la Biblia. N o se llamó P r o t e s t a n t e
al tiempo en que se escribió la Biblia, porque entonces no
ecsistia ningún Cristianismo corrompido, contra el cual
25
fuese necesario hacer protesta. Pero es la misma relijion,
como quiera que se llame. Allí está en la Biblia. Léanla
los Romanistas, Lean alguna porción de ella. Sin duda
hallarán allí la relijion que hoy llamamos la reformada.
Lean especialmente la epístola á los Romanos, ya que
hacen alarde de estar dependientes. del Obispo de aquella
ciudad. Lean también la epístola á los Efesios, y díganme
quien ha citado algún pasaje de estas dos cartas enapoyo
de algún dogma que sea propio de su Iglesia: yo creo que
nadie. Los Protestantes nos valemos de ellas mucho.
" P e r o , " prosigue nuestro interrogante, " d e c i d n o s cuales sean las doctrinas que constituyen la relijion P r o t e s tante. E l decir secamente que es la relijion de la Biblia,
nos informa de donde está, mas no de lo qué e s . " P u e s ,
Señor, i no es suficiente decirle en donde se podrá hallar
una cosa ? < V . no tiene ojos ? ¿ N o tiene entendimiento ?
i E s menester que otro raciocine en su lugar ? ¿ H i z o
otra cosa el mismo Jesu-Cristo que remitir los Judíos á
las Escrituras, y decirles, Escudriñadlas? Asimismo nosotros remitimos á V d s . á la Santa Biblia, diciéndoles;
Allí está nuestra relijion. M a s , sin embargo, nos p r e guntan : ¿ Donde estaba vuestra relijion antes de Lutero ?
¡ Antes de L u t e r o ! Hemos dicho endonde estaba antes
de los padres mas antiguos. Estaba entonces donde está
ahora, y donde estará siempre, es á saber, en los Evanjelios y las epístolas. ¿ Q u é tenemos que ver con.Lutero,ni Agustín, ni ninguno de ellos, puesto que ascendemos
en la antigüedad hasta S. J u a n ?
Mas el presbítero sigue- interrogando: ¿ Qué sociedad
de Cristianos enseñó esta relijion que pretenden decir es
la Cristjlana, antes de la reforma ? Señor Cura, no se
haga V . tan ignorante. V . debe estar de chanza, hacien do semejante pregunta. < Nunca tuvo noticias de una
sociedad, de Cristianos residentes en Roma, algunos de
ellos de la familia del César, á quienes un tal Pablo esD
26
críbió una carta que. na llegado hasta nosotros ? Ahora
bien, aunque no se sepa lo que dicha Sociedad de Cristian­
nos enseñaba, se puede fácilmente saber lo que se le
enseñó. N o tenemos que hacer mas que leer la carta que
el Apóstol escribió, pues no me parece inverosímil que
aquella sociedad enseñase la misma doctrina que S. P a b l o
le habia enseñado.
H u b o también otra Sociedad respetable de Cristianos,
mucho tiempo anterior á la Reforma, que párese tenia
algún conocimiento de esta relijion que pretende ser de
Cristo y se llama la Protestante. Ellos residian en una
ciudad llamada Efeso. Aquel mismo Pablo habitó entre
ellos por espacio de tres años, predicándoles el Evanjelio,
lo cual hizo con mucha fidelidad. N o rehusaba declararles
todo el consejo de Dios, y, después de establecer allí una
iglesia floreciente, se retiró á otra parte, y ea seguida les
envió una carta, la cual también ha llegado á nosotros.
Se debe presumir que en esta carta hizo entrar las verda­
des fundamentales del evanjelio,que les habia enseñado
públicamente, y por las casas. Ñ a es de sospechar que
predicase de u n modo y escribiese de otro. ¿ Negará el
S e ñ o r Presbítero que la Sociedad de Cristianos de Efeso
profesaba y enseñaba las mismas doctrinas que se señalan
ep la epístola á los Efesios ? Creo que no lo negará. P u e s ,
Señor, i cuales son las doctrinas de esa epístola ? < Son
las de V d s . ó de nosotros ? ¿ Son de Romanistas, ó de.
Protestantes ? Aun el incrédulo, que niega toda relijion,
podrá decidir la cuestión presente. Mas el buen clérigo
no quiere'еД juicio ó determinación de particular alguno.
Quiere que apelemos al Papa, á—un Concilio jeherál, ó
á los padres que estén unánimes..
Ahora b i e n ; le he señalado dos Sociedades de Cristia­
nos, que enseñaban esta como dicen pretendida doctrina
de Cristo, anterior á la reforma. Podria señalarle m a s ;
pero dos bastan, y él no pidió mas que una.
27.
Ahora voy á hacerle yo una pregunta. Dígame V . , S e ñor Presbítero, donde estaba la relijion de V d s . en las
¿pocas en que fueron escritos los libros de la Biblia. Mucho
deseo saber esto, Esplíqueseme como es que, si esa fué
la verdadera relijion de Jesu-Cristo, todos los Evangelistas
-y Apóstoles la ignoraban. Puede ser que el cura sepa
desatar esta dificultad. Quisiera que la deshiciera, esto
es, si puede. N o quiero que me diga en donde se hallaba
su relijion después de escrita la Biblia, y muertos los
Evahjelistas y Apóstoles t o d o s ; estoy suficientemente
informado acerca de esto. Lo que quiero es, que me diga
dónde estaba su relijion antes de muertos aquellos varones
santos, y nacidos los padres,
' Hablan mucho de la antigüedad de la relijion Romana.
E s antigua, yo lo confieso. Lleva sobre sí muchas señas
de una edad provecta; pero todavía le falta uno ó dos
siglos de edad, para que tenga toda la suficiente. Dicen
que es la primera forma del Cristianismo, Se engañan,
es la segwnda,
L a primera se dejó ver por un poco, y
luego " huyó al desierto en donde tenia un lugar a p a r e jado de D i o s , " en el cual permaneció Irasta manifestarse
otra vez en la reforma, (Apoc. xii. 6.) Ahora dicen que
es una nueva relijion; pero no, es la antigua restaurada.
Si alguno lo duda, compárela, con aquella que era florer
cíente en el Siglo de los Apóstoles,
Voy á hacerle otra pregunta mas, ¿ Profesaban los primeros Cristianos las doctrinas contenidas en la epístola á
los Romanos, ó no las profesaban ? Si no las profesaban,
es menester decir que apostataron antes del tiempo que
predijo S. Pablo. P e r o , si profesaban Jas doctrinas de la
epístola que les fué dirijida, siendo éstas las mismas que
se sostienen por los amigos de la reforma, ¿ entonces no
odrémos concluir que queda citado el ejemplo de mía,
ociedad que profesaba la doctrina que ahora llamamos
la reformada, mucho antes del tiempo de Lutero ? Tengo
D2
28
otras preguntas que hacer al presbítero, mas espero hasta
que satisfaga á éstas.
9. DISTINCIÓN DE PECADOS EN MORTALES Y VENIALES.
Y o no sabia, hasta muy últimamente, que los Papistas de
este siglo y en este pais, hacen la aplicación práctica que
les veo hacer de su distinción de pecados entre mortales y
veniales. Mas acabo de instruirme mejor de ello, según
se dejará ver en la relación siguiente, de cuya autenticidad
puedo responder. H a c e algunas semanas que una Señora
P r o t e s t a n t e , advirtiendo que un cierto Caballero, tenido
por muy ilustrado, acostumbraba malgastar los Domingos
en juegos de naypes, se tomó la libertad d e amonestarle
con alguna instancia acerca de su.impiedad; mas él, como
uno bien prevenido para el caso, y como muy confiado del
valor del pretesto que le sirvió de justificación, replicó :
" E s t o no es pecado mortal." H e oido decir de otros muchos que se han valido de la misma distinción, cuando r e prehendidos por alguna inmoralidad. Ahora pregunto si
puede ser relijion de Jesu-Cristo un sistema que reconoce
tan horrible distinción, y enseña á efujiarse con semejante
pretesto al qué traspasa un precepto del decálogo que fué
escrito por el dedo del mismo Dios, y promulgado por su
misma voz. N o puedo hallar palabras con que espresar
mi sentimiento al ver la muchedumbre de mis semejantes
cuyo carácter moral se forma bajo la influencia de doctrinas como ésta. ¿ Q u é especie de moral será la suya ?
E s t a distinción está diametralmente opuesta á las E s crituras. Estas dicen que maldito es todo el que no p e r maneciere en todas las cosas que están escritas en el libro
de la ley, para hacerlas (GaL iii. 1 0 ) ; que el salario del
pecado es la muerte, y que el alma que pecare, esa
morirá. (Ezeq. xviii. 4.)
< No es todo pecado desobediencia á Dios ? i E s posible desobedecerle en el menor
punto sin incurrir en el reato ? ¿ Puede haber padre de
29
familia que admita semejante principio para gobernar á
sus hijos ? i H i z o Cristo propiciación por los pecados que
llaman veniales, ó no la hizo ? si no la hizo, no puede
decirse que hizo propiciación por todo pecado. P e r o , si
hizo propiciación por ellos, el que los comete debe ser reo
de la muerte, pues Jesu-Cristo murió por su causa.
L a verdad es, que todo pecado es mortal, si el pecador
no" se arrepiente de é l ; y, por otra parte, todo es venial
ó perdonable después del arrepentimiento. N o hay pecado tan grave que la sangre de Jesu-Cristo no alcance á
limpiarlo; y no hay cosa fuera de esta sangre que sea suficiente para ello.
No es menester traer argumentos contra la distinción
de pecados en veniales y mortales. E s bastante notable
como uno de los errores mas absurdos y perniciosos del
sistema á que pertenece.
10. UNA RELIJION SIN ESPÍRITU SANTO.
U N Caballero que nació de padres adictos á la doctrina
Romana, y los cuales le educaron en ella, últimamente se
hizo Protestante ; porque es un hecho que algunos se separan d e la Iglesia Romana, y se allegan á nosotros.
Porque todos los prosélitos no son los que pasan de nosotros á e l l o s ; entretanto, los Protestantes, cuando se
nos presenta un convertido, no nos jactamos de su conversión tanto como ellos harian en semejante caso. La
razón es, porque nadie se maravilla de que un Romanista
se haga P r o t e s t a n t e ; la única maravilla es, que haya
alguno que quede contento en esa superstición . . . . mas
iba á decir que este Caballero dijo á su h e r m a n o : " H e r manp, todo el tiempo que yo era Católico, n o sabia que
liabia'Espíritu S a n t o . "
i Y como le replicó su hermano ? L e dijo con mucha
frialdad^ " B i e n , y yo no sé ahora s i l o h a y . "
Estas
30
palabras me llamaron mucho la atención, ¡ Una relijion,
dije entre mí, sin Espíritu Santo ! ¡ Y esta es la relijion
q u e , según el cómputo del Obispo England, profesan dos
cientos millones de personas ! E s t e pensamiento me causó
un sentimiento grande. La relijion mia, pensaba yo, sería
imperfectísima sin Espíritu Santo. Necesito yo un Santificador, tanto como una propiciación. Necesito quien
obre en mi interior, tanto como quien se interese esternamente en mi causa. ¿ Qué me importaría poseer un título
para el cielo, si no estuviera preparado para su goce>
Como pecador, ni tengo título para la bienaventuranza, ni
estoy tampoco preparado para ella. Porque, sin la santidad, no se puede entrar en el cielo. ¿ Y de donde la
tendrá alguno, á no ser que la derive del Espíritu Santo !
¿ Y es de creer que influya éste donde no se r e c o n o c e !
¿ Si los Sacerdotes pueden perdonar según pretenden,
podrán quizas también purificar el alma ?
V e d aquí á dos hombres, ambos educados en la relijion
Papista, á cuyas solemnidades habian asistido puntualmente, sin haber oido hablar del Espíritu Santo. Mucho,
sí, habian oido de la Vírjen María, de Santos y Santas,
pero del Espíritu Santo, del Divino Santificador, ni siquiera una palabra. Mas ¿ no será la culpa de ellos
mismos ? i No es la doctrina de la Santísima Trinidad,
artículo de fé en su Iglesia ? Lo es. Pero, sin embargo,
los Sacerdotes no instruyen el pueblo del carácter y oficios
del Espíritu Santo, ni de que tiene necesidad de sus influjos.
Pero, {no habian estos hombres asistido alguna vez á
un bautismo, cuando el agua, según Jesu- Cristo lo ordena,
con óleo, saliva, & c , según lo dirije la iglesia, se aplica
al cuerpo del bautizado, haciendo mención de las tres p e r sonas de la Trinidad ? Sí, es probable que habrían asistido á un bautismo, pero ¿ y si estos pobrecitos no habian
entendido el Latin, como podian entender lo que significa
31
Spíritus Süncttts, siendo estas palabras muy diferentes en
esa lengua de lo que son en la Inglesa ? Porque no debe
suponerse que todo el mundo entienda el Latin.
¿Y
porqué celebrar el culto de Dios en una lengua m u e r t a ?
Pero basta de esto.
N o sabian que hay Espíritu Santo, y diré porque n o .
E s porque se habla muy poco de él entre los P a p i s t a s .
Según el sistema d e estos, no conocen lo necesario que es
su ajencia. N o creen que sea necesaria una total mudanza
de corazón. ¿ Y para qué han de tener.ellos un Espíritu
Santo ? Sus Sacerdotes no procuran los socorros del E s píritu, á fin de preparar una alma para el cielo. Duro es,
pero es preciso decirlo. El Sistema Romano se cree completo sin que intervenga Espíritu, Santo.
P o r esto, poco
6 nada se dice de él, ni en el pulpito ni en el confesonario,
y el pecador no se enseña á impetrar sus influjos, ni á
fiarse en su poder. Si me engaño diciendo tanto, convénzanme ellos de mi error, y no tardaré en retractarlo.
Pero, si es verdad lo que acabo de decir, consideradlo
bien. P r o t e s t a n t e , h é aquí una relijion sin Espíritu S a n to. Y tú, Católico, ó como debas llamarte, piensa en el
hecho que acabo de referir, y obedece la voz que desde el
cielo te clama diciendo : " Salid de ella, pueblo mió, p a r a
que no tengáis parte en sus pecados, y que no recibáis d e
sus plagas."
(Apoc. xviii. 4.) E s uno de los delitos
capitales de esta tal iglesia de que voy hablando, no que
diga algo contra el Espíritu Santo, esto no, sino que
guarda un profundo silencio acerca de él.
1 1 . INFALIBILIDAD.
E s notoria la pretensión de la Iglesia de Roma á la infalibilidad. Sostiene que en ella no cabe equivocación, que
no puede errar. Así d i c e ; pero yo no puedo menos que
tener por muy dudosa esta modesta declaración de nuestra'
32
hermana de Roma. Hermana digo, porque entre iglesias
no reconozco esa pretendida relación de maternidad.
Tengo tal pretensión por dudosa, por las razones siguientes :
l á . — E l l a misma no puede decirnos en donde reside su
infalibilidad. Bien segura está de que la tiene en alguna
p a r t e ; pero, por mucho que se apure en buscarla, hallarla
no puede. Algunos de sus escritores dicen que el Papa
la tiene. Otros aseguran que reside en un Concilio jener a l ; y, según otra opinión, no se halla sino en donde se
ven acordes Papa y Concilio. M a s , á mi parecer, deben
decir quien sea el infalible, antes de ecsijir de nosotros el
creer que lo es alguno. Hallen primero la infalibilidad, y
luego fíjenla en algún p u n t o . H e c h o esto, podremos tratar de admitirla por artículo de fé. Empero
2a.—Supongamos que el P a p a es infalible, esto es, que
lo son todos los Papas sucesivamente. Muy bien : ¿ de
donde se deriva su infalibilidad? " D e S. P e d r o , " nos
responde. " Cristo se la dio, y él la ha transmitido á sus
sucesores." P e r o , ¿ fué infalible Pedro ? H u b o á lo menos un dia en el que no se creia infalible. Aquel dia en
q u e , compunjido su corazón por la mirada reprehensora
de su Señor, salió del lugar en donde estaba, y lloró
amargamente. No hay duda de que padeció equivocación.
cuando pronunció tan confiadamente estas palabras: " A u n
cuando sea menester el morir y o contigo, no te n e g a r é "
( M a t . xxvi. 35.) ; y hágase cargo el lector de que esto
fué después de. haberle dicho Cristo : " T ú eres Pedro, y
sobre esta piedra edificaré mi iglesia."
Si Pedro fué infalible, me admiro de que no solviese en
un momento la cuestión difícil de que tenemos noticia en
los Hechos de los Apóstoles, Cap. xv. < Porqué se permitió discutirla á la presencia de su infalibilidad ? Parece
que Pedro no se creia entonces superior á los demás apóstoles, y es evidente que el Concilio n o le trató á él con
33
mas deferencia que á sus demás individuos. E l refirió lo
que le habia sucedido^ así como lo hicieron Pablo y Bernabé. Parece que Jacobo presidia en aquella ocasión, y
éste habla mas como infalible que cualquiera de los otros.
D i c e : " p o r lo cual yo juzgo, & c . , " y prosigue como
dictando la decisión al Concilio. ¡ Qué desgracia es para
Roma que Pedro no hubiese dicho aquello en lugar d e
Jacobo ! Nunca dejarían sus teólogos de citar el h e c h o ;
mas no fué el Obispo de Roma quien habló con tanta autoridad, sino el de Jerusalem. E s desgracia; mas ya no
se puede remediar. < Quiere mi hermano el Católico abrir
su Nuevo Testamento y leer aquel capítulo ?
Si Pedro fué infalible, me escandaliza la manera en que
le trató Pablo. E s t e le resistió en su cara, porque m e r e cía reprehensión. (Gal. ii. 11.) ¡ Qué modo tan poco
decoroso de tratar á un P a p a ! Pero Pablo mostróse
siempre muy favorable á los hechos y doctrinas que nosotros tanto veneramos. Con todo, Pedro no manifestó
ningún resentimiento de semejante insubordinación, p u e s ,
en su segunda Epístola, le llama " nuestro muy amado
hermano P a b l o . " (2 P e d . iii. 15.) Supongo que Pedro
no sabia que era infalible. Los hombres no siempre se
conocen á sí mismos.
Si Pedro fué superior á los demás discípulos, es cosa
muy estraña que, cuando estaban disputando sobre quien
habia de ser el mayor de todos, nuestro Señor no tomase
á Pedro, y le pusiese en medio de ellos, en vez de poner
como puso á un niño, por modelo del mayor en el reyno
de los cielos. Bien pudo haber declarado entonces á todos,
que la supremacía estaba dada á P e d r o ; mas yo sospecho
que los Apóstoles no debían de entender las palabras d é
Cristo; " T ú eres Pedro, & c . , " según las entiende Roma
ahora. Porque, si las hubieran entendido así, no se hubiera suscitado disputa'ninguna acerca de-superioridad.
Ahora, según la doctrina Romanista, habiendo sido
34
Pedro infalible, todo Papa, luego que se constituya en
esa dignidad, recibe aquella prerogativa. D e consiguient e , no ha habido hombre de ellos que haya podido errar
en materia de fé : ni la mujer Juana tampoco (porque dio
la casualidad que entre los muchos Papi'tSj hubo en el
siglo nono una Mamá también, aunque algunos modernos
lo nieguen). Aun ésta se desprendió de toda frajilidad
femenil. Muliefem fortis quis inveniet ?
La Iglesia Romana muestra su prudencia en no p r e t e n der decir que los Papas son infalibles en sus acciones,
porque le sería muy difícil concordar semejante pretensión
con los hechos de la historia. Verdad es que uno puede
errar en sus acciones sin haber errado en cuanto á su fé.
Mas sin embargo, si veo á u n hombre muy torcido en sus
hechos, no puedo creer que se mantenga siempre muy derecho en su doctrina.
N o puedo creer que t o d o . l o que
oiga proceder de sus labios sea bueno y verdadero, si todo
lo que le veo hacer es falso y escandaloso. Pongamos por
ejemplo, un Papa tal como Alejandro V I . Si éste, siendo
p a d r e de un joven tan guapo como César de Borgia, y al
mismo tiempo jefe de todos los eclesiásticos, si éste me
asegura con mucha mesura y solemnidad, de que sería una
cosa chocante, y criminal en estremo, que se casase un
clérigo, no puedo menos de recelar que el padre de
César.
Pero prosigo con mis razones.
3 a . — S i un sujeto me dice una cosa hoy, y mañana se
desdice de ella, soy de opinión que en un dia, ó en otro,
h a errado. " Pero, Señor, ¿ qué tiene que ver eso con
nuestra cuestión ? Los Papas no han pronunciado siempre
la misma cosa ? ¿ se han contradecido alguna vez ? " Amigo, pregunte V . antes si el viento siempre ha soplado de
solo un mismo punto, desde que ha habido viento. N o
digo mas. Vea V . otra razón porque no concedo la palma
de la infalibilidad ni á Papas ni á Concilios.
4a.—Quisiera que cualquiera me dijese donde estaba la
35
infalibilidad en la época en que hubo tres Papas contemporáneos, y todos pretendientes á esta prerogativa. < L a
tenían repartida e n t r e los" t r e s ? ; 0 cual d e ellos la
retuvo ? i Como se llamaba aquel feliz, de cuya infalibilidad no nabia duda ? ¿ Como podia el vulgo distinguirle
de los otros ? Debia éste saberle distinguir, si' es (como
dicen) que su salvación depende del estar en comunión
con el verdadero Obispo de Roma, y sucesor lejítimó d e
S.Pedro?
5 a . — E l común de los Romanistas cree que la infalibilidad reside en u n P a p a y un Concilio jeneral, tomados
colectivamente. Asi el uno como el otro, estando solo,
es falible, pero unidos se hacen infalibles. Ahora concedo que en algunos idiomas dos negativas hacen u n a
afirmativa; pero no creo que dos falibles equivaldrán
jamás á un infalible. E s t o sería como decir que dos fal~
sedades hacen una verdad,
12. LAS LLAVES.
NUESTROS Católicos, quiero decir los Católicos Romanos,
pues yo, aunque P r o t e s t a n t e , creo en la Iglesia Santa Católica, esto es, Universal, y profeso ser miembro de ella,
al mismo tiempo que resigno t o d a p r e t e n s i ó n á ser Católico
Romano
estos Católicos hablan mucho sobre las
llaves que se dieron á P e d r o ; las llaves del reyno de los
cielos. Bien, -es verdad, le fueron dadas las llaves. A s í
lo dice la Biblia, y nosotros los Protestantes no conocemos
otra mayor autoridad, ni testigo mas fiel que aquella. N o
queremos que su testimonio se confirme por la tradición,
ni por el consentimiento unánime de los P a d r e s . Nosotros
no queremos riada como en apoyo de este dicho que a u t o riza ; " A s í dice el S e ñ o r . " Sí, se dieron las llaves 'á
P e d r o ; así se dice en el Evanjelio (2 Mateo xvi. 19),
Esto es uno de los sagrados testos que no son difíciles de
E2
36
iutelijericia, como aun los Romanistas mismos confiesan.
M e alegro que nuestros hermanos de esta comunión se
convengan con nosotros de que haya algo intelijible en la
Biblia, de que baya un pasaje, cuando menos, con respecto al cual la interpretación privada nos conduce al
mismo resultado que los padres reconocen unánimemente.
Creo que, si interpretásemos toda la Escritura en tanta
conformidad con el dictamen de su iglesia, los Papistas
no nos molestarían, quejándose de nuestra privada interpretación.
Bien, ya Pedro tiene las llaves. Luego ¿ qué ? ; Para
qué uso son las llaves ? U n o de los usos de ellas es para
abrir las puertas cerradas. Para este uso, según yo creo,
P e d r o las recibió, y para esto le vemos aplicarlas. E l fué
el que abrió el reyno de los cielos, esto es, la iglesia
evanjélica, ó economía de Jesu-Cristo, pues esta es la
conocida esplicacion de la frase " r e y n o de los cielos."
S e abrió, así para los Judíos, como para los J e n t i l e s . E l
les predicó los primeros sermones, y por su medio fueron
agregados á la Iglesia los primeros convertidos de unos y
otros. Con una llave, abrió el reyno de los cielos para los
J u d í o s , y con la otra admitió en su recinto á los J e n t i l e s .
L a honra de hacer esto se confirió á P e d r o , pues era n e cesario que alguno de los doce diese principio á la obra
de predicar el Evanjelio. Todos los doce no debieron á
un tiempo jirar las llaves y abrir la p u e r t a . Mas la facultad de atar y desatar que se dio á P e d r o no se contrajo
á él solo, sino, como dice M a t e o en su Evanjelio, se
estendió á todos los discípulos.
M u y bien, Pedro abrió el reyno de los cielos, y luego
j qué se hizo con las, llaves ? ¿ Q u é ? Como no quedó
mas uso para ellas, se pusieron á un lado. Y o no sé en
donde, ni importa mucho saberlo, porque, luego • que se
haya abierto una puerta que no se volverá á cerrar jamás,
gamo la llave ya no sirve para nada, no es menester cui-
37
á a r s e dé ella. D e aquí viene que, en la Historia de los
Hechos de los Apóstoles, no oimos nada de llaves, y
Pedro en sus cartas tampoco hace mención de ellas. E s cribió su Segunda Epístola con el fin de despertar á los
Cristianos para recordación (& \mo¡ivii<Tti 2 P e d . iii. 1.),
mas no veo que les recuerde las llaves. La verdad es,
que, habiéndolas ya aplicado al uso para que se le habían
entregado, no se cuida mas de ellas.
Mas hay muchos que se figuran que Pedro conservó estas llaves por toda su vida, y las transmitió luego á otro,
sucesor suyo, éste á otro tercero, y que así iban transmitiéndose de mano á mano hasta que llegaron á fulano, dé
Roma, á aquel que dicen las tiene ahora—al Papa. También dicen que estas llaves significan la autoridad dada á
la iglesia, y con especialidad á los P a p a s . Mas no hallo
en la Biblia nada que apoye un tal aserto. N o dice Cristo
<[ue da las llaves á Pedro para que él las entregue á otro.
Pedro no dice haberlas entregado á alguien; y, desde
Pedro, ninguno ha podido enseñárnoslas. Para mí esto
«s suficiente; no me interesa saber en donde están d e positadas.
Algunos suponen que Pedro se las llevó al cielo, y que
allí está con ellas haciendo de portero, y que deja entrar,
ó escluye, á quien le parece. Mas esta idea no cuadra
muy bien con algunos pasajes de la Sagrada Escritura.
Cristo dice á sus discípulos que va á aparejar un lugar
para ellos, y que volverá y los tomará á sí- mismo (Juan
xiv. 3 . ) . Dice que él lo hará. N o quiere dejar el negocio
con Pedro para q u e éste lo haga. N o Pedro, sino Cristo,
es " e l Santo y el Verdadero, el que tiene la llave de D a vid : el que abre, y ninguno c i e r r a : cierra, y ninguno
a b r e . " {Apoc. iii. 7.)
Sin embargo, los Romanistas porfían en decir que Pedro
es el hombre, y que, teniendo él las llaves, los admitirá á
todos, y á los pobres de nosotros nos escluirá sin escep-
38
cion ninguna. Empero, puede ser que estén equivocados.
Y o no sé con que derecho reclaman á Pedro para sí solos.
N o veo ninguna semejanza entre Pedro y un Papista, ninguna. N o deseo hallar un Protestante ni mejor ni mas
verdadero que él mismo. M a s , aun si está á la puerta
del cielo, con toda la autoridad que aquellos dicen, confio
que no negará las epístolas que se señalan con su nombre.
M u y bien ; si no se mostrare inclinado á admitir á los
Protestantes, le recordaremos sus cartas. E n ellas no
dice una palabra acerca de su Papada.
Todo al contrario,
d i c e : " Ruego á los presbíteros que hay entre vosotros,
siendo yo presbítero como ellos." (1 P e d . v. 1.)
No
dice ni una palabra de Misa, ni siete Sacramentos, ni
Transustanciacion. Remítase el lector á sus epístolas, y
vea, palabra por palabra, lo que dice, y creo que no hallará nada en ellas que pueda incomodar á los Protestantes.
H a y aun otra suposición, y es, que Pedro no es portero
perpetuo, sino que cada Papa, luego que muere, releva
de oficio á su antecesor, allá en el cielo. N o sé como
puede ser esto, pero me parece que, si todos los Papas
han tenido que desempeñar las funciones de portero, muchos de ellos habrán tenido que servir á la parte de afuera;
porqué, jeneralmente hablando, no han sido los mejores
de los hombres. S i no me engaño, la historia lo d i c e ;
mas, por ahora, no me meto en indicar nombres.
Otra cosa mas : en las pinturas y estampas de ellos
(porque su relijion abunda mucho de semejantes esterioridades), verán V d s . las llaves de que acabamos de hablar,
representadas con moldura semejante á la que tienen las
que se hacen para cerraduras de invención moderna, como
nuevas sacadajS de alguna fábrica de Birminghain ó Sheffield.
A mi ver, las llaves que Pedro recibió no debían
ser justamente tales como éstas.
39
1 3 . LA CABEZA DE LA IGLESIA. .
LA iglesia se representa en las Escrituras como un cuerpo.
es natural, pues, que tenga una cabeza, y el mismo sagrado libro nos dice cual sea ésta. { Y quien os parece ser
la cabeza de la iglesia ? < Quien sino Cristo ? ¿ Quien
fuera de él es idóneo para presidirla, como oríjen del p o der y de la gobernación? Citaré después algunos testos que
prueban que el primado pertenece esclusivamente á Cristo.
Mas dicen los Católicos que el P a p a es la Cabeza de Ja
iglesia, i E s esta la verdad? P u e s ¿donde está la prueba?
Ahora no hay cosa que mas incomode á u n Romanista que
apremiarle á que dé pruebas. " ¡ Pruebas 1'' esclama, ¿ p e dís pruebas á una iglesia infalible ? ¿ Q u é valdria la infalibilidad si tuviéramos que producir pruebas de todo ? ¡ Ay
que siglo tan dejenerado ! H u b o tiempo en que nadie p e dia pruebas, mas ahora el Protestante mas despreciable
clama por razones en confirmación de todo cuanto se le
diga. Ecsije pruebas, y las quiere derivadas de la Biblia.
No quiere asentir al punto mas mínimo de la relijion,
hasta que en su abono se cite testo alguno. ¡ H a s t a donde
ha llegado la cosa ! " Así es : nos damos por convictos.
Confesamos que ecsijirnos alguna prueba, sacada de los
escritos de algún Evanjelista ó Apóstol, en apoyo d e todo
cuanto se quiera alegar en calidad de d o g m a ; y, visto que
nuestros hermanos los Romanistas no nos quieren complacer, produciendo el título del P a p a ú Obispo de Roma
como la cabeza de la iglesia, les haremos el favor de consultar las Escrituras por ellos. Iremos, pues, desde el
Génesis hasta el Apocalipsis, en busca de alguna prueba
que acredite ser el P a p a la cabeza de la iglesia. P e r o
muy lejos de encontrarnos con el que sea la cabeza de la
iglesia, no hallamos un ápice de testimonio ni aun de su
ecsisteneia. N o aparece la mas lijera reseña de tal per-
40
sonaje. E n efecto, no hay indicio de que los escritores
inspirados tuvieran noticia alguna del Papa. Por lo mismo, no estraño que se incomode un Romanista al remitirle
á la Biblia para que busque en ella pruebas que declaren
al Papa por cabeza de la iglesia.
Mas, aunque no se trasluce en la Biblia documento
ninguno en favor de un Papa, se encuentra mucho acerca
d e la cabeza de la iglesia. Se dice (Efes. i. 2 2 , 23.) que
Cristo es " cabeza sobre toda la iglesia, la cual es su
c u e r p o . " Ahora bien, si la iglesia es su cuerpo, ciertamente él debe ser la calesa de ella, así como sobre ella.
I Dirá alguno que el P a p a de Roma es cabeza del cuerpo
d e Jesu-Cristo ? Eso sería chocante. Sin embargo, se
íes enseña á los Romanistas que han de creerlo á la fuerza ; y, como no tienen otro remedio, se atemperan á esta
violencia, y se determinan á mostrarse obedientes. E n
otro lugar (Efes. v. 2 3 . ) , se declara esplícitamente que
Cristo es " l a cabeza de la iglesia," y aun en otro el
Apóstol vuelve á repetirlo, asegurando (Colos. i. 18.) que
" él mismo es la cabeza del cuerpo de la iglesia."
Hace.mucho tiempo que nuestros hermanos de Roma
han acostumbrado preguntarnos donde estaba nuestra r e lijion antes de la Reforma. Ahora pueden ver donde se
hallaba señalada una de nuestras doctrinas, mil y quinientos años antes. Al oirlos hablar, un ignorante debería
suponer que la Biblia fué un libro escrito algún tiempo
después de la reforma, y dispuesto con el fin de sostener
la herejía de los Protestantes. Yo también podría p r e guntarles (á no ser que les disgusten las preguntas, por
recelo de no poderlas satisfacer) ¿ donde estaba su doctrina
de la supremacía del Papa cuando se escribió el Nuevo
Testamento, esto es, unos diez y ocho siglos hace ? Ma*
retracto la pregunta. T a l vez parecería poco amistoso ei
proponerla.
Como la Biblia dice que Cristo es la cabeza de la iglesia,
41
Se sigue que, si lo es también el Papa, la iglesia tiene dos
cabezas.
M a s , si hay un solo cuerpo^ ¿ p a r a qué son dos
cabezas ? ¿ Acaso la iglesia es algún monstruo ? También
se debe advertir q u e , si hubiera ecsistido otra cabeza^ las
Escrituras habrían llamado á Cristo una de las cabezas^ ó
•una cabeza de la iglesia. P e r o el artículo es definido, y
denota una sola* E n toda la Biblia no se halla una sola
sílaba de otra cabeza. Y en efecto, según el lenguaje que
en ella se emplea, la idea de otra segunda cabeza es inadmisible!. Sin embargo de esto, los Romanistas dicen que
hay otra, y que ésta es su P a p a . " Como Cristo está
a u s e n t e , " dicen, " e s necesario que le represente alguna
cabeza visible sobre la t i e r r a . " Así afirman que el P a p a
es esta cabeza visible de la iglesia, y no escrupulizan
rendirle homenajes como á tal. P e r o ¿ se espresan con
propiedad al decir que Cristo está ausente ? ¿ E s verdad
que está ausente ? Escuchadle : " Mirad que yo estoy
con vosotros todos los dias, hasta la consumación del
siglo." (Mat. xxviii. 20.) " D o n d e están dos ó tres
congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos."
(Mat. xviii. 20.) ¿ Estaba ausente de Pablo ? E s t e dice :
" T o d o lo puedo, en aquel que me conforta."
(Filip. iv.
13.) ¡ Cabeza visible ! ¿ Para qué nos sirviera tal cabeza ? ¿ Cuanto valdría para nosotros los Americanos una
cabeza que se dice está en Roma ? P a r a nosotros no sería
mas que cabeza muerta.
Mas, aun dado que pueda haber una cabeza visible de la
iglesia, i como ha de serlo el P a p a ? ¿ Se le deriva esta
dignidad de S. Pedro ? ¿ F u é Pedro cabeza de la iglesia ?
Siendo él mas modesto que sus pretendidos sucesores,
nunca se arrogó semejante título. Sé que los Romanistas
le tienen por piedra fundamental de la iglesia; pero, hasta
ahora, no he llegado á saber que le tienen también p e r s a
cabeza ; empero, por mucho que le ensalcen, no creen que
sea mas que un hombre. E l Humar á Jesu-Cristo funda.F
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ciento y cabeza también d e la iglesia, no es demasiado 5
mas el decir d e P e d r o , del pobre de Pedro, como acostumbramos llamarle siempre que hacemos alusión al hecho
d e haber negado á su Señor, el decir que él es fundam e n t o y cabeza de la iglesia, escede todos los límites de
la modestia. ¡ Qué poco persuadido de ser fundamento
y cabeza de la iglesia, estaba P e d r o en aquella hora, en
q u e " salió, y lloró amargamente ! " ¡ Cuanto debia ignor a r entóuces su propia dignidad ! ¡ E l P a p a cabeza de la
iglesia ! Luego la iglesia es ti cuerpo del Papa.
\ Ay
d e la iglesia!
14. EL PODER DE PERDONAR PECADOS.
S&CULUM MODESTUM no deberá ser título distintivo de
este siglo. N o sé si ha habido siglo en el cual se hayan
hecho mas pretensiones infundadas que en el p r e s e n t e .
E m p e r o , el ejemplo de arrogancia que voy á citar no toma
su oríjen en este siglo, sino que h a ecsistido muchos siglos
lia. N o estraño de que hubiese podido mantenerse en los
siglos de oscuridad; mas me causa mucha admiración el
q u e hubiese continuado hasta el décimo nono que pasa
p o r tan ilustrado. H a g o referencia á una pretensión del
Clero Romano. ; Q u é se cree que pretenden poder hacer ?
Perdonar los pecados.
Se arrogan el poder de remitir 6
retener los p e c a d o s ; sostienen que la prerogativa d e dispensar el perdón, reside en ellos, y por este motivo los
hombres sucumben á confesarse con ellos. E l confesarse
con un Sacerdote sería una farsa, á no creer el penitente
que tiene la facultad de perdonarle los pecados.
E n primer lugar, esta idea me parece repugnante al
sentido común. L a idea de recibir el perdón de otro diferente de aquel á quien hemos ofendido, parece poco
razonable. ¡ Q u e un Sacerdote, pecador como nosotros,
perdone los pecados que hemos cometido contra Dios I
43
E s t o es como sí, habiendo dos deudores, tino de ellos h i r
ciese el papel de acreedor, y pretendiese remitir la deuda
á su compañero, sin recurrir para nada al verdadero acreedor. E s t e sería modo muy nuevo y admirable de librarse
de las deudas. Y o he pensado siempre que el mismo á
quien se debe una deuda debia tener un voto, cuando
menos, si se tratase de su remisión. P o r mi p a r t e , si.yo
hubiera desconocido así una'deuda, estuviera siempre coa
el temor de que algún día volvieran á ecsijírmela; que el
verdadero acreedor me la demandarla. Entonces no m e
valdría nada el decir que mi compañero me la perdonó,
Según yo creo, es de esperar que lo mas de la que los
Sacerdotes pretenden remitir, será ecs\jido de los pecadores
á pesar de su pretendida absolución. Los de aquella iglesia habla» de acudir al Sacerdote para que se ajuste su
cuenta, como si ésta fuese u n apunte hecho con lápiz en
una pizarra, que cualquiera podría borrarlo, N o así se
anota el pecado del hombre. " E s t á escrito con punzón
de hierro, y grabado con p u n t a de d i a m a n t e " ( J e r , xvii,
1,), y no se borra tan fácilmente,
Alguno me d i r á : ¿ P e r o no se puede citar la Sagrada
Escritura en apoyo de esta pretensión de los Sacerdotes ?
i No dice Jesu-Cristo á sus discípulos, " A los que p e r d o nareis los pecados, perdonados les s o n ; y á los que se
los retuviereis, les son retenidos ? "
(Juan xx, 23.) Sí,
lo dice á sus discípulos, lo dice 4 los Apóstoles,
Pero
decidme ¿ por qué derecho reclaman los Sacerdotes Romanos una facultad concedida á los Apóstoles ? E s verdad
que vienen después de los A p ó s t o l e s ; mas no por esto han
de ser sus sucesores.
Quisiera yo saber como prueban
estos Sacerdotes que tienen el poder Apostólico para p e r donar los pecados. Mas se me olvidó de que les parece
indecoroso recurrir á pruebas.
Mas la facultad, comunicada á los Apóstoles, no era otra
que ministerial 6 declarativa.'
N o dejó de ser la verdad
F 2
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desptlés de esta autorización lo que era antes, que nadie
puede perdonar los pecados sino Dios solo. Q u e la facult a d fué solamente declarativa, esto es, que los Apóstoles
estaban con poder para remitir los pecados ó retenerlos,
solamente en cuanto hubiesen recibido autorización y sa^
biduría para poder declarar á los hombres el verdadero
camino y los medios de la salvación, espresando las condiciones del perdón y las de la condenación, de la vida y
d e la m u e r t e ; todo me es muy evidente del hecho q u e ,
inmediatamente antes de concedérsela, el Salvador sopló
en ellos, y les dijo : " Recibid el Espíritu S a n t o . " ( J u a n
x x . 22.) Ahora, esta comunicación del Espíritu les constituyó idóneos para la remisión y retención declarativa de
los pecados. P o r Cristo fueron inspirados, para que sur
piesen pronunciar bajo que condiciones Dios remite ó r e tiene los pecados.
E s t e fué el único poder sobre los pecados que fué con
cedido á los Apóstoles, y demostraré luego que jamás
pretendieron ejercer otra mayor facultad que esta declarativa. E n cuanto á los Sacerdotes, estos no tienen derecho
alguno de reclamarla, escepto en el sentido subordinado en,
que la poseen todos los que están autorizados para predicar el Evanjelio. ¿ Sopló Cristo alguna vez en ellos, y
les dijo, " Recibid' el Espíritu S a n t o , " dándoles así el
derecho de igualarse á los Apóstoles ? Si se me permite
éspresar mi opinión, diré, que los efectos de la divina
inspiración no parecen tan manifiestos en los Sacerdotes
como lo fueron en los Apóstoles.
E s t o no obstante, los Sacerdotes aspiran á mas que los
Apóstoles. N o están satisfechos con tener una facultad
ministerial y declarativa sobre los pecados. Reclaman un
poder!, jurídico y de autoridad para retenerlos ó remitirlos.
D e consiguiente, llaman á los pecadores á que vengan y
les confiesen sus pecados. ¿Hicieron así Pedro y los
demás Apóstoles, á quienes'Cristo habia dicho : "A los
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¡que perdonareis los pecados, perdonados les son 5 y á los
que se los retuviereis, les son retenidos ? " Leemos en tos
Hechos de los Apóstoles de sinagogas y oratorios; pero,
¿ se ha dicho algo de confesonarios en estos archivos del
Cristianismo primitivo ? ¿ H u b o algo de confesión auricular en los sucesos del dia de Pentecostés ?
E l caso de Simón el Mago me parece á propósito. ¿ S i
P e d r o y J u a n podían perdonar pecados, porqué no ejer^
cieron ésta facultad en favor de Simón ? Pero n o : Pedro
ie habla del mismo modo que le hablaría cualquiera ministro Protestante. L e dijo : " Arrepiéntete de esta tu malicia, y ruega á Dios, si por ventura t e será perdonado
este pensamiento de tu corazón." ( H e c h . viii. 22.) ¡ D e
qué modo tan diferente hubiera procedido el Sacerdote
Romano •! E l hubiera dicho : " Pues Simón, ¿ qué dirán ?
¡ A h ! eso es muy malo, muy malo. Pero Simón, si t e
pesa el haberlo hecho, yo t e perdonaré con tal que hagas
alguna penitencia. Tienes que rezar tantos y tantos P a dre nuestros, y no comer carne en los dias que te s e ñ a l e . "
De esta manera despachan sus negocios estos que se jactan de ser sucesores dé P e d r o . P e r o tal vez dirán que
Simón no era p e n i t e n t e ; que, si lo hubiera sido, Pedro le
habría perdonado. M a s , si se hubiera hallado el arrepentimiento en el corazón del hechicero, ¿ habia de negársele
el perdón, si acaso Pedro no estuviese dispuesto á conferírselo ? Y o creo que no. Creo que cuando nuestro
misericordioso Señor vé á alguna alma contrita, no la
hace esperar el perdón hasta que un Sacerdote, ó aun un
Apóstol, intervenga en el asunto. Y cuando los Anjeles
llegan á saber que un pecador se ha arrepentido, no creo
que se detienen en manifestar su alegría, hasta que se
haya ido del confesonario, y obtenido la absolución del
Sacerdote.
¡ Qué precioso libro es la Biblia! ¡ Ojalá que las autoridades eclesiásticas de Roma se dignasen quitarla de la
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lista d e libros prohibidos, y que permitiesen
al Señor
hablar á sus criaturas ! ¡ Ojalá que dejasen á su pueblo,
á los millares que frecuentan sus Capillas y Catedrales, leer
tí oir leer lo que dice el Señor á todos en aquel capítulo
admirable, el 55 .° de I s a í a s ! A la verdad es capítulo
admirable. M a s los de esa iglesia lo ignoran. N o tienen
noticia de aquel versículo preciosísimo del capítulo 1 ? de
Isaías, en que D i o s dice al p e c a d o r : " Venid y razonemos, dice el Señor : si fueren vuestros pecados como la
grana, como nieve serán emblanquecidos; y, si fueren
rojos como el carmesí, como lana blanca s e r á n . " P r e g u n tad al pecador convicto, ó al creyente perdonado, por
cuanto precio consentida que se borrasen estas palabras.
D i r á que por ninguno, que sobrepujan á todo precio, y
que cada dia mas su lectura le aumenta el gozo y la admiración. Mas los Romanistas no saben que el Señor ha
hecho semejante oferta á los pecadores. Nunca oyeron
hablar de la llamada de Dios á los hombres á que viniesen
á razonar con él. E l único " v e n i d " que oyen, es del
Sacerdote. Tengo compasión de ellos.
M a s con todo, no se debe estrañar que los Sacerdotes
engañen así al pueblo, porque, si le dejaran saber lo que
le dice el Señor, es dable que sus feligreses fuesen directamente á Dios por Cristo, y dejasen al Sacerdote á u n
lado. Y luego ¿ para qué les serviría el Sacerdote ? ¿ Y
de donde cobrarla éste su r e n t a ?
15. APUNTES SOBRE UN LIBRO CATÓLICO.
DÍAS pasados, por una casualidad, cayó en mis manos un
librito, intitulado " Guía del Cristiano para el cielo, ó
manual para los Católicos," con unos himnos en el a p é n dice. E l libro fué publicado en Baltimore p o r un librero
respetable de la misma comunión que ellos, bajo la sanción
del Arzobispo. Bien, dije entre mí, esta autoridad es
47
Ibuena. Repasaré este librito. Y a sé lo que dicen los
Protestantes de los Papistas, pero veré lo que dicen estos
de sí mismos. Los hombres no podrán tener motivo de
queja si formamos nuestro juicio de ellos por lo que ello»
mismos dicen; y me gusta este modo de juzgarlos por las
palabras que salen de su propia boca, porque los deja d e s pués tan corridos, que ni aun les queda el efujio de la r é plica. E n fin, me determiné á comparar las proposiciones
y doctrinas de este libro que profesa ser guía para el cielo,
con las de otro libro de mayor volumen, que sirve á nosotros los Protestantes también de guía. Bien se deja entender que me refiero á la Biblia. E s t a es nuestro manual,
la guía para el cielo que consultamos, la autoridad á q u e
nos sometemos. Y , si un libro está acorde con la Biblia,
es lo suficiente para nosotros.
Y poniéndome á leer, una de las primeras cosas que se
me presentaron fué é s t a : " Condiciones de induljenciasplenarias."
¡ Induljencias ! dije yo : ¿ Y qué quiere el
Cristiano de induljencias ? Demasiado propenso está á>
usar de induljenciá consigo mismo. ¿ Y como le ayudan
las induljencias para alcanzar el cielo ? A n t e s diria y a
que por medio de la abnegación; y las induljencias que se
ofrecen aquí no son parciales, sino plenarias. Y o hubiera
creído que una induljenciá plenaria, bajo cualquiera condición, sería suficiente para echar á perder á uno. Si por
induljenciá estos Señores quieren decir perdón, han eseojido un término muy inadecuado á que represente su idea,
i Porqué no decir perdón plenario, en lugar de induljenciá
plenaria ? P e r o supongo que perdón espresa lo que Dios
hace, é induljenciá lo que concede la iglesia. Con todo,
desearía saber, con qué derecho la Iglesia pueda conceder
algo de esta especie. E m p e r o , vuelvo á mi libro. Las
condiciones referidas eran cuatro : tomé, apunté solo la
primera, contenida en las palabras siguientes : " Confesar sus pecados con arrepentimiento sincero á un Sacer-
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á ó t é aprobado del O b i s p o . " Empieza bien, y prosigue
bien hasta cierto punto. L a confesión del pecado cotí
tía sincero arrepentimiento, es¿ en verdad, una condición;
del p e r d ó n . " Si confesáremos nuestros pecados, fiel es
Dios y justo, para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." ( 1 J u a n i. 9.) M a s el mal está
e n que se propasa mas allá de esta condición, y que el
devocionario no designa á Dios como el Ser á quien debemos hacer confesión de nuestros pecados.
Todos los
pecados se cometen contra é l ; y ¿porqué no confesarlos
ú él mismo ? No puedo apartar de mi idea de que d e b e mos confesar nuestros pecados á Dios, esto es, al mismo
4 quien hemos ofendido por ellos. P e r o esta guía del
cielo dice que no es así, sino que debe hacerse la confesión con un Sacerdote, sin cuya formalidad no vale nada»
S i el publicano, de quien leemos en el Evanjelio, viviera
en nuestros dias, sería muy irregular, según la idea Romana, que se fuese á su casa justificado, no habiéndose
confesado mas que con Dios.
Además, el penitente ha de mirar bien á que clase
pertenezca el Sacerdote con quien va á confesar, 6, de lo
contrario, le sería igual el quedar impenitente. H a de
ser con Sacerdote aprobado del Obispo.
M u y bien, p e r o
parece algo fuera del orden que nuestro perdón quede
suspenso hasta el cumplimiento de semejante condición;
en fin, que los ánjeles han de esperar para espresar su
alegría de que se ha arrepentido un pecador, hasta qne
éste haya hecho su dilijencia buscando á -un Sacerdote,
debidamente aprobado de un Obispo, á quien hacer confesión de sus pecados. ¿ Mas quien lo hizo suspender ?
P o r cierto, no fué Isaías (Léase su capítulo 55 ? ) . T a m poco Pedro, ni Salomón, ni J u a n ni Pablo. Leedlos y
veréis. E n toda la Biblia no se encuentra siquiera una
palabra acerca del confesarse con un Sacerdote.
D e esta manera iba yo discurriendo, y llegué á ver que
las dos guías eran discrepantes en esta materia; E l M a nual Romano dice que se debe hacer la confesión con u n
Sacerdote; pero las Sagradas Escrituras no lo dicen así,
sino que ordenan que la confesión se haga delante de
Dios.
Luego se me ocurrió\esié pensamiento. Si un pecador
confiesa sus pecados con sincero arrepentimiento, aunque
fio se presente á tin Sacerdote, ¿ qué se hará con su
alma ? ¿ Será menester negarle el perdón, y consignarle
á la perdición, porque, aunque haya confesado su delito
con mucha contrición, no lo ha hecho delante de u n clérigo ? A la verdad, esto es cortejar demasiado al clérigo.
Esto es hacerle creerse un personaje de muy grande importancia. N o puedo yo creer que nuestra salvación
dependa así de los obsequios que rindamos á un clérigo.
Las condiciones (sobre una de las cuales hice mi nota)
se hallan bajo este título : " Induljencias pleuarias concedidas á los fieles por todos estos estados, en los tiempos
siguientes."
Luego se sigue una indicación de nueve
temporadas, en que se pueden conseguir dichas induljencias plenarias. N o habia yo sabido hasta entonces que
los perdones se repartían en tiempos señalados. Siempre
habia pensado que eran asequibles en el verano 6 en el
invierno, de noche ó de dia, y en cualquiera hora—en
fin, en cualquier tiempo en que los deseos del corazón
arrepentido aspiren hacia Dios. Si he padecido equivocación en este punto¿ debe resultar de mi costumbre de
consultar la Biblia tocante á semejantes asuntos. N o
habia visto la " Guía del Cristiano para el C i e l o ; " mas,
en mi sencillez, habia usado de la Biblia como guía, á
falta de otra mejor.
Ahora que estoy en esto de la confesión, haré otra observación sobre el manual. Tiene un artículo ó capítulo,
intitulado " El Confíteor."
Según éste, el sujeto que
quiera ser conducido al cielo, hace la confesión siguiente,
G
so
por la cual parece que los Romanistas no limitan sus cotí-'
lesiones al Sacerdote, sino que las dirijen también á otros.
" Confieso á Dios Todopoderoso, á la bienaventurada
M a r í a , siempre vírjen, al bienaventurado Miguel Arcánj e l , al bienaventurado J u a n el Bautista, á los Santos
Apóstoles P e d r o y Pablo, y á todos los Santos, que yo
h e p e c a d o . " Luego se dan tres golpes de pecho, y repit e n lo mismo. Ahoraj yo no puedo ver la ventaja que
p u e d a resultar de nombrar á tantos. A mi juicio, la
confesión debia concluir con el primero, Dios Todopoderoso, i Qué tienen los otros que ver con ella ? ¿ Como
les puede tocar á ellos ? E l confitente no ha pecado contra
ellos. Seguramente, todo pecador puede y debe decir á
D i o s : " C o n t r a tí, contra tí solo he p e c a d o ; " así como
lo dijo David. A mas de esto, el confundir los nombres
d e las criaturas con el de Dios, huele á idolatría. La
confesión se dirije á ellos bajo el mismo principio que lo
sería la oración. T a n t o la una como la otra es acto de
culto, y el culto relijioso no se debe tributar sino al solo
Dios. M e admiro de los que se titulan Católicos, d e que
n o puedan quedar satisfechos con un objeto de culto tan
sublime y glorioso como es el trino Dios, P a d r e , Hijo, y
Espíritu Santo, i Porqué confunden en sus devociones
las criaturas con el Criador ? E l libro que tengo entre
mis manos contiene ejemplos muchos y muy ofensivos de
esta idolatría. Seguirán los apuntes en el otro artículo.
16. PROSIGUEN LOS APUNTES SOBRE EL LIBRO CATÓLICO,
L o que luego me llamó la atención en el devocionario, fui
la siguiente declaración que el devoto se representa hacer
con respecto á las Sagradas Escrituras. " Tampoco las
admitiré ni las interpretaré, sino según el consentimiento
unánime de los Padres.", Leyendo estas palabras, no
51
pude reprimir una sonrisa. " Si esta es su determinación," dije entre mí, " no ha de admitirlas ni interpretarlas hasta el dia de su m u e r t e . " ¡ Qué despropósito es
este! Se propone no formar idea ninguna de la significación de algún pasaje que lea en la Santa Biblia, hasta q u e
se haya informado de si ciertos antiguos, llamados padres,
están conformes en interpretarlo, y, en caso de que estén
asi, de que sea su interpretación del testo. ¿ Mas porqué
tanto obsequio á una interpretación de los padres í < P o r qué no podemos entender las Escrituras tan bien como
ellos ? ^ Q u é socorros tenian ellos que nosotros no t e n gamos otros tantos iguales ? ¿ Porqué se requiere q u e
estén unánimes ? ¡ Buenos rodeos, á la verdad, que nos
conducen á la intelijencia de un l i b r o !
En primer lugar, el lector tiene que averiguar quienes
sean los antiguos dignos de llamarse padres. Cuidado q u e
no se remita á Manes ó á Nestorio. D e b e formar una lista
de todos estos. Omitido uno por alguna desgraciada casualidad, se vicia la interpretación, aunque todos los demás
se den por conformes. Pero supongamos que tiene el catálogo completo desde Bernabé á B e r n a r d o ; luego,
En segundo lugar, tiene que cerciorarse de como todos
ellos interpretaron la Biblia. Con este objeto debe ponderar, con la mas profunda atención, todas sus obras.
i Mas qué digo ? Muchos de ellos no dejaron obras
ningunas; ¿ y como llegará á saber como entendían este
y este pasaje de la Sagrada Escritura ? Empero, sea esto
como fuere, tiene que saber ó adivinar sus pareceres, 6,
por el contrario, de que modo podrá compararlos con Jos
de los demás padres, en orden á descubrir su harmonía.
Porque está ordenado oue su consentimiento sea unánime..
Otros de los Padres, dejaron obras, mas éstas no llegaron
hasta nosotros; ¿y como puede el lector de la Biblia saber
lo contenido de estas obras perdidas? Mas es preciso que
sepa como ellos pensaron, 6 á no saberlo, es claro que
G2
52
tampoco puede asegurarse de que sus pensamientos estaban acordes con los de los padres cuyas obras poseemos.
E s t a dificultad me parece insuperable, á lo menos para
mí, y creo que lo es también para otros mas valientes que
yo. Empero, supongamos que se supera perfectamente,
aun nos reata la inmensa tarea de cotejar industriosamente
las opiniones de todos los Padres Griegos y Latinos, hasta
el número de ciento á doscientos, á fin de ver si concuerdan todos, porque su dictamen ha de ser unánime. H a y
muchos lugares del sagrado testo en cuya esplicacion no
están u n á n i m e s ; y, de consiguiente, estos no han de ser
estimados como de algún valor. E n efecto, si noventa y
nueve padres concurren en una interpretación, mas disiente el centesimo, tiene que ser desechada. Pero yo
no puedo menos de creer que sería un modo mucho mejor,
y ciertamente mas compendioso y mas fácil, escudriñar
cada uno las Sagradas Escrituras, y " si tiene falta de sabiduría, demándela á Dios que la da £ todos copiosamente, y no zahiere." (Jacob, i. 5.)
Como las cosas están ahora, «o estraño de que los
Romanistas no lean las Escrituras inspiradas. N o han
llegado á ellas aun. Todavía están entre los P a d r e s ,
buscando y comparando las opiniones de ellos con el fin
de saber en qué sentido les será obligatorio entender la
Biblia, si acaso la leen algún dia. Algún dia dije, esto
es, si viven bastante, habiendo antes conseguido la debida
intelijencia de los pareceres de los padres, podrán seguir
leyendo la palabra de Dios.
Cosa inesplicable me parece, que uno np puede presumir á entender sencillamente, y según la letra, un pasaje
como el siguiente de S. J u a n (iii. if..) : " D e tal manera
amó Dios al mundo, que dio á su Hijo Unijénito, para
que todo aquel que cree en él no perezca, sino que tenga
vida eterna," sin incurrir en pecado mortal, si se atreve
á ejercer su juicio para su intelijencia, antes de haber in-
53
dagado lo que hayan dicho sobre el lugar Cipriano, Geró^
nimo, Hilario, los dos Gregorios, y todos los demás
padres. Yo no veo como sea posible que alguno lea el
pasaje que acabo de citar, sin entenderlo, aun á pesar de
no quererlo entender, pues es tan sencillo y espiíeito.
" P e r o n o , " replican ellos, " l a s Escrituras son muy difíciles de inteüjencia."
P u e s , decidme. Señores, ¿ son los
Padres muy fáciles 9 ¿ Porqué no podemos entender .el
Griego de J u a n y de Pablo tan bien como el de Crisóstomo ?
Otra cosa que me llamó la atención en este libro, fué la
üiguiente : " E n la Misa se ofrece á Dios un sacrificio
verdadero, propio y propiciatorio para los vivos y para
los difuntos." ¡ E n la M i s a ! ¿ Y qué cosa es M i s a '
Voy á la Biblia, mas no la encuentro en ella. P u e s , al
Diccionario. Hallo que es el nombre que los de la Iglesia
Itálica dan al Sacramento de la Cena del Señor, ó, por
hablar con mayor ecsactitud, á la mitad del Sacramento;
porque se sabe que lo dividen en dos, dando el pan al
pueblo, y con el vino hacen como yo no lo sé decir. D i cen que el Sacramento está perfecto así, y anatematiza»
á todos cuantos digan que no lo es. Su maldición se
lanza hacia mí ahora que estoy escribiendo. Mas, sin
arredrarme por ella, debo preguntarles ¿ porqué J e s u cristo lo instituyó con pan y vino, si era perfecto con
una sola de estas sustancias ? ¿ Porqué no dio el solo
pan á sus discípulos, reservando la copa para sí ? ; Fué
porque quiso hacer el Sacramento mas perfecto ? \ M a s ,
á donde voy con mis razones ! Se me olvidaba de que lo*
Romanistas no admiten razón en este misterio,
Aquí se me ocurre una idea, que no puedo negarme el
gusto de espresar. Si el Sacramento queda perfecto bajo
cualquiera de las dos sustancias, ¿ porqué no dan los Sacerdotes algunas veces el vino ? ¿ Porqué les dan siempre
el pan, sin alternar ? ¿ y porqué al principio reservaron el
54
.vino antes que el pan ? Algunos creerán que vuelvo 4
raciocinar, mas no raciocino; no hago mas que una p r e gunta muy sencilla.
Prosigamos con los apuntes. Dicen que " en la Misa
se ofrece á Dios, & c . " ¿ Como ? ¿ Qué quieren decir ?
N o se ofrece á Dios nada. Lo que es ofrecido, se ofrece
á los hombres. Dice Cristo, presentando á sus discípulos
el p a n : Tomad, comed. Luego, entregándoles la copa,
d i c e : Bebed todos de ésta. Lo que se ofrece en este
Sacramento, se ofrece á los hombres, y esto es nada
méuos que las memorias preciosas de la muerte propiciatoria del Salvador. Mas todo aquel que lea la historia,
vé que no se ofreció nada á Dios. E s t e hecho, no obstante, los fautores del dogma de la Transustanciacion,
apoyándose en alguna tradición suya, dicen, que en la
Eucaristía se ofrece á Dios un sacrificio verdadero, propio
y propiciatorio. Que en el Sacramento se incluye u n
Sacrificio
i Como puede ser esto ? Y mas ¡ un Sacrificio propiciatorio! Y o habia entendido, y lo tenia por
punto ya establecido, que los Sacrificios propiciatorios
cesaron todos con el ofrecimiento de aquel grande Sacrificio, de aquel que se hizo cuando el Cordero de Dios derramó su Sangre, y murió. Leemos que " con una sola
ofrenda hizo perfectos para siempre á los que ha santificado." ( H e b . x. 14.) Que " a h o r a apareció una sola
vez en la consumación de los siglos, para destrucción del
pecado, por el sacrificio de sí mismo." ( H e b . ix. 2 6 . )
Q u e " Cristo fué una sola vez inmolado para agotar los
pecados de muchos" (ib. 2 8 . ) . Y que " l a sangre d e
Jesu-Cristo nos limpia de todo pecado." (1 J u a n i. 7.)
Asegurados como estamos de esto, no sé con que razoa
debemos desear otro sacrificio mas, ni ir mendigando?
sacrificios incruentos, tales como los Romanistas pretendeu ofrecer todos los dias en las misas. ; Y para qué
sirven, siendo incruentos, como dicen ? Porque es ley
55
inmutable, que " sin efusión de sangre no hay remisión."
( H e b . ix. 22.)
Según nuestros Católicos, el Salvador debia de hablar
con precipitación, diciendo en la cruz, " E s t á cumplido."
Dicen ellos que no está cumplido; que todavía se está
haciendo; que Cristo vuelve á padecer cada vez que se
dice una misa. La Santa Biblia dice que Jesu-Cristo fué
inmolado una sola vez; mas la Iglesia de Roma sostiene
que, por el contrario, se sacrifica muchas veces todos los
dias, esto es, en todas las partes y todas las veces que se
celebre una misa.
En fin, me maravillo de que esta relijion haya permanecido por tan largo tiempo en el mundo. M e es incomprehensible como el intelecto humano haya podido
admitirla por un solo dia. Ved como choca con la razón
á cada instante. Ved en cuantos puntos de dogma violenta el sentido común de los hombres. Ved como en
éste ha contradicho á las palabras que nuestro amado Salvador pronunció muriendo en la cruz. E s una relijion
desconocida en la Sagrada B i b l i a ; y, sin embargo de ser
tan eesótica, aun ecsiste. Algunos dicen mas ; que hace
progresos en esta tierra de la Libertad. Si es así, aunque
yo no lo crea, me avergüenzo de ser Americano, y aun
cuasi de ser hombre.
17.
EL PAPA UN IDÓLATRA.
EL título que doy á este artículo parecerá muy intolerante, i Q u é ? dirán algunos, ¿ se acusa al P a p a de idolatría ?
I Qué se quiere decir ? Quiero decir lo que he d i c h o ;
que éste que se jacta dé ser Cabeza de la Iglesia, éste
que á sí mismo se llama Vicario de Cristo, éste que reside
en Roma y que se arroga á sí atributos divinos, presta
honras divinas á una c r i a t u r a ; sí, á un ser humano, y
hasta á una mujer, participadora de nuestros pecados y
56
mortalidad. Si esto no es idolatría, no sé la significación
de la palabra. Si esto no es idolatría, tampoco lo era el
culto dado al becerro de oro, ni el que dan al sol y á las
estrellas, ó á los Dioses del Hindostán. ¿ H a y otra definición de la idolatría más ec?acta que ésta, que es la ascripcion de los atributos divinos, y el dar las honras dé
la divinidad á una criatura ? N o importa quien sea la
criatura. Puede ser el áujel mas fuerte que asiste al
trono de Dios, ó puede ser una cebolla que se cria en la
huerta, tal como aquellas que fueron adoradas en un
tiempo en Egipto. Lo que constituye idólatra el culto de
Bna criatura, no es el menor grado de dignidad en que se
haya colocado, sino el mero hecho de no ser Dios.
¿ Mas puedo justificar tan grave acusación como ésta
qne traigo contra el sucesor de S. Pedro, según le llaman ?
Si no puedo justificarla, habré pecado, no solamente contra la caridad, sino contra la verdad misma. Voy á probar
que sí, y no traeré las pruebas de los enemigos del Papa,
ni tampoco de las historias de los P a p a s . E l mismo Pontífice me las presentará, y de su propia boca le condenaré.
S i s u s palabras no le arguyen de idolatría, no admitáis la
acusación. Pero, si estas la confirman, entonces, afuera
con la objeción de que es ofensa contra la caridad intimar
que el Papa sea idólatra. L a caridad mia " se goza de la
Verdad."
Y la acusación que no es contraria á la verdad,
no lo puede ser tampoco á la caridad, y espero que en el
dia la idolatría no tendrá apolojista. Mas á la prueba.
M i s lectores creerán que aludo á algún P a p a poco conocido, de aquella noche de los tiempos, los siglos medios.
Mas no es así. E l Papa á quien llamo idólatra, es el que
actualmente reyna en Roma, Gregorio X V I , , y cito sus
propias palabras en comprobación del hecho. S e traen de
una carta encíclica que espidió al entrar en su oficio, y la
dirijió á todos los Patriarcas Metropolitanos, Arzobispos
y Obispos. La carta se puede hallar en el " Directorio de
57
los Laicos ' por el año 1 8 3 3 , y lia sido divulgada muy latamente sin que nada de lo que contiene se haya puesto
en duda. E n ella.el Papa ecsorta á todo él clero á implorar " q u e Ella (la Vírjen María) que ha sido, en toda
gran calamidad, nuestra Patrona y Protectora, vijile sobre
nos mientras que os escribimos; y guie nuestra mente con
todo su influjo celestial, á los consejos que sean mas saludables para el rebaño de Cristo." ¿ S e necesita algún
comentario aquí ? Veis que no reconoce á Dios por su
defensor, sino que llama á ella su protectora en las calamidades pasadas, y ecsorta al clero á rogarle qué continúe
vijilando sobre los Cristianos. Como nuestras ideas se combinan muchas veces por efecto de Contrastes, me vino á lá
memoria, mientras leia este pasaje de la carta, otro del
Salmo cxx., en que el escritor inspirado habla de " é l ,
que guarda á I s r a e l . " No dice el Salmista ella, sino El;
" el Señor que hizo el cielo y la tierra, es el que guarda
á Israel." M a s , según el Papa, es la Vírjen María la que
guarda á Israel, y afirma que ella ejerce un influjo celestial
sobre su mente. Y o siempre creia que era la prerogativa
esclusiva del Señor Dios Obrar inmediatamente sobre el
intelecto del hombre, y espero alguna induljencia si p r e sumo decir que el P a p a yerra en esta materia, sin embargo
dé que hable ex catlwdra.
N o puedo creer que era enteramente infalible en el momento en que escribió esta carta.
Pero todavía no h e dicho lo peor. E n la misma carta
se espresa : " Empero,; á fin de que todo tenga un écsitó
feliz, elevemos nuestros ojos hacia la benditísima Víijen
María quien sola destruye las herejías, quien es nuestra
Mayor esperanza ; sí, EL FUNDAMENTO ENTERO DE NUESTRA ESPERANZAS" LOS tipos son mios, mas las palabras
son del P a p a : vcdlas. < Habéis visto cosa como está ?
Notad lo que dice ser María y ias obras que le atribuye,
y como ecsorta al clero á que le haga súplicas. No es
posible que la relijion del Papa sea la mas antigua, según
1
n
58
pretenden decir¿ porqne no es la relijion de los Salmo*
E n el Salmo cxx. se dice ; " L e v a n t é mis ojos á los montes, de donde me vendrá el socorro. Mi socorro viene del
S e ñ o r . " Y en el cxxii.> " A l c é mis ojos á tí, que habitas
en los cielos. Mira que couio los ojos de los siervos en
las manos dé sus s e ñ o r e s ; como los ojos de la esclava eu
las manos de sn s e ñ o r a ; así nuestros ojos al Señor Dios
nuestro, hasta que tenga misericordia de nosotros." Mas
el Papa dice : " Elevemos nuestros ojos hacia la benditísima Vil jen María." Aquí está la diferencia entre el
P a p a y el Salmista. Con éste convenimos los Protestant e s , y por tanto nuestra relijion no és solamente mas
antigua que Lutero, sino que tiene mayor antigüedad que
el mismo Papado.
Ahora pregunto al lector, ¿ sí estos ruegos que Gregorio
quiere que toda la iglesia dirija á la Vírjen María, no son
precisamente tales como los que se deben ofrecer á Dios,
y los mismos que otros de hecho le ofrecen ? ¿ No piden
los clérigos á ella justamente lo que deben pedir á El, y
lo que El solo puede concederles ? D e s p u é s de haber
pedido á María todo lo que Gregorio les manda pedirla,
¿ qué les queda mas que pedir á Dios en la oración ? ¿ No
es esto poner una criatura en lugar de Dios ? O, por
decirlo mejor, ¿ no es esto escluir á Dios totalmente ?
Los ojos se elevan á la Vírjen en actos de oración, y mas
arriba no se dirije su vista; quedan clavados en ella. ; Y
no es esta idolatría ? Pero no es esto todo : no puede
quedar satisfecho con ser idólatra, quiere que todo el
clero, y sin duda que toda la iglesia católica, se haga
idólatra como é!.
Siento que el Papa no esplicó como la bienaventurada
Vírjen destruye las herejías. Dice que ella las destruye,
y ella sola. Y o hubiera creido que tocaba antes al " Espíritu de la V e r d a d " destruir las herejías, y enseñarnos
toda la verdad. Mas el Papa no lo dice así. Según éste,
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el Espírít» de la Verdad no tiene parte en ello. Todo
está hecho por la benditísima vírjen. ' ' E l l a sola destruye
las herejías."
Los de Roma se quejan de que llamamos á su P a p a
Anticristo. Pero dígame cualquiera si no es Anticristo el
jefe de un sistema bastante dilatado, quien, desentendiéndose enteramente de Jesu-Cristo, dice de una mujer que
" ella es nuestra mayor e s p e r a n z a ; sí, el fundamento
entero de nuestra esperanza." Ciertamente esto es l e vantar á una Diosa en oposición á Cristo. La Santa Biblia
habla de él como de " n u e s t r a esperanza," (1 Tim. i. 1.)
y le titula nuestra única e s p e r a n z a ; ' ' p o r q u e nadie puede
poner otro cimiento que el que ha sido puesto, que es
Jesu-Cristo; " ( 1 Cor. iii. 2.) '' Y no hay salud en ningún o t r o " ( H e c h . iv. 1 2 . ) , de donde debemos inferir que
Cristo es el fundamento entero de nuestra esperanza. M a s
aquí ocurre el P a p a aseverando, que el fundamento entero
de nuestra esperanza es la benditísima Vírjen.
Si no me
engaño, Gregorio saldrá chasqueado con esa su esperanza.
Mas pregunto ahora : ¿ No es el Papa Anticristo ? Y si
es Idólatra y Anticristo, ¿ quien debe adherirse á su partido? ¿ Qué especie de cuerpo será aquel que le tiene
por cabeza ? Y o soy uno que no quisiera hacerme miembro
suyo; y digo francamente, que espero que aquel no t e n d r á
mas medios de influir en nuestra libre, ilustrada y feliz
América, de los que aun tiene á su disposición. O s ruego,
mis compatriotas, que, habiendo rompido las cadenas d e
uíia servidumbre política, no nos esclavicemos á la idolatría. Habiendo librado nuestras personas del poder de un
rey, no sujetemos nuestro intelecto á la dominación espiritual de un P a p a .
18. CARLOS X, UN IDÓLATRA.
HABIENDO probado que la santidad del P a p a es idólatra,
H 2
60
prosigo á demostrar que su Majestad Cristianísima, que
fué, esto es, el, rey espulso de Francia, fué idólatra
t a m b i é n ; lo cual, habiendo verificado, no me quedará
mucho para probar que toda la iglesia llamada católica,
está entregada á la idolatría, porque es notorio; que se
glorían de pensar todos de un mismo modo, y de estar
eesentos de las variedades de opinión que pululan entre
los desgraciados de nosotros los Protestantes. N o es
estraño que todos piensen del mismo modo, cuando es
así que uno. piensa por todos, y los demás no sé molestan
en pensar.
H e convencido á Gregorio de idolatría por sus mismas
palabras. Lo mismo haré con Carlos. E n ocasión del
bautismo (con aceyte, saliva, fyc., según la mejora que
han dado al bautismo sencillo de agua, que se ordena en
la Biblia) de su nieto, el Duque de Burdeos, este fué su
lenguaje : " Impetremos por él la protección de la madre
de Dios, reyna de los ánjeles. 'Implorémosle que vijile
sobre sus dias, que aleje de su cuna los infortunios con
que ha parecido bien á la- providencia Divina aflijir sus
parientes, y-que le conduzca por un camino menos atribulado que el mió, hasta la felicidad eterna;" Estaba
muy deseoso que el niño tuviese un protector que le cuidase, le aliviase de sus desgracias, y le condujese por un
camino suave á; la vida eterna. Con semejantes deseos,
alguno*'no.siendo Romanista, hubiera esperado verle acudir al Dios.omnisciente y todopoderoso, p o r q u e r o sabemos
quien, fuerade Dios, ppeda hacer tamañas cosas. Pero no,
su.Majestad e s t a b a , t a n , lejos de apelar á Dios, como lo
estaba su ^Santidad en ftcasion semejante. Yo sospecho
que el hacerlo hubiera sido calificado de herejía. Habrían
dicho que Carlos se habia hecho Protestante. E l Rey y
el Papa, ambos prefieren dirijir sus votos á la criatura,
antes que al Criador. N o dice Carlos Impetremos para
él la protección dé-Dios," sino de una m u j e r ; una mujer,
61
es verdad, muy favorecida del Señor, y de bienaventurada
memoria, pero al fin una mujer. •
La llama, conforme á la costumbre de su iglesia, " ' M a dre de D i o s . " E s sabido que este título no se encuentra
en la Biblia. Y con buena razón, porque la idea no es
tan antigua como la Biblia. La Biblia es un libso muy
antiguo, y cuasi lleva la misma antigüedad que nuestra
relijion. E l Papismo es moderno en comparr.cion de ésta.
No diré nada acerca de la frase Madre de Dios, porque no
se halla en la Biblia,, y porque otros muchos la han criticado.. Mas. hay otra cosa que el rey escluso dice de ella,
sobre la que diré una palabra ó dos. La llama reyna de
los ánjeles. Ahora, leemos en la Biblia, de Miguel el A r cánjel, -ó Príncipe • de. los Ánjeles, mas no leemos en
ninguna parte de que.ellos tengan una reyna. Leemos
también de un'rey que está en el cielo; mas de regna^iti
siquiera una sílaba. No sé ,de donde trajo-,esa i d e a . d e
reyna de ánjeles., E s cierto que no la derivó ,de las Sagradas E s c r i t u r a s ; mas, .por lo. que yo entiendo,: éstas
encierran todas las noticias que tenemos acerca de los
ánjeles. Quisiera que nos dijese, desde su retiro, * de
donde tuyo su informe, pues parece saber.de positivo que
los ánjeles tienen una reyna. E s verdad que leemos, en
cierto lugar, de una.reyna del cielo, mas es evidente que
el culto de ella fué i d ó l a t r a ; de suerte que no creo que
los Romanistas citarán aquel pasaje para autorizar el título
y honras que rinden á la Vírjen. María. La descripción
de dicha reyna §e halla en las profecías de Jeremías, cap.
xliv. Si,alguno.;quiere, leer-este: capítulo, verá lo que
pensaba el Profeta aceroa.de l o s adoradores de la reyna
del cielo. Ahora bien,, si,el culto,de una reyna del cielo
fué denunciada entre loS;Hebreos como idolatría, y s i l e s
:
:
* El lector vé que esfe artículo fué escrito antes de la muerte
de Carlos X.
G2
sobrevino una ruina total por su causa, ¿ no es la adoración
d e otra divinidad bajo el mismo título entre los Cristianos
igualmente idólatra y peligrosa ?
Mas no importa como la llame. L e ruega hacer lo que
solo Dios puede. La trata precisamente como si fuera
divina. ¿ Y no es esto idolatría ? L e ascribe las Divinas
perfecciones. La omnisciencia ¿ pues sin ella como podria
vijilar sobre su nieto ? Y la omnipotencia'—porque sin
ella no podría defenderle de los m a l e s ; é intima que es
conductora de las almas á la vida eterna. E l Salmista
consideraba que era prerogativa de Dios el hacer todo
esto. Dice " m e conducirás según tu voluntad, y luego
en la gloria me acojerás " (Sal. Ixxii. 2 4 . según la versión
literal de Sn. Gerónimo). Mas el ex-Rey espera de María
que conduzca ella al Duque recien-nacido á la vida eterna.
Aquello que el Salmista espera de Dios, el ex-monaíca 16
espera de María. ¿ No es esto poner una criatura en lugar de Dios el criador ? Todos deben ver que esta es
una- idolatría muy chocante, y que el hombre que usa semejante lenguaje es tan realmente idólatra, como lo ea
cualquiera sectario de Jagarnat.
E n efecto, me causa sorpresa la inconsecuencia de estos
católicos modernos, llamando todavía su sistema Cristianismo. Lo llaman m a l ; "éste no es su nombre propio.
Podrian, sí, llamarlo Mariarúsmo.
E n el Cristianismo,
la persona principal es Cristo; mas, en esta relijion moderna, el personaje principal es María. D e consiguiente,
dicha relijion debe tomar su nombre de María, Marianismo, y no llamarse Cristianismo, como si se hubiese derivado
de Cristo. Ellos no son los discípulos de Cristo, sino de
María. Ella es su esperanza y apoyo. Así dice el Papa
Gregorio : " Ella es nuestra mayor e s p e r a n z a ; sí, el
fundamento
entero de nuestra esperanza."
Ahora, á mi
parecer, la relijion de estos tales debe tomar su nombre
del Ser en que ponen su mayor e s p e r a n z a ; y, habiendo
63
sujerido este nombre á los Papistas, les aconsejo adoptarlo. Llámese su relijion Marianismo,
y déjese coii
nosotros el nombre Cristianismo, porque " CRISTO ES
NUESTRA ESPERANZA."
Ahora, habiendo probado que Su Santidad y Su M a jestad Cristianísima, los dos personajes principales en la
Iglesia Romana, son idólatras, por ahora podemos descansar un poco.
19. LA IDOLATRÍA DENTRO DE CASA.
EN los hombres» caidos como están, hay una maravillosa
propensión á la idolatría* ¡ Con cuanta preferencia adoran
á la criatura antes que al Criador ! En cierta iglesia que
no es necesario nombrar, la bienaventurada vírjen, aunque
no mas que mujer, recibe diez, ó quizás cien veces, mas
honra relijiosa que el bendito Salvador, aunque 61 es •" el
Dios fuerte," y digno de universal homenaje; mientras
que á ella no compete mas que una mención respetuosa.
Uno que trata mucho con estos devotos, debe suponer que
la madre es quien salva al mundo mas bien que el Hijo.
La consideran abogada principal de pecadores en el cielo.
" S i alguno pecare, tenemos un abogado con el P a d r e . "
< Quien ? S. J u a n dice : Jesu^Cristo el justo.
Los P a pistas dicen : María.
Así. discrepan los dos partidos.
Nosotros los Protestantes nos adherimos á S. J u a n .
Últimamente di con un templo de ídolos, esto es, una
iglesia ó capilla edificada en honor de una criatura, y dedicada espresamente á ella. Lo llamo templo de ídolos,
y creo que no puede haber definición mas ecsacta de
semejante edificio. Bien, yo h e visto un templo semejante, y esto sin ir á las Indias. Algunos piensan que no
hay idolatría mas acá de las Indias, y cuando oyen habla;'
de un templo de ídolos, piensan al momento en Jagarnat.
Pero se equivocan. Yo no he salido de los Estados Unidos
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de América, y sin embargo, he visto un templo de ídoloá.
Diré lo que he visto, y cualquiera dirá si padezco equivocación ; y, si fuere así, celebraré que me desengañe;
Sobre la fachada de la capilla llamada de los Católicos de
Annapolis en Máryland, se vé esta inscripción : IN HONOSEM DEIPAK.E VIKGINIS. Esto es Latin. E n Español
s u e n a : " E n honor de la Vírjen, Madre de D i o s . " Si
no la traduzco bien, alguno de los que rezan en Latín me
podrá enseñarlo mejor.
¿ Y como debe entenderse esta rotulata ? Su significación aparente es, que la capilla fué edificada en honor de
la Vírjen María, y que continúa para el mismo fin. Aquel
en cuyo honor algún templo se edifica, se adora en dicho
templo, pues de otra manera no puede decirse que está
hecho en su honor. La misma inscripción indica una dedicación á la Vírjen ; y es admitido umversalmente, que
el ser á quien se dedica el templo, es el mismo que en él
recibe la adoración de los que lo frecuentan. E n reconocimiento de esta costumbre universal, nosotros dedicamos
nuestras iglesias al Dios Trino y Uno, porque él es á quien
adoramos dentro de su recinto, y diciéndose que son edificadas en honor de él, no causa ninguna equivocación.
Por ejemplo, leyendo en la fachada de una iglesia de
Baltimore esta inscripción, Mom¡> 0ea Al solo Dios entendemos-que la iglesia está consagrada al servicio del Solo
Dios, justamente como si la inscripción habia sido un poco
mas dilatada, al modo de la de Annapolis, con las palabras
en honor del solo Dios.
Así S. Pablo, cuando halló un
altar en Atenas con esta inscripción, Al Dios no conocido)
infirió al momento que era la intención de los Atenienses
celebrar algunas solemnidades de culto relijioso en aquel
altar, pues les dice : " Aquel que vosotros adoráis, sin
conocerle." Y si la inscripción hubiera sido en honor del
Dios no conocido, ¿ rio hubiera el Apóstol inferido lo mismo ? En efecto, no puede haber declaración mas evidente
65
que la capilla aquella está dedicada al culto de la Vírjea
M a r í a ; y siendo ella una criatura, el mismo hecho lo
constituye templo de idolatría, y á los que adoran en él,
idólatras.
Nadie diga que la inscripción no da á entender mas de
que la capilla deriva su nombre de María. Algunos P r o testantes dan á sus iglesias nombres de Santos, mas u n
tal nombre nunca es dado en honor del Santo. La C a t e dral de S. Pablo en Londres no fué edificada en honor de
aquel Santo. E s el nombre que tiene, nada mas. Mas
aquí tenemos una capilla en honor de la Vírjen, y ésta se
llama Madre de Dios, como con el fin de justificar el
culto que los fundadores de la capilla se proponen darle.
Si esta fuera la tínica evidencia de que los Romanistas
adoran á la Vírjen, la dejaríamos en silencio ; mas es una
entre muchas. N o hay cosa mas susceptible de demostración, ni que sea mas innegable, de que tributan á esta
criatura el culto relijioso que es debido á Dios solo. D e
consiguiente, son idólatras. Siento decirlo, porque siento
mas que haya motivo para que lo diga. Pero ya ha llegado
el tiempo en que debemos hablar sin rodeos. Intentan
propagar su relijion en América, y se debe saber la especie
de relijion que es. Debemos proclamar, á los oidos de
todo Cristiano y de todo patriota, que es aun mas nociva
que el simple error.
E s mas terrible que el despotismo,
aunque sea el despotismo mas refinado, y siempre lo ha
sido ; ES IDOLATRÍA. P o n e una criatura en lugar de D i o s ;
y, si no renuncia á Dios totalmente, hace lo que no le es
menos ofensivo, pues le allega otros objetos subalternos
de adoración, y esto es demasiado para que el Señor Dios
fuerte y celoso lo sufra. N o es posible predecir la suerte
de este pueblo g r a n d e ; mas espero que nunca seremos
nación de idólatras, adoradores de las criaturas. Mas nos
valdría ser (Dios nos guarde do ello) nación de esclavos
que de idólatras. Pero yo creo,que la Superstición R o i
mana, una vez admitida umversalmente, nos haría lo uní»
y lo otro.
2 0 . SUPLICAS A LOS SANTOS.
ÉSTE es uno de los muchos puntos en que los Papistas y
los Protestantes no pueden estar en uniformidad. Aquellos
oran á los Santos difuntos. Confiesan esta costumbre,
hacen alarde de ella, y procuran justificarla. Si alguno
tiene sus dudas sobre si invocan, como dicen, á los Sant o s , remítase á sus libros devocionarios y demás obras
relijiosas, y verá los mismos, formularios con que les ofrecen sus súplicas.
Nosotros los Protestantes no oramos á los Santos, y
nos creemos con buenas razones para no hacerlo. Citaré
algunas de ellas con la esperanza de que, aun algunos del
partido contrario, cederán á su fuerza.
l a . — N o creemos que sea necesario rogar á los Santos.
Podemos acudir á nuestro Dios, grande y bondadoso. Sus
oidos están continuamente abiertos á nuestros ruegos, y
así quedamos muy satisfechos, y no necesitamos otro mas
á quien orar. Todas las veces que nos hallemos en algun a necesidad, juzgamos mas provechoso acudir directamente á nuestro P a d r e celestial, y especialmente como
S . Jacobo nos enseña, que " toda dádiva escelente y todo
don perfecto es de lo alto, que desciende del P a d r e de las
lumbres, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación." (Jacob i. 17)
Si otros quieren apelar á los
Santos en tiempo de necesidad, háganlo en hora buena.
Nosotros preferimos rogar al Grande Autor de todos los
bienes. Haciéndolo así, tenemos mejor esperanza dé recibir el socorro necesario, que no invocando á los Santos.
E s verdad que, siendo. pecadores, necesitamos de un
abogado con el P a d r e ; pero uno nos es suficiente, y éste
á-quien tenemos es Jesu-Cristo, según lo testifica Juan,
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también Santo, diciendo: " Si alguno peeáre, tenemos
por abogado con el P a d r e , á Jesu-Cristo el J u s t o . "
(1 Juan ii. 1.) J u a n no habla mas que de,un a b o g a d o ; y
Pablo asegura que, como hay un solo Dios, así también
no hay mas que un medianero entre Dios y los hombres.
A pesar de todo esto, los Romanistas porfian en sostener,
que hay muchos abogados y muchos medianeros. Las n o tas de los traductores de Reims sobre 1 Tim. ii. 5 , y
1 Juan ii. 1 , sostienen la doctrina de una pluralidad d e
medianeros y abogados. E l objeto de estas notas es hacer
ver que, si alguno pecare, tiene muchos abogados con el
Padre, y que hay mas que un medianero entre Dios y los
hombres, lo cual es totalmente contrario á los lugares,
anotados. Sé que ellos dicen que los Santos no son mas
que medianeros subordinados; mas yo digo que no son
medianeros de ninguna especie. L a Sagrada Biblia no los
conoce por medianeros. Las palabras medianero y abogado
no se usan en la Biblia sino en la mas estricta relación con
Jesu-Cristo. N o hay mas que uno, y éste e s . E s por él
por quien venimos al P a d r e . E s á él á quien acudimos
directamente: de otro tercero no hemos menester.
2a.—Nosotros los Protestantes siempre hemos tenido
por incluso en la idea j e n e r a l de adoración, el acto de orai-j
no menos que el de dar gracias y alabanzas á Dios. Ahora
bien, nuestro Salvador dice : " Adorarás al Señor tu Dios,
y & él solo servirás." (Mat. iv. 10.) P o r esto no nos
atrevemos á orar á otros mas que á Dios, N o queremos
idolatrar, adorando á unas criaturas.
3a.—Aunque quisiéramos hacer oraciones á los Santos,
no sabemos como, Si oramos á todos ellos inclusive, este
orar sería muy indistinto, y no podríamos menos de recelar
que no se haria caso de nuestras súplicas, pues lo mismo
puede suceder entre los Santos en el cielo, que entre ^us
hermanos menos perfectos en la tierra, esto es, que lo que
todos han de hacer, ninguno lo hace, Si por el contrario
i 2
68
procedemos á dirijir nuestros ruegos á algunos Santos cscojidos, invocándolos por sus nombres, para esto es necesario que sepamos 'ecsactamente quienes son ; y, para saber
tanto, debiamos haber conocido sus corazones durante su
vida, 6, en caso de no haberlos conocido, debemos poder
divisar ahora lo que pasa en el cielo. Mas tanto lo uno
como lo otro supera nuestra intelijencia. Podríamos errar
fácilmente, orando á algunos difuntos que se tienen por
Santos. N o es difícil saber á quienes la iglesia titula
Santos ; pero es dable que los canonizados no sean siempre
los Santos verdaderos. Y , supuesto que pudiésemos saber
que ciertos sujetos que un tiempo estaban en la tierra,
estaban ahora en los cielos, aun nos quedaría otra cosa
que hacer, y esto es, que nuestra voz les alcanzase, porque es acierto que sería muy imítil hacer súplicas al que no
las podría oír. ¿Mas como haremos esto? Los Santos
están en el cielo, el pecador suplicante está en la tierra,
y media mucha distancia entre ellos. L a voz de los pecadores que están en la tierra no alcanza á los Santos del
cielo. Si digo : " P e d r o , ora por m í , " ¿ como sabe él lo
que le digo ? Pedro no es omnipresente. Dirán que Dios
le avisa de que le estoy orando. Pero ¿ de donde se trac
la prueba de esto ? Y , dado que fuese así, ¿ qué nos serviría ? Según esta idea, Dios avisa á Pedio de que cierto
pecador de la ticira quiere que él, Pedro, pida á él. Dios,
que le dé sigo. Todo esto es rodear mucho. E l hombre
haría mucho mejor en no molestar á Pedro, sino decir de
a n a vez : " D i o s , apiádate de mí, pecador."
M a s aquellos preguntan con ayre de confianza, si no
pedimos á los Santos vivientes para que oren por nosotros.
Así lo hacemos, porque estamos divinamente autorizados
para esto. Pero esto no es orar á ellos.
Grande es la
diferencia entre orar á un Santo que está en el cielo, y
pedir á un compañero de nuestra peregrinación liácia la
bienaventuranza, que ore por nosotros al Dios del cielo,
1
09
Todos deben conocer esta diferencia. Cuando un Cristiano pide á su pastor, 6 á su amigo relijioso, impetrar alguna
cosa de Dios en su favor, no cree que entonces está orando ó invocándole. A mas de esto, nunca pedimos á alguno
que ore por nosotros, si no sabemos que puede oir nuestra
petición. E l hacer de otro modo sería muy ridículo. D e bemos saber que uno está cerca á nosotros, antes de
volvernos hacia él pidiéndole alguna cosa. M a s los de
esa iglesia no cesan de hacer súplicas á unas criaturas, de
cuya presencia en la tierra no hay el menor indicio, por
no decir que, siendo criaturas, no pueden estar presentes
con todos los que les invocan. ¿Cuantos están todos los
dias, y en la misma hora, invocando á la bienaventurada
Vírjen ? Todo es un disparate, á no ser que sea ella una
diosa omnipresente, y es cierto que la Biblia no la representa como tal. Ocupa un sitio muy estrecho en el universo sobre el cual domina Dios, y es probable que aquel
sitio dista mucho de nosotros.
No puede oir, y, aun
oyendo, no podría socorrernos. Tampoco debemos creer
que su reposo en el cielo ha de ser interrumpido por las
diez mil voces confusas que claman á ella sin cesar. N o
puede ser.
H e recorrido la Biblia que es el libro que contiene la
relijion de los Protestantes, y, siendo mas antiguo que la
relijion Romana, sirve de prueba de que el Protestantismo
es mas antiguo que el Papismo, y no hallo que alguno de
aquellos cuya historia se conserva en sus pajinas, haya
adorado á los Santos. N o leo que Josué adoraba á M o y ses, ni que Eliséo invocase á Elias. N a d a de esto. N o
encuentro el menor vestijio de las devociones de un Católico moderno en ninguno de los dos Testamentos. N o
hallamos cosa ninguna en el libro de los Hechos de los
Apóstoles, ni en sus epístolas, acerca del orar á la amada
Vírjen, ni parece que la llamaban nuestra Señora, equiparándola con nuestro üeíior.
Aquellos escritores no dicen nada
dé la madre.
Todo su discurso se refiere al Hija.
¡ Qué
herejes debían ser Lúeas y los demás ! Los libros CATÓLICOS están llenos de la bienaventurada Vírjen. La Biblia
toda trata de Cristo. Aquí está la diferencia.
Pero se me habia olvidado : en el Nuevo Testamento
hay un ejemplo de oración, ofrecida á un Santo difunto.
Se halla la relación en el Evanjelio según Lúeas, capítulo
xvi. E l Santo adorado era Abraham. E l suplicante, un
rico que estaba atormentado, y éste pidió dos cosas. Ved
aquí, pues, el único ejemplo autorizante que el Papista,
pretende traer de la Biblia para invocar á los Santos.
Aprovéchese de él en cuanto pueda. M a s , cuando hubiere
advertido de que esa oración fué ofrecida desde el lugar de
¿os tormentos, por uno que liabia pasado toda su vida en una
total indiferencia á la relijion, y que salió infructuosa, creo,
que no sacará mucho partido de ella.
2 1 . ESPECÍMENES DE LA IDOLATRÍA DE LOS PAPISTAS.
Los traigo del libro que iba apuntando, con el título de
" Gula del Cristiano para el cielo."
H a s t a haberlo leido,
yo no sabia que por la idolatría iba el camino del cielo.
N o era así bajo la antigua ley de los H e b r e o s . Estos
especímenes de la idolatría Católica, mis lectores dirán, se
igualan perfectamente con otros bastante conocidos de la
Idolatría Gentílica.
V e d aquí uno. " Nos apresuramos á tu patrocinio,
Santa Madre de Dios. N o desprecies las peticiones que
t e ofrecemos en el tiempo de nuestras necesidades, mas
líbranos de todos los peligros." E s t e es el modo en que
los Romanistas devotos de los Estados Unidos se enseñan
á orar. Ellos se apresuran á M a r í a ; mas Dios es el refujio de nosotros. Aquí está la diferencia. Miran á ella,
esperando que los libre de todos los peligros. Yo opino
que mas les valdría indagar cuales sean las facultades de
71
la Víi-jen María, antes de poner en ella una tan ilimitada
confianza. Y o estaría muy medroso si no tuviera otro refnjio mas que en ella. " E n el dia en que tuviere temor,
pondré mi confianza en t í " (Sal. lv. 4. S . Gerón., según
el H e b r e o ) . Así dijo al Señor el Salmista inspirado, y lo
mismo digo yo.
Otro espécimen viene intitulado: " E l Salve Regina,"
y es del tenor s i g u i e n t e : " Salve, Santa Reyna, madre
de las misericordias, nuestra vida, nuestra dulzura, y
nuestra esperanza. A tí clamamos, hijos de H e v a pobres
y desterrados. A tí dirijimos nuestros suspiros, lamentando y llorando que estamos en este valle de lágrimas.
Vuelve hacia nosotros, abogada graciosísima, los ojos de
tu misericordia; y, luego que se acabe este destierro,
muéstranos á J e s ú s , fruto de tu vientre, ó clemente, ó
piadosa, 6 dulce Vírjen M a r í a . " Ahora, ¿ no es una
farsa el llamar esto Cristianismo ? Se asemeja mas al
Ateísmo, pues es una oración autorizada, y llamada Católica, en la cual no hay el mas leve reconocimiento de Dios.
Después de esto se sigue " una llamada á la devota
contemplación," y habia de esperar que su objeto sería
Dios, ó el Salvador. Pero no, es la Vírjen. Hela aquí :
"Contemplemos con júbilo á la bienaventurada Vírjei»
María como está sentada en gloria á la diestra de s a
amado H i j o . E s t á coronada por el P a d r e celestial reyna
del cielo y de la tierra, y constituida por Jesu-Cristo administradora de sus gracias." E s muy singular que los
Católicos, cuando miran al cielo, no ven otro objeto t a n
sobresaliente como la bienaventurada Vírjen. Por el contrario, es cierto que ella no era personaje principal de las
visiones celestiales, de que tenemos relaciones en la Biblia.
Estevan vio " los cielos abiertos, y el Hijo del hombre que
estaba en pié a l a diestra de D i o s " ( H e c h . vii. 5 5 . ) ; mas
Ro vio á la Vírjen sentada á la derecha de su Hijo. T a m poco Juan, en la historia de las visiones que tuyo, la cual
72
se conserva en el libro del Apocalipsis, dice siquiera uca
palabra de ella. Parece que ella es visible al Romanista
contemplativo, y no solamente visible, sino que es cuasi
el único objeto que éste descubre.
También hablan de ella como coronada por Reyna universal, y constituida administradora de las gracias de
Cristo. ¿Mas quien les dio estos informes? E s t á concedido que no lo dice la palabra de Dios, y sería demasiado
esperar de nosotros una fé implícita en la suya. Y o lio
acostumbrado mirar á Jesu-Cristo como administrador de
sus propias gracias, mediante el Espíritu Santo.
ío
siempre he creído que él era quien " t o m ó dones para los
h o m b r e s . " (Sal. lxvii. 19.) Mas ahora parece, según
lo dicen los Romanistas, que la persona que los toma y
administra es muy otra. ¡ Cuanta novedad se introduce
en esta relijion ! Cuasi toda parece nueva. Sin embargo
de todo cuanto se diga al contrarío, la relijion nuestra tiene
mas viso de antigüedad.
E l devoto, sectario de la Vírjen, está tan firmemente
persuadido de que está coronada, que usa la siguiente acción de gracias : " ¡ O Jesús ! unido con los Arijeles y con
los Santos, te bendigo por la gloria con la cual has rodeado
tu Santa Madre, y te doy gracias desde lo mas íntimo de
mi corazón por haberla dado á mí para ser mi reyna, mi
protectora, y mi madre." Con estas palabras acaban de
dar gracias á J e s ú s . Se cansan pronto de dirijirse á él, y
vuelven á invocar encarecidamente á su madre. " Reyna
de ánjeles y de hombres, concede tu poderosa intercesión
á los que están unidos para honrarte, en la hermandad del
santo rosario (Yo no sé que quiere decir esto. D e b e ser
algún misterio, y por tal lo dejo, sin intentar esplicacion*),
y á todos tus demás siervos." Luego viene una sentencia,
* Según esto, parece que semejantes hermandades no se conocen jeueralmeate en los Estados Unidos de América.
73
que p r o p o n g o á vuestra observación, muy especial. Creo
que el autor y censores del libro quisieran borrarla si fuera
posible, mas ya es muy tarde. Las palabras son : " M E
CONSAGRO ENTERAMENTE A TU SERVICIO.
El Sujeto que
quiere ser conducido al cielo, está dirijido, bajo la autoridad del Arzobispo, á consagrarse enteramente al servicio
de la Vírjen María, aunque todos confiesan que ella no es
mas que criatura. Cuidado, que dice enteramente.
Esto
escluye á Dios de toda participación d e los servicios del
devoto. H a de consagrarse enteramente al servicio de la
Vírjen, ¿ Dirá alguno, que desea tenerse por intelijente,
que esta no es idolatría \ E n toda la historia del mundo no
podemos hallar ejemplo mas claro de ella. S . Pablo nos
ruega presentar nuestros cuerpos á Dios, y dice que este
es nuestro culto racional; mas esta guía Italiana al cielo,
nos dirije á consagrarnos enteramente al servicio de la
Vírjen María.
Conformándose á esta dirección, el dócil relijioso se
consagra de hecho á María, según el acto siguiente d e
devoción que se encuentra en el mismo librito,
" O Vírjen bienaventurada, vengo á prestarte mi mas
humilde homenaje, y á impetrar el aucsilio de tus oraciones y de tu protección. T u eres Todopoderosa con el
Todopoderoso. Sabes que, desde la edad mas tierna, t e
he mirado como á mi madre, abogada y patrona. T ú te
dignaste de tenerme desde entonces por uno de tus hijos.
Desde ahora te serviré, te honraré, y te amaré. Acepta
mi protestación de fidelidad, considera favorablemente la
confianza que tengo en tí. Consigue para mí, de tu amado Hijo, una fé viva, una esperanza firme, un amor tierno,
jeneroso y constante, para que experimente la virtud de tu
protección al tiempo de la m u e r t e . " Aquí veis como el
Romanista dice que hará lo que " la g u í a " le manda hacer.
La servirá, y haciendo así, espera esperimentar la virtud
de su protección• al tiempo de la muerte. ¡ Pobre de é l !
K
74
M e compadezco de él en mi corazón, si no lia de tener
mejor amparo en la muerte. No fué por esto que dijo
David : " Aun cuando anduviere en medio de sombra de
muerte, no temeré males." Fué porque también pudo
decir : " Porque tú estarás conmigo (Tú, el Señor, mi
Pastor) ; tu vara y tu cayado, ellos me consolarán" (Sal.
xxii. 4 . ) . ¿Como puede estar María con todo Católico
moribundo que se fie en ella ? Desearía saber como. ¿ Se
propasan basta decir que ella es omnipresente ? ¿ La. han
deificado, no de hecho solamente, sino también en forma?
E l devoto dice en esta oración: " Eres todopoderosa
con el Todopoderoso." ¿ Debo llamar esto error, ó mentira ? Ciertamente, no es la verdad. Ella, una pobre
pecadora, tal como cualquiera de nosotros, salvada por la
sola gracia de Dios ¡ ésta se llama intercesora todopoderosa
con el Todopoderoso ! Cristo lo es, mas no otro ninguno;
y el decir lo contrario, no es mentira solamente, sino
ólasfemia.
Tengo reservados otros especímenes de la idolatría Romana, que los espondré l u e g o ; mas estos bastan para
argüir á esta iglesia de idolatría, delante de cualquiera
tribunal imparcial. Yo he prolado que la, Iglesia y relijiou
de Roma es idólatra.
No lo he dicho solamente, lo he
demostrada, y he traído la demostración de una obra suya
autorizada. El haber dicho solamente que es idólatra,
hubiera sido pecar contra la caridad cristiana; mas el haberlo probado, no es así. Un escritor es responsable de
los hechos que afirma, según sean verdaderos ó supuestos,
mas no ha de responder á nadie de la conclusión á que
conducen sus raciocinios, puesto que estos se funden de
buena fé en los hechos incontrastables.
¡ Idólatra ! Sí, aquella que pretende ser la única iglesia verdadera, se convence, de su propia boca, de idolatría.
E s t á ya con esta piedra atada á su cuello. M e admiro de
<|,ue con ella haya podido fluctuar tanto tiempo. Muy
/0
pronto la hundirá.
M e parece que la veo anegándose^
aunque algunos crean que va lo contrario.
22.
CONTINUA LA MISMA MATERIA.
PUKDH ser que no supieras, lector mió, que los Papistas
no solamente oran á la Vírjen María, sino que también le.
cantan. Y o no estaba enterado, de esto¿ hasta que leí
aquel devocionario; P e r o es evidente que le cantan. Al
fin del libro encuentro los dos himnos siguientes. Este es
el primero, y verás que, en punto de idolatría, iguala á
las oraciones que le ofrecen;
¡ O madre de Dios del cielo!
A .tí angustiados corremos,
Y del mal que adolecemos
Esperamos el consuelo.
Vírjen santa y poderosa ;
Del enemigo implacable
Y del riesgo, al miserable
Libras siempre piadosa.
La idolatría de este himno consta en acudir los angustiados á una criatura para consuelo, y en refujiarse á ella para
socorro y defensa. E l profeta Jeremías nos declara que,
" Esto dice el Señor : Maldito el hombre que confia en el
hombre, y pone carne por brazo suyo, y se retira del S e ñor su corazón."
(xvii. 5.) Pero si el sujeto que canta
este himno no pone carne por su brazo, yo no sé quien es
el que lo hará. E l otro himno es como sigue :
¡ Salve, reyna inmaculada !
T ú , de gracia revestida,
Sirves al pobre de ejida,
Y de Dios eres amada.
K2
76
T ú que en el trono estrellarlo
T e sientas cual Vírjen pura,
Gracia obten que dé ventura
A tus hijos desdichados.
Si el ánimo atribulado
Y la conciencia aflijida
A tí acude desvalida,
P a z y consuelo ha logrado.
D e hoy mas en mis aflicciones
E n tí buscaré consuelo, •
Esperando que tú el cielo
Abras á mis oraciones.
Mas la bienaventurada Vírjen no es la única de los
mortales á quien cantan. Encuentro también en el mismo
librito un himno á S. José, del cual la siguiente es la primera estancia.
Ardiendo en tu santo fuego
Y a mi corazón rendido,
¡ Oh J o s é ! de Dios querido,
Interpon por mí tu ruego.
T a l vez el lector no sabrá que no quedan satisfechos
con orar á los seres animados; algunas veces claman igualmente á cosas inanimadas.
E n efecto, parecen dispuestos
á adorar cuasi á todas las cosas, escepto solo Aquel á
quien deben prestar su adoración. - Para dar un solo
ejemplo, citaré la siguiente súplica, que encuentro en la
" Letanía del bendito Sacramento," según lo llaman.
" O trigo de los escojidos, ten misericordia de nosotros."
; Qué oración es esta para ser sancionada de un Arzobis-
77
po, y publicada en una de las ciudades mas ilustradas de
América, y ésto en el siglo décimo nono ! E s t o es demasiado para que se sufra. Nosotros hablamos del progreso,
mas buen atraso es éste. E n el siglo primero, Ja regla
de los Cristianos era orar así, según oraba el publicano :
" Dios, ten misericordia de mí, pecador." Mas ahora en
el siglo decimonono, el pecador tiene que decir : " O trigo
de los escojidos, ten misericordia de nosotros."
Si no me engaño, hemos hallado, con respecto al R o manismo, lo que Arquimédes deseaba hallar á fin de mover
el mundo. Dijo aquel filósofo que podia mover el mundo,
puesto que alguno le diera un punto en que fijarse, desde
donde levantarle con una palanca. Empero, como no p u dieron proporcionarle semejante punto, no se movió el
mundo. Y o me creo mas feliz, pues h e acertado en. un
punto desde donde no solamente podremos mover, sino
subvertir totalmente, la relijion Romana. Dejemos á un
lado sus absurdidades é intolerancia, y fijemos el pié en
su idolatría. Aquí nos mantendremos constantes, y desde
aquí la atacaremos. Si la Iglesia de Roma es idólatra,
i puede permanecer ? ¿ N o ha de caer inevitablemente ?
¡ Puede una iglesia idólatra mantenerse entre las demás
iglesias con el renombre de Cristiana ? E s imposible. N o
hay mas que hacer que abrir los ojos de los hombres para
que vean su idolatría, y se acabó con ella. E l sentido
común de los hombres no puede sufrir p o r mucho mas
tiempo se digan rezos y canten himnos á unas criaturas,
y se viertan humildes súplicas ante aquello de que se hace
el pan. Entendedme bien. Y o no quiero que sea p e r s e guida ; yo no quiero que ningimo de sus sectarios padezca
la menor incomodidad ; mas hay ciertas cosas que el intelecto humano no puede tolerar, y esta es la principal de
las cosas que la razón tiene por intolerables. H a de d e s vanecerse, aunque por desgracia la impiedad ocupase su
lugar. L a relijion que no es de la Biblia, y que se burla
78
de la razón, no puede subsistir.
que ésta se adelante mas.
23.
CULTO D E
Por mi parte, no recelo
IMAJENES.
Si la frenolojía es una ciencia verdadera, los Papistas deben tener el órgano de la veneración muy prominente.
N o hay pueblo en el mundo, escepto los Paganos, que
esté tan propenso á la adoración. Adoran cuasi todas las
cosas que se ofrecen i su vista, haciendo de ellas muy
poca elección. Parece que estiman la escelencia del culto
en proporción á la diversidad de los objetos que se adoran.
E s lástima que no puedan restriñir sus devociones entre
algunos limites. Lástima que no puedan quedar satisfechos con tener un solo objeto de veneración relijiosa, el
cual debe ser Dios el grande y glorioso. Pero no. Fuera
de él quieren una muchedumbre de criaturas, de ánjeles,
santos, y no sé qué, delante de los cuales se prosternan.
N i les satisfacen estos seres mismos. E s preciso que tengan las figuras de ellos, y que adoren también á éstas.
Su gusto pide siempre alguna cosa visible á que prestar
su culto. E n la profesión de fé que encuentro en el librito de Baltimore, publicado con la autorización del Obispo,
que he citado ya tantas veces, y que cito de propósito
porque está publicado entre nosotros, y no se puede poner
en cuestión su autoridad. Pues en dicha profesión de fé
encuentro el párrafo siguiente. " Sostengo constantemente que las imájenes de Cristo, de la madre de Dios,
siempre Vírjen, y de los Santos, deben ser habidas y
tenidas, y que se ha de darles la debida honra y veneración." * E s t a doctrina parece algo diversa de la que fué
promulgada desde Sínai, y gravada por el dedo de Dios
en las tablas de piedra. Digo que, cuando menos, parece
f Esta profesión de fé es la Bula de Pió IV.
79
variante, y creo que podré manifestar que lo parece así
aun á los Papistas mismos. L a voz que hizo estremecer
la tierra, después de decir: " No tendrás Dioses ajenos
delante de m í ; " dijo también, " N o harás para tí obra
de escultura, ni figura alguna de lo que está arriba en el
cielo, ni de lo que está debajo en la tierra, &c." (Ecsodo
xx. 3—6.) Pues b i e n ; Cristo, la Vírjen y los Santos
están arriba en el cielo, á no ser que alguno sospeche que
algunos de los canonizados estén en otra parte. D e consiguiente, no es lícito hacer semejanza alguna de ellos.
La ley prosigue diciendo : " No las adorarás, ni les darás
culto." Pero, pregunto yo, ¿si los Papistas' no adoran
las semejanzas de los Santos y de otros, poniéndose de
rodillas en su presencia ? Pregunto si hacen así a h o r a ;
pero sé que acostumbraban hacerlo, y supongo que p e r s e veran haciendo lo mismo, pues se glorían de que su relijion es siempre la misma, y la misma en todas partes.
La doctrina promulgada en Sínai es la antigua, y parece
oponerse á toda especie de culto de imájenes; pero la
guía moderna del cielo, repitiendo el fallo que dio con
autoridad «1 Concilio de Trento muchos años antes, dice
que " las imájenes de Cristo, de la madre de Dios y de
los Santos, deben ser habidas y tenidas, y la debida honra
y veneración dada á ellas." Aquí tenemos Balthnore y
Trento contra Sínai. E l Arzobispo y el Concilio están de
una parte, y E l que bajó sobre el monte que ardia en fuego,
está de la otra. Mis lectores abrazarán el partido que
mejor les parezca.
Mas i no podemos conciliar estas discrepancias ? . < N o
se les puede dar alguna esplicacion, á fin de que la ley de
Dios y la de Roma no parezcan incongruentes ? Puede
ser. Si una de ellas puede desustanciarse, ó esplicarse
con tal especie de evidencia que no se deje ver mas su
realidad. E s t e es un modo nuevo de reconciliar las cosas,
y algunos hay que se valen de él, mas á mí no me gusta,
80
porque yo acostumbro colocar las dos cosas que liemos de
comparar, la una al lado de la otra, y esponerlas luego á la
luz 'mas clara. Y si tratamos así los puntos alternativos
d e esta cuestión, recelo que será imposible el conciliarios.
Nuestros hermanos de Roma parecen estar persuadidos de
16 mismo, y viendo que las dos cosas no pueden ponerse en
harmonía, han esplicado la una de manera que no se vea
m a s ; esto es, l a han suprimido. H a n escluido el segundo
mandamiento del Decálogo. ¡ Buen método es este, y
tauy espedito, para convencer á los Protestantes ! Una
cosa es cierta : debían 'considerar que el segundo mandam i e n t o era muy repugnante á su sistema, ó, á lo menos,
c¡ue así lo pareciaj ó, de lo contrario, no se hubieran
metido en borrarlo. < Pueden darnos otra razón de la supresión de este mandamiento, mas que confesando que
parece prohibir el uso de las imájenes en sus iglesias ? Si
otra razón ocurre á alguno, le agradeceré me la esponga.
Ahora bien, donde no cabe mas que un motivo que impele al hombre á un acto, creo que no peco contra la caridad fraterna, imputando el acto al único motivo que puede
ecsistir.
Creo que he advertido al lector, en otro articulo, de que
han suprimido el segundo mandamiento del librito moderno
d e Baltimore. ¿ Y porqué no ? La relijion invariable debe
ser la misma a q u í q u e en Irlanda ó en Italia. Los Romanistas de América no deben estar abligados á guardar un
mandamiento mas que los de Europa. Los del mundo
antiguo no deben ser mas libres para obrar que los del
nuevo.
La omisión del Segundo' mandamiento en nuestra "guía
del cielo " se compone del siguiente modo. L e recomienda al devoto cierta ecsaminacion, preparativa á la
confesión, con referencia á los diez mandamientos, con el
fin de que vea, antes de pedir absolución al Sacerdote, si
faa quebrantado alguno de ellos, y no se dirije á ecsami-
81
liarse acerca del Segundo, sino dos veces sobre el décimo,
para llenar así el, número decenario. Ahora admito que
hubiera sido muy inconveniente el enseñar al confitente á
ecsamiriarse con referencia al segundo mandarniento. Su
estudio podría haberle convencido de pecados no conocidos
al confesor. Preguntándose á sí mismo : " ¿ H e adorado á
alguna imájen, ó semejanza de cosa que está arriba en el
cielo, ó abajo en la tierra ? " el mismo debia responder que,
"sí,porque me arrodillo delante de aquella imájen de Cristo,
hago reverencia y adoro á aquella semejanza de la bienaventurada Vírjen. Temo que habré quebrantado el Segundo mandamiento." Entonces, si se hubiera ido al
Sacerdote, esponiéndole sus escrúpulos, le hubiera dado
algo que hacer. E s verdad, el Sacerdote le diria : " Hijo,
no tienes intención de hacer mal en eso. Usas de la
imájen solamente con la idea de escitarte á la devoción.
Tu culto no termina en ella, no siendo mas que relativo.
A mas de esto, no adoras la imájen, la veneras, solamente,
y solo das á las imájenes la debida honra y v e n e r a c i ó n . . . .
nada mas. Debes considerar, hijo mió, la diferencia que
hay entre la adoración y la veneración, como también
entre la latría y . l a dulia."
Mas quizás todo esto no
bastaría para satisfacer á la conciencia del hombre. Todo
le sería tan poco intclijible como el Griego. Por, lo cual
ha sido juzgado por mas prudente no decir nada de ecsaminarse sobre las imájenes. Puede ser que esto sea lo
mas prudente. Ciertamente esta política es la mas refinada.
Ahora, preguntan ellos: " N o tienen los Protestantes
sus pinturas y estatuas ? Sí, que las tenemos. No declaramos guerra á las bellas artes. Podemos gustar de
la pintura y escultura sin caer en la idolatría. Sí, tenemos
representaciones de los Cristianos difuntos; mas no nos
hincamos de rodillas delante de ellas, ni hay que borrar
el segundo mandamiento, porque tenemos imájenes, según
82>'
algunos lo hacen» Los Romanistas hacen muchas distini
ciones y esplanaciones con respecto al culto de las imájenes, á algunas de las cuales he advertido, en la respuesta
que h e supuesto el Sacerdote hária al confitente. Pero
son las mismas que pudieron hacer los antiguos Israelitas,
y son las que hacen los Paganos modernos en justificación
Se sí mismos. Los idólatras, cuando reprehendidos de su
pecado, siempre han acostumbrado decir, que el culto que
daban al ídolo no era mas que relativo, y que era dirijido
hacia otro objeto ulterior é invisible. D e suerte que esta
esplicacion de su culto no es propia del idólatra moderno.
E s tan antigua como la idolatría de los Judíos y Paganos.
Los adoradores del becerro de oro, pretendían adorar otro
objeto mas allá del becerro mismo. E s t e , según hubieran
querido decir, no era mas que para escitarlos á la devoción,
y &sí le prestaban " l a honra y veneración debida." .Sin
embargo, pecaron gravemente, y " el Señor hirió al pueblo
por el pecado del becerro, y perecieron en aquel dia como
tres mil hombres." (Ecsod. xxxii. 2 5 , 28.) Y creo que
lo mismo habría sucedido, por muchas esplicaciones que
hubiesen hecho. M a s Dios no esperaba sus esplicaciones.
¿ Y de que le sirven todas estas esplicaciones y distinciones á la masa grande del pueblo ? N o las entiende, y
á mi ver, aun si las pudiera entender y guardar también,
les haría poco provecho. E s t e culto, esplicado y justificado, es el mismo que el mandamiento prohibe.
Y o no tengo mas que decir sobre las imájenes; mas
quisiera que el Arzobispo de Baltimore dejase ver el
segundo mandamiento en la otra edición de la " Guía del
cielo."' Desearía que dejase correjir las planchas estereotipas, de tal manera que saliesen conformes con las tablas
de piedra.^ Temo que el pueblo perderá el cielo, si no
guarda respeto á todos los mandamientos de Dios. Así
parece que pensaba el Salmista. " E n t o n c e s , " dijo, " n o
seré avergonzado, cuando remiraré todos tus
preceptos".
83
{Sal. cxvlli. 6.) M e complacería infinito si el Arzobispo
se sirviera permitir' que se dijese todo cuanto Dios haya
promulgado á su pueblo.
2 4 . RELIQUIAS.
ultimó artículo hablé de las imájenes. H a y otras
cosas á las que los de la Iglesia Itálica, si no las adoran,
absolutamente, tributan un respeto y veneración que viene
á ser poco menos que adoración. Estas son las reliquias
así llamadas. L a moda de guardar reliquias se introdujo
en el mundo en épocas posteriores á las de los escritores
inspirados, pues no hay vestijio ninguno en la Biblia, de
la costumbre de mutilar los cadáveres y desenterrar los
huesos de los Santos muertos. Los antiguos mostraban
su respeto á los cadáveres de los difuntos, dejándolos e n
los sepulcros, así como el R e y Josías mandó al pueblo d e jar los huesos del profeta. Iban á sacarlos, mas les mandó
que " n i n g u n o moviese sus h u e s o s . " (4 Rey. xxiii. 18.)
De esta manera los Protestantes manifestamos nuestro
respeto á los muertos. E s algo curioso que los Romanistas, faltándoles otros lugares de la Escritura con que sostener su doctrina acerca de las reliquias, apelan á é s t e ,
y afirman que así Josías, como ellos, tenia las reliquias
en grande veneración. S u referencia á este pasaje d e b e
ser bajo el principio de lucus a non lucendo (luz de ninguna luz) pues no la puedo esplicar de otro modo.
E n el Vocabulario de Roma, la palabra reliquias significa
" los restos de los cadáveres ó vestidos de Santos ó M á r tires, y los instrumentos con los cuales s e l e s dio la muerte,
conservados con devoción, en honor de su m e m o r i a ; b e sados,, reverenciados, y llevados en procesiones." E s t a
es. la mejor definición de la palabra que encuentro, y la
traigo d e una Enciclopedia. P e r o no es perfecta.
Se
conservan como reliquias algunas cosas que no pertenecen
Á esta clase, como por ejemplo, la cuerda con que se
"L 2
EN mí
84
ahorcó J u d a s , y la cola del asno de Balaam, cuyas cosas
^e conservan y se enseñan por reliquias.
Pero, alguno preguntará, si las reliquias no están ya
anticuadas. D e b e saber que, entre los Papistas, no hay
cosa anticuada. Semper et ubique eadem, siempre y en
todas partes la misma, es el mote con qué aman caracterizar su relijioii. Se hace mención de reliquias, entre
otras cosas, en la obrita de Baltimore qué he citado antes
con el titulo de " Guía para el Cielo." E n ésta se dice
que los Santos se honren é invoquen, y qué se guarde
respeto á sus reliquias. " Y bien, ¿ qué mal hacen en
respetar las reliquias ? " Y o podría replicar : " ¿ Y qué
bien hacen ? ¿ P a r a qué sirven ? " Deben creer que se
escita la devoción con esas reliquias. Mas yo no puedo
entender como se pueda promover un espíritu de devoción,
por contemplar el hacha ó la sierra d e S. J o s é , el peyne
d e la Vírjen, ó un dedo de Sta. Ana, ó una muela de Sta.
Apólonia. Aún si uno supiera que tenia en su manó un
pedacito de la madera de la verdadera Cruz, no sé yo como
ésta podría encender la llama de la piedad en su corazón.
E l m o d o antiguo de'escitar la devoción fué muy diferente.
E r a por medio dé meditar en asuntos espirituales. Fué
mientras que el Salmista estaba meditando que " s e acaloraba su corazón.". Mas parece que nuestros Católicos
llegan al mismo punto con ayuda de sus reliquias. Muy
bien. Si la devoción se escita por'medio de las reliquias,
i hacia quien aspira su llama encendida? H a c i a los Santos, ciertamente, de quienes son las reliquias.
Estos
restos deben traer principalmente á la memoria los personajes á quienes un tiempo'pertenecieron. D e suerte, que
no es el culto del Señor, sino la veneración relijiosa de
los Santos la que se promueve por las reliquias. Todo lo
que se puede decir de ellas es, que suministran á la causa
de la idolatría.
Mas he escrito bajo el supuesto de que las reliquias
1
85
sean realmente de los S a n t o s ; la sierra de S. J o s é , por
ejemplo, el dedo de Sta. Ana y la muela de Sta. Apolonia.
Suplico al lector que me disimule el haber admitido por un
momento semejante idea. La idea de que semejantes
chismes se hayan conservado por diez y ocho siglos, supera las fuerzas dé la mas implícita credulidad. H a s t a
los escritores Italianos confiesan que muchas reliquias son
espurias, y que muchos huesos han sido consagrados, que
lejos de ser Santos, probablemente no pertenecían á Cristianos,* ni aun á hombres. Si el hecho es así, ¿ como
hemos de saber cuales sean las reliquias auténticas ? N o
puede haber evidencia interna que las distinga. Los huesos de un Santo parecen iguales á los de un malhechor.
Sé que han dicho que las reliquias verdaderas tienen
cierto olor, de que carecen los despojos del común de los
mortales. No sé como esto puede ser. Lo dudo. E m pero, si faltan á las reliquias las señas ordinarias y .esternas, el P a p a se asume la prerogativa de pronunciarlas
jenuinas. ¡ Método muy espedito para decidir tan importante cuestión ! Mas algunos de los oráculos del Vaticano
han pronunciado que no es necesario que las reliquias
sean jenuinas. Basta que el relijioso tenga la intención
de honrar al Santo á quien atribuye la reliquia. Si esta
doctrina es Católica, las iglesias y capillas pueden ser
abastecidas fácilmente de reliquias; y el defecto de cosas
sagradas de está especie que hasta ahora han padecido
varios templos, se podrá llenar sin mas trabajo que el de
ir al cementerio mas inmediato.
Si hay alguno que crea que las reliquias pueden ser auténticas, permítaseme sujerirle una sola consideración. E s
ésta: que el número de las pretendidas reliquias es tan
escesivo, que es inevitable que algunas de ellas sean supuestas. D i o la casualidad que cinco peregrinos devotos
* Tales son los del Sacro Monte en Granada.
86
se encontrasen en el camino á su vuelta de Roma, y
comparando sus relicarios, hallaron que cada uno tenia la
honra de traer un pié del mismo asno encima del cual
nuestro S e ñ o r entraba en Jerusalém. ¡ Así tuvieron cinco pies de una sola b e s t i a ! Dicen.. también que hay
pedazos de la verdadera cruz conservados en varias partes
de Europa, en copia suficiente para servir de l e ñ a á los
habitantes de todo u n pueblo por un invierno.
. Mas vuelven á replicar ellos. ¿No. fueron los huesos
de J o s é conservados, y luego trasladadlos, á. Canaan ? Cierto que lo fueron. P e r o todos metidos en un ataúd, y
fueron trasladados, no para recibir adoración, sino para
que fuesen enterrados. J o s é , estando persuadido de que
Dios salvaría su pueblo y le sacaría de Egipto, á fin de
establecerle en Canaan, encargó á los Hebreos que llevasen su cadáver consigo, porque deseaba que se sepultase
en la tierra de promisión. Mis cortas luces no alcanzan
á enseñarme qué tiene que ver esto con reliquias. No
veo semejanza ninguna entre el hecho citado y la cpstumbre verdaderamente Católica de romper los ataúdes, que;
brar los huesos de los muertos, sacarlos de las tinieblas y
podredumbre del sepulcro, y encajar sus partícujas en
relicarios, como si fuesen cosas muy venerandas, . Pero
todo un Cardenal, el famoso Belarmino, apela á este pasaje de la historia de J o s é , como en justificackm de la
costumbre de robar los cementerios. También citan la
relación que se halla en 4 Reyes xiii. 2 1 . , del muerto que
resucitó, tocando los huesos de Elíseo. ¿ M a s como favorece esto el uso de las reliquias ? Los huesos de Eliseo
descansaban intactos en el mismo lugar, en donde los
habían depositado después d e ' su muerte. Ninguno de
ellos habia sido movido, , M a s , si hubiera sido¡costumbre
entonces el guardar reliquias, ¿es;probable que el cadáver
de un Santo tan eminente como Eliseo hubiera quedado en
la oscuridad ?
87
Aun mas estrañé leyendo la citación que hace Belarmíno de D e u t . xxxiv. 6, en justificación de las reliquias.
Es aquel pasaje remarcable en el que se dice que el S e ñ o r
enterró á Moyses " en el valle de la tierra de Moab, en
frente de Fogor, y que no supo hombre alguno su sepulcro
hasta el dia de h o y . " P u e d e ser que el Cardenal quiera
que inferamos de estas palabras que, si se hubiera sabido
el lugar en donde estaba enterrado el cuerpo de Moyses,
le hubieran desenterrado y hecho reliquias. Afin de p r e caver esto mismo, hizo el Señor que nadie supiese donde
estaba enterrado Moyses. E l diablo, sí, empeñóse en
conseguir que se descubriese su cuerpo (JYidas 9.), sin
duda con la idea de servirse de él para semejante uso ;
pero no pudo alcanzarlo. L a referencia del Cardenal á
esta historia me parece no muy á propósito.
¿Mas no se trajeron sudarios y fajas del cuerpo de P a blo, y siendo aplicados éstos á los enfermos, no se hicieron
milagros p o r medio de ellos ? S í : pero los sudarios y
fajas no fueron reliquias, y Pablo vivia entonces. ¿ Y
quien hay que no vea que estos vestidos no fueron m a s
que señales empleadas á fin de combinar en el pueblo las
ideas de los milagros y la de la persona del enviado d e
Dios que los obraba ? ¿ S e atribuyó á ellos alguna veneración ? i Se dice que fueron conservados y reverenciados ?
De ninguna manera. N o los encuentro en niguna lista de
reliquias. Volvieron inmediatamente á ser usados como
sudarios y fajas. Finalmente, apelan á la eficacia de la
sombra d é Pedro, según lo que se refiere en los hechos de
los Apóstoles (v. 15.), en prueba de la virtud de las reliquias. P e r o como este es un argumento sin sustancia,,
fundado en nada mas que una sombra, lo dejo sin respues •
ta, y solo digo que no estraño de que haya tantos incrédulos en los paises donde domina el Papismo, pues s e
representa el Cristianismo al público como admitiendo y
aun promulgando doctrinas tales c ó m e l a s de la veneración
88
de las reliquias, d e la invocación de los Santos, y otras
muchas semejantes.
25.
LOS S I E T E SACRAMENTOS.
j COMO ? ¡ Siete Sacramentos ! ; D e donde tantos ? No
hallo mención en la Biblia de mas de dos. ¿ D e donde
traen los cinco de mas ? Se derivan de la Tradieion, Segunda fuente de doctrina Cristiana. Verdad es que los
Apóstoles escribieron sobre solos dos Sacramentos, mas
los Romanistas intentan persuadirnos de que predicaron y
conversaron de otros cinco; que aquellos que oyeron esos
sermones y conversaciones los comunicaron á otros, éstos
á otros después, y así en sucesión unos á otros de jene.ración en jeneracion, hasta que un Concilio, creo que el
de T r e n t o , decidió que fué conveniente escribir algo de
estos cinco Sacramentos estraordinarios. M e maravillo
de que no hubiesen pensado hacer esto antes. Estraño
es que, cuando los Apóstoles estaban ocupados en escribir
sus epístolas, no hubiesen dicho una sola palabra de estos
siete Sacramentos. Los Apóstoles debian ser m u y negligentes. Puede ser que yo sea muy fastidioso, pero confieso que desearía ver las Escrituras, así como la Tradición,
concurrentes para la justificación de todas las costumbres
6 doctrinas llamadas Cristianas. Y o quisiera poder hallar
todo el dogma en la Biblia, y verlo orijinar en los mismos
oráculos de Dios. Algunos quedan perfectamente satisfechos, si pueden trazar los vestijios de una doctrina hasta
los padres mas antiguos, y especialmente si pueden comprobarla con las epístolas de Ignacio. Mas esto no me
satisface. Y o quisiera divisar la doctrina en otras epístolas, un poco mas antiguas. Ignacio fué buen hombre,
mas no fué coetáneo de P a b l o . Ignacio, Clemente./y
todos esos buenos padres acudierou á los arroyuelos del
agua de la v i d a ; mas Pablo y sus compañeros bebieron de
89
la misma fuente. Estos conocieron la verdad en su nacimiento, aquellos en su decadencia. E s cierto que no
estuvieron muy lejos de la fuente, mas igualmente es verdad qué tampoco estuvieron inmediatos, y todos sabe a
que las aguas mas puras pueden ser coinquinadas muy
pronto después de salir de su manantial. Si yo resido
seis ó siete leguas distante de donde nace una fuente
cuyas aguas riegan mi hacienda, y deseo saber si éstas
están corrompidas, < voy trazando el curso del arroyo
hasta una media legua mas acá de su oríjen, y allí paro,
concluyendo que tal como esté el agua allí, ha de estar
también en su nacimiento ? ¿ No sigo mas bien hasta
llegar al mismo manantial ? Esto es lo que me parece
mas consonante con la razón, y, valiéndome de esta comparación, diria que me parece muy estraño que alguno
suspendiera su averiguación de la verdad, luego que llegue
al siglo segundo ó tercero de la era Cristiana. E n mi concepto, todos deben ascender hasta la misma época en que
se escribió el Nuevo Testamento, y tomar la sola divina
revelación por regla de su fé.
Pero me aparto del asunto de este artículo, que son los
Sacramentos. ¿ Cuales son los cinco ? Uno de ellos es'
el matrimonio.
Mas no vemos en el matrimonio ninguna
de las propiedades de un Sacramento. No significa directa ni primariamente cosa espiritual. Se dice que el matrimonio es " honorable en todos " ( H e b . xiii. 4.) ; mas
nunca se intima en la Biblia de que sea Sacramento. Si
es Sacramento, ¿ porqué no. se permite á los Sacerdotes,
así como á otros, participar de él ? < Porqué queda todo
el clero privado de un privilejio tan sagrado ? < El alto
carácter de Santidad que tiene el matrimonio como Sacramento, le constituye impropio de los que ejercen tan
Sagrado ministerio ?
El otro dia estaba yo pensando (porque, siendo Protestante, puedo atreverme á pensar eu la relijion), y me
M
90
ocurrió lo siguiente: " E s posible que Dios haya, negado
á todo el cuerpo del clero, de todas las naciones, y de
todos los siglos, el privilejio de saber como se apiada de
los que le temen, y d e conseguir el conocimiento práctico
que quiere dar el Espíritu Santo á los que se lo pidieren;
q u e les niegue el privilejio de poder percibir la fuerza de
algunas de las representaciones mas enfáticas que haya
hecho del amor paternal, que ejerce hacia sus criaturas ?"
Leo en la Biblia, que, " como el Padre se compadece de
los hijos, se ha compadecido el Señor d e los que le tem e n . " (Sal. cii. 13.) Ahora bien, ¿ debe ser tenido por
pecado que un ministro de Jesu-Criste sepa, por la esperiencia (porque este es el único medio por el que se puede
saber) como, un padre se compadece de sus hijos, y , de
consiguiente, como el Señor se compadece de su pneblo ?•
A mi parecer, no es Dios el que denuncia esta esperiencia
p o r pecado, sino los hombres. A mas de esto, ¿ no dice
Dios á sus criaturas, dirijiéndoseles en jeneral > " Si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas á vuestros
hijos, i cuanto mas vuestro Padre que está en los. cielos,
dará bienes á los que se los pidan ? " (Mat. vii. 11.) ¿Y
es creíble que al mismo tiempo haya escluido para siempre
á una numerosa clase de éstos del privilejio de conpeer la
buena voluntad con que los padres están dispuestos á dar
bienes á sus hijos ? ¿ H a impuesto tan dura prohibición
en los mismos á quienes ha mandado que manifiesten sa
bondad á los hombres, y les den testimonio de sus perfecciones ? E n .fin, ¿ ha apelado á-los afectos paternos de
los hombres, y. luego les ha prohibido el saber, qué sean
éstos ? Yo no puedo creer tanto.
U n ministro de Jesu-Cristo p u e d e abstenerse del privilejio del matrimonio,, si le parece bien, pero sin imponer
en otros obligación á semejante abstinencia. Puede dejar
de valerse de su potestad, según lo dejó Pablo, por. motivo
de,algunas circunstancias, peculiares, ,y según también. 1©
91
dejan varios ministros Protestantes, en coman con otrosí
Todo esto es muy r e g u l a r ; pero el que Dios haya privado
á todos los Clérigos del derecho de casarse, es otra cosa
muy diferente, y totalmente contraria á los preceptos mas
esplícitos del Nuevo Testamento. Léase 1 T i m . iii. 2 , 4 j
5, 12, iv. 3 . 2 Tim. iii. 6. 1 Cor. ix. 5 .
2 6 . TRANSUSTANCIACION.
PORQUE Cristo dijo con referencia al pan, " E s t e es mí
cuerpo," los Romanistas sostienen que el pan se t r a n s muta en el cuerpo de Cristo, y esto llaman
Tránsustanelación. Y , cuando decimos nosotros q u e este pasaje n¡>
debe interpretarse literalmente, sino que el pan no es más
que emblema del cuerpo d e Cristo, replican ellos coa
maravillosa confianza: " ¿ P e r o no dice terminantemente
que el pan es su.cuerpo ? . . . ¿ dice que representa su cuerpo solamente ? ¿ por qué autoridad dicen los Protestantes
que es m e t á f o r a ? "
Empero, óiganme ahora. N o voy á poner en ridículo
la doctrina de la Transustanciacion, como profesan deriívarlá d e la Santa Escritura; Escucharé con atención los
argumentos q u e se citan en favor de cualquiera doctrina
qué se parece sostener con referencia á tan Divina autoridad ; mas debo decir que, en este caso, ios Romanistas
no llevan hasta el punto debido su respeto por las Escrituras, ó, á lo menos, no son consecuentes en su modo dé
interpretarlas. Creo que no es difícil manifestarles que„
en orden á mantenerse consecuentes con su sistema, deben
creer en muchas transustaheiaciones. P o r ejemplo : leen
en Luc. xxii. 19, " E s t e es mi c u e r p o , " y de ésto infieren
que el pan se "convierte en el cuerpo 'verdadero de J e s u cristo. Muy bien ; pero léase el versículo 20, en que se
dice: " E s t e cáliz es el Nuevo T e s t a m e n t o , " y se verá
otra traasustanciacio-n igual. La copa ó cáliz se convierte
92
. en el Nuevo Testamento. N o es mas oro ni plata, sino
un Testamento ú Alianza. ¿ N o dice Cristo que la copa
es el •Nuevo Testamento? < Qué derecho tienen los de
Roma para decir que su lenguaje es metafórico ? El cáli%
es el Nuevo Testamento : así lo dice Cristo.
Verdad es
'que, si lo llevaran á la oficina de un abogado, lo considerarían como fuera de propósito, un mueble mas propio
de un platero, que no de un abogado. Pero esto no
importa. ' Aun si nuestros sentidos nos testifican que
el Testamento todavía queda copa, y el cuerpo pan, no
debemos creer estos sentidos mentirosos. Mas ¿ qué digo?
S i los sentidos son tan mentirosos, no debo darles crédito,
p i aun cuando por ellos veo en la Biblia las palabras, "Este
es mi cuerpo." Sin embargo de esto, el Romanista cree
los sentidos, mas, si nos engañan representándonos el
cuerpo del Señor bajo la apariencia de pan, aun cuando
no lo sea, ¿ p o r q u é no pueden también engañarnos con
respecto á Jas letras que componen las palabras E-s-t-e
e-s m-i c-u-e r-p-o ? Puede ser que, bajo la especie de
e 6 t a s letras, se oculte otra cosa muy diferente, de la misma manera que bajo las especies del pan en la Eucaristía,
está oculto el cuerpo de Cristo, según lo dicen los adictos
al dogma de la Trarisustanciacion.
Mas no son estos los únicos ejemplos de la Transustanciacion. La Biblia está llena de ellos. Encuentro dos en
el Apocalipsis (i. 2 0 . ) , donde alguna6 estrellas se convierten en Alíjeles, y unos candelabros en iglesias. Helos
aquí. " Las siete estrellas son los ánjeles de las siete
iglesias, y los siete candeleras son las siete iglesias." La
construcción gramatical de esta sentencia se asemeja precisamente con la de aquel o t r o ; Este es mi cuerpo. Cristo
es el mismo que Labia, en ambos lugares, y dice terminantemente que las estrellas son ánjeles, y los candelabros
iglesias, i Con qué derecho podemos suponer una figura
d e oración aquí ?
93
Tal vez DO saben todos que la Transustanciacion es
dogma también del Antiguo Testamento. Mas, según
este modo de esplicarlo, S. Pablo dice en 1 Cor. x. 4 . ,
que la piedra que Moyses hirió en el desierto " era Cristo," esto es, no que representaba á Cristo, sino que era
él mismo. Mas ¡ afuera con esas metáforas !
Otros muchos ejemplos se podrían copiar del Antiguo
Testamento. Basten dos, sacados del Génesis. " Las
6Íete vacas hermosas, y las siete espigas llenas, son siete
años de abundancia. Asimismo las siete vacas flacas y
estenuadas, y las siete espigas delgadas y picadas, son
siete años del hambre que ha de venir."
(Gen. xli. 2 6 ,
27.) Aquí se convierten siete vacas y siete espigas en
catorce años de trescientos sesenta y cinco días cada uno.
Creo que podría sacar centenares de ejemplos como
estos de Transustanciaciones. P e r o ¿ el Romanista los
cree todos ? D e b e tenerlos todos por hechos, por la
misma razón que le hace admitir uno. D e b e creer en
todos, 6 en ninguno, y no citar las palabras " E s t e es mi
cuerpo," en prueba de la fábula de la Transustanciacion
que se predica en su iglesia. Quisiera que alguno, mas
sabio q u e yo, me corrijiese, si yerro en este argumento.
27.
UN MEDIO SACRAMENTO.
¡ MEDIO SACRAMENTO ! ¿ Quien ha oido decir tal cosa ?
i Un Sacramento dividido ? Así lo h a sido. E l .Papa,
los Concilios, y otras Autoridades de la iglesia de Roma,
han dividido el Sacramento de la Cena del S e ñ o r , el cual
nuestro Salvador instituyó la misma noche en que fué entregado, y, desde el Concilio d e Constancia,* han concedido
al pueblo no mas que la mitad. H a n dicho al pueblo que
* El Concilio hizo el decreto sobre esta materia e n el día 14 de
Junio de! año 1415.
и
és preciso qué quede satisfecho con e l pan, pues quieren
reservar el cáliz para sí. ¿ M a s no dio Cristo el cáliz, al
tiempo de instituir el Sacramento, á los mismos" á quienes
dio el pan ? E s cierto que sí. Así dicen Mateo, Marcos,
Lucas y Pablo. Dicen que tomó la copa, y la entregó á
ellos, y Mateo también añade, en su relación, que les
dijo al entregársela: " B e b e d todos de é s t a . " Queriendo
decir, que ningún discípulo deje de tomarla. Parece que
Cristo previo el atentado del Concilio de Constancia, y
que, teniéndolo á la vista, dijo : " Bebed todos de ésta."
C o n menor apariencia de impiedad podia Roma privar al
pueblo d e la otra mitad de este Sacramento, esto es,* del
pan. Después de mandar á los discípulos tomar la copa,
les esplica la razón (que es muy digna de observarse), y
es é s t a : " E s t a es mi sangre del Nuevo Testamento, que
es d e r r a m a d a * por muchos para remisión de pecados."
( M a t . xxvi. 28.) Ahora, los Papistas dicen que todos los
que estaban entonces eran Sacerdotes, y que el haber en­
tregado nuestro Señor el cáliz á ellos, no puede servir de
ejemplo para que se dé á los laicos. Mas, aun si todos loa
discípulos fueran Sacerdotes (cosa que es sumamente im­
probable, y de que no hay la menor evidencia"), ¿ debe ser
esto una razón para que el cáliz no se diera mas que al
clérigo? ¿ N o derramó Cristo su sangre por los laicos
igualmente que por los clérigos > P u e s , si éstos deben
beber vino porque el Salvador vertió sn sangre por ellos,
ciertamente el pueblo, por igual razón, debe participar del
mismo. E l precepto y el privilcjio de beber del cáliz son
inseparables de la razón de esta parte del Sacramento, que
le va aneja en la historia de su institución. Como n o soy
uno que haya mirado la muerte propiciatoria de Jesu*
Cristo como un beneficio para clérigos, ó privilejio espe­
* É n lugar de ÍKXIVÓIÍÍVOV,
lá Vulgata moderna dic e qui funde'
iw, que sera derramada, c uya versión es falsa.
95.
cial del Sacerdocio, me es muy chocante el restrinjír á
ellos solos el cáliz de bendición. Creo que este símbolode la sangre que fué derramada por muchos para la rerai»
sion de los pecados, pertenece á mí tanto como á u n
Sacerdote, y por tal lo reclamo. Sostengo que Cristo nr>
vertió su sangre por los solos hijos de Leví.
No solamente es un hecho, que nuestro Señor dio el
Sacramento bajo ambas especies (según la frase común),
sino también lo es, que los mismos que lo niegan al pueblo
eu esta forma, confiesan que su práctica no es la de la
iglesia primitiva. Pero, esto no obstante (hoo tamen non
obstante, son las mismas palabras que usan ellos)¿ ordenan
que el pueblo lo reciba solamente bajo una, esto es, noobstante la autoridad de Cristo y la costumbre universal
de la iglesia primitiva, y denuncian por malditos á todos
los que piensan de. otra manera. ¿ Qué es esto sino ana?
tematizar á Cristo ?
" E m p e r o , tendrán algo que decir en justificación d e
su conducta en este a s u n t o . " Eso sí. ¿ Sostienen, que
el Papa es cabeza de su iglesia, y que es infalible, ó, sino
él, que la firma de P a p a y Compañía posee este atributo
Pero esta razón no me es muy satisfactoria. U n tal P a p a
Gelasio, que vivió sobre 450 años después de Cristo, ha?
biendo oído decir que algunos Maniqueos habian tomadoel pan de la Eucaristía sin el vino, decidió que un Sacramento no se podía dividir sin saerilejio. ¿ N o fué é l
también Cabeza de la iglesia, y no fué también infalible ?t
Porque, si Gelasio no fué infalible, no sé como pudo
transmitir la infalibilidad á, sus sucesores.
La privación del cáliz es uno de los golpes maestros d e
aquella iglesia. N o puedo menos que admirar la valentía
que en ello manifiesta. ¿ Quien creeria que hubiera tenido su atentado un écsito tan feliz ? E l solo emprenderlo
es para mí una maravilla. E m p e r o , lo han alcanzad»
completamente^ sin hacer caso de algunas murmuraciones.
96
que se levantaron. E s verdad que H u s y Gerónimo de
Praga hicieron alguna resistencia; pero en fin los quemaron, y así no pudieron resistir mas.
Los Cristianos verdaderos son imitadores de Cristo;
desean seguir en sus huellas, aun en los negocios ordinarios de la v i d a ; y es cierto que procuran imitarle con
especial solemnidad en el sagrado acto de la Eucaristía,
según él mismo se lo mandó hacer. P e r o el arrancar el
cáliz de los labios de los discípulos, está muy lejos de ser
imitación de Cristo. Vanamente se glorían los mismos que
han cometido este sacrilejio, de que Cristo estará con ellos
hasta el fin de los siglos; mas á mí me parece mas que
probable que se había retirado de ellos antes del dia en
que se congregó el Conciliábulo de Constancia, cuyos individuos perpetraron á la vez el sacrilejio, destruyendo el
Sacramento de la Eucaristía, y el homicidio, martirizando
los confesores que protestaron contra su profanidad.
Y o no sé como otros pensarán ; mas, por mi parte, no
creo que haya en el mundo potestad ninguna que tenga
derecho de alterar las palabras de Jesu-Cristo, ni privar á
los Cristianos de cosa alguna que él les haya dado. El
dijo con referencia á la c o p a : " Bebed todos de ésta."
Pues yo bebo de ella, y lo haré mientras que el Señor me
permita acercarme á su mesa. Creo que todos deben participar de esta copa, y, si los avasallados de Roma quieren
pasarse á nosotros, ellos también tomarán el cáliz de la
salud. Si yo pudiera tener una conferencia con ellos
ahora, no les instara á que se confesasen conmigo,, pero
les diria: Amigos, vosotros nunca os acordáis de Cristo
en este Sacramento, á no ser por un medio-recuerdo.
Jesu-Cristo d i j o : " Comed y bebed en memoria de mí."
Vosotros cumplís la mitad solo de su precepto. Vosotros
no anunciáis la muerte del Señor, porque, como dice Pablo : " Cuantas veces comiereis este pan, y bebiereis este
cañe, anunciaréis la muerte del Señor, hasta que venga."
97
(1 Cor. xi. 26".) Solos aquellos que comen y beben
también, anuncian su muerte. La muerte de Cristo no se
anuncia por el pan solo, sino por el pan y el vino. Sé
que su iglesia les enseria, que, como la sangre debe estar
en el cuerpo, quien tome el uno toma el otro igualmente,
por cuanto '•' Cristo estaba entera y verdaderamente bajo
cada especie," según lo decreta el Concilio. Pero ¿ de
donde vino que el mismo Jesu-Cristo ignoraba esto ?
¡ Hizo éste una cosa supérflua dando el cáliz á sus discípulos ? Y , si de hecho la sangre está en el cuerpo, y,
siendo transmutado el pan en el verdadero cuerpo, tomamos aquella con éste, todavía hay un muy grande defecto,
porque, como la sangre no se separa del cuerpo, no se
puede decir que está derramada. Y , como " sin efusión
de sangre no hay remisión," ni aun la sangre de Cristo
hace propiciación, sino en cuanto esté derramada.
Vosotros los Romanistas nunca celebráis la cena del S e ñ o r .
En dicha cena hubo una copa. E n la vuestra no hay ninguna. Vosotros sostenéis, que el discurso en el capítulo
vi. del Evanjelio de J u a n se refiere á una propiciación,
y ahí está escrito : " Si no comiereis la carne del Hijo
del Hombre y bebiereis su sangre, no tendréis vida en
vosotros." Ahora bien, según vuestros propios principios, no tenéis la vida, porque no bebéis su sangre.
Lo
mas que se puede decir que hacéis, es comerla con su
cuerpo.
Otra cosa mas, hermanos míos. N o puede haber tal
cosa como un medio Sacramento, porque el dividir un
Sacramento es destruirlo. Pues ¿ q u é se sigue?
Que
os han quitado todo el Sacramento.
Considere esto cualquiera. Fije su atención en esto por unos cinco minutos,
y será, n o digo qué, pero no será mas Romanista. N o
pido mas que cinco minutos; el refiecsionar por cinco
minutos será suficiente. Mas me responde diciendo, que
110 le es lícito dudar. Muy bien ; pues no dude, no haga
N
98
mas que pensar.
¡ Seguramente no han intentado atar los
pensamientos del alma ! M a s , sea como fuere esto, es
cierto que Dios no condenará á nadie por el acto de pensar sobre un Sacramento instituido por su amado Hijo.
28.
ESTRÉMA UNCIÓN,
CUANDO parece que uno está para morir, entonces es preciso que manden á llamar al sacerdote. Llegado éste¿ oirá
la confesión del moribundo (pero si tardare el sacerdote,
yo le aconsejo confesarse con Dios. Creo que sería igual
6, por decirlo mejor, creo qué este medio sería el mas
derecho, y el único seguro). . . . . y luego, viéndole en
aquella estremidad, lé unjirá con aceyte. E s t a es la estrema Tinción, y uno de los siete Sacramentos. Supongo
que se hallaron un poco apurados, cuando estaban ordenando cuales Sacramentos debiesen ser los siete, y así
tomaron éste.
No parece haber mucho de relijion en este Sacramento,
ni en efecto se descubre mucho juicio. P e r o el decir que
es preparación para la muerte, es cosa muy chocante.
¡ Q u é . c o s a tan a b s u r d a ! Q u e pueda uno prepararse en
orden á morir bien, y á presentarse ante el Tribunal de
.Dios,-por medio del ministerio de',un sacerdote que le
unje con un poco de aceyte. A la verdad, este es un
modo, muy fácil de alcanzar el cielo, especialmente donde
hay.sacerdotes en abundancia.- N o .me-maravillo de que
la relijion que llaman ellos la Católica^ sea muy favorecida.
Buenamente profetizan cosas suaves., Nosotros los Protestantes no tenemos una doctrina tan fácil que predicar.
Cuando nos llaman.á visitar á.algún enfermo, confesamos
francamente que na-podemos hacer cosa ninguna que le
garajitiqe,la salvación. ,Le decimos,- sí, lo .que él mismo
tiene que hacer,, que ha de arrepentirse y creer en Cristo,
y luego rogamos á Dios que le preste su socorro. No le
99
podemos asegurar de la salvación, sino bajo ciertas condiciones. Los sacerdotes dicen que pueden asegurar á sus
confitentes la salvación. Nosotros no hacemos pretensión
á semejante facultad.
¿ Mas no pueden ellos citar el sagrado testo en favor dé
su doctrina de estrema unción ? Si lo pueden, me doy por
creyente en ella, puesto que su cita sea de la misma E s critura, y no de la tradición que ellos mismos se han
inventado. Veremos. Citan dos pasajes. E l primero es
histórico (Márc. vi. 13.), y dice que los Apóstoles " lanzaban muchos demonios, y unjian con óleo á muchos
enfermos, y sanaban." E l otro es monitorio (Jacob, v.
14.) : " ¿ E n f e r m a alguno entre vosotros? Llame á los
Presbíteros de la iglesia, y oren sobre él, unjiéndole con
óleo en el nombre del S e ñ o r . " E s t o es, que hagan lo
mismo que hicieron los Apóstoles, según la relación de
Marcos, y que lo hagan con el mismo objeto de sanar á
los enfermos; según se evidencia por el versículo siguiente.
Ahora bien, ¿ qué autoridad tenemos aquí para el Sacramento de la estrema unción ? E s verdad que aquí hay
una unción con óleo ú aceyte por la mano de un ministro,
Pero {quien es el hombre que no vea cuanto diferencia
esta unción de aquella que administran los sacerdotes?
Ellos no la dan hasta que creen que el enfermo está á
punto de morir, y, si en algún caso fuera posible prever la
restauración i del enfermo, no le unjirian. Mas la unción
que usaban los Apóstoles fué en orden á la restauración
del aflijido, y siempre fué eficaz para dicho fin. La u n ción de ellos acompañaba las curaciones que hacían, y era
señal de ellas. Tuvo, en los milagros que obraron los
Apóstoles, el mismo lugar que el lodo con que Cristo untó
los ojos del ciego, ó el agua del Jordán, en la cual Elíseo
mandó á Naáman lavarse siete veces. Fué el aceyte, así
como el lodo y el agua, señal esterna de una curación
milagrosa, pero sin -que tuviese en sí mismo eficacia niu-
100
gana; y aun en el dia, si hubiera quien hiciese igual milagro, no podría haber razón porque no usase también la
señal esterna. Unjan los sacerdotes á los enfermos con
abundancia de aceyte, si pueden con sus unciones hacer
también súplicas de tan grande eficacia que por ellas salven
á los pacientes. Pero, si no se pueden hacer mas curaciones milagrosas, debe también cesar el uso de la señal.
Luego que algún símbolo venga á ser insignificante, no
debe ser empleado mas. Ahora, la estreina unción no
significa nada. N o sirvió nada bajarse á la piscina de
Betesda, después de haber cesado el ánjel de ajitar las
aguas en cierta sazón, como antes lo habia acostumbrado
hacer. Y en este caso igualmente, como en nuestros
tiempos no hay mas curación milagrosa, no es menester,
n i tampoco es razón, que hubiese mas ceremonia de unción.
¡ Cuan diferente es el uso que hacen estos sacerdotes
del óleo, del modo en que aquellos lo usaron, cuyos sucesores pretenden ser. Los Apóstoles y Ancianos unjieroa
éi los enfermos á fin de que viviesen j mas éstos los unjen
en orden á la muerte. Aquellos no hubieran unjido á nadie si estuviera determinado de que m u r i e s e ; éstos no lo
harán, si creen que el paciente vivirá. ¡ Cuan diametralmente opuestos están ! ¡ Como se opone la Tradición con
las Escrituras ! Y lo peor de todo es, que no pueden
reconciliarse,D e las varias doctrinas de la iglesia del Vaticano, no só
cual de las dos debe llamarse la palmaria; si esta de la
estreñía unción, ó aquella del purgatorio. L a doctrina del
purgatorio enseña que por el fuego se debe salvar, y la
de la estrema unción ofrece la salvación por medio del
aceyte.
Sin duda, la doctrina de la unción es la mas
suave.
Pero en tratar asuntos como éste, debemos evitar
toda lijereza, y así concluimos con una sola observación,
traida del mismo Evanjelío. Jesu-Cristo vino al mundo
' ' por agua y sangre," ( l J u a n v, 6.) P o r éstas procla-
101
m'o la salvación, é instituyó con ellas los Sacramentos
del Bautismo y de la Eucaristía. E l primero de estos
símbolos indica la regeneración, como el segundo señala la
propiciación que Jesu­Cristo hizo por nuestros pecados.
2 9 . DEL HACER PENITENCIA.
i INTOLERABLE ! ¿ Q u é es esto ? ¿ Puede ser que los
traductores Papistas de la Biblia pongan la frase hacer
penitencia, por el verbo Griego metanoeo * ? N o quisiera
faltar á la caridad Cristiana, imputando á cualquiera u n
motivo malo, cuando podia tener uno bueno ; mas no
puedo menos que decir, que difícilmente concilio esta
falsa version con la idea de su honradez como traductores.
Debían saber mejor el significado de una palabra de tan
frecuente ocurrencia. ¿ Podian creer que habían escojido el
método mas juicioso de representar el sentido del orijinal
inspirado, cuando se determinaron á traducirlo por hacer
penitencia?
¿ Porqué usaron dos palabras para dar la sig­
nificación de una Griega ? ¿ H u b o necesidad alguna de
*Este verbo ретауоеш que es muy usado en el Nuevo Testa­
mento, se deriva de /ierá, después, y voév pensar, y signific a
volver á pensar, reflec sionar, ó pesarse de alguna c osa. Se debe
traducir arrepentirse, el c ual, en efec to, es el sentido verdadero
de la frase Latina agere pamitentiam, que es c omo apere vitam,
ugere animam, & c , por vivir, morir, ó finar, &c . Está bien tra­
ducido en Lúe. xvii.' 3., ¿civ регш/ощвп que aunque se halla en la
Vulgata si pamitentiam egerit, lo traduc en todos en Español,
por si se arrepintiere.
Atanasio, Obispo de Alejandría e n el
siglo c uarto, quieu, siendo Griego, debia entender la lengua
Griega, dic e las palabras siguientes : " La ¡leravoía (que nosotros
traducimos arrepentimiento) no es la jenuflec sion, sino el apar­
tarse de la maldad, c on pesadumbre y lamentac ión, suplic ando á
Dios que perdone los pecados c ometidos antes. Pues por esto se
llama arrepentimiento 'ÓTL р.етат1вп<п t¡>i> VOVV атгЬ TOV какой- irpbs
тЬк ayaSóv, porgue transfiere l a mente de l o mal o ái. la bueno.
(Quosst. Athanasii. cxxxijit'^-^Sarabo
l is.)
p­'f
102
semejante aumento de voces ? Ahí tenían la palabra
arrepentimiento;
¿ porqué no adoptarla ? ¿ P o r q u é dejarla
sin uso, y, especialmente, porqué dejarla para tomar una
frase estraña como lo es hacer penitencia ? Si no les gustaba arrejientimiento, podían tomar reformación, con mucha
menos variación del orijinal. Mas como si deseasen evitar
cualquiera palabra que diese la idea de dolor 6 de enmienda,
tomaron la frase hacer penitencia.
Si no me engaño, estos
traductores han incurrido en una tremenda responsabilidad.
E s t a falsa traducción, si fuera la única, sería suficiente para
condenar toda su obra. E s incalculable el daño que han
hecho produciendo un concepto falso, con respecto á un
punto de la primera importancia, en los millones que han
íeido la Biblia de Douay.
Pero vamos á la cuestión. Dios, prenunciando el dia
del juicio, y pintando los terrores que le acompañarán,
manda á todos los hombres, en todos los lugares, que
hagan cierta cosa. (Hech. xvii. 3 0 , 31.) Y Cristo dice
que, si no lo hacen, todos perecerán. (Lúe. xiii. 3.) Esta
cosa, el Señor espresa por la palabra Griega metanoh.
P e r o todos no entienden el Griego. P o r lo cual, en orden
á la debida admonición é instrucción de los miembros de
la iglesia de Roma, que no saben otro idioma mas que su
vernacular, y no pueden persuadirse del pecado de leer
la Biblia, ya es forzoso traducir la palabra á la lengua que
entienden. Ciertos individuos se enrpeñan en hacerlo, es
á saber, en esplicar la intención de Dios en esta palabra
metanoia.
¿ Y qué dicen que significa ? ¡ Escuchadles,
escuchadles ! Dicen que HACER PENITENCIA. Y lo esplican por menor, d i c i e n d o : " H a c e d la penitencia que
vuestros sacerdotes os impongan, después de haberos
confesado con ellos. E s t o , y nada mas, es lo que se req u i e r e . " N o es así, interpretan muy mal las palabras
del Todopoderoso. N o nos ha dado una tan solemne
amonestación, con el fin de que nos sometamos á una
103
penalidad-eclesiástica'; y el suponer que los ánjeles-se
alegran cuando ven á los hombres castigarse con disciplinas, es cosa muy ridicula. ¡ Oh que pésima traducción !
Hay gozo en el cielo sobre un pecador que hace p e n i t e n cia. A la verdad, debe ser cosa facilísima el hacer á los
ánjeles alegrarse, si es como dicen en su Biblia. ¡ Y que
mal suena lo siguiente, que ofensivo al oido, y aun mucho
mas al juicio del Cristiano ilustrado! " Dios manda á
todos que hagan penitencia." " Si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis." " N o quiere que ninguno perezca, sino que todos vuelvan á la penitencia."
¡ Vaya ! Afuera con semejante versión. L a Biblia de
Douay no puede ser de Dios, porque de propósito tuerce
sus palabras en un punto principal, esto es, sobre el artículo del arrepentimiento. Aquí tenemos una traducción
de metanoia, que no significa dolor por haber pecado, ni
mudanza en el corazón (según la significación literal de la
palabra), ni reformación moral ninguna : nada mas que el
ejecutar ciertas cosas esternas, y, como lo son jeneralmente, .muy pueriles, hechas por orden de un sacerdote,
y todo, según sucede las. mas veces, sin acto interno del
alma, ni emoción espiritual ninguna. Así se signe, y el
hecho es innegable, que un hombre puede ser tenido p o r
buen hijo de aquella iglesia, sin que en su vida sienta mas
compunción que la de una disciplina de azotes. Dicen
que es buen Católico, mas no es necesario que piense,en
el estado de su corazón, ni que sienta ninguna contrición
de espíritu. Toda su relijion consta de actos mecánicos,
y Maelzel, el maquinista que hace los autómatas, cuasi
podría hacer un Cristiano como él. N o se diga que esto
es denigrar á esos Cristianos, pues no lo es. E s la verdad,
y debemos decirla. D e b e ser sabido que la Curia R o mana, y el clero dependiente de ella, se desentiende d e
la razón, de la conciencia, y del corazón del hombre.
Que á las altas facultades de su naturaleza, nunca dirije
104
sus encargos. Luego ¿ puede ser la relijion de Roma la
del Espíritu Santo ? ¿ E s t e Cristianismo puede ser de
Cristo ? D e ninguna manera.
Mas debo decir que encuentro, en un pasaje de la Biblia
Inglesa de Douay, la palabra Griega metanoeite, traducida
correctamente por arrepentios.
E s en M á r c . i. 1 5 . * Si
esta traducción fué hecha en un momento de compunción,
no me atrevo á decirlo; mas no la hallo repetida. Puede
ser que los traductores tuviesen que hacer penitencia por
haber presumido traducir la palabra como se debe, por
aquella única vez.
i N o es evidente que ha de incomodar mucho á los sacerdotes, si ensenamos al pueblo que el significado verdadero del nombre Griego es arrepentimiento ? Porque, si
viene á ser así, el pecador se salvará si se arrepintiere,
sin depender de sacerdote ninguno. E n ese caso el Sumo
Sacerdote, que ha entrado en los cielos, se interesará en
la salvación de todo verdadero penitente. Pero, si al
contrario se requiere un hacimiento de penitencia física,
esto se hará según lo dirija el sacerdote quien tendrá al
pobre del penitente absolutamente bajo su poder. Así se
creerá que la salud de una alma depende del acto ó albedrío de un sacerdote mezquino y despreciable. N o estrenamos, pues, que los sacerdotes insten en que el verbo
se traduzca hacer penitencia, y el nombre penitencia, ni
que prohiban al pueblo leer una Biblia que le obliga á
arrepentirse.
H a y una nota muy preciosa en la Biblia de Douay tocante á este asunto, que tal vez me servirá algún dia para
tema de un artículo.
* Pero Scio y Amat no la traducen tan bien. Dicen haced penitencia.
Lo mismo tiene el Italiano del Arzobispo Martini.
105
30.
ALGO MAS ACERCA DE LA PENITENCÍÁ,
ENTRE los demás favores que nuestros hermanos de la
Iglesia de Roma hacen á su relijion, es éste. Que dicen
que es la relijion más difícil, q u e no hay otra que requiera
tanto de los que la profesan ; de donde quieren inferir,
que ésta debe ser la divina y única verdadera. E l Salvador dice, p o r otra parte : " Traed mi yugo sobre vosotros,
y aprended de mi
porque mi yugo suave es, y mi
carga lijera."
(Mat. xi. 2 9 , 30.) D e modo que, si el
yugo de ellos es tan durOj y su carga tan pesada, yo no
entiendo como pueden ser de Cristo.
Mas voy á ecsaminar esta pretensión á ser la relijion
mas dificultosa, y no rehuso concederles algo en esta
cuestión. Concedo q u e algunos artículos de su creencia
son muy difícilmente creídos, como, por ejemplo, aquel d e
la transustanciacion, ó doctrina de que el p a n y vino de la
Eucaristía, se mudan en . . . . ¿ En q u é ? ¿ E n el cuerpo y
sangre de Cristo ? E n mas, ¡ en su alma y divinidad!
Difícil es creer esto, cuando ven que no es así, y saben
que no puede s e r . Difícil es negarse totalmente á esos
chico servidores, los sentidos, que por tanto tiempo les
han servido tan fielmente, y especialmente el principal d e
ellos, q u e es el de la vista. Dicen la v e r d a d ; la relijion
de Roma es sumamente dificultosa, pues violenta mucho
el entendimiento.
• También tienen una doctrina acerca de la necesidad del
bautismo de agua, en orden á la salvación, que parece
muy difícil de creencia. Nos parece así difícil, porque
es tan dura con respecto á los Gentiles, q u e no pueden
bautizarse, como también á una grande muchedumbre de
niños, que mueren sin bautizarse. Según el dogma R o mano, que el bautismo es indispensablemente necesario e u
urden á la salvación, todos ellos están perdidos por falta
o
10G
de un poco de agua. ¡ Pobres de ellos ! lo pasan peor
que el ladrón que murió en la cruz, pues, aunque él murió
sin bautismo, fué el mismo dia con Cristo al Paraíso. Debemos confesar que esta relijion es dificultosa. Muy dura
es para los niños, así como la doctrina de un Purgatorio
del que las almas se libran á fuerza de oraciones y misas,
bien pagadas, es dura para los pobres.
Esto de la dificultad de su creencia. Pero no todo es
tan dificultoso. La doctrina de induljencias, por ejemplo,
no es dura, porque nunca es duro recibir induljencias,
M u y lejos de ser duro, es muy agradable á un pecador que
está condenado en su propia conciencia, el tener un tal
fondo del cual traer los méritos de los Santos de otros
tiempos, que hicieron mas, según él cree, de lo que fuese
preciso en orden á salvarse á sí mismos, habiendo, segua
deben creerlo, amado á Dios con mucho mas que " todo
su corazón, y ánimo, y fuerzas y entendimiento." Esta
doctrina no contribuye á hacer dificultosa la relijion Romana, ni tampoco la hace tal el dogma de pecados veniales. Sostienen ellos que hay algunos pecados, cuyo
" e s t i p e n d i o " no " e s la m u e r t e . " ¡ E s t o s pecadillos
fácilmente se perdonan ! Nosotros no conocemos semejantes pecados. Creemos con S. Pablo, que " m a l d i t o "
está " todo el que no permaneciere en todas las cosas que
están escritas en el libro de la ley, para hacerlas." (Gal.
iii. 10.)
Mas es probable que, cuando los Papistas dicen que su
relijion es dificultosa, no se refieren tanto á su ereencia
como á la práctica que por ella se requiere. Lo mas dificultoso es lo que tienen que hacer. Pero, ¿ porqué hablan
así de ser su relijion dificultosa? Parece que les es una pensión, y que no traen de ella su mayor y mas elevado gozo.
Parece que no consideran el servicio de Dios tanto como
un privilejio, como una obligación p e n o s a ; y, por lo que
dicen, creería que los mandamientos de Dios les fuesen
107
muy gravosos. M e compadezco de ellos, de que el yugo
de Cristo que de suyo es tan suave, así como él mismo lo
dice, les venga á ser tan duro. Nosotros los Protestantes
nunca hablamos de nuestra relijion como de una dureza.
Muy al contrario, para nosotros, " sus caminos son caminos hermosos, y todas sus sendas son de p a z . "
(Prov.
iii. 17.) Y decimos, en las palabras del Salmista inspirado : "i Cuanto hemos amado, Señor, tu ley ? Ella es
nuestra meditación todo el dia." " ¡ Cuan dulces son tus
palabras á nuestro paladar, mas que la miel á nuestra
boca!"
(Sal. cxviii. 97, 103.) Mas no debe suceder
así con los de Roma. M e ha sorprendido muchas veces el
oir, aun á los mas devotos de ellos, hablar de los requerimientos de su relijion como de cosas con las cuales han
de cumplir por precisión.
" E s preciso que yo lo h a g a , "
es el lenguaje que acostumbran usar con referencia á cuasi
todos sus actos relijiosos. Cuantas veces no he dicho
entre m í : " ¿ como es posible que procedan cordialmente
en su relijion, si la tienen por ta'n dura ? ¿ Como hallarán
contento en el cielo, si los ejercicios y solemnidades que
entre ellos se tienen por mas sagrados, y que celebrados
en la tierra se les deben parecer mas á las ocupaciones dé
los bienaventurados en el cielo, les son tan pesados, q u e
los celebran por una mera precisión ? "
Mas debo citar algunas de las formalidades penosas que
la relijion Romana requiere de los que la profesan. U n a
es la de confesarse con un Sacerdote. ¿ N o es esta ceremonia muy penosa? Ciertamente lo e s . P a r a mí sería
cosa penosísima el tener por obligación que confesarlo
todo, sin omitir el descubrir los pensamientos mas secretos, á otro hombre cualquiera, y luego estar obligado á
hacer cualquiera penitencia que él mé quisiese imponer.
Sí, es penoso ; tan penoso y tan absurdo, que Dios nunca
lo ha podido requerir de nosotros. E s t e llama al pecador,
para que, teniendo el corazón atribulado, venga direetao2
108
mente á él á hacerle su confesión, " porque ciertamente
Dios estaba en Cristo, reconciliando el mundo consigo, no
imputándole sus pecados." (2 Cor. v. 1.9.)
Cuentan el ayuno entre las austeridades de su relijion,
y, á la verdad, muy duro sería el no ser permitido Comer
cuando uno tiene hambre. P e r o tampoco ayunan ellos de
esta manera, ni aun humillándose espontáneamente delante
de Dios, según lo hicieron frecuentemente los Santos Profetas y Apóstoles. E l ayuno de éstos es muy diferente.
Se halla indicado en la predicción de S. Pabló, en su
primera epístola á Timoteo, donde habla de los que prohibirían el uso de las viandas que Dios crió, como tambieu,
en otro lugar (1 Cor. x. 2 5 . ) , donde declara que es lícito
al Cristiano comer " todo lo que se vende en la plaza."
Mas la restricción que esa iglesia impone á sus miembros
en ciertos días y temporadas no es muy dura, porque
aquel que no^pueda satisfacer su apetito de toda la plaza
de las verduras, teniendo además elección de todo lo que
se'encuentra en la pescadería, debe ser muy comilón.
Empero, debo confesar, que hay una cosa en la superstición Romana, que, á la verdad, es muy dura. Una cosa
digo, pues no pertenece, rigurosamente hablando, ni á la
fé ni á las costumbres. Pero, si es algo, debe ser cosa.
Aludo al Purgatorio.
Mirándolo como declarado por el
dogma, es dificilísimo el creerlo. M u y repugnante es,
tanto á la razón, como á la revelación, el decir que un
fuego material pueda, operar sobre un espíritu inmaterial;
y ésto de tal modo, que le purifique del pecado. Pero
duro como fuere el creer el Purgatorio, mas duro sería el
sufrirlo.
Durísima sería la suerte del buen Católico que,
después de haber cumplido toda la rutina de los Sacramentos, y vivido, según dicen, una vida buena, tuviese
que ser arrojado á un fuego ardentísimo, después de la
muerte. Tan duro sería que yo, por mi parte, prefiero
la relijion de Lázaro el pobre, á quien los ánjeles llevaron
109
directamente al cielo, ó la del malhechor penitente que
fué al Paraíso de Dios el.mismo dia en que murió. Y
ahora se me ocurre la idea de que Pablo no debia estar
pensando en un Purgatorio, cuando dijo : " Para mí el
vivir es Cristo,, y el morir ganancia."
Mas otra vez me
confunden estos pensamientos sobre asuntos tan estraños,
Pablo no pudo pensar en semejante cosa, pues él vivió
entes de los tiempos de esta nueva relijion.
3 1 . LA RELIJION MAS RÍJIDA..
OIGAMOS ambos partidos. E n un artículo que escribí
sobre este asunto (Art.
2 9 ) , propuse mis objeciones, á.
la frase hacer penitencia, que emplearon los traductores de
la Biblia de Douay. Mas ¿ no tienen nada que decir en
justificación de ella ? Supongo que todo lo que tienen que
proponer en su defensa, se espresa en una nota sobre
Mat. iii. 2 . " Haced penitencia, porque está cerca el
reyno de los cielos," es su versión del pasaje. Luego
llaman nuestra atención á la nota que sigue : " Agite peenltenüam, m e t a n o e i t e ; " cuya palabra, según el uso d e
las Escrituras y de los Santos Padres, no solamente significa el arrepentimiento y la enmienda de la vida, sino
también el castigar por el ayuno y otros semejantes ejercicios penitenciales, los pecados cometidos. E s t a es la
sabia nota.
Ahora bien, reconocen aquí las ideas de arrepentimiento
y enmienda, como inclusas en la palabra orijinal. ¿ P u e s
porqué emplear en traducirla otra palabra que escluye las
ideas del arrepentimiento y de la enmienda?
Confiesan
que el orijinal las incluye; pero la versión que han hecho
las escluye totalmente. U n hombre puede hacer penitencia sin arrepentirse ni enmendarse, sin que le pese el
haber pecado, ni que vuelva á mejor vida. Esos traduc-tpres debiau creer que, aunque el arrepentimiento y la
110
enmienda fuesen espresados por la palabra orijinal, eran
de muy poca importancia. Si no hubieran sido de este
parecer, los hubieran reconocido en su traducción. No
los hubieran desechado como demasiado insignificantes
para estar notados en su versión Católica. Nosotros los
Protestantes creemos, que el pesar y la enmienda son
actos esenciales al arrepentimiento.
A mas de significar la palabra orijinal arrepentimiento
y la enmienda, dicen que significa " el castigar por el
ayuno, & c , los pecados cometidos." Así afirman ellos.
M a s i donde están las pruebas ? Y o quisiera verlas, porque los diccionarios esplican la palabra de otro modo.
Apelan á las Escrituras y á los Padres, diciendo: "según
el uso de las Escrituras y de los Santos P a d r e s . " Aquí
citan dos autoridades que, según yo las estimo, son muy
desiguales; mas, dejando los Padres, quisiera verlos citar
algunos pasajes del sagrado testo, en que se usa la palabra
en el sentido que ellos la entienden. Presumo que hubieran producido semejantes pruebas si las hubiesen tenido á
la mano. Pero la verdad es, que nunca es usada la palabra
en el sentido que le han dado en su Biblia. Dicen que
significa el castigar; mas arrepentimiento no es castigo.
" El castigar," dicen, " los pecados cometidos."
Mas
esto no es intelijible. E s demasiado figurado para una
nota espositiva. ¿ Y como castigarlos ? " P o r el ayuno."
¿ Y como puede el ayuno castigar al pecado ? Y o no veo
como ayuno cualquiera pueda castigar al pecado, y estoy
cierto que no lo hace el ayuno que practican ellos. Por
ayunar no entienden abstenerse del alimento, sino tomarlo
de otra clase. E l Romanista no tiene que hacer mas que
abstenerse del uso " de las viandas," según la predicción
del Apóstol (1 Tim. iv. 3.), y luego puede comer cualquiera otra cosa que le dé la gana. E l ayuno, según la
opinión de los Papistas del pais en donde yo vivo, y supongo que la de los otros, es el reducirse á la comida muy
111
parca de pescado (de todas especies), huevos, ostras, cosas
jactanciosas, con toda clase de vejetales y variedades de
postres. Llaman á esto ayunar, porque no se come carne.
Mas todo lo que no se vende en la carnecería, se puede
comer libremente. Ahora, yo no veo nada de punición e n
tal ayuno. El pecado de un hombre debe ser sumamente
sensitivo para ser castigado por semejante penitencia. Y o
no creo que el pecado pueda ser espulsado del alma á
fuerza de una abstinencia tal.
No sería mal hacer una prueba de esposicion de la
palabra, aplicándola á algún pasaje en que se encuentra,
como por ejemplo el siguiente. ( H e c h . xvii. 3 0 . ) " D i o s
ahora manda á todos los hombres, en todo lugar, que se
arrepientan."* Esplicaríanlo a s í : " D i o s ahora manda á
todos los hombres, que en todos los lugares castiguen sus
pecados pasados por el ayuno, y otros semejantes ejercicios
penitenciales." ¿ Como suena esta paráfrasis ? ¿ Debemos
creer que Dios quiso publicar semejante precepto ?
32.
LA COMIDA D E U N DÍA D E ABSTINENCIA.
Algunos lectores honrados que acostumbran llamar las
cosas por sus propios nombres, estrañarán el título d e
este artículo, porque diciendo " l a comida de un día d e
abstinencia," intima que puede haber comida en tal dia,
aunque, según nuestras ideas anticuadas de lo que es el
ayunar, no debe haber comida ninguna en dia de ayuno.
Y en verdad, el ayunar fué en lo antiguo una abstinencia
parcial, cuando menos, pero mas jeneralmente total, de
toda especie de alimento, durante el tiempo señalado para
ello. E r a entonces la opinión común, que el comer hasta
* Está es traducción literal del testo : O @ebi ravvv irapayyéñAei
To¿s ívBpéirois irutri ira.VTa.xov [ÍZTCLVOIUV. La Vulgata UT omnes
ubique, aje. desfigura y muda el testo.
Í12
hartarse fuese incompatible con un ayuno verdadero; y,
en efecto, se creia que el comer la menor cosa sería quebrantar el ayuno. Ninguno debe dudar que Daniel,
Nehemías, Esdras, y los demás Judíos piadosos, no se
abstuviesen de todo alimento en los dias de ayuno que
observaron. ¿Quien cree que en aquellos dias tomaron
buenas comidas ? M a s , desde el tiempo de los profetas,
el intelecto humano se ha puesto en m a r c h a ; pero, si su
marcha ha sido siempre para adelante, dejo a otros para
qué lo digan ellos," pues yo no me atrevo á determinarlo.
Ahora, según las ideas que prevalecen en la iglesia infalible, y que, aunque se contradiga á sí misma, no padece
equivocación, la abstinencia no es esencial al ayuno, y la
comida de un dia de abstinencia, tan lejos está de no ser
comida de ninguna especie, según algunos Cristianos puritánicos dirían, viene á ser un muy buen refresco, una
de las comidas mas delicadas de toda la semana.
Lo que primero me hizo pensar en este asunto, fué la
ocurrencia siguiente. Hallándonos á la mesa cierto dia,
el tópico de la conversación era una preparación de huevos
muy delicada. E l asunto no era tal que me interesase
mucho, hasta que una Señora dijo, que cuando ella estaba
en la familia del Señor de A
, un Católico muy eminente, aquel plato siempre entraba en su comida los dias
de abstinencia. Estas palabras me llamaron l a atención.
¡ Comida de . dia de abstinencia ! esclamé yo. ¿ Quien
jamás oyó hablar de una comida en dia de abstinencia?
N o es posible que haya comida en la casa del Señor
A
en los dias de abstinencia. ¡ Comida ! replicó la
Señora.; yo nunca desearé comer otra mejor. Esta observación me escitó la curiosidad, y pregunté de qué constaba
la comida en un. dia de abstinencia en la casa de ese Señor. " B i e n , " me respondió, " le diré á V . : en primer
ugar, un galápago cocido con huevos y manteca (esto no
es muy malo si hay g a n a s ) ; huevos cocidos de dos modos,
113
y ostras."
Supongo que dispensan cori vejetales," dije
yo. " . O • n o , " replicó ella; y en esto convine al momento,
porque me habia equivocado, suponiendo que dispensasen
con vejetales. Timoteo no profetizó de que el Anticristo
mandaría abstenerse de vejetales, sino solamente " del uso
de las viandas que Dios crió, para que con hacimiento de
gracias participasen de ellas los fieles, y los que conocieren la verdad." • (1 Tim. iv. 3.) " Muy b i e n , " continué;
" pero seguramente, no tomaban postres en dia de abstinencia." " ¡ Como V . h a b l a ! " esclamó, " toman postres,
y de los mejores, y en mucha variedad." " Y llaman
esta una comida de dia de abstinencia, y creen ayunar
comiéndola?" " C i e r t a m e n t e que así lo creen."
"Entonces, debe ser porque comen muy parcamente de lo que
se les pone delante." " V . se equivoca, cantidad no tiene
que ver con la cosa. N o es la cantidad que uno come la
que constituye un ayuno, sino la calidad." Con esto se
acabó la conversación, pero mis pensamientos prosiguieron
en discurrir. Y esto, pensaba yo, se tiene por ayunan
Así lo enseña la iglesia, y millones que están en el camino para el juicio, sencillamente lo creen. ¡ Qué simples !
¡ Qué engañados están, suponiendo que esto es a y u n a r !
y, si no están engañados, ¡ con cuanto desacato insultan
á Dios, intentando persuadirle tener éste por ayuno ! Así
llaman ayuno-«»a mudanza del alimento, y pretenden decir,
que el comer en un dia de otra manera que en otro, es solemnizar un ayuno. ¡ Doctrina admirable !
{ j
3 3 . LA MISA.
EN el Vocabulario de la Iglesia de Italia hay mucho que
le es muy propio, pero que entre nosotros suena estraño.
El lector Cristiano que no está muy versado en otros autores mas que en los que escribieron la Biblia por la inspiración del Espíritu Santo, no sabe como debe entender
114
muchos de los términos que encuentra en algunos libros
que profesan tratar sobre el Cristianismo. " L a misa, la
m i s a , " dice entre sí. " L a misa," vuelve á repetirlo;
" y qué cosa es m i s a ? " H a leído su Biblia muchas veces,
pero no ha hallado en ella ni siquiera una palabra acerca
de la misa. Opina que, si la misa es parte alguna del
Cristianismo, se debe notar aquí. Pregunta < porqué no
dijeron nada los Cristianos Apostólicos de un asunto que
da tanto que decir á los que se llaman sus descendientes
pomo en línea directa ? Tampoco encuentra en la Biblia
mención de doctrina ó de rito alguno al cual convenga en
un ápice esta palabra misa. No pondría dificultad ninguna
en admitir la palabra, si pudiera hallar la cosa que se dice
que significa. Nunca le ocurre la idea de que por misa los
Romanistas entiendan los hechos que M a t e o refiere en el
capítulo xxvi. de su Evanjelio, como también otros tres
escritores inspirados, y de que nosotros hablamos comunmente como de la institución de la Cena del Señor. Mas
ellos aluden á la institución de este Sacramento. Nos
dicen que entonces fué dicha la primera misa. E n el
Catecismo de Doiiay hallamos estas preguntas y respuestas :—
P. i Quien dijo la primera misa?
R. Jesu-Cristo.
P. Cuando la dijo ?
i ? . E n su última cena.
Aquí está la. misa en pregunta y respuesta, aunque no
erx capítulo y versículo. E l lector Bíblico tendrá la bondad de advertir, cuando leyere la relación de la última
cena en los Evanjelios, de que los escritores dan la historia
de la primera misa que fué dicha.
Pero pueden llamar la última cena misa, si quieren llamaría así, y pueden también hablar de la institución de la
Eucaristía por Jesu-Cristo, como si el Salvador hubiera
dicho una misa. Unas meras palabras n o importan mucho,
115
pero es siempre mejor escojerlás bueñas, y aplicarlas bien.
Si por misa ellos entienden lo que nosotros entendemos
por Cena del Señor, está en salvo él punto principal.
Mas la verdad e s , que entienden una cosa totalmente
distinta. Oigamos la " G u í a del C r i s t i a n o " sobre esta
materia. S e dice en e l l a : " P r o f e s o igualmente que en
la misa s e ofrece á Dios un sacrificio verdadero, propio y
propiciatorio, tanto para los vivos como para los difuntos."
Cristo lo ofreció cuando dijo misa, y todo Sacerdote }o
ofrece ahora cuando dice misa.
Pues, lector mió, no debemos formar nuestro juicio con
precipitación. Volveremos á leer la relación del hecho como está dada en la Biblia, y veremos si en ella se dice algo
de sacrificio. Dice S . Mateo (xxvi. 2 6 , 2 8 . ) : " Y C o miendo ellos, J e s ú s tomó un p a n , y habiendo echado Ja
bendición, lo rompió y dio á sus discípulos, y dijo : T o mad, comed, este es mi cuerpo. Y tomando la copa, y
habiendo dado gracias, se les: dio, diciendo: Bebed d e
ésta todos, porque ésta es mi sangre de la nueva alianza,
derramada por muchos para remisión de pecados.*'' ¿ Aquí
encontramos algún sacrificio, y especialmente sacrificio
propiciatorio ? Tenemos descripciones de sacrificios en
el Antiguo Testamento, y en la Epístola á los H e b r e o s ;
mas estas descripciones no cuadran con la de esta cena.
Los Romanistas dicen q u e , cuando Cristo ejecutó esas a c ciones con el p a n y el vino, se ofreció á sí mismo á Dios
en sacrificio propiciatorio.
M á s ¿ como se asemeja á sacrificio lo que entonces hizo ? N o hubo efusión de sangre,
* ^CQI6VTO¡V Bk hvr&Vj \a$¿>u ó l7j<rovs rbv &pTov tcál
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ípaprmv.
E n citar este testo n o debemos fiar en la versión vul»
gata romanizada.
P2
5
116
ni tampoco se quitó la vida, como había de hacerse en
todos los sacrificios propiciatorios bajo la ley, como se
hizo en el sacrificio de Cristo en la cruz, y como siempre
se ha creido necesario, en orden á la perfección de un
sacrificio propiciatorio, tanto entre los Gentiles, como
entre los discípulos de la verdadera relijion. Concedo
que se hizo una ofrenda, pero no fué mas que de pan y
vino. Esto pudo constituir un sacrificio eucarístico, ó de
acción de gracias, mas no pudo ser un propiciatorio. Si
cosas semejantes pudiesen constituir un sacrificio propiciatorio, Caín, que ofreció del fruto de la tierra, debia ser
aceptado por Dios, igualmente con Abel que trajo al Señ o r los primojénitos de su rebaño. Mas, sea como fuere,
no se ofreció nada á Dios, y lo que no se ofrece á él, no
' p u e d e ser sacrificio, como hasta " l a Guía del Cristiano"
lo confiesa. Aquello que se ofreció entonces fué ofrecido
á los discípulos, diciéndoles Cristo : " Tomad y comed."
Concedo también que el• pan y vino se ofrecieron á ellos
como memoria de un sacrificio en el cual el cuerpo de Jesu-Cristo habia de ser rompido, y derramada su sangre;
mas la memoria de un sacrificio no es el mismo sacrificio.
L a representación emblemática de una cosa no es la cosa
misma. E s evidente que en aquella solemnidad no hubo
sacrificio.
Luego : si Cristo se ofreció en la Eucaristía como sacrificio á Dios, según afirman ellos, y si después, como todos
lo confiesan, se ofreció en la cruz, entonces se sigue que
se ofreció dos veces, y, si fué así, el escritorde la epístola
á los Hebreos padeció una grande equivocación, porque
éste dijo : " C r i s t o fué una sola vez inmolado," y " somos
santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesu-Cristo hecha
•una vez."
( H e b . ix. 28, y x. 10.) Aquí-vemos repugnar el Apóstol de los Gentiles, y la iglesia mas gentílica
de todas. ¿ A cual de los dos hemos de creer? Si de
hecho Jesu-Cristo se ofreció á sí mismo en la cena, ó,
11?
según sostienen ellos, en la mesa, entonces no era necesario que se ofreciese en la cruz.
El ofrecerse dos veces
fuera-cosa supérflua. Si en la-mesa se ofreció á Dios " u n
sacrificio verdadero, propio y propiciatorio," "qué necesidad pudo haber de hacer otro en el calvario ? Un sacrificio verdadero, propio y propiciatorio, és todo lo que
los hombres necesitamos.
Pero si la doctrina de la misa es verdadera, Cristo ha sido
ofrecido no dos veces solamente, sino veces innumerables.
Según ella, ha sido ofrecido en toda misa que se ha dicho.
Según ella, se ofrece hoy, y se ofrecerá mañana y todos
los dias, en millares de altares, tan realmente como en el
dia de su erucificcion, y se ofrece eu la tierra al mismo
tiempo que está intercediendo en el cielo. Ambas partes
de la función sacerdotal, la propiciación y la intercesión,
se cumplen á la vez, cosa inaudita en toda la historia del
Sacerdocio. ¿ El Sumo Sacerdote de los Hebreos, prototipo, como fué, de nuestro Sumo Pontífice J e s ú s , ejecutó
acaso en el mismo momento ambas partes de su ministerio? Y , además de ésto, si la doctrina de los Papistas
es la verdadera, Jesu-Cristo, diciendo cuando estaba pendiente de la cruz, " C o n s u m a d o e s , " dijo muy m a l ; porque de esta suerte no está consumado el sacrificio del
Salvador, ni lo estará, hasta que se diga la última misa.
No será consumado hasta que los Sacerdotes quieran
consumarlo. E s t a doctrina es para mí la blasfemia mas
abominable. / ¡ Q u é ! ¿ P u e d e un Sacerdote hacer que
Cristo se ofrezca en el momento en que le da la gana que
lo haga ? . M i espíritu se horroriza de semejante idea.
Por una figura, un Apóstol habla de " crucificar de nuevo
al Hijo de D i o s . " ( H e b . vi. 6.) Mas éstos parecen intentar hacerlo literalmente.
Sé que hacen una distinción. Dicen, y debemos escucharlos, que en el Sacramento Cristo se ofrece en un
sacrificio incruento, que es diferente del de la cruz, ea
118
cuanto aquel fué con sangre. E insisten mucho en esta
distinción. MaS estraño d e que no vean la consecuencia
d e esta esplanacion ; que, si el sacrificio es incruento, no
puede ser propiciatorio, como dicen que lo es. Sacrificio
incruento y propiciatorio es una repugnancia de términos.
Nadie, ni Judío ni Pagano, ha oído hablar de semejante
cosa. U n sacrificio propiciatorio es un sacrificio, según
todos lo reconocen, para propiciación de los p e c a d o s ; pero
" sin efusión de sangre no hay remisión " ( H e b . ix. 2 2 . ) ,
y de consiguiente, tampoco puede haber sacrificio propiciatorio. Ahora bien, en la misa, mirada como sacrificio
incruento, no hay efusión de sangre, pero dicen, sin
embargo, que por su medio se alcanza la remisión de
los pecados, 6, en otras palabras, que es un sacrificio
incruento y propiciatorio. N o pueden sostener esta proposición sin contradecirse á sí mismos, y al Apóstol.
E l lector no dejará de ver, que esta doctrina de la iglesia
de Roma, es subversiva del principio funójámental del gobierno divino, de que " sin efusión de sangre -no haya
remisión." U n principio que no solamente está archivado
en la Biblia, sino grabado como con el dedo de Dios en
el alma del hombre, hasta en la del ciego Pagano. Si un
sacrificio puede ser. propiciatorio, aunque incruento, no
fué necesario inmolar víctima ninguna bajo la economía
de Moyses, ni tampoco fué necesario que Cristo muriese.
P o r consecuencia, p u e s , la doctrina de la misa, según la
¡cual un sacrificio puede ser propiciatorio, aunque incruento, subvierte el Evanjelio.
- N o debo dejar pasar sin advertirla, otra inferencia que
deducimos de su doctrina. E s esta : si en la Eucaristía
se ofrece un sacrificio propiciatorio, luego un sacrificio
propiciatorio s e puede efectuar por una mera acción, y,
paTa verificarlo, no s é requiere ninguna, pasión. Se hace
espiacion sin ningún sufrimiento, solamente haciendo una
cosa, i E s esto la verdad ? ¿ Tiene esta doctrina el p'rcs-
1151
tljio de la antigüedad ? La relijion que la sostiene y enseña, i puede ser la mas antigua ?
'
Como en la misa no hay sacrificio de ninguna especie,
ciertamente no puede haberlo propiciatorio. La doctrina
es e r r ó n e a ; errónea, en cuanto á un punto fundamental.
E l error es gravísimo, y en estremo pernicioso. Pues
i qué hemos de pensar d e una iglesia que no solamente la
inculca, sino que le da la mayor prominencia, y ordena
que un solemne oficio fundado en ella sea el acto y eí
punto principal de su relijion l Y o sé, por' mi parte,
como pensar de ella. E l lector queda libre para formar
también su juicio. Tengo reservadas algunas observaciones acerca de la misa para otro artículo.
34.
MAS ACERCA DE LA MISA.
ANTES dé proseguir á la misa, deseo ofrecer otra palabra
mas acerca de las reliquias. E n mi artículo sobre éstas, me
referí á Belarmino que cita pasajes del Antiguo Testamento en; apoyo de la doctrina de reliquias. Puede Ser
que el lector sepa que los Romanistas rio tienen reliquias,
en mayor abundancia, n i mas apreciadas que los huesos
de los mártires y de los santos. Desde que escribí aquel
artículo, el hecho que acabo de notar me ha sujerido otra
razón porque no se debe apelar al Antiguo Testamentó en
favor del uso de las reliquias, y es que, según la ley de
Moyses (Ñúm. xix. 16,), si alguno, aun por casualidad,
tocaba el cadáver ó hueso de un muerto, debía quedar inmundo por espacio de siete dias, y tenia que someterse á
un proceso muy fastidioso de -purificación antes de que
pudiese restaurarse á los privilejios de la congregación, y
al trato social con los de su pueblo, del cual había sido
escluido por un tiempo por causa de aquel contacto contaminador. E s sabido q u e , siendo la ley así, los huesos de
los muertos no fueron palpados y conservados en relicarios
120
por los Judíos relijiosos, así como lo son por los devotos
Romanistas. No habia cosa que el Israelita mas evitase,
que algunas de las sustancias que ahora ge guardan y
muestran como reliquias santas.
Ahora, volvamos á la misa. Citan las Escrituras en
favor de dicha ceremonia; pero éstas no les ayudan para
nada. N o todas las citas de la Sagrada Biblia se traen
á propósito. Aquellos que piensan favorablemente de alguna doctrina, solamente porque ven á sus fautores apelar
á la Biblia> deben advertir de que esta circunstancia no
llega á ser prueba de su verdad, y que el mismo Satanás
citó pasajes del sagrado testo, á fin de persuadir al Hijo
de Dios á que se despeñase desde lo mas alto del Templo.
Debemos remitirnos á todos los lugares que citan, para
ver si hacen al caso> ó favorecen las proposiciones para
cuya comprobación se han citado. E l pasaje principal que
los Romanistas reclaman en favor de su misa, tiene referencia al rey Melquizedec, y se halla en el capítulo décimo
cuarto del libro del Génesis. Abraham y sus siervos
armados, volviendo de la derrota de los reyes, este
personaje les salió al encuentro, para felicitarles después
de su victoria. E l historiador sagrado -dice luego : " Y
Melquizedec, Rey de Salem, sacó pan y vino. Y él fué
Sacerdote del Dios Altísimo. Y le bendijo, y dijo .- Bendito Abraham del Dios escelso, criador del cielo y de la
tierra. Y bendito el Dios escelso que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio diezmos de t o d o . " * Aquí,
* D i c e el Hebreo en el versículo 1 8 : " y él fué Sacerdote del
Dios Altísimo." Esto es, Sacerdote y Rey, segnn lo dice también
S. Pablo (Heb. vii. 1.), y conforme á la costumbre jeneral de la
antigüedad, de unirse ambos oficios en la misma persona. Así
dice Virgilio, que
egressi veneramur Apollinis urbem.
Rex Anius, rex idem homimim, Phcebique Sacerdos,
Vittis et sacra redimitus témpora lauro
Occurrit.
jEneid. üi. 79.
121
•eándidó l e c t o r / t i e n e s él testó. L a doctrina qué dé ella
deducen, es, que en la misa se ofrece á Dios un sacrificio
verdadero, propio y propiciatorio para los vivos y para los
difuntos;"
Ergo
No t e Has de la incongruidad del testo y d é l a doctrina,
de la distancia de la conclusión del antecedente. Las cosas
•sagradas han de tratarse con seriedad, y, si el lector se rie,
sé que es solamente de la lójica tan estraordinariá que
desplegan en su argumento. Mas debe considerar que
. ¿_i
_¿
,
_
"Habiéndonos desembarcado, veneramos la ciudad de Apoloo.
N o s salió al encuentro el rey Anio, siendo al mismo tiempo rey
de. hombres y sacerdote de Apolon, teniendo s»3 sienes coronadas
de bendas y del sagrado lauro," La Vulgata Latina, como revisada para uso de la Iglesia de Roma, traduce el testo por erat
enim Sacerdos Dei Altissimi, apartándose de la sencillez del orijinál, y del asenso de las mejores versiones antiguas y .modernas,
que concuerdan con las Latinas de Sabatier; et ipse Sacerdos D e i
.excelsi, y con la versión judaica, sumamente literal, impresa primeramente en Ferrara : " y él Sacerdote de Dios alto." Pero aun
si la conjunción fuera causal, no por esto diria nada el versículo
sobré uua transusianciacion, ni sería mas que una fraude literaria
Ja nota de Amat, en que intenta probar que el verbo sacar en la
conjugación Hifil, significa " la acción relijiosá de ofrecer víctima," lo cual es absolutamente falso, y solo pudo decirlo contando
con la ignorancia do sus letítores. La misma palabra en el H e breo,, ocurre en los siguientes lugares. Véalos cualquiera, para
saber si es así. Lev. iv. 12. 2 1 . vi. 4. xiv. 45. N ú m . xix. 3 .
Deut. xxii. 14. Sal. xxxvii ó xxxvi. 6. Zacar. iv. 7. El "filohebreo" que tenga en su poder un ejemplar de la3 concordancias
Hebraicas, puede seguir hacia abajo en la lista de la cual se sacan
estas, citas, y verá si sacar en Hebreo es diverso de sacar en Castellano, y mucho m e engaño si sacare la consecuencia de que
Melquizedec sacó el cuerpo y saugre de Jesu-Cristo de su despensa. Perdóneseme este estilo irreverente ; mas, en tratando un.
asunto tal como es el de la transustanciacion, es imposible guardar el estilo de profunda veneración con que debe inspirarnos el
solo pensar en nuestro Santo Redentor. Le han espuesto los
Sacrifículos Romanos al ludibrio de los impíos, y poco deben
temer al Dios á quien pretenden hacer, sacrificar y tragar luega.
, f
Q
122
han agotado sus recursos, citando este pasaje en favor de
su misa. Si hubiera otro testo que hiciera mas al propósito, lo habrían citado, y yo no dudo de que los miembros
mas intelijentes de esa iglesia, se avergiiencen de esti
referencia á la Biblia para probar la doctrina de su misa.
Conocen que no tiene que ver en el caso, y que la cita del
demonio á que hemos acabado de hacer alusión, no era
tan inoportuna como ésta.
Notemos, en primer lugar, que no era como Sacerdote,
sino como rey, que Melquizedec presentó á Abraham
pan y vino : como se dice que " Melquizedec, Rey de
Salem, sacó pan y vino." Aquel acto fué uno de munificencia y hospitalidad real. Verdad es que se dice, inmediatamente en seguida, que fué sacerdote y rey, mas esto
se dice con referencia á lo que se sigue, y no á lo que
antecede. " y él fué Sacerdote del Dios Altísimo, y le
bendijo, & c . " Como rey le dio pan y vino, y como Sacerdote le echó su bendición. Sabemos que el bendecir
fué propio del ministerio Sacerdotal (Num. vi. 2 3 . ) ; mas
el sacar pan y vino para refresco de un príncipe estranjero
y de su tren, no tuvo nada que ver con sus funciones como
Sacerdote. E n prueba de que esta idea del pasaje es la
verdadera, puedo apelar al autor de la epístola á los Hebreos. E s t e , en el capítulo séptimo de la epístola, habla
de Melquizedec como de un Sacerdote, y de su Sacerdocio
como modelo del de Cristo, haciendo referencia á la bendición que dio á Abraham. Mas no dice nada de que le
hubiese ofrecido pan y vino. ¿ Porqué, pues, no se refiere
á esta circunstancia que, según la idea de los Romanistas,
es la principal de todas ? <Porqué, hablando el Apóstol
de él como de Sacerdote, no alude á mas que á la bendición > Pues bien, si no sacó el pan y vino como cumpliendo con su ministerio Sacerdotal (y yo no creo que lo
hizo como Sacerdote), todo el argumento en favor dé la
misa cae por tiera al instante.
123
En secando lugar, consideremos cual debía ser el objeto
de Melquizeflec en sacar pan y vino para Abraham.
¿Creería algún lector iraparcial, que era para otro fin mas
que el de proporcionarle un refresco ? * ¡ Qué idea tan
incongrua! Salir á encontrar una j e n t e que vuelve acosada de hambre de un combate, con un sacrificio, con un
sacrificio propiciatorio, con una m¡6a, con pan y vino que
no han de comer, sino ofrecerlos á Dios. ¿ P u e d e haber
un despropósito mayor ? M a s , por el contrario, no hay
eosa mas natural, ni mas propia, que lo sería el presentar
á estos soldados cansados, " vino que alegra el corazón del
hombre," y pan que le corrobora (Sal. ciii. 15.) para su
refresco. Esto era precisamente lo que entonces necesitaban. Y este modo de entender el pasaje, se confirma
también por el hecho que Abraham significó eu reconocimiento del carácter Sacerdotal de Melquizedec, no por
recibir de sus manos pan y vino, eomo una hostia consagrada, sino por pagarle diezmos. " Y le dio diezmos de
todo."
Vemos, pues, que en este evento no hay serial ninguna
* El padre Scio, conocido enemigo del tolerantismo, en su comentario, que se imprimió la primera vez en Valencia por la
misma Inquisición, dice : " Los Hebreos, y con ellos, muchos de
los herejes, creen que Melquizedec ofreció a Abraham pan y vino,
con el fin solamente de que tomasen un refresco, siguiendo la
costumbre de la tierra, &c." Así piensan los Judíos, y muchos de
les herejes, esto es, cuasi todos los que no son de Roma, según
lo confiesa el buen padre Scio. Pero ¿ hemos de tener por antagonista del dogma moderno de la presencia real, á Josefo, contemporáneo de los Apóstoles, quien dice : " Y este Melquizedec
dio al ejército de Abraham refresco, tal como dan á los estianjeros
(ttvia,), y les proporcionó una grande abundancia de las cosas
que necesitaban (raí/ hnrrfieíav) ? (Antiq. i. 10, 2.) Hasta que
fué inventada la Misa Romana, nadie vio misterio eu este acto
de hospitalidad; mas entonces, como Moyses habia mentado
" pan y vino," no podían resistir la tentación de convertirlo en
sacramento.
Q.2
124
de sacrificio. N o fué ofrecido nada á Dios,, sino solamente
á Abrafiam y á su compañía. Pero, aun siíel pan y .vino
fuesen ofrecidos IÍ D/6s, no podria ser mas que una oblación
eucaristica, ó de gracias, porque estas cosas .podian ofrecerse en acción de gracias, mas nunca como sacrificio; y,
según la ley del Antiguo Testamento, no podia ser sacri*
ficio propiciatorio sin efusión de sangre y muerte de una
víctima. D e manera que, como quiera que entendamos el
pasaje, no puede tener relación ninguna con la misa. T o dos confiesan que el Rey de Salem no ofreció mas que pan
y yino, y los Papistas no se propasan á decir que hubo mas
que unafigura
de la transustanciaci.on. N o dicen que
el pan y vino se hicieron cuerpo y sangre de Cristo, Y;
como Melquizedec vivió unos dos mil años antes de la encarnación, cuando Cristo no tuvo un cuerpo humano, ni
aun ellos dirán que pudo haber una transmutación semej a n t e . Luego, si no se ofreció mas que simple pan y
vino," el acto de Melquizedec, aunque fuese mas que ejercicio' de hospitalidad, debia ser mas bien modelo, de la
cena del Señor, como la solemnizamos los Protestantes,
que no de la misa de los Romanistas. Y , si admitimos por
un momento que Melquizedec celebró una especie de Sacramento, será solamente para advertir, que no negó el
cáliz á los laicos. Esto no se atrevió nadie á hacer, hasta
el concilio de Constancia en el Siglo décimo cjuiuto, él
cual canonizó aquel abuso.
Mas intentan sacar de las Escrituras aun otro argumento
en favor de su misa. Se deriva de la perpetuidad del Sacerdocio de Cristo. Dicen ellos que, si Cristo es Sacerdote
para siempre, y si " t o d o pontífice está constituido para
ofrecer dones y sacrificios" ( H e b . viii, 3 . ) , debe haber un
sacrificio perpetuo, porque, á no haberlo, Jesu-Cristo sería
Sacerdote sin desempeñar la función mas propia dé su ministerio. Mas i no ven ellos que esto es suponer á Cristo
Sacerdote seguu la orden de Aaron, y no según la. de
1
125
Melqmzedec ? E s verdad que los Sacerdotes rAarónico»
ofrecieron sacrificios durante todo el período d e su Sacerdocio. " Todo Sacerdote se presentaba cada dia á ejercer
su ministerio, y á ofrecer muchas veces unos mismos sar
crificios, que nunca pudieron quitar los pecados." P e r o
•qué se dice de Cristo ? " Q u e no tiene necesidad, como
los otros Sacerdotes, de ofrecer cada dia s a c r i f i c i o s . . . .
porque esto lo. hizo una vez, ofreciéndose á sí mismo."
(Heb. x. 1 1 . y vii. 27.) Y otra v e z : " Mas éste, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecado», está
sentado para siempre á la diestra de D i o s . " (ib. x. 12.)
A pesar de declaraciones tan esplícitas del Espíritu Santo
que-es- el que habla en esta epístola, los Romanistas
porfían en decir que tiene necesidad de ofrecer cada dia
sacrificios, y que él, así como los hijos de Aaron, ofrece
muchas veces el mismo sacrificio. E n efecto representan
á Cristo como similar á los Sacerdotes Hebreos, precisamente en aquellas cosas en que dice el Apóstol que está
Enteramente opuesto á ellos.
En cuanto á ser Cristo Sacerdote para siempre, si esto
significa lo que se espresa en H e b . vii. 2 4 , donde se dice
que " p o s e e un Sacerdocio sin sucesión*," no como el d e
Aaron y sus sucesores, y que así " v i v e siempre para interceder por nosotros." (v. 25.) N o es necesario que
ofrezca continuamente sacrificio, en orden á ser Sacerdote;
eterno, porque la intercesión es tan propia del ministerio
de un Sacerdote, pomo lo es el sacrificio. Y pregunto
¡si el Sumo Sacerdote de los Hebreos no fué tan réal*Oti'a.vez la Vulgata deja de espresar la verdadera significación, del orijinal. Él Sacerdocio uirapáf¡aros (según lo esplica
Teofyíacto, Arzobispo d e Bulgaria, Autor Griego del Siglo undécimo), es propio de quien " tiene el Sacerdocio no interrumpido,
y á5n£6oxo»' sin sucesor." O como Agustín traduce el testo,
" intransgressibile
hubel sacerdotium:" Sacerdocio que no pasa á
otro.
126
mente Sacerdote cuando entraba en el lugar santísimd
para derramar la sangre de la víctima y quemar el incienso, como cuando estaba en el atrio del templo, ofreciend»
el sacrificio sobre el altar ? Sin duda que sí. No ofreció
sacrificio dentro del Santuario. Había entrado allí afin de
solemnizar un acto muy diferente. Asimismo Cristo, el
grande Antitipo, " no entró en un Santuario hecho de
mano, que era figura del verdadero, sino en el mismo
cielo, para presentarse ahora delante de Dios por nosot r o s . " ( H e b . ix. 24.) Y allí permanece. No ha salido,
y nunca tendrá necesidad de salir para ofrecer otro sacrificio, como lo tuvo que hacer el Sumo Sacerdote Hebreo,
" porque con una sola.ofrenda hizo perfectos para siempre
á los que ha santificado." ( H e b . x. 14.) Si fuera necesario ofrecer otro sacrificio, él volvería á la tierra para
hacerlo en su propia persona, y no lo mandaría hacer bajo
la figura de pan y vino, porque, según argumenta el
Apóstol ( H e b . ix. 2 5 , 2 6 . ) , es necesario que, ofreciéndose á sí mismo, padezca en su propio cuerpo, no derramando " s a n g r e ajena," y de ahí se sigue, que no puede
ser ofrecido sin que padezca los dolores del sacrificio,
Mas el Catecismo de Douay dice que " c o n t i n ú a diariamente ofreciéndose á sí mismo." Según los compiladores
de dicho Catecismo, está sacrificando la víctima al mismo
tiempo que hace intercesión . . . . inmola la víctima dentro
del velo del lugar mas santo, y se sacrifica á sí mismo si»
padecimiento,
. La Biblia nos dice que Cristo se ofreció una sola ves, y
que siempre vive para hacer intercesión. La Iglesia Itálica,
por el contrario, afirma, que se sigue ofreciendo continuamente, y por esta razón es Sacerdote eterno. Sin embargo
de esta tan palpable contradicción, apelan á la Biblia ea
prueba de su doctrina.
127
35.
LA HOtTIA.
Hé AQUÍ otro dé los términos propios del vocabulario
Romano. La palabra se nsa ahora en un sentido muy
diferente del que tuvo entre los Romanos antiguos, que
también la empleaban para espresar una cosa que tenían
por sagrada* aunque muy diferente de todo lo que debe
caracterizar la relijion pura de Jesu-Cristo. Ahora significa la oblea consagrada para la Eucaristía. ¡ O b l e a ! ¿ Q u é
tiene que ver oblea con Eucaristía ? Leemos que nuestro
Salvador tomó pan, y habiendo dicho la bendición, lo>
partió y dio á sus discípulos j mas no leemos nada de
obleas. Pero no debia decir oblea 5 es preciso que la
llame Forma, porque, aunque no sea mas ni menos que
una oblea, el nombre es demasiado común para ser admi-.
tido aquí. Pues bien, Forma.
Pero, si por forma entienden lo que nosotros por pan ácimo, que en efecto lo es,
; porqué mudar el nombre ? ¿ Porqué no llamarlo como
Cristo lo llamó? ¿ P o r q u é intentar mejorar el estilo en
que hablaba nuestro Salvador ?
Habiéndose consagrado la forma, ó pedacito de pan
muy delgadito, esto es, después de muchas cruces, osculaciones, jenuflecsiones, confesión sacramental, acciones
de gracias, himnos y lecciones, y pronunciadas secretamente las palabras que llaman de la consagración, no la
*E1 significado de esta palabra no se puede citar de una autoridad mas auténtica que un autor clásico del Siglo Augustano.
VICTIMA, quae cecidit dextrj victrice, vocatur,
Hostibus a doinitis HOSTIA noniern habet.
Ov. Fast. I. 335.
"El animal que, cayendo vencido de la mano diestra del Sacerdote, se llamo víctima, tornó nombre de Hostia cuándo inmolado
después de derrotados los enemigos." En la-versión Latina del
Antiguo Testamento, los animales sacrificados Se llaman hostiut^'
llaman mas pan, sino hostia. E s verdad que S. Pablo !e
da el mismo nombre, después de pronunciada la bendición
(pues los Apóstoles no hicieron otra ceremonia mas que
las muy sencillas de orar y dar gracias), que tenia antes,
mas no así los maestros de ceremonias en la iglesia. Estos la llaman hostia, un vocablo Latino que significa víctima
sacrificada á los Dioses en el campo de batalla.
Mas ¿ porqué mudar su nombre ? Y , sobre todo, ¿ porqué darle un nombre tan diferente? E n un momento
llaman una cosa oblea, ó pan, ó como quieren decirlo, y
en otro le titulan víctima ó sacrificio.
Y no han intervenido mas que cinco palabras en Latin : H o c est enim
Corpus meum. ¿ Se ha transmutado tan perfectamente
que merece otro nombre? Sé que los Romanistas dicen
que se ha mudado enteramente de sustancia, y que, de
consiguiente, debe tener nombre nuevo. Muy bien. Yo
rio rehuso ceder á la convicción; Si alguna cosa pudiera
mudarse en tal grado que su sustancia orijinal le fuese
quitada totalmente, y que recibiese otra, ó, en otras palabras, que viniese á ser otra cosa de esencia diferente,
debería aparecer á los sentidos diferente de lo qué era
antes. Mas la forma y la hostia se asemejan perfectamente. Tienen el mismo olor, el mismo sabor, y, por el
tacto, no se percibe la m a s leve diferencia. La forma, 6,
ségun el vocabulario eclesiástico, las especies son las mismas, y, por mas que digan al contrario, si analizamos la
sustancia, se encuentra ía misma que átités. A pesar de
todo, dicen que las dos cosas no son menos disemejantes
que pan y el cuerpo, alma, y divinidad de Cristo.. Y , bajo
pena de perdición eterna, todos han de creer ésto, aunque
los sentidos todos clamen en contra; y la razón, aquella
facultad- que de suyo es tan plácida y desapasionada,
cuasi pierde su calma, y levanta clamores contra un absurdo tal, y la esperiencia común de los .hombres se niega
á admitirlo. Y , en favor de ello, ¿cual es la prueba ó
testimonió que t ' r a e r i . . E s que Cristo .dijo.:; &sie ta mi
cuerpo ¡..tmbla-ndo como habló Pabló citando dijo: " Y
aquella piedra era.Cristo*" y eomtf Cristo dijo él mismo ;
" Yo.-soy la puerta.,":.. ¿Se. atrevió jamás alguno £ sostener que-.-Gasto fué, literalmente hablando, uua puerta, ó
una piedra? .Nunca--se ha óido semejante cosa. .Pues
¡porqué insisten en afirmar qué el. pan fué s u propio
cuerpo ? ¿ Es porque así se-dice ? j Y no s e dicen así
también otras cosas ' Muy estraño, es que.los predicadores
de la rea! presencia demanden que-una frase se interpreté
literalmente, mientras, que .no admiten- lá .iñtérpretáciorí
litera! de otras muchas q u e l e s o n precisamente; paralelas.
Peroj si-contienden á favor, de una interpretación- estrictamente literal d é l a s voces, " este.es mi.cuerpo,.'-' ¿porqué
no se atienen religiosamente á esta sentencia-.?. ¿ P o r q u é
dicen, como en " la Guía de los Cristianos," que • " e n el
Santísimo. Sacramento de la Eucaristía e s t é verdadera, real
y sustancialmente, el cuerpo y sangre,- j u n t o con el alma
y divinidad de nuestro Señor Jesu-Gristo ? "
Aunque
Cristo diga que-es su cuerpo, no dice que.es su. alma y
divinidad. ¿,De donde han traído esto ? Dicen que es sil
cuerpo, porque él dice que lo' es-. Pero ¿ p o r q u é dicen
que es- su alma y divinidad, cuando él no dice tanto ? . Así88- vé que,, al. cabo de todo,- no interpretan el pasaje literalmente.
¿ Qué hacen los' Papistas con s u H o s t i a ? Hacen dos
cosas principales.
lx&.~La adoraü. Dice la Biblia-: " Adorarás al- Señor
tu Dios, y á él solo servirás." Mas ellos adoran la H o s tia. B i e n : debemos adorar á Cristo, y sostienen.que la
Hostia es Cristo. C o r r i e n t e : pero ¿ s e sigue necesariamente que todas las cosas sean así como ellos las sostienen ?
Y, si, en este caso, el hecho no es- como- lo dicen, ¿ 110 es
su culto idolatría, sin embargo de todo lo. que piensen al
contrario ? Pablo
en verdad pensaba, que debia hacer
1
ít
130
la mayor resistencia contra el nombre de Jésus Nazareno."
Mas su pensar que debia proceder asi, no lo hizo obligatorio que así hiciere, ni tampoco le sirvió de disculpa desp u é s . D e ninguna manera, porque debia informarse mejor.
Y los Papistas deben informarse mejor, y no suponer
tan ciegamente que su hostia es Cristo
una oblea,
D i o s . . . . un pedacitó de pan, no solamente el cuerpo,
sino el alma misma y divinidad del Salvador. Digo que
deben informarse mejor. Y si no, han de responder de su
ignorancia voluntaria.
: 2da.—Se la comen. Según nuestras ideas, esto está muy
bien. E s pan, y el pan se hace para que se coma. Cristo
mismo nos manda comerlo. E l dice : " Tomad, comed."
Mas, como ellos suponen que ya no es pan, no parece decoroso que se lo coman. Si se muda tan totalmente su
naturaleza, debe haber una mudanza correspondiente en
su uso. Y a es para ser adorado, no devorado. El sentido
común nos enseña esto. Estos dos usos de la misma cosa,
el adorarla y el comerla, son repugnantes el uno al otro, y
se debe dispensar con uno de ellos. Pero si es preciso
tenerla como objeto de culto relijioso, no deben usarla
como un alimento. Cualquiera dirá que no debemos comer
aquello que adoramos. Cicerón, aunque Gentil, pensaba
que semejante cosa no se debia hacer. E n su obra sobre
la naturaleza de los Dioses, d i c e : " Cuando llamamos el
trigo Ceres, y el vino Baccho, nos valemos de un modo
de hablar muy u s u a l ; pero'- ¿ Quien será tan loco que
crea ser Dios aquello que le sirve de alimento ? " . * Mas
este Filósofo debia de haber nacido algunos siglos después,
y- entonces no hubiera hecho semejante pregunta-. Los
* Cum fruges, Cererem ; vinum, Liberum (Heimus, genere no«
quidem sermonis utiinur usitato : sed ecquem tan amentem esse
putas, qui illud, quo vescatur, Deum credat esse ?
De Nat.
Dem:
III. 16.
131
purpurados de Roma moderna y Cristiana, esceden en superstición á los de la antigua metrópoli de la Gentilidad.
Yo, si creyera en la Transustanciacion, nunca tomaria
¡a hostia. Sé que debo comer espiritualmente la carne de
Cristo, y beber su sangre, para que tenga en mí la v i d a ;
esto es, que debo en santa meditaciou y fé contemplar su
sacrificio, y valerme de sus m é r i t o s ; mas no podria jamás
comer literalmente
aquello que creia ser mi Salvador.
] Cómo ! ¡ T r a g a r al mismo que acabo de adorar como á
mi Dios ! N o se oferda el lector de este lenguaje. . E s
inevitable. Antes mire la cosa misma con horror. N o
quiero hablar con lijereza de cosas sagradas, ni dejar de
respetar la delicadeza de o t r o s ; pero la idea de adorar y
tragar una misma cosa, me es chocante en estremo. A l gunos Protestantes que no saben bien la doctrina de la
iglesia de Roma, dirán tal vez que voy calumniando á los
Católicos, que no es posible que crean así. P u e s convénzanme de calumnia, si pueden, y, cuanto antes, yo la
retractaré.
36.
-SACERDOTES.'
; DONDE estamos ? ¿ Bajo qué ley vivimos ? Oyendo
tanto de una clase de ministros llamados Sacerdotes, y d e
que celebran sacrificios, uno creería vivir en el siglo d e
Áaron ó de los Macabeos, bajo la antigua ley ceremonial,
la economía de tipos y figuras, y que el Mesias, á quien
aquellos sacrificios y Sacerdotes representaban, no habia
ya venido. E n t r e los J u d í o s , los Sacerdotes fueron una
clase de personas muy sagrada, y los sacrificios que ofrecian constituyó una parte principal del culto relijioso.
Mas, bajo la economía de Jesu-Cristo, no hay ninguna
orden de Sacerdocio, ni ha de ofrecerse sacrificio ninguno
material. Tenemos, sí, u n Sumo Sacerdote, J e s ú s , el
Hijo de Dios, el cual, habiéndose ofrecido á sí mismo
R2
132
para llevar los pecados-del mundo, lia pasado, á los éieks,
donde vive siempre para -interceder, por nosotros, y constituye á todos sus discípulos, eñ cierto sentido, " reyes y
Sacerdotes' para'Dios " (Apoc. i. 6.), como también le
testifica'Pedro, cuya autoridad todos reconocemos. Este,
escribiendo á los Cristianos en jenerai, les dice : " Vosstros-i. .'. sois* Sacerdocio Santo, para- ofrecer sacrifica*
espirituales que sean aceptos á Dios por Jestí-Cristo.
(1 Ped. ii. 5'.)' Este Sacerdocio, reconocido por Pedrú,
es muy diferente del Sacerdocio KoiEañist?.. Todos ion
Cristianos participan igualmente en el Sacerdocio del
Nuevo Testamentó, y estos Sacerdotes están consagrados
para ofrecer los sacrificios espirituales, siendo escojides
" para que publiquen las grandezas dé aquel que de las
tinieblas los llamó á su maravillosa l u z . " Este nc es el
objeto que lleva el Clero Papista ; tampoco ejercen las
funciones de este santo ministerio todos los que vulgarmente se llaman " i o s fieles."
La verdad es que el estado eclesiástico de que voy hablan'
do, no tiene mas autorización de Cristo que de Mahoma.
No se halla mas' argumento en la Biblia en su favor, que
en el Koran, y tal vez no tanto. Cristo no instituyó
semejante oficicio, no autorizó semejantes personajes en
su iglesia. " Puso Dios en la iglesia á unes -apóstoles, y
á otros profetas, y á otros evanjelistas,' y á otros pastores
y doctores; " mas no puso á Sacerdotes, ni entre los ministros ordinarios de la iglesia, ni entre los estraordihar-iós.
Y puso los apóstoles, profetas ó •predicadores, evanjelistas
y otros, " para la consumación de los Santos en ja obra
del ministerio, para edificar el cuerpo dé C r i s t o " (Efes.
iv. 1 1 , 12.), no para decir misa, quemar incienso, oit
"confesiones, y hacer otras semejantes ceremonias. Crista
no ordenó á nadie para funciones tan Gentílicas. En
1 Cor. xii. 28 tenemos otra lista de los ministros que Dios
yuso 'en' la iglesia; mas no se diee nada dé Sacerdotes
M
133
Estos son una clase de persoüas enteramente inri tiles en
la Cristiandad, " El-Sumo Sacerdote de nuestra confesión,
J e s ú s , ' ' es suficiente para todo,
E s t e ha ofrecido c l S a í .
critíeio valedero para ia prppiciapion ríe todo el pecado,,
éste ha derramado la sangre que. limpia del reato ios.cora»
zones d e sü: pueblo, y vive oóntítraatiietíte. abogando n u e s tra causa-con-Dios Padre. No,tenemos necesidad de. e t r o
que haga sacrificio¿ni.iikitei'Cesiojí; y> desde que .vino. Jesu-t
Cristo," todos.los• demás Sacerdotes^quedan inautorizados;.
Si:Cristo instituyó' un'.Sacerdocio,-.¿ porqué no lo hay
llamos'a¡ chivado ert'aquel trozo p r e c i o s o . d e la. historia
eclesiástica, los Hecbps.. de los .Apóstoles ? E l silencio
del sagrado historiador e s muy remarcable. Leemos, en su
historia, de'los Saceiáotes de los Judíos y de los JSacer*dotes' de Júpiter,- pero no hallamos una palabra.siquiera
de Sacerdotes Cristianos. ¿ Donde estaban ? ¿ Gomo se'
llamaban ? - Estovan fué diácono 5 Felipe, evanjelista ; Pe*
drOj- p r e s b í t e r o ; y algunos se llamaron obispos.
Mas
¡ quien fué Sacerdote ? Si Pable tuvp esta dignidad, ¿ ppr>
qué no dice alguna vez en la snperscnpcion d e . u n a epísí.
tola: P a b l o , Sacerdote, &c."?
; Le dio vergüenza del
título? Pedro dice que fué presbíteroy ó anciano de la
iglesia; mas n o deja escapar una sola palabra, de que fuese
Sacerdote. Parece que no se creia mas Sacerdote que lo
fueron los demás de los fieles, esto es, individuo del Santo
Sacerdocio ordenado par-a ofrecer sacrificios espirituales;
Si el Sacerdocio es u n a clase de ministros Cristianos',
"porqué no l o indica Pablo en sus cartas á Timoteo y á
Tito? Describe las calidades que deben c o n c u r r i r á n los
obispos y diáconos 3 no dice nada d e las de Sacerdotes-,
i No debían ellos estar dotados de ningunas ? ¿Debía ser
el obispo " irreprehensible, esposa de m í a sola mujéf,sobrio, prudente, respetable, modesto, amante de la hospitalidad, propio para enseftav
¡ " y el Sacerdote podia
ser lo que quisiera ? ¿ Pudo cualquiera, sin habilidad ni
r
f í
1
134
obligación, hacer de Sacerdote
Por otra parte, si los
ministros-de. Dios han de ser dotados de toda suerte de
virtudes, y si están bien definidos sus deberes, el silencio
del Apóstol basta para probar que no hubo, ni que debe
haber Sacerdotes en la iglesia. Y así todos pueden ver
por qué los Sacerdotes han concebido un disgusto de la
Biblia tan inveterado. ¿ A quien le gusta aquel libro, ó
aquel hombre, que le trata con un silencio despreciativo!
Jamás perdonarán los Sacerdotes á los Evaujelistas y
Apóstoles el haberlos tratado con tan cruel desayre.
¡ J a m á s ! Ni tampoco dejarán á su pueblo leer la Biblia
no corrompida. D e esta manera, perderían su rebaño.
No debe ser necesario que diga que, si por la palabra
Sacerdote, los Papistas no querían decir mas que algunos
de, nuestros hermanos Protestantes, que espresan presbítero por una abreviatura de sonido similar, no hubiera yo
escrito este artículo,.. Mas no es así. Por Sacerdote ellos
entienden uno que hace sacrificios, tan verdaderamente
como los hacían los Sacerdotes del Antiguo Testamento.
Dicen que sus Sacerdotes ofrecen sacrificios ahora, todas
las veces que dicen misa, sacrificios verdaderos, propios y
propiciatorios para vivos y difuntos. Y , si se les pregunta
¿ qué sacrificio es el que ofrecen ? responden que es Cristo.
Se glorían de que, bajo sus manos, todas las veces que
ellos lo quieran, vuelve á ser víctima propiciatoria, tan
realmente como cuando fué crucificado en el lugar llamado
Calvario, con la única diferencia de que ahora el sacrificio
es incruento. Pisto es lo que pretenden hacer sus Sacerdotes. Un Sacerdote debe tener algo que ofrecer. Está
ordenado para ofrecer dones é. inmolar víctimas. Ahora el
Sacerdote Papista, no teniendo cosa que ofrecer, pretende
ofrecer á Cristo otra vez. Para todo esto, todos saben
que no se halla mas autorización en la Biblia, qne para el
Sutí, ó sacrificio de las viudas, en Hindostán.
?
135
37.
CELIBATO D E L CLERO.
ESTA es la doctrina del Vaticano : ¿ pero lo e s de la Biblia ?
Según lo que he leido, los Papistas dicen, que el celibato
del clero no es punto de dogma, sino regla de la disciplina.
Mas este es un efujio muy miserable, y viene á ser una
confesión que algunas de sus costumbres en lo eclesiástico
no tienen fundamento en la doctrina del Cristianismo.
Quieren decir que su disciplina requiere que sus clérigos
no se casen, pero que su doctrina enseña que no harian
mal casándose. E s sabido que su doctrina no enseña así.
Mas vamos á ver como esta doctrina, 6 disciplina, ó,
por cualquier nombre que se llamare, cuadra con las Sagradas Escrituras; y veremos una razón, de las muchas
que hay, porque aquellos eclesiásticos no quieren que el
pueblo lea la Biblia. Veremos la grave incomodidad que
causaría á los Sacerdotes si cundiera la costumbre de leerla.
Supongamos, por ejemplo, que un sujeto, de mediana intelijencia, se encuentre con la primera epístola de S. Pablo
á Timoteo : va leyéndola hasta el tercer capítulo, y en éste
encuentra el consejo que Pablo da á Timoteo con respecto
á ios deberes del obispo. H a de ser esto y esto, y, entre
otras cosas, dice, que debe ser " e s p o s o de una sola mujer." E l lector se escandaliza. E s c l a m a : ¿ Q u é quiere
decir esto ? Nuestros Sacerdotes nos dicen, que un obispo
no puede casarse de ninguna manera. Nuestra iglesia
prohibe absolutamente á los Sacerdotes el casarse. Pero
empieza á tener dudas, y signe pensando : ^ Quien tiene
razón, la iglesia y los Sacerdotes, 6 S. Pablo ? Vuelve á
leer, y al versículo 4 ? topa con estas palabras: " Q u e
sepa gobernar bien su c a s a ; " esto es, su familia.
¿Y
conio puede ser esto, si no se le permite tener familia
propia ? Sigue leyendo : " Que tenga sus hijos en snjeciou con toda honestidad." ¡ Peor que peor ¡- ¿ Hijos . . . .
136
sus hijos r Entonces el obispo tendrá hijos, y no solamcnte los tendrá,- .sino reunidos en familia, y en su casa,
Ahora le asalta á la vista un paréntesis que punza mucho.
" P o r g u e , e l quemo sabe-gobernar su casa, ¿ c-ómó-euidará
dé'la-iglesia de.Dios ?,." De-modo que; según S. Pablo,
por .gobernar -bien su casa, debe indicar su habilidad para
eutdar-doia'iglesia de D i o s . . ¿ Y dicen que no, debe casarse ? .•¡•-. Luego el Apóstol-lia%la d é l o s diáconos, diciendo como
deben ser ellos, yy ea el-versículo 11 ? ,. dice también, que
•tates- deben ser: sus mujeres,, " que sean honestas-, &c."
Cenquei tan lejos- e s t á , Pablo de dudar si les conviene
casarse, que les dirije: hasta- como elejir esposas.
Nadie se maraville,, pues, de qué los Sacerdotes no
quiera», qtie .el pueblo lea la Biblia. Dice ésta, que el
Matrimonio es. honorable- en todos, sin esceptnar al clero.
•¡§egairaraente los clérigos no pondrán un libro como éste
en- las manos de s u s d á m a s prostituidas y de sus. hijos
abandonados, á quienes-enseñan prácticamente una• doctrííiS tari opuesta.
• Un- poco mas adelante, al principio del capítulo iv\, -líay
W5 pasaje que, á 'mi parecer, será todavía mas ofensivo á
los eclesiásticos, y les- dará motivó aun mas fuerte, para
prohibir al pueblo la lectura de este libro. El versículo
es como? sigue : " E l Espíritu manifiestamente dice, qué
e n los postrimeros tiempos apostatarán algunos d e la fe>
dando o i d o s á espíritus de error, y á doctrinas de demonios . . . ¿fue prohibirán, easai-se.''' Ahora sé tómeri que,
si SU3- feligreses- llegaren, á leer estas palabras, dirán:
" Sv Pablo debe aludir'á nuestra iglesia, porq.no ésta-prohibe él casarse." Y , como dar-ia á los Sacerdotes bastante
molestia el tener que enseñar á la jente que S. Pablo no
sé refería á su iglesia, el método mas espedito es (si pudiera ser),,, tratar de que no sepa nadie que- se encuentra
semejante pasaje en la Biblia.
137
38.
UN ESTADO MAS SANTO QUE EL MATRIMONIO',;
M. HUGHES de Filadelfiá, en una carta que escribió á M .
Breckenridge, dice que la iglesia Católica no prohibe el
casarse, sino que enseña que hay un estado de vida mas
santo. Habiendo leido la carta hasta aquí, suspendí la
lectura, y dije entre m í : ' ' ¿ Como puede ser esto ? ¡ E s tado mas s a n t o ! H e de ecsaminar e s t o . " Así pensaba
por un momento,- y tuve que diseutir enteramente con
aquella iglesia, por las razones siguientes entre otras.
Ira. Porque, según esta doctrina^ debe haber un estado
toas santo que aquel al que alcanzó Enoc, y desde el que
fué trasladado al cielo. Sabemos que él fué un hombre casado, y que tuvo hijos é hijas ; y parece que se casó mas
joven que todos los demás Patriarcas cuyos nombres hallamos en el libro del Génesis. Pero, por todo el tiempo
después de su casamiento; esto es, por trescientos a ñ o s ,
caminaba con Dios, y " tuvo testimonió de haber agradado
á Dios," el cual,- en honor de su eminente piedad, le t r a s ladó al cielo, " para que no viese la m u e r t e . " Aho¿a, yo
no estoy por creer, que el estado de un Sacerdote Papista,
es mas santo que el de Enoc, y que este varón de Dios
hubiera sido, mas santo si no se hubiese casado. ¡ J a m á s
creeré tal c o s a ! Por el contrario, pregunto, ¿ si los Sacerdotes caminan con Dios ? ¿ Quien de ellos ha sido
trasladado al cielo ? ; Porqué no tenemos noticias frecuentes de su muy sublimada santidad ?
2a. Si el estado del celibato es mas santo que el del
iríatrirnouio, ¿ porqué' no mandó la ley de Moyses á los
Sacerdotes que viviesen solteros todos, como dice M .
Hughes la ley de la iglesia de Roma manda á los suyos ?
Sobre todo, ¿ porqué no se le permitió al Sumo Sacerdote,
las funciones de cuyo ministerio fueron tan sagradas, que
viviese en ese estado de mayor santidad ? Pregunto, p o r
s
138
qué no se le permitió, pues se cree jeneralmente que no
solamente le fué lícito casarse, sino que estaba en la obligación de entrar en el estado de matrimonio.
3 a . Dice la carta, hablando de " l a Iglesia Católica,"
que " la ley de su Sacerdocio obliga al celibato, &c. No
elije para el clericato á los casados." Verdad. L a iglesia
tínica y santa, cual esposa casta de Jesu-Cristo, muestra
mucha delicadeza en k elección de su clero. Mas ¿qué
ncesidad tiene ella de ser mas particular que Timoteo y
T i t o , según Pablo les instruyó, en la elección de los ministros ? Los obispos y diáconos ordenados por los apóstoles podian tener mujeres • mas, bajo el mando del Papa,
" si algunos quieren casarse," la iglesia no los quiere par&
ser de su clero.
4a. También pensé, como iba leyendo del estado mas
santo : • ' " ¿ Y si todo el mundo aspirase á un estado de tan
anjélica santidad ? ' ' Ciertamente, si el vivir soltero es
cosa tan santa, los Sacerdotes no siendo los únicos de los
Cristianos que deben ser santos, todos deben vivir a s í ; y
luego, siendo todos tan perfectos, el mundo llegaría á
ser una perfecta soledad.
P e r o los Sacerdotes del P a p a no deben gloriarse tanto
de su celibato como del estado mas santo, pues todo el
mundo sabe cuan lejos están esos Señores de guardar la
pureza de costumbres que conviene á su ministerio. Nosotros permitimos á nuestro clero hacer como quieren con
respecto al matrimonio, puesto que conserven el decoro
de su ministerio, lo cual, jeneralmente hablando, no dejan
de hacer. Si quieren vivir solteros, está bien, aunque nos
gustaria mas que se casasen. P e r o , sea como fuere, no
deseo ver á nuestros pastores en estado mas santo que
aquel desde el cual Enoc fué trasladado al cielo.
V¿9
39. CONFESIÓN AURICULAR.
ACABO de pensar entre mí, ¿ de donde habrán tomado esta
costumbre de confesarse con un Sacerdote ? Todos reconocemos que es muy debido confesar el pecado, pero ¿ porqué á un Sacerdote? E l sentido común de los hombres
dicta, que se debe hacer confesión inmediatamente á la
persona contra quien se cometió la ofensa, y esto e s p e cialmente, si se ofrece francamente accesible al sujeto que
se le quiere presentar. S i un niño ha ofendido á su
padre, ¿va á confesar la ofensa á otra tercera persona,
estando su padre en ia casa ? ¿ Elije con preferencia á u n
liermano que ha ofendido igualmente como él ? Nadie h a
«ido j a m á s semejante conducta. P e r o esta es la doctrina,
esta la práctica d e la iglesia de Roma. E s t a iglesia remite
sus miembros á sus hermanos y compañeros de pecado
para que confiesen á ellos que han pecado contra su padre,
sin embargo d e que s u padre siempre e s t á presente, y les
clama en estas palabras terminantes : " Venid á m í . "
A
mi juicio, todos los hermanos, así los eclesiásticos como
los laicos, deben acudir á su p a d r e común. V e o q u e , e n
los tiempos antiguos, acostumbraban hacer así. P o r l o
que acabo de Jeer en la Biblia, todos los penitentes iban
antiguamente á confesarse con Dios, y no acostumbraban
detenerse ni con Sacerdote ni con Profeta. David, Daniel,
Esdras, Nehemías y otros muchos, han dejado en escrito
Jas confesiones que hicieron directamente al Señor, L e e d
aquel precioso Sajino, el .cincuenta. Allí vemos á David
á la presencia de Dios. . Allí está haciendo su confesión
al qup lia ofendido. " C o n t r a t í , " dice. ¿ Y no podemos
usar este Salmo, y decir eon David, " hemos pecado c e n tra t í 5 "
¿ P o r q u é torcemos del camino derecho para ir
al Sacerdote ? A s í no hizo el publicano. E l se acojió á
Dios directaaiente, y el hijo pródigo no se p a r ó p o r el
uo
camino, sino que se fué con toda dilijencia á su padre,
i Y porqué no nosotros ? ¿ Porqué no los Católicos ?
Y o creo que el pecador debe apresurarse á volver á sn
Dios, y no me place la doctrina de los que le estorban. El
pecador penitente ya quiere reconciliarse con Dios, se pone
en el caprino, y con premura y lágrimas corre á echarse á sus
pies. L e sale al encuentro el Sacerdote, y con suave voz,
pero con ayre de autoridad, le disuade de su santo propósito. " H i j o , " le dice, " no te molestes t a n t o ; no es
necesario que vayas tan largo camino; aquí estoy yo que
liágo veces de Dios, y llevo de él la facultad para escuchar
t u confesión, y absolverte de tus ofensas," Mas me gusta
la doctrina que nos anima, y da impulso para que nos volvamos penitentes á nuestro Dios que nos llapna y espera.
Tampoco veo qué necesidad podemos t e n e r d e mas de
un medianero entre Dios y nosotros. ; N o es Cristo suficiente? j O h cuan perfectamente está adaptado para
desempeñar sus funciones como intercesor ! E n cuanto á
su divinidad, tiene todas las perfecciones y majestad de
Dios, en cuyo tribunal está s e n t a d o ; y, como hombre,
es tan humilde como el mas pobre, y manifiesta un amor
que sobrepuja al del padre mas tierno, ó del hermano mas
cariñoso. ¿ Queremos á otpo mas que á él ? N o dicen
nuestras almas como dijo el ardiente Apóstol Pedro, " ¿ á
quien iremos, Señor, sino á tí, pues tú tienes palabras de
vida eterna ? " N o se meta el Saperdote entj-é nosotros y
J e s ú s . E s t e , con amable condescendencia, nos convida
diciendo : " Venid á mí todos los que estáis trabajados y
cargados, y yo os aliviaré." (Mat, xi. 28."1 Si hay necesidad de Sacerdote, tenemos al Sumo Sacerdote que ha
pasado á los cielos, y allí vive p a r a interceder por nosotros; A otro no queremos,
P u e d e ser que algunos ípe crean torpe, mas, á la verdad, yo rio veo para qué puede s e ñ a r un Sacerdote. Es
pierto que no promete perdonar al pecador, á no ser que
141
ce arrepienta, y también es cierto que, si este se arrepiente, Dios le perdona, y, perdonándole Dios, ¿ qué le
importa si el Sacerdote trata de perdonarle ó no ? Si es
el designio dé la confesión al Sacerdote, que por medio de
ella venga á ser menos necesaria la confesión á Dios, sin
duda, será un mal muy grande. Pero, si no se ordena
con este fin, aun asi es enteramente inútil, pues nuestro
perdón depende todavía de nuestra confesión á Dios,
puesto que vaya acompañada del arrepentimiento v de
lafé.
Mas traen para su justificación un versículo de la epístola de S. Jacobo (v. 16.) : " C o n f e s a d vuestros pecados
uno á otro, v orad los unos por los otros para que seáis
salvos, porque vale mucho la oración perseverante del
justo." Si mi vista y mi juicio no me engañan, se nos
encarga aquí que hagamos confesión mutua. Deben estar
muy apurados sí no pueden citar otro testo mas á propósito, porque, según éste, yo debo confesar al ministró, y
él á mí, si por desgracia se tenga alguna cuestión entre
nosotros. Dice Jacobo, " u n o á o t r o , " así reduciendo á
todos á la misma obligación. E n todo esto no hay nada
de auricular.
No hay cosa mas segura que esta, que d e bemos confesarnos los unos á los otros, y orar los unos
por los otros. P e r o esta no es la doctrina de confesión qué
enseña la " madre iglesia," sino otra totalmente diversa.
Al fin, estoy bien persuadido de que el mundo puede
dispensar con la doctrina y ceremonia de la confesión auricular, tan bien como con cualquier otra vanidad que sé
ha hecho de moda.
40.
UN ERROR CORREJIDO.
DIJE en mi último artículo que, leyendo la Biblia, habia
advertido que todos los penitentes de quienes se hace
Riencion, confesaron sus pecados á Dios directamente, y
142
no á Jos Sacerdotes, y cité por ejemplos á David, Daniel,
Esdras y Nehemías. Mas ahora veo que padecia una
equivocación al momento de escribir el artículo, y que no
debia hablar con tanta jeneralidad. H u b o una escepcion,
y quiero que los Romanistas gocen de cualquiera ventaja
que de aquella escepcion pueda resultarles en este argumento. E l que no confesó directamente á Dios fué Judas
Iscariotes (Mat. xxvii. 3 , 4 . ) . E n lugar de ir á Dios con
su confesión, el traidor acudió á los príncipes de los Sacerdotes, y á éstos d i j o : " H e pecado, entregando la
sangre inocente." Aquí, p u e s , tenemos un ejemplo de
confesión á un Sacerdote, tan evidente que no se puede
negar. P e r o creo que es el único que se halla en toda la
Biblia. J u d a s también trajo dinero á los Sacerdotes (las
treinta monedas de plata) ¿ de manera, que los confesores
tienen ejemplo autorizante (tal cual sea) para justificar la
costumbre de algunos confitentes que les dan una limosna
para alguna misa. Deseo hacer justicia á todos, y á los
Papistas no les negaré cualquiera ventaja que pudieren
derivar de la menor palabrita de las Sagradas Escrituras
que pueda citarse en su favor. Bien se sabe cuanto necesitan esta liberalidad de p a r t e de sus contrarios.
Pero el pobre Judas no alcanzó nada de los Sacerdotes.
L e trataron con tanto desayre y crueldad, que le hicieron
desesperar, y no pudiendo por su aucsilio calmar su conciencia, se retiró de ellos, y se ahorcó. ¡ Cuan diferente
trato hubiera recibido, aun el discípulo traidor, si, teniendo
el corazón atribulado y congojado, se hubiera ido á Jesús,
nuestro Sumo Sacerdote é Intercesor. ¡ Ojalá que hubiera
confesado su pecado á aquel á. quien habia entregado tan
alevosamente, mas bien que á aquellos en cuyas manos le
entregó ! Pues dejo su ejemplo para que pase por cuanto
valga entre los Papistas : yo nunca lo seguiré, sino que iré
directamente á Jesu-Cristo á confesarle, con una contri»
cion no finjida, mis pecados innumerables.
143
41.
PURGATOBIO.
No HAV hombres que raciocinen mas inconclusivamente
que los de la escuela Romana, y me parece que es porque
no están acostumbrados al ejercicio de las facultades discursivas. Raras veces hacemos bien las cosas cuando n o
estamos acostumbrados á hacerlas, porque, si el intelecto
no se sujeta á la constante disciplina del juicio, para las
operaciones de pensar y raciocinar, las ejecuta muy imperfectamente. D e aquí viene que oimos á muchos decir
luego, cuando no sigue conclusión alguna, 6, si ajguna,
no es la que creían habia de seguir. Como la relijion d e
los Papistas les prohibe el ejercicio de su razón, hallamos
entre ellos algunos indicios muy notables de esta incompetencia. E n t r e la premisa y conclusión de su argumento,
se entrepone algunas veces una sima tan ancha y profunda, que para nosotros sería intransitable, y no sabemos
como pasan de un lado á otro. Oigámoslos argumentar
sobre la fábula d e un purgatorio, pues han de hacer viso
de discutir el asunto, y citar algún testo de la Sagrada
Escritura en sn favor, no con el fin de satisfacer los e s crúpulos de sus fieles (porque h a d e bastar á éstos que la
iglesia la crea), sino en drden á combatir con los herejes.
¡Pero donde hallarán en la Biblia alguna sentencia q u e
favorezca el delirio de un Purgatorio? La Biblia habla
de dos rejiones en que los hombres entrarán después d e
morir, mas no dice nada acerca d e una tercera. Nos dice
que hay un Cielo y un Infierno; mas de purgatorio no deja
respirar siquiera una sílaba. E s verdad que, pasados a l gunos centenares de años después d e escrita la Biblia,
ciertos escritores hablan de un tal lugar, y su doctrina se
titula Cristiana; mas yo deseo saber ¿ porqué los escritores mas antiguos, esto es, los inspirados, quedaron t a n
callados sobre un hecho, si lo es, tan sumamente iotere-
144
sante ? Leemos mucho en la Biblia acerca de estar purificados los Cristianos de sus pecados ; pero, lo que debe
ser muy sensible á los adictos á esa superstición, habla
constantemente de una purificación hecha en esta vida, so
después de la muerte, y no es fuego el que purifica al
alma, sino la sangre de Jesu-Cristo. D e consiguiente,
los pasajes que tratan de la purificación del alma, no favorecen la causa de los Papistas. Entonces han de buscar otra cosa. Buscan en la Biblia la palabra fuego.
Encuentran mención de fuego que nunca se apaga, fuego
eterno, fuego preparado para el demonio y sus ánjeles;
mas éste no les sirve. E s t e fuego es para demonios, mas
quieren uno para Católicos ; frayles, presbíteros, obispos,
cardenales, y aun papas inclusos entre los que deberán
purificarse. E n fin, el fuego de su Purgatorio debe ser
estinguible.
Mas hay un pasaje con fuego que traen á su parte* Se
halla en 1 Cor. iii. 15, y es : " s e r á salvo, mas así como
por fuego." E s t a es la premisa en el gran silojismo, y la
conclusión es ergo (jamás estuvo tan mal á propósito
esta palabrita) habrá un Purgatorio, un lugar de pena
temporal por fuego después de esta vida. Si se pudiera
citar de otra parte alguna prueba independiente é irrefragable de esta doctrina, entonces no sería culpable el opinar
que habia en la mente del Apóstol una alusión, aunque indirecta, al mismo Purgatorio. Pero, que este dicho proverbial, ""salvo, mas así como por fuego," que es usado'
por muchos escritores, tanto profanos como sagrados, y
que significa el ser librado difícilmente de algún grase
peligro,
se tome por prueba principal de que hay un
Purgatorio, me parece verdaderamente estraño. Según
ellos, el fuego del Purgatorio purificará ¡as almas de los
hombres ; mas el fuego del que habla el Apóstol en este
lugar, es para probar " la obra de cada mío."
Luego se
dice que la persona de quien se va hablando, será salva,
145
sopor fuego, sino "así como por fuego." Esto es, difícilmente, así cbmó uno que está en una casa'qué ki-de, se
salva del incendio. E l ministro d e - D i o s , que 'sobre el
cimiento de Jesu-Cristo, levanta una iglesia de individuos
imperfectamente instruidos, que se asemejan á'-..madera,
lieno y paja, en los cuales no hay solidez ni estabilidad,
éste ha'de sufrirla pérdida de su labor, aunque él mismo
se salvase^ pero difícilmente, y así como por fuego, en el
dia en que el pastor y el pueblo se sometan juntos á la
prueba'dé un j u i c i o , * tan severo, que se llamará prueba
Üe fuego.
(1 Pedro iv. 12.) ¡ H e aquí el apoyo principal del Purgatorio !
Nos remiten también á M a t . v. 2 5 , 2 6 , donde nuestro
Señor dice : " M u é s t r a t e apacible con t u c o n t r a r i o , ^ t e s to, entretanto que e s t é s c o n él en el camino, para'que tu
contrario no te entregue al j u e z , y ' e l j u e z te entregue al
ministro, y seas echado en la cárcel. E n verdad té digo
que no saldrás de allí, hasta que pagues el ultimo'maravedí." M a s yo preguntaría á cualquiera Romanista de
ilustración, si es posible que esté de veras citándome éste
pasaje como en prueba del dogma de u n ' Purgatorio,
i Quien hay que no vea que no es mas que un consejo''de
admirable prudencia, que Jesú-Cristo da á los hombres,
de que-arreglen sus pleytos y muestren sufrimiento.?- Mas
replican:. ¿ N o habla Cristo (Mat. xii. 32) de un pecado
í(iie no será perdonado, ni en este mundo ni en el venidero, y no debemos inferir de esto que algunos pecados
.¿.eran perdonados en el mundo venidero? No debemos
inferir tal cosa, pues esta fórmula se usa para dar-nías
:
1
* Debemos notar que esta interpretación no es nueva. • Los
espositores mas antiguos, con la variación que siempre hay- entre espositores no inspirados, entendieron el pasaje de este m o d o ,
'acorde con Orígenes; quien dijo qu? este fuego no íxxfci\iiciiv\Ka\
tuirSerhii, a\\a Tpo-xoKoyiKov, material y sensible,
sinu¡Inetofti/ko.
(Contra <¿eisu'ni,"lib. 4'0'
T;
146
fuerza á la negación. ¿ Y como puede decirse que ion
perdonados aquellos cuyos pecados se limpian por la acción de fuego, que, aunque no sea eterno, viene á ser
lina penalidad muy tremenda ?
" M u y bien," continúan argumentando, " p e r o ¿ no dice
S . Pedro que Cristo fué á predicar á aquellos Espíritus
que estaban en c á r c e l ? " (1 P e d . iii. 19.)
¿Donde
podian estar sino en el Purgatorio ? Luego ¿ estaban en
el Purgatorio todos los pecadores enormes que murieron
antes del diluvio ? Si estaban, debe haber alguna esperanza para nosotros los herejes. Mas ¿ porqué fué Cristo
al Purgatorio á predicar á los espíritus que estaban allí,
p u e s , según dicen los que creen en esta doctrina, las ánimas no se libran por predicaciones, sino por oraciones y
misas bien pagadas ? ¿ Y porqué escojió Cristo los pecadores del mundo antidiluviano, para que predicase á ellos
solos ? E n fin, soy de opinión que los aficionados á u n
Purgatorio se mostrarían mas prudentes en dejar aquel
testo, y no intentar sostener su dogma por la Escritura,
sino por la tradición, y consolarse con la idea que, aunque
no esté escrito nada acerca de él, tal vez se les haya comunicado algún informe por la tradición.*
* E n este artículo el autor no hace mención de un pasaje en
favor de sacrificios y oraciones por los muertos, que se cita del
libro segundo de los Macabeos, cap. xii., vers. 42—46. Para que
n o se interprete siniestramente su silencio, el traductor debe advertir k los lectores, que loa Protestantes no tenemos por inspirados los libros de los Macabeos. Dejando aparte las muchas
razones para escluirlos del Sagrado Canon, que se sujieren por
los libros misinos, que son enteramente indignos de autor, inspirado, notamos lo siguiente.
1 ? Estos libros no fueron citados directa ni indirectamente
por Cristo, ni por los escritores del Nuevo Testamento, ni tampoco admitidos por los Judíos antiguos, á quienes fueron confiados
los oráculos de Dios. (Rom. iii. 2.1
2 P El autor del libro 2 9 de los Macabeos confiesa que no es
inspirado. (2 Mac. xv. 28.)
117
Nosotros, los P r o t e s t a n t e s , no creemos que el pecado
pueda ser estractado por fuego, ni que por la operación
d e este elemento se pueda conseguir la salvación.
Protestamos contra semejante idea. Creemos, sí, que él
pecado se debe lavar por la sangre de Cristo, y por ésta
sola. Porque " la sangre de Jesu-Cristo nos limpia de
todo p e c a d o . "
(1 J u a n i. 7.) P u e s ¿ qué ha de hacer el
fuego'
Los espíritus de los j u s t o s perfectos, no atribuyen su salvación al fuego. E s t o s dicen : " Jesu-Cristo . . .
nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su s a n g r e . "
(Apoc. i. 5.)
Animas, recien llegadas al cielo desde el
Purgatorio, donde habían estado purificándose en fuego
algunos cientos, ó tal vez miles de a ñ o s , < podrían unirse
con los Santos en este cántico ?
3 ? N o fueron admitidos en los catálogos del canon de escrituras inspiradas, compilados en los primeros cuatro siglos de la
Iglesia, según es evidente ecsaminando los de Melito, Obispo de
Sárdis, Orígenes, Atanasio, Hilario, Cirilo de Jerusalem, Epifanio, Gregorio Nacianzeno, Amfiloquio, Jerónimo, Rufino, & c ,
ni en el del concilio de Laodieea. Tampoco los reconocen (por
cuanto haya podido averiguar el traductor) las iglesias orientales.
E n el prólogo galeato de S. Jerónimo, que jeneralmente acompaña las ediciones de la Vulgata Latina, aquel critico, al fin de u n
catálogo de los libros que reconocemos por conónicos, habla al
tenor siguiente : " T o d o lo que no está comprendido entre estos
libros, se debe tener por apócrifo
El primer libro de los
Macabeós he hallado escrito en Hebreo. El segundo está e n
Griego, como también se puede probar de su misma frase. Siendo así, pues, te suplico, lector, que no mires á mi trabajo como
reprensión de los antiguos. E n el templo de Dios cada uno
ofrece lo que puede; algunos, oro, plata y piedras preciosas.
Otros, lino fino, púrpura, carmesí, y hyacinto. Nosotros h a bremos hecho bien, ofreciendo pieles y pelos de camellos." Así
parece que aun el traducir estos libros se tuvo por una novedad,
que Jerónimo hubo de justificar, diciendo al mismo tiempo, que
los libros de los Macabeos estaban fuera del canon de los libros
inspirados,
T 2
148
4 ¡ ¿ . . 51AS. ACERCA DEL PURGATORIO.
Los, papistas deben, tener pensamientos muy bajos acerca
de Cristo y de la eficacia de su muerte propiciatoria, creyeiifjíp,, como profesan creerlo, que, después de derramar
él su, sangre y sufrir los dolores de la cruz, para salvar
por sus méritos á tura alma que ésta ha de sujetarse á la
acción de una llama ardentísima, por muy largo tiempo,
en o r d e n a que se cumpla la espiacion de sus pecados, y
se perfeccione su salvación. ¡ Qué doctrina tan indecorosa
al Salvador! Según ella, Cristo dijo muy intempestivamente : " E s consumado," porque la espiacion del pecado
se principió solamente en el Calvario, y habia de ser perfeccion.ad.a_.en..el P u r g a t o r i o . . ¡ Oh Dios ! T e suplico que
libres, á los hombres de esta ilusión, que deroga tanto.de
l a d i g n i d a d . d e tu amado Hijo, nuestro bendito Salvador,
y q u e te deshonra á tí, porque representa, que tú, que
t e complaces principalmente de la misericordia, castigarás
á los que has perdonado ; como ecsijiendo de los hombres
una satisfacción, después de haber aceptado en su favor la
satisfacción de Cristo.
Ahora sé porque ellos nunca se hallan felices á vista de
la muerte ; sé por qué los sectarios de aquella relijión
nunca dicen: " ¿ Donde está, oh muerte, tu aguijón ?
¿ D o n d e está, oh sepulcro, tu victoria.?....... . G r a c i a s á
Dios que nos dio la victoria, por nuestro Señor Jesuc r i s t o . " (1 Cor. xv. 5 5 , 57.) E s porque esperan ir á
un logar d e fuego. ¿ Como pueden triunfar de la muerte,
si están con " u n a esperanza terrible del juicio, y del ardor de un fuego vengador ? " ¿ Como puede ser su relijion
diferente de. lo que es, desconfiada y recelosa de amargas
penas ?'
Tengo que decir algo mas acerca de este asunto. En
primer lugar : Si habia, en el tiempo de Cristo y de sus
3
149
Apóstoles, un Jugar., tal eenj.o eijPiñ'gs^óriOijde.bia; ser poco
conocido,: ,ydé,pocp,uso. .Poco-,eqní>ejdo/,.p.or,qae.:ellos no
le nombran, y de poco uso, porque no oimos d e nadie.qtie
haya ido a l l á . .Lázaro no fué ál.Piu-gatorjo,:..ni:el' hombre
rico,.. ni .el-ladrón, .que se .arrepintió,en.la cruz, .ni J u d a s .
Pablo-habla de los.Cri.stia.n.os. que s.e.Eiusentandel cuerpo,
como " p r e s e n t e s , .con;iel Señor."., (2 Cor., v.:8,)r. E s t á n
presentes-con-al Señor, -pero ¿ está .el Señor.:ep el.Purga-v
torio ? i l i s allí en donde, los creyentes.han.de reunirse
coirél.?,..Mas se, nos dirije.'.una vo;; de.sde el cielo, que
nos dice á d.ond.e van escuchadla».,".Oí..iina. voz;.del
cielo," dice S. J u a n , " que" m e decia : escribe : Bienaventurados los muertos que. mueren en el Señor. D e s d e
hoy mas dice el Ejúrítu, que descansan de sus trabajos."
(Apoc. xiv. 13.) Desde hoy descansan de sus trabajos.
Luego es cierto qué ño están en u n Purgatorio.
Si el Purgatorio está lleno de almas que se socorren p o r
medio-:de las oraciones d e los fieles que están en la tierra;
seguir lo dicen los Papistas, ¿porqué, entre las muchísimas-ecsortaciones que nos hacen, porqué no nos:dicen
los escritores sagrados una sola palabra acerca de orar por
estos tales infelices? , ¡ Q u é cruel fué esta neglijeneia!
Algunas, veces, considerando la fábula acerca de la cual
estoy escribiendo, me sonrio ; mas al instante reprimo la
sonrisa. Por ridicula que parezca esta doctrina, es aun
mas perniciosa que. ridicula. Distrae el corazón del hombre,, y le. estorba de fijar toda su vista en Cristo. Dice
lo contrario de lo que dijo Juan : " H é aquí el cordero de
Dios que quita el pecado del mundo." Enseñará los hombres á:que.pueden vivir malamente, y también morir así,
y todavía tener esperanzas para la salvación. E n s e ñ a á
que es posible arrepentirse y purificarse-del pecado después de la'muerte. Alienta á los hombres; á que salgan,
impenitentes de esta vida, haciéndoles creer que,:, aun i i ,
murieren así, las oraciones y misas dichas después de su
;
:
150
invierte los salvará. Niega lo que dice tan terminantem e n t e la Sagrada Biblia, que Dios nos juzgará, y nos
retribuirá según las cosas hechas en el cuerpo, sean buenas ó malas.
Por fin, e s t e invento de un Purgatorio no tiene el menor
apoyo, ni en la divina Revelación, ni en la razón, ni en el
sentido común del hombre. E m p e r o , lo que podemos
decir es, qaie es una doctrina muy lucrativa para los que
la p r e d i c a n ; una especulación muy buena de comercio.
N o hay otro articulo del dogma que produzca tanto para
la iglesia. Hemos oido hablar de los peniques de Pedro,*
mas, del Purgatorio, sus sucesores sacan sus libras.
43.
UNA COSA ESTRAÑA.
E L otro dia leí, en un periódico de Baltimore, el artículo
siguiente : —
" ECSEQUIAS.—Hoy los Prelados y Teólogos del Consej o Provincial Católico, que están actualmente congregados
en esta ciudad, juntamente con otros varios Sacerdotes,
celebraron una función solemne para el reposo de las
almas del muy Rev. Doctor Fenwic, Obispo que fué de
Cincinnati, y de Necker, de Nueva Orleans. El muy
Rev. Doctor Rosati celebró una misa solemne, asistido de
los ministros competentes. Después de leido el Evanjelio,
el muy Rev. Doctor Purcell, Obispo de Cincinnati, subió
ni pulpito y pronunció una oración fúnebre, en la cual
describió con mucho talento, en lenguaje escojido y patético, las virtudes y servicios de ios prelados difuntos.
E l primero fué víctima del cólera morbo, al cabo de mu* Esto se refiere á que, en los siglos 8 ? y 12? inclusive, los
Ingleses estaban" obligados á pagar la contribución anual de un
penique por caria casa á la silla Romana, para mantener mi coléjio Inglés e a Roma.
151
chos años de trabajos grandes y e f i c a c e s . E l Otro murió
joven, en medio de sus trabajos, de una fiebre amarilla.
Acabada la misa, el Doctor Rosati celebró las ecséquias
acostumbradas."
Al leer este artículo, levanté mis ojos del papel, y dije
entre mí. ¿ Y donde estoy ? Creia que en los Estados
Unidos de América, mas esto no puede ser. E s t e pais
no puede ser otro que E s p a ñ a , Portugal, ó Italia. ¿ Y
qné siglo es este ? Siempre lo he tenido por el glorioso
decimonono; mas es preciso que haya errado, á lo menos
nueve siglos. Debemos estar en el siglo décimo, el mas
tenebroso de los siglos de oscuridad, el sceculum tenebricosum, como lo llaman los historiadores eclesiásticos, la
media noche de los tiempos. Vuelvo á v e r . . . . ¿ qué es lo
que acabo de leer ? " Hoy los Prelados, & c . . . . era esta
ciudad.. .función solemne para el reposo de las almas, &c.
Entonces me ocurrió la idea de que tal vez había leido
mal el párrafo. Volví á tomar el papel, y, leido otra vez,
hallé lo mismo. Luego lo arrojé, y, dejándome caer desazonado en una silla, di rienda suelta á mis pensamientos.
¡Qné novedad es ésta! ¡ Qué función tan extraordinaria!
Y estos hombres están orando por el reposo de los santos
difuntos. Y éstos no han sido sujetos ordinarios, sino
prelados de la iglesia única, verdadera, santa . . . prelados
eminentes por sus " v i r t u d e s y servicios." H a c e un año,
poco mas ó menos, que murieron, y todavía no descansan,
pues así lo confiesan los Prelados y Teólogos de su propia
iglesia, congregados en esta ciudad.* ¿ Qué se hará de
los Católicos menos eminentes, si los mas estimados de
sus obispos están ajitados y quemándose entre las llamas
del Purgatorio, para un año después de haber sacrificado
• L a s ecséquias de Roma moderna son un resto muy remarcable del Paganismo de la antigua, pues, sin duda, toda la fábula
del Purgatorio y todos los ritos consecuentes se toman de la
antigua idolatría, con alguna mezcla de la, superstición de los Ju-
sus vidas en el servicio de Dios y de sus semejantes, y necesitan oficios sòléMiresTpàrS el reposó dé sus" aliñas?' Siempre he creído yój que él descanso del alma sería resultado
seguró dé la fé. Dice-Pablo : " Entramos! * en-él- reposo
los que creímos ; " ( H e b . iv. 3.) y Cristo d i c e : ' " V e n i d
á mí todos los q u e estáis trabajados y cargados,
y
hallaréis reposo para vuestras almas."
(M at . xxviiil-' 28,
23.) Y o ereia- que los" penitentes líallarifín reposo -'luego
que viniesen á Cristo, y no que-tuvieran que anti'áf trabajados y', cargados 'poí- toda su vida, y poi- ííiucho tieáipo
después: Y , sobre todo', tenia la idea múy"fija'de que
en él sepulcro los buenos habían de hallar reposó.'' Debía
formar"mi'idèa por haber-léido las pálabré's de S.-J'úán :
" B i e n a v e n t u r a d o s los muertos qfiè-muéícn'én el Señor.
Desde hoy m á s , ' d i c e el Espíritu, que 'descansan dé "sus
trabajos; 'porque las'-'obras de ellos les siguen.'"- ("À'poc.
•¿iv.'TSv) ''- O -puede ser que traje mi'-'concepto de esotro
pasaje q u é dice :
Allí, los impíos cesaron del tumulto, y
1
1
:
:
::
dios.:' El traductor: nunca'.ha. vistò ú c-ido.'.de .ecséquias en .templos, Cristianosj sin pensar en unos-versos que leyó cuando Joven
en. un Poeta. Latino..
Ergo instauramus.Polydoi'O funus, ,et.ingens .
Ággei'itur tumulo, tellus : "stánt niapi'büs araá,
Coarüleis moestíe vittis, atraque cnpíe'sso :
Et cìi'cùm Iliades crìnè;fi"de hí&Vé spume;
Interim us-tépidü ispurhautia' e-y'm líia::lacte, Sanguinis;et-saeri patera»:- aniuiaifiqüe sepulchro
:
Coudiaius et magna supreujùm.voce ciemus....
yÈn. Ili, C2.
: El.lector literato ..vérá-.-ln semejanza, sin-que .sea necesario traducir este-estracto al.Español. .
' -*'Los falsarios revisores de' la Vulgata han píiesto'-ingredienrur,
e n t r a r u m o s , esto e», • conró-dirian, ' después de algunos siglos (le
purificación. Mas el Griego uíceéle-epxifiéOa.- La; antigua Latina,
iiíiramziny Las dos Siriacas, ío-'mismo,' y"'asl'ìotian'las VeVsiqnes
antiguas y uíbdernás 'indepentfierités' de la'saiita congregación.-
153
allí reposaron los de fuerzas cansadas." (Job. iii. 27.)
Mas parece que he padecido una equivocación. Aquí
tenemos dos Obispos difuntos, mas ninguno de ellos descansa todavía. Si S. Juan habla la verdad, nos hallamos
en un dilema. Una de dos : ó estos Obispos no murieron
en el Señor, ó hallaron el reposo. ¿ Dirán los Prelados
que no murieron en el Señor ?• Creo que no. Luego
deben creer que están en reposo. Y , si creen así, ¿ porqué celebraron aquella función solemne en orden á que
sus almas descansasen ?
Esperando que no voy á cometer un pecado mortal (me
atrevería en esta ocasión incurrir en uno venial), pregunto
como estos eclesiásticos saben que sus Obispos que fueron,
no descansan todavía. ¿Quien se-lo dijo? ¿ D e donde
tuvieron una noticia tan ecsacta ? Parece ser una calumnia de esos buenos hombres. E l Obispo Fenwic gozaba
de una reputación muy b u e n a ; muchas veces he oido á los
Protestantes elojiarle, y en el artículo citado se notan las
virtudes y servicios de ambos. Y ahora, después de tanto
tiempo de muertos, se dice al mundo que todavía no han
hallado descanso, y que ha sido necesario hacer oraciones
en orden á su reposo. Si los Protestantes hubiéramos
insinuado una sospecha tal, jamás nos hubieran dejado de
tachar de calumniadores.
Mas no solo parece que han calumniado la memoria de
los difuntos, sino que deshonran al mismo Jesu-Cristo.
Según ellos, debia ejecutar su obra muy imperfectamente,
si aun éstos que se estiman como siervos suyos devotísimos, han de yacer en fuego atormentador, sin poderse
estricar de sus prisiones, por no sé sabe cuanto tiempo
después de su muerte, antes de que valga la eficacia de
sus méritos é intercesión para llevarlos al cielo. ¿ Y donde
se halla el cumplimiento de su promesa, " V e n i d á mí, y
yo os aliviaré ? " Según c o n f i e s a n los Prelados y Teólogos, éstos no lo han hallado todavía. .
v
154
M e tomaría lá libertad de hacer otra pregunta. ¿ Como
pueden decir con tanta ecsactitud el tiempo que una alma
queda en el Purgatorio antes de ser librada ? ¿ Como sab e n el momento en que se puede dejar de orar por ellas ?
Lejos sea de mí el insinuar la sospecha de que suspendan
sus ruegos luego que se agote el fondo del cual se les paga, porque supongo que, en el caso de los Obispos,
cuando menos, darían gratuitamente sus oraciones. Yo
no pedia menos que pensar que, aun supuesto que haya
u n Purgatorio, se podría cumplir la purificación de dos
Obispos antes del fin de un a ñ o . U n año es mucho tiemp o , y debe parecer muy largo á quien esté quemándose.
P e r o , ¿ es esta una parte del cristianismo, ó puede serlo ?
¡ Imposible ! ¡ Qué cruel relijion es ésta, que no concede
á sus profesores mas eminentes y ejemplares, ni aun el
descanso en el sepulcro ! Credat Judwtis Apella, non ego.
44.
CANONIZAMIENTO DE SANTOS.
S E sorprendió mi imajinacion al leer, pocos dias ha, el
siguiente aviso, en un periódico de esta ciudad : —
" E l Lunes, 1 7 de Marzo, siendo el dia de S . Patricio,
se cantará una misa solemne, y también se pronunciará el
panejírico del S a n t o . "
Este aviso me sujirió algunos pensamientos, que deseo
participar á mis lectores.
¿ Porqué se llama el dia 1 7 de Marzo dia de S . Patricio?
¿ Tiene Patricio mas derecho en aquel dia, del que tengo
yo, ú otro ? ¿ Y él, tuvo en dicho dia mas propiedad que
en otro ? E s verdad que murió en semejante dia, mas no
él solo, pues millares mas murieron en el mismo. ¿Tiene
un hombre por suyo el dia en que muere, y sus aniversarios hasta el fin del tiempo? " P e r o , " me dirá alguno,
" Patricio fué un S a n t o . " ¿ Como se sabe esto ? ¿Quien
TÍO su corazón ? Y o , por mi parte, espero que sería un
155
hombre bueno, y rejenerado; mas creo que debemos proceder muy cautamente, llamando Santos á nuestros semejantes. Y los que profesan sumisión á la Sede que llaman
de Pedro, deben ser mas cautos que nadie, porque su
mismo Pedro, á quien miran por infalible, no quiso hablar
con tanta confianza, sino que dijo, con referencia á Silvano : " Silvano, que os e s , á lo que entiendo, hermano
fiel"
(1 Ped. iii. 12.)
Empero, dado por hecho que fué un Santo, también lo
es todo Cristiano verdadero. Si alguno duda de ello,
remítase á cualquiera pajina del Nuevo Testamento. E s pero que, en el tiempo de Patricio, habría muchos Santos
en el mundo, y yo no dudo de que otros tales muriesen en
aquel mismo dia. Desapruebo enteramente el llamar el
dia por nombre de Patricio esclusivamente. No puedo
admitir que la parte 365a. de todos los años pertenezca
á Patricio. Ni tampoco puedo aprobar la superstición de
repartir el año entre los Santos, llamando un dia de San
Patricio, otro de Sta. Cecilia, y así con los demás. D e
esta manera tenemos todo el año consignado á los Santos
muertos.*
Ahora me replica algún celador del Panteón. " Señor,
V. se olvida de que la Iglesia canonizó á S. Patricio, y l e
dedicó aquel dia." Mas yo no tengo en muy futa estimación á estos Santos canonizados, Santos hechos por
hombres. M e gustan mas los verdaderos
santificados.
* Los antiguos adoradores del Sol tenían consagrados cada dia
del año á un ánjel distinto, cuyo nombre dieron al dia. (Hyde.
Religio vett, Persarum. cap. 15.) Los Romanos antiguos dedicaron A los Dioses y Héroes mucho8 dias del año, mas rio todos.
El dia 17 de Marzo, según el calendario antiguo, fué dia da
Baco, Dios del vino, y patrono de los borrachos, y en este dia
los Irlandeses no le ofrecen libaciones menos copiosas. Los R o manos modernos tienen mas dioses subalternos que los antiguos,
pues dedican cada dia á no menos que cinco de ellos. Tienen
unos dos mil Santos,
u2
156
Nosotros los Protestantes, tenemos por Santos á los que
s o n • " hechura de Dios mismo, criados en Jesu-Cristo para
buenas obras." (Efes. ii. 10.) Pero, demos que el dia
17 de Marzo sea dia de S. Patricio, ¿ porqué guardarlo
con esta especie de observancia ? ¿ Qué tenemos nosotros
que hacer con él, ya que han pasado tantos siglos ? Patricio murió en el año 460, y éstos del siglo diez y nueve
están guardando su dia. M e parece que es tiempo ahora
cesar de lamentar la muerte de Patricio, ya que hace mas
de 1300 años que ha muerto, y especialmente como murió
en una buena senectud, teniendo, como dicen algunos, no
sé si dicen la verdad, no menos de 120 años. A la verdad,
yo creo que aun los Irlandeses deben ahora enjugar sus
lágrimas. " ¡ Lágrimas ! No Señor, no le lloramos, sino
que le damos honra y elojio. Vamos á cantar en su honor
una misa muy solemne, según se anuncia en el periódico.
E l cantar espresa alabanza, y, después de esto, un orador
pronunciará su panejírico." E s maravillosa la propensión
que tienen los Papistas á multiplicar los objetos del culto
relijioso. ¡ Ojalá que quisiesen quedar satisfechos con
alabar al Señor que crió los cielos y la t i e r r a ! Pero no.
Quieren prestar su adoración á una turba de criaturas, á
los ánjeles, y á Santos que ellos mismos han hecho, y,
sobre toda, á la Víijen, á quien llaman su " m a d r e celest i a l . " N o puedo ocultar mi persuasión de que quieren
honrar á cualquiera antes que á Dios. N o les satisface
lá intercesión de Jesu-Cristo. Les parece cosa precisa
tener á hombres por medianeros é intercesores. D e continuo están celebrando funciones en honor de los Santos.
¡ Cuanto hablan de Santos protectores y. ánjeles de su
guardia ! Parece que quieren ponerse á la protección de
cualquier criatura, con preferencia á la de Dios.
Y que absurdo es el elojiar, y hacer panejíricos aquí, en
los Estados Unidos, de un tal Patricio que murió en Irlanda, en el año 4 6 1 . Díganme, pues y o no lo sé, como
157
se lia de promover la verdadera relijion con semejantes
entretenimientos.
Y debo notar de paso, como diferencia una misa solemne de la que no lo es. Diferencian mucho. E n t r e las
varias propiedades de la misa solemne, creo que se cuenta
la de ser mas costosa. E l que quiere que se diga una misa
solemne para alguna ánima infeliz del Purgatorio, ha de
pagar mas que si se contentase con una misa común. Y
esto es regular, porque una misa solemne tiene mas eficacia. U n a misa común apenas se percibe por una alma que
se está purgando, pero una misa solemne es la que tiene
mucha eficacia, y consigue el alivio en mucho menos
tiempo.
Nosotros, los Protestantes, no nos molestamos con misas. N o hallamos ninguna mención de ellas en la Santa
Biblia. Suplico al que comulga delante de esos altares
que me perdone el hacer referencia á la Biblia. Bien sé
que para él no tiene mucha autoridad, escepto cuando le
ofrece algún versículo que se puede torcer ó mal interpretar de tal modo que sirva su causa, como es aquel de la
piedra, que dicen fué Pedro, y que sobre Pedro está
fundada la iglesia. ¡ Buen cimiento debe tener en P e d r o !
Vedle aquí. Un hombre que pudo negar á Jesu-Cristo
tres veces con juramentos horrendos, ¡ se hace, él mismo,
fundamento de Ja iglesia de Cristo ! Y que, aunque fuese
convertido después, no dejó de ser hombre, ni de estar
espuesto á reprehensión. M a s , lo mas hermoso de este
fundamento es, que ha tenido una larga serie de sucesores
fundamentales hasta el Papa actual. Y o habia creído que,
lina vez echado el fundamento, la operación aquella se
acabaría, y que todo lo que siguiese sería construir el edificio. Mas esta es una digresión. Estaba diciendo, que
nosotros los Protestantes no conocemos misas. Tampoco
conocemos distinción de dias, sino solamente con respecté
al Domingo, ó dia del Señor. N o guardamos fiestas.
158
Guardamos solamente el dia que Dios señaló.* Por el
contrario, el Domingo es cuasi el único dia que los Papistas no guardan relijiosamente. E s t á n tan ocupados con
los días de los Santos, que hacen poco caso del " dia que
hizo el S e ñ o r . "
(Sal. cxvii. 24.)
Por lo que toca al anuncio, yo diria que los Sacerdotes
debian haber cscojido -alguna palabra de mas fácil intelijencia que Panejlrico.
¿Cuantos Irlandeses sabrán su
significado ? Pero es sabido que una de sus sentencias
mas recibidas es, que " la ignorancia es madre de la devoción." Y ¿cuantos dijeron en el 17 d e Marzo, ¡ Bendito
S. Patricio ! " Creo que muchísimos mas de los que dijeron " Santificado sea tu nombre." Y todos los dias
tributan mas honra á la madre que al Hijo. En fin, queda
demostrado que la relijion que ellos llaman la Católica es
Idolatría. Algunos llevarán muy á mal que yo diga semejante cosa; mas, si alguno sale á la defensa diciendo
que esto no es la verdad, estoy pronto para sostene/mi
proposición. Dirán que peco contra la Caridad. Muy
bien. Discutamos primero la cuestión de que sea la Verdad, y luego sabremos discutir la otra, sobre qué cosa es
la Caridad.
Entonces.veremos que la caridad " s e goza
de la verdad."
(1 Cor. xiii. 6.)
4 5 . EL GENERAL LAFAYETTE NO DESCANSA AUN.
MAS avisos. H e visto dos. E l primero el de la " Miscelánea Romana Católica de Charleston," y dice : E l Lunes,
3 0 del corriente (Junio), habrá un oficio y misa solemne
en la Catedral, para el reposo del alma del General Lafayette."
E l otro es del " H e r a l d o Católico," y nos
* L o s Protestantes jeneralmente guardamos un dia del ano en
memoria del nacimiento de nuestro Salvador, y otro en memoria
de su crucificcion. Mas todos estamos acordes en decir, que no
es de obligación guardarlos.
159
informa de que " E l Martes, 29 del corriente (Julio), se
cantará una solemne misa, á las 10 de la mañana, en la
Iglesia de la Sma. Trinidad, esquipa de Sixth and Spruce,
para el reposo del difunto General Lafayette." Mis lectores se acordarán de que el General murió el dia 20 de
Mayo. Yo no sabia que alguna noticia de él había llegado
á este mundo, ni de otro alguno de los muertos. Mas
parece que los redactores de los periódicos de Charleston
y de Filadelfia recibieron noticias de él á la fecha del 29
de Julio. A cuarenta dias después de su muerte, según
uno de ellos, y á sesenta y nueve, según el otro, su alma
no estaba en descanso, y nos avisan de las medidas que
van á tomar en orden á su reposo. No puedo decir de
donde tuvieron tan interesante noticia, ni quien se la trajo,
pero hablan muy positivamente del hecho. En efecto, los
Papistas parecen estar en correspondencia con el mundo
invisible, que me ha causado sorpresa muchas veces, pues
hablan del estado de las almas de los difuntos tan terminantemente, como si por alguna facultad propia de sí solos
pudieran verlas y entender todo lo que les concierne. ¡ Con
cuanta seguridad hablan ellos de varios, diciendo ser Santos en la gloria, y haciéndoles oraciones ! Con todo, me
ha ocurrido el pensamiento de que muchas de estas oraciones se pueden decir en vano, porque todavía es dudoso
si de hecho están en el cielo los sujetos á quienes se
dirijen.
Nosotros, los Protestantes, podemos también decir oraciones en vano, si oramos con lijereza ó incredulidad, mas
no por dirijirlas á quien no las oye, porque no oramos á
ninguno, ignorando si está en el cielo, 6 no. Hablamos
positivamente del estado al oual pasarán ciertas clases de
personas en el mundo venidero, es á saber, los justos y
loa impíos, los creyentes y los incrédulos, según nos
enseña la Biblia. Mas nosotros no hablamos tan confiadamente del estado de los individuos; tampoco nos a t r e -
ICO
veríamos hacerlo; de consiguiente no nos atrevemos decir
de éste, que su alma ya descansa, y de aquel que todavía
no descansa. Creemos que nos conviene mas estar en un
silencio total acerca de los espíritus que han vuelto á comparecer ante su Dios, y esperamos hasta que venga el
grande dia, en el cual se descubrirá la decisión de la sabiduría y justicia inmutable de Dios con respecto á ellos.
Y , si uno muere, por lo que parece, impenitente, nosotros,
como pecadores no menos condenados que él, según la
justicia de la ley de Dios, lo juzgamos mas decoroso
esperar en humildad silenciosos, sin usurpar la prerogativa
del juez, pretendiendo declarar su estado. N o se da Protestante de ninguna de las varias iglesias que hay entre
nosotros, que osase declarar que el alma de Lafayette no
está en reposo.
Mas los Papistas no son tan cautos como esto. Pretenden saber quienes 6on los Santos en la gloria, y
quienes los que sufren el fuego y angustia del Purgatorio.
Pueden indicarnos hasta sus nombres propios. Ahora han
dicho, en dos de sus papeles públicos, que " el buen
Lafayette, según se dice vulgarmente (yo no me meto en
decir si sea bueno 6 malo á la vista de Dios), aun no descansa. Su cuerpo, s í ; éste descansa en el sepulcro, mas
no así su alma.
No podemos unirnos con los que celebran oficios solemr
nes por el alma de Lafayette. Mientras que estaba en la
vida, orábamos por él. Ahora, sabiendo que su espíritu
ha vuelto á Dios, su Criador y J u e z , le dejamos á su
juicio. Y estos que se meten con tan poca modestia en
lo que pertenece al fuero del cielo, ¿ como saben el tiempo en que se deben acabar sus preces? Los devotos de
Charleston celebraron su misa por el General Francés en
el dia 30 de Junio. Mas parece que esta no le valió,
porque los de Filadelfia se congregaron á cantar la suya
en el 29 de Julio. ¿ Cuanto tiempo han de durar estas
161
ceremonias ? Y o escribo esto en el 31 dé Julio. < Pues
qué, no descansa todavía ? ¿ O la misa del 29 del corriente ha sido mas eficaz que la del 30 del pasado ? T a l
vez las primeras noticias qué lleguen de Nueva York serán
de que van á solemnizar una misa en aquella capital algún
dia de Agosto, para conseguir el reposo de la misma alma.
Me acuerdo de un proverbio antiguo del Latin, que dice : nil de mortuis, nm bonum.
E s t o es, que no se diga
más que bien de los muertos. L a verdad, algunas veces
nos compele á descubrir los pecados de los que un tiempo
hacian gran papel en el mundo, y cuyo mal ejemplo puede
ser nocivo aun después de su m u e r t e ; mas los beatos A m e ricanos, que profesan ser aficionados del General, debian
conformarse al espíritu de este adajio. N o lo han hecho,
sino con crueldad han hecho sus dolores motivo de "canción, pues en Filadelfia cantáronla, misa. ¿Pudieron entretener al alma atormentada con su cantar ?
46.
ORACIONES POR LOS PIELES DIFUNTOS.
VUELVO á abrir el librito intitulado " Guía del Cristiano
para el Cielo," publicado bajo la sanción del Revino. A r zobispo de Baltimore. H e apuntado algunos pasajes de
esta obrita en otros artículos, mas no todo su contenido.
En la pajina 198 de mi edición encuentro un capítulo que
contiene, " Oraciones para los fieles difuntos." ¡ Para los
fieles ! dije entre mí. ¿ Y es para los /leles difuntos que
oran ? Y o en mi sencillez creia, que era para los malos
Católicos, después de muertos, que tenian la bondad de
orar. Y o creia que no era menester orar para los Cristianos, los difuntos /leles. Habia tomado de alguna parte
la idea de que los buenos, luego que mueren, van á donde
hay " p l e n i t u d de gozo," y " placeres sempiternos." E s
dableque habia concebido esta idea por la lectura de S .
Pablo, pues él dice que, cuando tales se ausentan del
x
162
cuerpo, están presentes al Señor. O puede ser que h
debo á S. Juan, que habla de los muertos que mueren en
el Señor, como benditos desde luego, y dice que descan­
san de sus trabajos. O lo que es mas verosímil, habré
formado mi creencia por leer las palabras de nuestro mis­
mo Salvador, quien dice á la iglesia de Esmirna : " Sé fiel
hasta la muerte, y t e daré la corona d e la vida." (Apoc.
ii. 10.) Todos estamos espuestos al error, á no ser in­
falibles; pero, según los teólogos de la escuela itálica,
quienes profesan saber todo lo perteneciente á esta mate­
ria, parece que los fieles no alcanzan la corona de la vida,
p o r ser fieles hasta la muerte. E s t o n o ; han de ser fieles
mucho tiempo después de la muerte, á fin de poderla
recibir. Aquello que reciben al tiempo de morir es muy
diferente de la corona de la vida. Mucho tiempo quedan
ausentes del cuerpo antes de hallarse presentes al Señor.
N o van al Cielo, ó al Paraíso, sino al Purgatorio. Así
creen los Romanistas, mas su creencia no concuerda con
la promesa del Salvador á los Cristianos de Esmirna. Un
hombre sencillo creeria que, manteniéndose fiel hasta la
muerte, alcanzaría la corona de la v i d a ; mas estos sapien­
tes infalibles pronuncian que no ha de ser así.
E s t a doctrina de que los fieles van á un Purgatorio
luego que mueran, y que es menester librarlos de allí i
fuerza de oraciones, parece que no la tenia presente Pablo
cuando estaba escribiendo ó dictando. E s t e apóstol dice,
que el morir sería para él ganancia; mas, ciertamente, el
cambiar esta vida por los tormentos purgatoriales, no
debe llamarse ganancia. E l ayré de este mundo, por
t ú r b i d o ­ ó malsano que sea, es muy preferible al fuego.
Pablo íntima su deseo de apartarse de esta vida, y de
estar con Cristo, hablando justamente así como si tuviera
la esperanza de hallarse con él luego que muriese. Si
hubiera contado con el Purgatorio, creo que no hubiera
deseada salir de esta vida. Puede ser que creyera ([Щ
163
como Lázaro, iría al seno de Abraham, 6 que, como el
ladrón penitente, sería admitido en el Paraíso el mismo
dia. Siempre me ha parecido, que, según el sistema del
Papismo, este ladrón debia ir al Purgatorio. J a m á s habia
hecho penitencia ninguna en la tierra, jamás compró siquiera una induljencia, y no se arrepintió hasta algunos
minutos antes de su muerte. Sin embargo de estas faltas,
va directamente al Paraíso. P u e s ; quien es el penitente
verdadero que no podrá admitirse igualmente en la bienaventuranza ?
" Pero, i no nos traen una cita formal en favor del orar
para los muertos ? S í , la traen, y es ésta:; " E s pues
tanta y saludable la obra de rogar por los muertos, para
que sean libres de sus pecados." (2 Mac. xii. 46.)
Mas
esto no suena como Escritura inspirada. Lo tienen por
tal los Romanistas, mas está estractado de un libro a p ó crifo. N o es-mas digno de llamarse Escritura Sagrada,^
que lo sería él Koran de Mahoma.* Sé que los Papistas
dicen que lo e s ; pero preguntemos á l o s Judíos, á quienes
ee confiaron los oráculos de Dios, Preguntémosles si se
les fiaron los libros de los Macabeos, y responderán que
no. Ni aun se conservan en H e b r e o . E l Nuevo T e s t a mento tiene copiosas citas del A n t i g u o ; pero los escritores
inspirados de él, no teniendo dichos libros por inspirados,
no los citaron nunca. Y aun u n niño que haya leido con
atención y gusto las Sagradas Escrituras, percibe que las
palabras, arriba citadas, son muy disonantes de las que
proceden del Espíritu de Dios.
Mas voy á la oración. " Oración para- las almas que
están padeciendo en el Purgatorio." E s muy curiosa, y
quisiera citarla toda, pero algunos trozos serán suficientes.
* Los libros de los Macabeos no fueron declarados por auténticos
ha9ta que, en el año 1546, el Concilio Tridentino los introdujo en
«1 catálogo de libros sagrados, en órdén & valerse de este pasajeen prueba de su fábula de un Purgatorio.
x 2
1С4
H é aquí una petición. " T e n misericordia de los que están
padeciendo dolores en el Purgatorio. Mira con compasión
á sus estremados tormentos. E l ardiente deseo que tienen
d e unirse contigo, los atormenta mas que las llamas puri­
ficaderas en que se hallan sumerjidos." V e d aquí como
hablan de espí ritus sumerjidos en llamas,* y como estas
llamas se dicen purificaderas..
Algunos metales pueden
purificarse por el fuego; mas sobrepuja mi entendimiento
el comprender como han de purificarse las almas por este
elemento. E l padecimiento, causado por el fuego, es muy
h o r r i b l e ; pero parecería, p o r la oración citada, que es
poco ren comparación con el del amor de Dios, ó " el ar­
diente .deseo que tienen de unirse con é l . " M e maravillo
de que, si tienen ¡deseos de unirse con Dios, que lleguen
á ser tan estremadamenté atormentados,; y бе detengan
en un estado semejante de dolor. M e maravillo de que
n o los llame el Señor á sí. ,¿ Porqué padecen así, habien­
d o padecido Cristo dolores amarguísimos por ellos, y éstos
s e tienen por los fieles que creen en é l ? ¿ N o padeció
Cristo bastante ? Mas prosigue la oración diciendo:
" Con ellos adoro tu justicia vengadora." D e suerte que,
según ellos, los fieles difuntos son objetos de la justicia
vengadora de Dios, no habiendo quedado ésta satisfecha
p o r lo que pasó Jesu­Cristo. N o sé qué doctrina podrán
sacar d e la Apócrifa; mas bien sé que la Sagrada Escritura
dice, que Dios es á un mismo tiempo "justo,
y justifica­
dor de aquel que tiene la fé de J e s u ­ C r i s t o , " y nos asegura
que, " e i confesásemos nuestros pecados, fiel es y justo
:
. ?.Por la objeción de que un fuego, material no puede obrar en
un espíritu inmaterial, el autor de estos artículos no intima
ninguna duda con respecto á la doctrina del infierno. Porque
creemos que en el infierno l os cuerpos de los pecadores serán
atormentados junto con sus almas, y no tenemos dificultad en¡
entender literalmente los pasajes de la Biblia que dicen que los,
pecadores se arrojarán al lago que arde en fuego y azufre, &c. ,
1C5
para perdonarlos, y limpiarnos de toda maldad."
(Rom.
iii. 26, 1 J u a n i. 9.) Pero ¿ no son perdonados los fieles >
¿ Y es consecuente la venganza con el perdón ?
Luego la oración : " A c u é r d a t e , oh Señor, de que eres
su padre, y ellos tus hijos. Echa al olvido los delitos
que, por la fragilidad de la naturaleza humana, han cometido contra t í . " Y poco d e s p u é s : " A c u é r d a t e , Señor,
de que son miembros vivos de tí, tus secuaces fieles, y
tus esposas." Aquí veis como dicen que estos infelices
son hijos de Dios, y esposas del mismo, pero que están
sufriendo la penalidad de los delitos que por la frajilidad
de la naturaleza humana (aunque, según dice el Espíritu
Santo en su palabra, los hijos de Dios, siendo nacidos de
él, participan de la naturaleza divina), han cometido contra él. Q u e él murió por ellos, mas que, aunque creen
en los méritos de su muerte, están quemándose en las
llamas. Q u e son perdonados, siendo miembros vivos del
Señor, mas, al mismo tiempo, atormentados horriblemente. Q u e les vale la satisfacción que hizo Cristo, mas que
hacen otra satisfacción para sí mismos. Que vuelven á
pagar la deuda que solventó el Salvador. Ved aquí su
Evanjelio Católico. . ¿ N o parece un Evanjelio nuevo?
Pero tampoco es Evanjelio. N o le compete semejante
nombre. E s doctrina de Anticristo. Contradice las b u e nas nuevas que Jesu-Cristo trajo á los hombres.
Otra petición : " Libralos, oh Dios misericordiosísimo,
de aquel lugar de tinieblas y de tormento, y llámalos á
un lugar de refrijerio, luz y p a z . " E l lector se hará cargo
de que esta es una oración para los /teles.
¡ Para los que,
habiendo sido fieles hasta la muerte, van á un lugar de
tinieblas y de t o r m e n t o ! ¡ Allí descansan de sus trabajos ! Y o , por mi parte, no sé que suerte mas dura pudiera
caer á los infieles mismos. A la verdad, nuestros pastores
Católicos no pueden animar con su doctrina á los hombres
¿ que crean en Jesu-Cristo. \ Q u é consuelo tan miserable
166
es é s t e ! " T ú , discípulo del Salvador, trí que ahora estás
para morir, sé de buen ánimo ; no temas, pues vas solamente á t/n lugar de tinieblas y de tormento."
N o habla
así Jesús á los fieles que le siguen. E s t a no es la doctrina
Cristiana. E s t a doctrina no trae consolación en la hora
d e la muerte. Con tan tremenda esperanza no me maravillo de que, para los Romanistas, sea una cosa muy dura
el morir, pues, si todo esto es verdad, la muerte todavía
tiene su aguijón, aun para atormentar á los Santos, y el
sepulcro, con victoria audaz, triunfa de los rescatados del
Señor.
47.
UNA MEJORA.
SIEMPRE me gustan las mejoras. N o hay cosa que mas
me plazca que el ver los progresos útiles, aunque no sean
tan completos como quisiéramos que fuesen. N o debemos
despreciar los principios de una reforma, aunque no se
lleven perfectamente al efecto deseado. N o se edificó
Roma en un solo dia, ni tampoco en uno será derribada,
porque un sistema que se ha madurado durante e l transcurso de muchos siglos, no puede deshacerse de un golpe.
Y , aunque una mejora no sea mas que de palabras, me
alegro dé ella, porque las palabras no solaniente son señales de las ideas, sino que también las producen algunas
veces, de manera que los hombres que usan palabras
rectas, puede ser que también piensen rectamente sobre
los asuntos de que hablan.
• L a mejora á que aludo es de palabras.
E l caso es e s t e :
Los Papistas tienen la costumbre de celebrar oficios solemnes en la iglesia por los difuntos de consideración,
algunos meses y aun años después de su fallecimiento.
H a s t a ahora acostumbran publicar un anuncio del tenor
siguiente : " Se celebrará, 6 cantará, una misa solemne,
para el reposo de D . — — — , en tal dia, y en tal lugar."
167
El lector advertirá que dicen la misa, no porque el alma
está en reposo, mas á fin de que lo esté. La misa no es
eucarística, sino suplicatoria. Esto hicieron aquí por un
difunto Obispo, poco tiempo haj y también por el General
Lafayette, habiendo descubierto que el alma de éste n o
había conseguido el descanso. P u e s , habiendo muerto
últimamente el Arzobispo de Baltimore, pasadas algunas
«emanas, llegó el tiempo en que debian decir algo acerca
de su alma, y, según costumbre, dieron un aviso público.
Mas una mudanza en el modo de espresar el anuncio, me
llamó la atención. E s t e , como está reformado, dice lo
sígnente : " H a b r á un oficio fúnebre, en la catedral, p o r
el difunto Reverendísimo Arzobispo Whitfield." Seguramente, este modo es mejor que el antiguo. Aunque suena
algo curioso el hablar de un oficio fúnebre para uno que
fué enterrado algunos meses ha. Los Protestantes no lo
podemos entender. Mas, esto a p a r t e ; ¿ porqué mudar
la frase ? La razón mas probable, á mi parecer, es, que
el sentido común de los ciudadanos, aunque sean muy t o lerantes, no pudo tolerar los anuncios que se hicieron
a n t e s ; y que, viendo esto los Papistas, y recelando los
efectos perjudiciales á su.superstición que podrían resultar
de despertar la atención pública á la cuestión, se han d e terminado á guardar alguna reserva. Porque el hombre,
aun cuando no instruido en la dialéctica, siendo un ser
discursivo, sabe raciocinar, y discurrirá con alguna variación al tenor del argumento siguiente. " Una de dos : el
alma para quien dicen la misa, está en reposo, ó no lo
está. Si está en reposo, es inútil orar para que descanse.
Esto es pedir que se haga lo que está hecho ya. H e c h a
la cosa, es supérfluo el pedir que se h a g a ; antes bien, ha
llegado el tiempo en que debemos dar gracias. Por otra
parte, si el alma no está en reposo, ¿ porqué dejar pasar
tauto tiempo sin pedir que se admita á su descanso ?
¿Porqué no decir la «lisa antes? Esto parece falta de
168
compasión. ¿ Sabian los clérigos, inmediatamente después de su muerte, que el alma no podia descansar, 6, si
no lo sabian entonces, como llegaron á saberlo al cabo de
algunos meses ? N o se proporcionan datos en la Sagrada
Biblia, por los cuales saberlo ni adivinarlo. ¿ Pues de
donde tuvieron tal noticia ? " Los Papistas saben que
los hombres francos y sencillos han principiado á discurrir
de esta manera, y así mudaron el estilo de sus avisos. E
hicieron bien. Con mucha razón temen el sentido común
las autoridades de la iglesia de Roma, porque no hay enemigo mas formidable del error y de la impostura. Y o creo
que pronto caerá el Papismo entre nosotros, y que el
sentido común será aquel que lo subvertirá. Y o no puedo
recelar, como recelan algunos, que esa superstición se
estenderá en nuestra patria, ni que adquirirá algún dominio aquí. E l buen juicio de todas las clases de nuestra
población no permitirá semejante resultado. E l pueblo
de los Estados Unidos quiere ejercer su razón, y vive
persuadido de que tiene el derecho imprescriptible de
hacerlo, sin rogar suplicante á Roma permisión para ejercer una facultad tan preciosa y tan propia del hombre ; y,
en su ejercicio, suscita cuestiones acerca de todos los
asuntos, sin escluir los de la relijion, y porfía en ecsij i r soluciones satisfactorias. Los habitantes del mundo
antiguo quedan libres para creer el desnudo dicho del
P a p a , si les gusta rendirse á él de tal manera ; mas nosotros del nuevo, antes de prestar á alguno nuestro asenso,
ecsijimos que esté autorizado por el S e ñ o r que es el único
infalible, ó, á lo menos, que nos muestre el quod erat
demonsirandum desuna evidencia satisfactoria. E n t r e nosotros, jamás ganarán los emisarios de la " Propaganda
fide " una mayoría que crea lo contrario de lo que atestiguan nuestros cinco sentidos. Diremos siempre que una
cosa es lo que parece por la vista, el gusto y el tacto, ó,
en otras palabras, que pan es pan, & c , &c.
lo9
48.
LA RAZÓN QÜINCÜAJESIMA BEL DUQUE
PE" BRUNSWIC,
UN cierto Duque de Brunswic, Luterano, habiendo renegado su relijion algunos años ha, y héchose miembro de'
la iglesia d e Roma, tuvo á bien intentar justificarse al
mundo del paso qué habia tomado, el cual, en efecto,
parecia necesitar una justificación. Para este fin escribió
cincuenta razones, recopilándolas en un ¡ibrito,' titulado,
"Cincuenta razones porque la relijion Romana .Católica
debe preferirse á todas las d e m á s . " E s t e librifbV • los
miembros de dicha iglesia pueden leer libremente.
Se
les permite leer las composiciones de los hombres, puesto
que no sean herejes, porque se presume que los escritores
" C a t ó l i c o s " saben darse á entender, que los hombres p u e den escribir intelijiblemente, pero q u e . . . .
¡Cincuenta r a z o n e s ! E l Duque debia saber lo que
otros conocieron después, esto es, que sus razones eran
débiles, ó, á no serlo, se hubiera satisfecho con dar
menos de cincuenta. ¿ Porqué quiere un hombre tenercincuenta razones para hacer una cosa, si una razón buenabasta para determinarle á ello ? , Y o no tengo mas de una
razón para no Ser Romanista, y para mí ésta es suficiente..
Es que-& relijon de liorna no es la de la Biblia.
No es
la relijion sobre la cual escribieron Mateo, Marcos, Lúeas,
Juan, Pablo, Jacobo, Judas y Pedro, según,lo puede ver
cualquiera qnc compare el Concilio de Trento cotilas Sagradas Escrituras. Mas el Duque, sabiendo que no tuvo
una razón concluyente para ser Papista, nos dio cincuenta
inconcluyentes, pensando llenar el defecto de calidad por
la cantidad, y calculando seguramente que'cincuenta razones débiles serían equivalentes á una fuerte.
¡ Cincuenta razones ! No me detango presentando 4
y
170
mis lectores las razones cuarenta y nueve. Les ofrezco
n o mas por ahora que la razón quincuajésima del Duque
s a p i e n t e . . . . su razón concluyente y palmaria . . . la razón
última c l i m a c t é r i c a . . . . la razón en que descansó del gran
trabajo de sus raciocinios tan profundos.
. Ved aquí la razón quincuajésima. Aquí está con sus
mismas palabras, citadas de una edición de sus razones,
publicada por uno que se dice de los mejores Católicos de
este pais, de manera que no puede caber cosa equivocada
en ella. Después de hablar de otra materia, prosigue
diciendo: " A mas de esto, los Católicos, con quienes
hablaba acerca de mi salvación, me aseguraron que, si yo
habia de ser condenado por haber abrazado la fé Católica,
estaban prontos ellos mismos para responder de mí en el
dia del Juicio, y tomar sobre sí mi condenación, lo cual
es una promesa que nunca pude obtener de los ministros
de secta ninguna, tratándose de que yo viviese y muriese
en su relijion. D e donde inferí que la F é Católica Romana
debia.tener un cimiento mas firme que cualquiera secta de
las muchas que se han apartado de ella."
¡Prodijioso!
Concluye con esto, y, á mi parecer, era tiempo que concluyese.
No sé si debo hacer observación alguna acerca de esta
razón. Algunas veces las observaciones no son necesarias,
y aun perjudican al argumento. E n cuanto á la razón que
acabo de citar, estraño de que los mismos Romanistas no se
avergüencen de darle publicidad, y, en efecto, creo que
los mas intelijentes de ellos se hubieran alegrado de que
el Duque hubiese concluido con razón cuadrajésimanona.
Con todo, la ecsaminarémos por un momento. Parece
que el Duque fué ganado por la jenerosldad de los Romanistas. Estos ajustaron de que, si incurría en la condenación por abrazar su fé (admitieron la posibilidad de que
uno podía ser condenado por haber profesado su relijion,
pero ios ministros Protestantes entendían la suya deina-
171
siado bien para decir que el profesor de ella incurriría p o r
aquel hecho en semejante penalidad), que ellos le saldrían
garantes, y padecerían la condenación del infierno en su
lugar. Ahora me admiro de que el Duque no hiciese 3á
reflecsion (pero hay Duques estúpidos que, aunque nobles
por nacimiento, no lo son por naturaleza) de que, si su
relijion era tal que uno tuviera que sufrir la condenación
eterna por el delito de haberla profesado, los mismos
Caballeros que le hicieron tan jenerosa promesa, serían,
por su culpa propia, arrojados al infierno, y que la herejía
que dejaría á él sin derecho al cielo, los dejaría á ellos
igualmente destituidos. Vuelvo á decir que me admiro de
que el Duque hubiese procedido con tan poca reflecsion>
creyendo que semejante sustitución sería permitida en el
fuero del. cielo. Porque, aun si ellos, cumpliendo fielmente con su pacto, quisieran padecer el infierno en su
lugar, i como sabia que el J u e z no se négaria á saneiomaun convenio tan estravagante ? ¡ Q u é ignorancia, y qué
estolidez no es el suponer que uno pueda sufrir en lá
eternidad el castigo que se ha impuesto sobre otro, del
mismo modo que uno sale á servir en la milicia en lugar
de otro ! { Y son los verdaderos Católicos tan groseramente ignorantes cjue crean que los castigos del infierno
se sufrirán por unos sustituidos en lugar de otros ? Deseó
que me digan como uno pueda sufrir los remordimientos
de conciencia en lugar de otro, y como un Cristiano Verdadero podría ofrecerse voluntariamente á yacer en él
infierno, pecando y blasfemando á Dios por toda la eternidad. D e corazón me alegro de que aquel prosélito no
pudo hallar ministro Protestante que consintiese á estar
eternamente en enemistad voluntaria contra Dios, p o r
amor de un Duque.
Mas los celosos servidores del
Papa aman al Señor del cielo de Una manera tan estraordinaria, que de muy buena gana pecarán contra él p a r a
siempre, y con una enemistad que eternamente se h a r á
Y 2
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•mas" y mas maligna, solo con el fin de salvar il esté noble,
trofeo como es de su celo apostólico. " D E D O N D E INF E R Í ' , " dice el Duque (mas V-, Sr. impresor, no tiene
mayúsculas bastante grandes para imprimir, con ellas la
inferencia), que la fé Romana Católica tenia un cimiento
mas firme que cualquiera de las sectas que se separaron
d e ella." ¡ Admirable dialéctico ! Nuestro Duque debe
ser el mismo Aristóteles por metempsicósis.
Y o juzgo que los que quieren vivir y morir en la comunión de Roma, deberán tener sus ojos vendados. Este
es el modo mas conveniente para ellos, porque, si los abren
para echar una mirada hacia cualquiera parte, correrán el
riesgo de inficionarse de herejía.
, 49.
LA RAZÓN UNDÉCIMA, DEL MISMO.
Yo no sé'que será de nuestra relijion Protestante, combatida como está de tantas y tan poderosas razones. Tal
vez tendremos que volvernos todos af gremio de nuestra
Santa madre de Roma, compelidos por fuerza de argumentos. Aquí tenemos cincuenta razones, y algunas de
ellas no han sido impugnadas por ningún escritor Protest a n t e . Tal es la undécima de la serie tan formidable que
publicó el Duque. E n las tres razones, ó, como dice,
consideraciones anteriores, nos da el resultado de sus
indagaciones. Parece que es un investigador muy completo, Bcsaminó cuasi todos los libros, menos la Biblia,
buscando el informe que necesitaba, en todas las partes,
menos en la que podia haberlo hallado. Averiguando la
verdad, consultó á los filósofos, padres,,mártires y santos;
p a s yo hubiera creído que no le habria sido inoportuno el
consultar también á los profetas, evangelistas y apóstoles.
M e parece que estos escritores son mas respetables que
los mayores de los padres, y que no deben ser despreciados, Mas el Duque no pensaba así, porque nos dice eii
173
su consideración
octava, que consultó los. escritos de los
padres antiguos, para ver si le aconsejaban abrazar la fó
Católica Romana, ó no. Y dice que todos le aconsejaron
eficazmente á que se hiciera Católico Romano. Entonces
dice, en su consideración no->M: " A p e l é á los-Santos de
Dios, y les pregunté, ; cual era la fé en que habian vivido,
y por qué medio habian alcanzado la bienaventuranza eterna?"
¿ Y como le respondieron los Santos? No le
dijeron que habian " l a v a d o sus ropas, y emblanquecídolas
en la sangre del c o r d e r o " (ApOc. vii. 14.), según en
efecto lo declararon otros Santos al oido de S. J u a n ;
pero " l e dieron por respuesta todos, que por la fé Romana." Aquí debo observar que nos aventajan mucho los
Romanistas, porque ellos saben ecsactamente quienes son
los Santos, y como consultarlos después de muertos. N o s otros no podemos competir con ellos en semejante ciencia.
Pero el Duque nos refiere los nombres propios de los Santos que le contestaron. " A s í , " dice él, " me respondieron S. Martin, S. Nicolás, S. Atanasio, y otros muchos
de los obispos ; Sto. Domingo (creí yo que Sto. Domingo
estaba en el infierno, siendo homicida muy notorio), San
Francisco, y otros de los relijiosos, Sta. Mónica, Sta.
Bríjida, Sta. Isabel y otras de las viudas, y, de las vírjenes,
Sta. A'gata, Sta. Lucía, Sta. Inés, Sta. Catalina y otras.
Testigos bastante numerosos son e s t o s ; mas yo creo que,
si un Protestante hubiera tenido el privilejio de ecsaminarlos también, que su testimonio habría sido algo
diferente. Mas ningún Protestante tuvo el honor de
acompañarle al mundo invisible al tiempo de su pesquisa.
Esto no es todo. No quiso el Duque dejar piedra sin moverla, y así nos dice, en su consideración décima; " L u e g o
me volví hacia los Santos mártires, y les pregunté sobre la
fé por la cual derramaron su sangre." Respondieron que
fué la Católica Romana. " D e e s t o , " dice, " me aseguraroa treinta y tres obispos de Roma, coronados todos del
174
martirio ; los Santos Cipriano, Sebastiano y Lorenzo, las
Santas A'gata, Cecilia, Dorotea y Bárbara, y un número
infinitó de otros S a n t o s . " Todos convinieron en decirle
la misma cosa. " L u e g o , " prosigue el Duque, "resumí
él argumento." Mas no lo resumió tan pronto, porque se
determinó á profundizarse más en la materia. Y esto nos
conduce á la razoñ undécima:. A-hora el lector debe prevenirse para oir un argumento irresistible. " Luego bajé,
en mi imaj¡nación, hasta el infierno, donde hallé, sufriendo
la condenación y tormentos eternos, á Simón el Mago,
Novato, Vijilantio, Pelagio, Nestorio, Macedonio, Marcion, &C." ¡ N o permita Dios que yo tenga jamás que
descender á esas profundidades en busca de argumentos!
Mas no dice el Duque que de hecho fué a l infierno. Descendió allá en imajinacion, y lo halló así como.nos refiere,
H é aquí otra ventaja que pretenden tener los Romanistas
de que nosotros carecemos. E s el saber quienes son los
que están en el infierno. Nosotros, aunque podemos
todos formar algún juicio con respecto á los pecadores
que murieron obstinados é impenitentes, no lo sabemos
tan de positivo, y puede ser que algunos no estén allí,
que á nosotros nos parece debían estar. No somos jueces
idóneos en semejante materia. Muy bien. Como él tuvo
medios dé informarse de todo, nos asegura de que los hallo
allí, y que estaba muy seguro de que ninguno de ellos se
habia arrepentido, ni que~ habia alcanzado la salvación.
Les preguntó acerca de la causa de estar ellos en aquel
lugar, y le respondieron muy respetuosamente, como á un
D i q u e era debido, que era " p o r haberse separado de la
Iglesia Católica Romana." Ahora este es un testimonio
que, por lo que yo sepa, no ha sido combatido por escritor
Protestante. No leo de ningún Protestante que fuese al
infierno, ni aun en su imajinacion, para consultar con los
condenados, acerca de los puntos controvertidos entre
nosotros y los Papistas. D e manera que éstos tienen
175
todo el argumento en sus manos. Dice el Duque que
afirmaron los espíritus atormentados, que habían sido
arrojados en el infierno por no ser Católicos; y no hay
otro espíritu del infierno á quien podamos citar para que
atestigüe lo contrario. M a s , al cabo de todo esto, los
Protestantes tenemos otros testigos mas fidedignos en
favor de la relijion que creemos; y no nos hace falta el
testimonio de los qué con labios impuros blasfeman á su
Dios y Rey por toda la eternidad. Quédense los Papistas
con este testimonio. M a s , como el Duque iba discurriendo
la cuestión importantísima de como pudiese mejor salvar
á su alma, me maravillo de que hubiese admitido tan fácilmente el testimonio de personajes tales como los q u e
nombra. < Como sabe que dijeron la verdad ? ¿ N o se
llaman estos tales, en la Sagrada Escritura, " hijos del
diablo," y no es sabido á todos que éste ha sido mentiroso
desde el principio? Por lo que toca á Simón el Mago,
ereo que no él, sino el Duque, mintió en esta ocasión,
pues, cuando se apartó de la iglesia de Cristo, el Evanjelio
aun no se habia predicado én Roma. D e consiguiente, no
liabia Iglesia Católica Romana con la cual el Mago pudiese
desconvenir.
Yo esperaba que, como nuestro valiente escudriñador
estaba en el mismo territorio de Satanás, hubiera procedido otro pasito mas adelante, para interrogar al rey del
infierno acerca de esta cuestión. M a s , por lo que"parece,
no tuvo informes del padre de las mentiras, sino solamente
de los hijos ; y la verdad es, que el diablo no espera hasta
que los hombres le vengan á consultar, mas les sujiere los
engaños que hagan á su propósito, sin que ellos le soliciten.
Espero que la relijion reformada podrá resistir ]a fuerza
de esta razón undétsima, sin embargo del recelo que espresé
al principio.
176
í>ü.
BELLEZAS DADAS A LUZ POR LA SOCIEDAD»
DE LEOPOLDO.
MUCHO me han entretenido las relaciones de la Sociedad
de Leopoldo en Austria, y me ha sújerido la idea de que
no sería inútil, para los que no tienen el tiempo ni tal
vez la paciencia que se requiere para la lectura de artículos muy dilatados, el presentar al público algunas de las
bellezas de diclias relaciones; porque, aun cuando todo
sea bueno, es regular que siempre haya algunos pasajes
de una escelenria y hermosura sobresaliente. Voy, pues,
á indicar algunas de estas bellezas que, como han llamado
la atención mía muy particularmente, tal vez llamarán así
también la de mis lectores.
M e admira el estilo en que se habla de conversiones en
estos papeles. Escriben estos misioneros como si pudieran
prever las conversiones tan distintamente como nosotros
las vemos después de verificadas. Fray Baiága escribe,
con fecha del 10 de Marzo 1 8 3 2 : " E s p e r o con ansíala
primavera, cuando tendré muchos convertidos." Sabemos
que la faz de la naturaleza se renueva con la primavera,
mas no sabia que habia de ser lo mismo con las almas d£
los hombres. N i tampoco habia visto una predicción tan
formal de conversiones numerosas de pecadores. E s difícil
formar idea aun de lo que harán los hombres, sin embargo
de los datos que tengamos para juzgar de sus designios.
Mas estos pretenden predecir lo que va á hacer Dios,
cuyos consejos sobrepujan todo el humano s a b e r ; á no
ser que digan que la conversión no es obra de él. Pero
i Como pudo el Frayle hablar de antemano de las conversiones que habían de verificarse, y esto con tanta confianza ? j Como pudo saberlo ? < Como ? Porque algunos le
habían prometido que en ia primavera se convertiría...
177
'• Hay muchos Indianos Paganos,'.' dice, " que-rne prometieron en el verano y otoño del año pasado, que abrazarían
la relijion Cristiana en la primavera." E s t o escede á
cuanto be oído en mi vida. Si estaban convencidos,de la
verdad de la relijion Cristiana, ¿ porqu.é no abracarla entonces ? ¿ Porqué dilatar su conversión hasta que pasase
el primero de Marzo ? Mas po solamente le prometieron
algunos, bajo su pajabra de honor, que se .conv.ertíri.au,
sino que también " de otros dos condados recibió promesas
seguras de que muchos de los Indianos se ,convertjr.ian á
la relijion Cristiana, si él quisiera ir á predicarles el Eyanjelio." Así lo dijeron á algunos, y éstos trajeron la
noticia. preciosa á ,Fray Baraga, D e manera ,que no le
llegaron sus promesas por camino muy directo. H a b l a
particularmente de un Indiano Cristiano que le informó
de la promesa que habían hecho* Ahora bien. Debemos
observar que jamás habían oido una palabra siquiera del
Évanjelio, N o sabían lo que es, ni cuajes las evidencias
de su autenticidad. Sin embargo le prometieron que lo
abrazarían, y que, creyéndolo, se convertirían j que se
renovarían sus corazones, y que serían regenerados. Sé
que Dios promete á su pueblo arrepentido : " Os 'daré u,n
corazón n u e v o , " . . , Mas no entendemos como un liombre,
y éste sin haber oido el Évanjelio, pueda deqir con anticipación : " E n tal tiempo tendré el corazón nuexo," B a raga d i c e : " n o puedo espresar la alegría que me causan
estas promesas ^" pero nosotros los Protestantes no nos
alegramos tan fácilmente de las promesas de los hombres
no convertidos.
También me llamó la atención el modo en que Baraga
habla de la Madre de J e s ú s , en una ,ca,rta con fecha de
Julio 1, 1832- D i c e : " Cuando me determiné á hacerme
Misionero, prometí á nuestra madre celestial que dedicaría á ella la primera iglesia que alcanzase fundar entre
los Indianos, porque estoy seguro de que ella pedirá á su
z
178
Mijo continuamente por el progreso cíe nuestras mision e s . " Oíd al hombre como dice ¡nuestra madre celestial!
Nuestro Padre celestial es una frase que el Cristiano verdadero repite con un gusto indecible de corazón j roas,
antes de ahora, no sabia que teníamos una Madre en el
cielo. ¡ Oh que novedad es esta ! H a g a el lector una
pausa por un momento, y pregunte : ¿ que quiere decir la
palabra Idolatría?
Dice Baraga que " le prometió."
¿ D o n d e tuvieron su entrevista para que él le pudiese
nacer una promesa tan particular ? Debia estar orando
á ella.
Pero ¿ porqué hizo la promesa ? " Porque,"
dice, " e s t o y seguro de que ella pedirá á su Hijo, &c."
P u e s , según esto, hemos vivido engañados hasta h o y ; y,
aunque nos digan las Escrituras que hay u n solo medianero en el cielo, Jesu-Cristo, el justo, debe haber mas.
Aquel divino medianero debe ser suficiente; mas el Frayle
nos habla de «na medianera que pide á su Hijo, y hace
intercesión con él por los pecadores. ¿ Y que es esto >
i Necesitamos de medianero entre Cristo y nosotros ? Es
cierto que tenemos un medianero con Dios el Padre, mas
n o leo, en ninguna parte del Sagrado libro, que haya menester u n medianero entre nosotros y Cristo, el grande
intercesor. Luego prosigue Baraga diciendo: "Gracias
á María, madre clementísima, quien siempre ora por la
conversión de los paganos." Ahora, si esto no es idolatría, dígame cualquiera que cosa lo es, ó haga una defensa
del homenaje que dieron los Israelitas al becerro de oro.
Finalmente, veamos el poder tan grande que tienen
estos Sacerdotes. Los ministros Protestantes no tienen
fuerza ninguna, á no ser que sea mediante Dios. Mas los
Sacerdotes proceden sin serle deudores. Escribe el Padre
S e n d e r l : " Jóvenes de diez y seis años, y no pocos de
mas edad, no se han confesado ni tomado la comunión
(quiere decir, aquel medio Sacramento): yo los preparo para
todo, como para la confirmación."
¡ Yo los p r e p a r o ! Y
179
«tro compañero escribe de Baraga que obra prodijlos de
salvación entre los Ottauas.
Ved aquí un espécimen de la relijion que el Príncipe
de Metternich y Compañía, nuestros hermanos de Austria,
aquellos amadores muy fervorosos de la libertad, se esfuerzan con tan buena voluntad para darnos á nosotros los
Americanos. Recelan de que nuestras instituciones libres
serán permanentes, si ellos no nos ayudan á desbaratarlas
con el Papismo.
Timeo Metternich,
et dona ferentes.
5 1 . CONTINUA LO MISMO.
EN la relijion de Roma hay mucha puerilidad. S e afanaa
con pequeneces las mas frivolas que se pueden imajinar j
y, al paso que se dice que el Cristiano es el hombre mas
noble, se debe confesar q u e el Papista que se dedica á,
las supersticiones d e su iglesia, cuasi es el mas vil. V e d
aquí como escribe Baraga.: " Sería un servicio muy esencial á nuestras misiones, si nos mandasen copones, cajitas
para la sagrada hostia, rosarios y crucifijos,
Mándense
de estos dos líllimos todos cuantos se pueda, porque s e mejantes cosas no se hallan d e venta aquí.
V . S.S»
pueden formar alguna idea de la escasez de toda especie
de paramentos de iglesia. Aquellos que me dieron algunos
sujetos piadosos, me son sumamente útiles, y no sé agradecérselos suficiente," ¡ E l buen hombre no puede ser
bastante agradecido por las cajitas, rosarios, & c . ! ¡ D e b e
ser muy poco susceptible de la g r a t i t u d ! Nosotros, por
nuestra p a r t e , tenemos q u e confesar también, que n o
somos bastante agradecidos, mas no es por juguetes tales
como cajitas y rosarios, que deseamos dar gracias.
Lo
que sentimos es, que no podemos agradecer á Dios debidamente Jos beneficios grandes é innumerables que no.
cesa de derramar sobre nosotros.
Nuestros Misioneros.
z2
180
Protestantes en ambas Indias, en las islas del Pacificò,"en'
los bosques del norte, ó en los desiertos Africanos, no
mostrarían una gratitud tan entusiasmada, en el caso de
mandarles nosotros uria porción de copas, cajitas, &c.
Eso ilo r semejantes cosilías no llevarían consigo un beneficiò •esencial á sus Misiones. Nuestro ihodó de convertir á los sencillos no es por darles bagatelas con que
se entretengan.- Nosotros ho pretendemos rejenerar y
perdonar á los pecadores por métodos tan compendiosos,
Nosotros procuramos presentar á la conciencia del pecador
la verdad fundamental del Cristianismo, de que Jesu-Cristo
sufrió la muerte á fin de salvarle, y librarle de sus pecados ; y no tratamos de convertirle poniendo un crucifijo en
Su manó. Esto hacen ellos, y dejan los infelices Sumidos
én là'mus ci'ega Idolatría. Pocos Siás ha, fui á ver un
reo qué estaba condenado al último suplicio, con el fin
de instruirle en la doctrina dé la hlueíte propiciatoria de
Je'su-Cris'to, y eCsortarle á que se arrepintiese, y sé àcojiésé á s u misericordia. Rías hallé al pobre desgraciado
con los ojos clavados én una pequeña ihiáj'én dé Cristo
crucificado, hecha dé metal, que algún sacerdòte le habia
dado. E l hombre ho hizo caso de nada de lò que yo le
podiá dècir. E} Sacerdote le habia preparado.
E n una nota á la carta de Baraga, nos informan de un
húmero muy crecido de hociohes 'Católicas, que están ya
embarcadas para América, y , elitre ellas, tres pil'rósárius.
¡'Que montón dé cuentas ! Sus misiones deben florecer
con éstas. Y , poco despúes> en orden á persuadir á otros
devotos á que Contribuyan con cuentas, 'cajitas, &c., dicen :
" E l buen Cristiano se complace de promover el honor
estenio de la casa de Dios, d e manera 'que, el hoiríbre interior, por el esplendor dèi culto divinò y estèrno, se
éléVé hasta 'él cielo.'' ¡ Q u é Sentimiento tan. sabio! ¡'Qué
éscriptúral ! ¡ Q u é -filosófico! ¡ Y qué ititbvo es "este modo
de elevarse él hombre interior al cielo !
:
5
:
151
Otr-á- palabramas sobre.una .carta rl él obispo deFemvic,
con feclia-'de Mackinac, Julio I, 183 í- Dice ej".obispo:
" A l segundo dia de mi llegada .á ésta, Don M — — y yo
predicamos varias veces después de las misas. Habiendo
oido el pueblo algunos sermones, principiaron á confesarse; y, desde entonces, hasta el dia de nuestra salida, nos
sentamos en <¿1 tribunal de la penitencia^ desde la madrugada hasta la una del.dia, y desde las 3 ó 4 d é l a tarde
hasta las-10 ú 11 de la noche, y, dos veces., hasta la media
noche. H u b o confesiones.de veinte, de treinta,.y.aun de
cuarenta a ñ o s . " Debe contar el obispo en la credulidad
de sus lectores, esperando; que crean que aquellos pobres,
habiendo vivido relajadamente por 20, 30, ó 40 años, de
repente llamarían.á;la conciencia y á la,-memoria.todos, los
pecados que -habían cometido, aun; sin percibirlo, y ésto
con tanta distinción',, que. pudiesen contarlos todos por
menor. Y por cierto nos. da á. entender que eran muy
malos Cristianos, viviendo contentos por tantos, a ñ o s ,
sin confesar ni aun con Dios, hasta -que pasase por su
pueblo un Sacerdote. El.Dios, que.se complace de la misericordia, les ofreció perdón ; Jesu-Crista, mediador de.
la nueva alianza, "sé ofrecía de :coutíiiuo,.á interceder p o r
ellos.
Mas el haberse valido: de .tamaña gracia, no
hubiera convenido ¡í esos buenos: Católicos.. 'El " buen
Católico'-'no
va directamente al propiciatorio de Dios á
confesarle sus pecados, y alcanzar el perdón (esto fuera
una herejía) ; mas espera hasta que. venga un Sacerdote
con su confesionario itinerante. A s í anteponen su confesionario al propiciatorio de Jesu-Cristo. Ved,-mis conciudadanos, una hazaña de los misioneros Austríacos. V e d
como se oponen á Dios quien proclama á los pecadores
que vengan á él para hallar descanso, y les promete p e r donarlos francamente. Mas no : se interpone el Sacerdote,
y les dice que no den oidos á la llamada del Salvador de
los hombres, que esperen sin perdón, qne •siuran-í'íw-":
:
182
en año sin gracia, que dejen amontonar sobre sí sus delitos mas enormes, y, por fin, que muchos de ellos mueran
sin reconciliarse con Dios, prometiéndoles que él vendrá
algún dia con su sillita, y, sobre ella sentado, como si fuera
una pequeña divinidad, los perdonará y reconciliará á
todos. Vayan los Papistas á su confesor si lo quieren;
nosotros n o ; sino que " lleguemos confiadamente," mis
hermanos Protestantes, " al trono de la gracia, á fin de
alcanzar misericordia, y de hallar gracia para ser socorridos á tiempo conveniente." ( H e b . iv. 16.)
52.
PARCIALIDAD DE LA IGLESIA DE ROMA.
N o HAY cosa de que esté mas seguro que de esto, que la
relijion de la iglesia de Roma no es la de Jesu-Cristo. No
importa que yo diga lo que es, pues puedo decir que no es
el Cristianismo. Un sistema que se diferencia en todas sus
partes del Cristianismo, no debe ser confundido con él.
L a media noche y el media dia no son mas distintos. El
Cristianismo es en verdad Católico, y ofrece sus beneficios
á todos los hombres, prodigándoles á todos sin otra distinción mas que entre penitentes é impenitentes,, entre
los que creen, y los que niegan al Salvador. M a s Roma
no es así. Ella muestra una parcialidad muy contraria á
la benevolencia universal de J e s u - C r i s t o ; y lo que es peor,
y que la cubre de infamia, es, que esta parcialidad cede
siempre en favor de los ricos. E l Cristianismo, por el
contrario, si parece favorecer á uno mas que á otro, aquel
favorecido será un pobre. E l que el Evanjelio fuese predicado á los pobres, fué una de las pruebas que Jesu-Cristo
dio de que él fué el Mesías. J a m á s trató la relijion Cristiana á los pobres con indiferencia. Muy lejos de esto,
un Apóstol inspirado cita el hecho como notorio, que
" D i o s ha elejido á los pobres de este mundo para ser
ricos en fé, y herederos del reyno que prometió Dios á
1
183
los que le aman." (Jacob ii. 5.) Nunca han tenido los
pobres otro amigo tal como Jesu-Cristo. E l mismo fué
pobre, y esperimentó todas las necesidades, afanes y tristezas, que son propias de aquel estado. En el mundo
mismo que crió con su poder, no tuvo en donde reclinar
su cabeza; mas, despreciado y perseguido de los ricos,
llamó hermanos á los pobres.
i Podemos creer que Dios dé á los ricos una entrada en
el cielo mas franca que á los pobres ? ¿ O que haya dispuesto los negocios de este mundo de tal suerte, que los
ricos gocen mas fácilmente de los medios de la gracia, y
alcancen admisión á su presencia mas libremente que no
los pobres ? No lo podemos creer; mas así lo enseña la
imperiosa Roma. Lo enseña, digo, no con formalidad en
los documentos autorizados de su creencia, sino implícitamente en toda la práctica constante de sus ministros.
Proclama nuevas mas alegres á los ricos que á los pobres,
lo cual no hizo Cristo. Mas debo justificar esta acusación,
y la justifico por los hechos siguientes. Según la creencia
del Romanismo, todas las almas, alguna que otra rara vez
esceptuada, tienen que ir al Purgatorio, luego que salgan
de sus cuerpos. Metidas allí, la cuestión viene á ser,
como se librarán. Decide esta iglesia muy sumariamente,
que han de sufrir todo el tiempo (esto es, todo el tiempo
que les resta, después de sustraer los años ganados por
las induljencias que los atormentados pagaron en su vida),
ó han de ser libradas por la eficacia de las oraciones y
misas dichas cu su favor por los fieles en la tierra, como
últimamente un congreso de eclesiásticos en Baltimore
dijo una misa por el reposo de las almas de dos obispos
difuntos. Y no les resta otra cosa que hacer, porque, según ellos, el sacrificio de Cristo no da descanso al alma,
hasta que se j u n t e con él el sacrificio de la misa. Pero,
i como puede uno conseguir el beneficio de estas misas ?
Pagándolas. Pagúense los Sacerdotes, y dirán misa. O ,
184
como uicen éstos, Se vestirán para decirla,
porque w
quieren confesar que son alquilados mercenariamente para
ejercer la función mas solemne de su ministerio. Mas,
como el Sacerdote no puede decir misa sin vestirse, y
como el ponerse las vestiduras consagradas es acto relijioso, celebrado con formulario prescrito en el misa], no
pueden defenderse por este efujio de la acusación de liaber
incurrido en el delito de Simonía. Muy bien, pagadas las
misas, los Sacerdotes prometen decirlas, y así el rico tiene
un medio de salvarse en el sistema del Romanismo, del que
carece el pobre que en esto padece una desventaja muy
grave. No sé como algún pobre pueda tener la superstición Papista por relijion de Jesu-Cristo, ya que el Papismo
cuasi escluye á los pobres del reyno del cielo, y esto, á
pesar de lo que dijo Jesu-Cristo : " ¡ Con cuanta dificultad
entrarán en e l r e y n b de Dios los que tienen riquezas ! "
(Mar. x. 23.) Estos deben entrar mas fácilmente que
otros. Estos tienen lo necesario para compiar induljencias
y misas ; mas ios pobres que son los que,' según este sistema, difícilmente entrarán, éstos han de estar todo su
tiempo en el Purgatorio, sin ninguna rebaja, mientras que
los ricos privilejiados compran dispensaciones.
I Pero está así la cosa ? Algunos dirán que no, que se
dicen misas por todos los qué mueren en la fé Católica.
Bien : se dicen misas por todas las ánimas una vez al a ñ o ,
el dia dos de Noviembre. (Ay del pobre que muera en el
dia tres, y tiene que esperar todo un año hasta que le
echen una misa.) E verdad que dicen que los pobres
participan del alivio que les'traigan las misas dichas en
este dia ; mas esto no viene á ser mucho, cuando se divide
una sola misa entre la muchedumbre de difuntos qué habrán fenecido, en todo el año. Esta misa común no puede
ser igual á una que se canta por una"alma en' particular.
Semejante privilejio está reservado para los ricos, en
contradicción á la llamada que el Profeta cliríjió á todos :
s
18a
" Todos los sedientos/' venid á; las, .aguas ; i y los. que nq
tenéis dinero, apresuraos; comprad y comed :• venid, comprad sin d i n e r o " (Is. lv. 1 .)';'• y que el Espíritu Santo
reitera: " E l que tenga sed, venga, y el que quiera tome
de. valde el agua de la vida." (Apoe. xxii.. 17.) Así creo
yo que el agua de la vida-está franca para todos, sin respeto á que sean ricos ó pobres.
•• ,
Lázaro, el pobre, se admitió en el Paraíso tan pronto
como si hubiera poseído millones de caudal con que e n r i quecer la.iglesia, y los ánjeles le condujeron al seno de.
Abraham. con tan buena voluntad como si hubiera vestido
la púrpura y comido espléndidamente todos los dias. . Y ,
como he dicho en otros artículos que no creo en la salvación: por fuego ni por aceyte, debo decir ahora, que tampoco creo en.salvación por dinero.
Concluyo, esto con un silojismo. Según, el Cristianismo,'
el pobre entra e n . el cielo' tan fácilmente como el rico¿
E s t a ' e s mi' proposición, y desafío á-cualquiera que se
atreva á negarla. - M a s , según la Iglesia de Roma, el
pobre no entra, e n el- cielo, tan fácilmente como.el rico.
Esta es mi proposición menor, está ya probada, ¿ y quien la
negará? Luego; la relijioii;de Roma no es.el Cristianismo.
53:'
.SUPEREROGACIÓN.
ESTA palabra:: retumbante fué adoptada en el vocabulario
de.la relijioUj.y apropiada-.á su uso especial por los Papis-itas, inventores también de aquella de Transustanciacion.
Nadie sino.ellos tiene uso ninguno, para la palabra supererogación, porque ellos solos, creen que semejante cosa,
pueda ecsistir. Si el lector sabe Latín, verá que supererogación es una palabra compuesta de dos, y significa,
literalmente entendida,'•" Cosa ejecutada sobre, Ó además
de los 'términos* de la..ob)igaeiün," ' é i n d j c á . j a s obras, mas
que requeridas, que ciertos celosos Romanistas, en .siglos
2A
186
pasados, se dice haber hecho. Los miembros de esta
iglesia, después de hacer lo que Dios requiere de ellos,
pretenden hacer además otras obras buenas, que llaman
de supererogación. E s t a palabra espresa, según la entienden ellos, el amor escesivo con que un Santo puede
amar á Dios, sobre todo lo que éste requiera, esto es,
mas que de todo el corazón, mas que con toda el alma,
mas que con toda la fuerza, y mas que con todo el entendimiento, según se ecsije en el primero y grande mandamiento. Ahora bien, habiendo el Romanista llenado este
deber de amar á Dios perfectamente con todas estas cuatro
facultades de corazón, alma, fuerza y entendimiento, hace
subir su amor y su servicio hasta un grado de mayor perfección, y el esceso de amor y obediencia sobre lo que el
mandamiento de Dios requiere de los hombres, obra á su
favor en cierta cuenta que se supone tiene Dios con él.
Aquí confieso que esto de mas que todo y esceso de perfección es un misterio que sobrepuja mi intelecto. Tampoco sabemos como los hijos de Roma hagan mas que lo
que pueden. Quedamos nosotros á oscuras ; mas, si ellos
lo entienden, esto les baste.
Pero, un poco mas sobre esta Supererogación. La palabra espresa, teológicamente, que los piadosos Romanistas
son mas que perfectos. Todos debemos ser "perfectos,
así como nuestro Padre celestial lo e s . " (Mat. v. 48.)
Y , en cierto lugar, dice Pedro : " Según es Santo aquel
que os llamó, sed vosotros también Santos en toda vuestra
conversación." * ( l Ped. i. 15.) Ahora bien, nos quieren
enseñar que, cuando uno. llega á ser Santo, así como el
que le llamó es Santo, y esto en todo su trato y en todos
los afectos de su espíritu, todo lo que pudiere avanzar
ev vÁai} amtrTpo<pf¡. La palabra orijinal tiene una significación
extensísima, y denota todo cuanto sea concerniente al hombre.
Sr.hleusner la esplica por vita genus ac modus, vivendi et agendi
ratia, mores, vita; insíituta.
187
sobre esto le será un esceso meritorio de supererogación.
O, en otras palabras, que la supererogación es la gloria
íjiipérflua que los hombres escesivamente buenos tributan
á Dios, después de haberle glorificado en sus cuerpos y en
sus espíritus, que son de él, y haber hecho todo cuanto
sea posible que un hombre haga, hasta las acciones ordinarias de comer y de beber, todo para su gloria. (Véase
1 Cor. x. 31.) Esta, pues, es la Supererogación. Si el
lector la entiende, me aventaja, puesto que yo no la puedo
comprender.
Establecido este punto del dogma, aquellos que lo admiten deberán creer que, los que ejecutan semejantes
obras supe rerogativas, tienen, de consiguiente, mas mérito
que lo preciso para ellos mismos; y, como esta superabundancia de mérito no debe dejarse perder, la iglesia de
Roma, economizándola con maravillosa prudencia, la h a
atesorado para beneficio de los que por su desgracia h a n
hecho menos de bueno que ló requerido, y entre éstos la
reparte la iglesia á su discreción, bajo título de induljencias.
Fué en éstas que Tétzel iba traficando cuando Martin L u tero se levantó contra tal comercio. Los Protestantes
jamás hemos negociado en induljencias.
La idea es nueva. Las vírjenes prudentes de quienes
leemos en el Evanjelio, no tenian la menor vizlumbre de
esta doctrina, pues dijeron á las fatuas que les pidieron
una porción de su aceyte : " Porque tal vez no alcance
para nosotras y para vosotras, id antes á los que lo venden,
y comprad para vosotras." (Mat. xxv. 9.) Ellas no tenian
mas que lo suficiente para sí.
" P e r o , " dicen los P a p i s t a s : " ¿ n o hay consejos en la
Biblia, á mas de los preceptos, esto es, ciertas cosas
recomendadas, aunque no requeridas ? Sí, los hay, y d e bemos no solamente cumplir con los preceptos, sino también
guardar los consejos, así haciendo tanto lo que está recomendado como lo que le es mandado. ¿ N o tenemos en
2A2
188
este mismo hecho una evidencia-en favor de la'doctrina fie
J|a-, supererogación-?
E s t e argumento tiene una fuerza
aparente, pero nada m a s ; y, como mi objeto es escribir
estos papelitps- con mucha brevedad, no seré difuso en
impugnarlo; solamente me limitaré á cosa muy corta.
- ;!;!,•?-Aun si hubiera consejos que hiciésemos cosas no
requeridas por los preceptos, la obediencia á estos consejos
no podría ser de supererogación, ni tampoco meritoria, á
no ser que todos los preceptos fuesen obedecidos perfecta-,
mente. Un hombre debe hacer todo lo que se le requiera
que haga> antes, de poder hacer mas. Ahora yo pregunto
si ha habido .hombre (no hablo de Jesn-Cri'sto, que fué
J'Jlos;.y Hombre),-desde la caida de Adam, que-haya cum;-.
piído, perfectamente los mandamientos de Dios, v j Quien
es el hombre que ha hecho todo su deber ?, Creo que
ninguno, y , si no .ha hecho ninguno todo su deber, segu-.
ramente ninguno habrá hecho mas. ¡ N o podemos pasar,
mas allá de un punto hasta haberlo alcanzado, No .se
derrama el.agua de un Vaso hasta que lo llena,
'•'...>.
. . , . 2 ? . - S e g ú n - e s t a doctrina de la iglesia de U.oma¿ jos
hombres son capaces de subir á una virtud mas elevada
que la que Dios requiere, y pueden ejecutar ciertos actos
santos y virtuosos que no tienen referencia á ningún precepto de la ley, y no se requieren por las obligaciones del
amor de Dios, ni del de los hombres. ¿ D e b e semejante
idea tener lugar como parte de la creencia de un Cristiano ?
E l venerable Salmista dice : " T ú mandamiento es ancho
sin medida." (Sal. cxviii. 76¿) Mas hay ciertos Fariseos
que dicen que, por ancho que sea el mandamiento de Dios,
la virtud de ellos lo escede.
3 ? Aun dado que haya semejantes consejos. Todo
consejo viene á tener la fuerza de precepto, luego que se
vea que Dios sería glorificado por su observancia. Porque
todo lo que sea conducivo á la gloria de Dios, es de hecho
requerido, y viene á ser obligatorio. Pongamos por -ejem*
:
:
"1-89
pio ('( eéñb.atOj quc-lós'Romanistas dicen'-es-de'cdn.4éj'b, V
no de -precepto."'-'-Ahora bien ; -si"afiriíño puede servir á
Dios mejor conio soltero que no como-casário, no cabe
duda'de que, én este-ea.sc, "'está-obligado-'á vivir en el
e.itado. qué mas promueva el-servicio dé Dios. Siendo>
pues,- su obligación el vivir- soltero', iio puede decirse con
razón que, Gumpliéndo -con ella,-hace una obra de supererogación'. Pero, si él celi bato-no es conducente á la gloría
de Dios, 'no 'puede ser virtud,"-y'el vivir.én aquel estado
no puede ser tuia .piedad más-sublimada que -lo sería la
mistna observancia de-la ley. ¿Quien diriá" que Henoc
hubiera vivido mas santamente. V tenido una Comunión irías
íntima con'Dio's, si lio hubiese'errado én Casarse ? • M.vs no-quiero hacer' mas observaciones, no sea que,
tachando d'e errói-iea 'una"especie de. supererogación, incurra yo en otra.
54.
CONVENTOS.
TODO el mundo sabe y a de cuanta importancia, én el
sistema del Papismo," son los monasterios, conventos, y
otros semejantes establecimientos. Y a se h a divulgado
por. todas partes la. fama de'monjes, .monjas, ermitaños,,
hermandades'y. toda.esa jente, con las casas en que profesan vivir -separados de todo el mundo. ¡ Ojalá, que
pudieran tener á raya también la carne y el demonio !.
Pero esto no. es practicable, porque entran en sus claustros cargados de la carne, y asimismo andan todos los dias ;
y el. diablo, muy lejos de escluirse del recinto de estas
habitaciones, parece escojerlas por alcázares, en que mantener un influjo muy predominante sobre todas las clases
de la sociedad humana. P u e s , el escluir de un monasterio
las esterioridades del mundo, vale muy poco, si las pasiones de la carne y la malicia del demonio se admiten francamente dentro de las celdas. Sin ellas el mundo sería
niuy inocente, y la historia de largos siglos, así como
190
nuestra esperiencia diaria, nos enseña que un sujeto puede
ser enteramente mundano, aunque afecte segregarse de
todo trato humano.
Por otra parte, los Protestantes
creemos que el hombre que sigue en las huellas de su
Salvador, y tiene su corazón santificado por su gracia,
vive en el mundo con una perfecta abstracción de sus
malas costumbres, y de su pecado. Muchos se olvidan
de que el mundo no es el globo terrácueo con sus mares,
tierras, ciudades, & c , sino que es un principio de enemistad contra Dios, que ocupa el corazón del hombre.
Dentro del corazón puede dominar el mundo, y esto en la
celda mas lúgubre de los Capuchinos ó de las Recoletas.
Empero, sea esto como fuere, no encuentro en la Biblia
la mas remota alusión á monasterios. Repaso todo el
Antiguo Testamento, y no encuentro nada en favor de
esos establecimientos. Todo el Nuevo . . . y nada. Debemos admirar un silencio tan profundo de todos los Santos
inspirados, durante el transcurso de tantos siglos, si es
verdad que son medios tan aprobados y escelentes para
hacer buenos á los hombres, y mantenerlos en pureza.
Cosa estraña es que nadie hubiese dado en el pensamiento
de poner los hombres en saludables prisiones, hasta después
de cerrado el canon de las Sagradas Escrituras. ^ Como
trataban á los pecadores refractónos de otros tiempos ?
Dígannos los apolojistas de Roma, porqué los Apóstoles no han dicho nada de monasterios. Nos dicen porqué S. Pablo omitió decir algo de misa, " que por razón
de la profundidad del misterio, y la incredulidad ó flaqueza
de aquellos á quienes dirijió sus c a r t a s . " (Nota sobre
Heb. vii. 17, en el Nuevo Testamento de Rlieims.)
Les
damos gracias por la confesión que hacen de que S. Pablo
no dijo nada de la misa, y por la esplicacion que nos dan
de la causa de su silencio. Puede ser que sepan esplicarnos también la causa de su silencio con respecto á los
conventos.
191
Pero, si estas casas son tan buenas y tan útiles, ¿ porqué
no fundaron semejantes los patriarcas, en lugar de caminar
en santidad delante de Dios, y enjendrar hijos é hijas ?
{Porqué no desterrarse Juan á alguna soledad, sin esperar
hasta que Nerón le desterrase á Pátmos ? ¿ Porqué no se
separaron Pedro y su esposa, haciéndose monje y monja ?
I Porqué no asumieron el velo monacal las Marías y demás
mujeres piadosas de quien leemos en el Nuevo Testamento?
Responden algunos, que el monaquisino es una mejora introducida eu la iglesia después. Mas no me gustan mejoras
pretendidas de la relijion establecida por la sabiduría del
mismo Hijo de Dios.
Hablamos del espíritu de un libro, pues todo libro tiene
uu espíritu 6 índole que le es propio. Leyendo yo la
Biblia, veo que su espíritu es social, y que todo se dirije
á hombres que han de estar vinculados en la sociedad doméstica y civil, y que no se notan deberes artificiosos de
vida solitaria ó contemplativa, ni reglas para el gobierno
de hombres ó de mujeres encerradas en ascética comunidad.
Los Escritores Sagrados, refiriéndose continuamente á las
relaciones ordinarias de la vida humana, señalan los deberes que incumben á los varios individuos del estado social;
mas el Monaquisino, por su sistema, disuelve estas relaciones que están divinamente sancionadas. ¿ Puede ser
esto consecuente con las Sagradas Escrituras ?
Digo mas : si el sistema de reclusión es tan favorable á
la santidad como dicen ellos, entonces, todos sin distinción
deben valerse de é). Porque Dios manda á todos que sean
santos, así como él es Santo, Mas ¿ qué sería del mundo
si todos tomásemos y guardásemos un voto d e castidad así
llamado ? Mas replican que este medio de santidad no
conviene á todos, que todos no son capaces de guardarlo.
Entonces no puede ser ordenado de Dios quien dispone,
para la observancia de todos sin escepcion, todos los
medios verdaderos de la gracia. E n fin, los monasterios
.192
son contrarios -á las leyes dé D i o s / como lo deben ser á las
de los hombres, por cansa del infanticidio'y crímenes nefandos que se. perpetran en ellos; Los abomino. •
N o digo que. el pueblo, sin forma de. ley, debe derribar
las casas de los frayles, pero sí que, por otros medios
lejítimos y decorosos, deben caer todas.-.
5 5 . - MR. BERRINGTON Y LA- SEÑORA MORE.
LEYENDO yo las memorias interesantes de la Señora More,»
me llamó la atencionuna carta que. ella recibió-, éri el año
J8Ü9, de D . José Berrington, Vicario General del Papa,
quejándose, de: alguna.'cosa-que había.*dicho en su libro,
t i t u l a d o - " E l C w l e b s , ' . a c e r c a del.Papismo. - Se incomoda
con ella mucho.el Sr, Vicario;. .Se queja altamente de qué
hubiese, dicho Papismo, por designar.la- ".Relijion Católica,;
Romana y. ¡Apostólica." Algunos.de n o s o t r o s n o usamos
la palabra.que le ofende tanto; porque, sin saber porqué/
y-rioqueriendoiofendei-: á nadie,- hemos,dejado; de- llamaria.cos.apor su .nombre propio y,;otros .lá usamos cón-la
sola intención ', de hablar mas compendiosamente/-pues
decir-;Papismo,' palabra muy recibida;'es mas breve-que el
decir- -'laiRelijion Católica^: Apostólica.) :• Romana. . Masyo no. veo porqué' .objetan: k- la--paiabra • que .se deriva del
ser que tienen ipor; sécimdo.despues ,de Diosv y,-si de.
Cristo-.se.forma Cristianismo/. ¿ porqué rio de Papa formar
Papismo? '• Sostienen-;todos.la,supremacra.-delPapa,como'
Cabeza•de,in^Iglesia, jxcú
no les:.hac.emOs-injuriallamando;
sú -rerrjiói» por. el- nombre de su.jefe.': -Nosotros;hacérnoslo mismo/: como acabo d e decir? llamando la relijion de
Cristo.:el.Cristianismo. V^aun mas.-.. Alguno's'lde nosotros
creemos: ciertos puntos "de doctrina-que .créia- Gal-vino/ y
nosdlaman.'Calvinistas^.•nras;esrtb-nOíiios-hrcoinoda, aunque,
podríamos .resettt-irk. porque" Cak»ino.rno -.tiene, relación:
ninguna con nosotros inas-'-quertCOjiíIa -iglesia-íiiiiv.ersal/
1
1
1
:
193
de la cual fué miembro, y no es jefe ni cabeza de nosotros,
sino solamente uno de los miliares de hombres célebres:
que han creído como creen los Calvinistas modernos.
Encuentro en la carta del Sr. d e B ^ — , la siguiente sen-,
tencia remarcable : " No hay cosa mas estraña que el que
Vds. los Protestantes ignoren totalmente cuales sean nuestras doctrinas ; porque nosotros todos, de cualquiera pais
que seamos, pensamos justamente del mismo modo, y nuestros catecismos y libros para la instrucción del pueblo están
patentes á la vista de todo el mundo." Dice nuestro V i cario que no hay cosa mas e s t r a ñ a ; pero yo le podría
señalar una que lo es. Y es, que un eclesiástico instruido
se aventurase á escribir una sentencia como ésta. Dice
que los Protestantes ignoramos sus doctrinas, ó q u e p a r e c e
que las ignoramos. Mas la verdad es, que hay pocas cosas
que sepamos mejor que las doctrinas de la iglesia de Roma.
Dicen que no les permitimos hablar para sí mismos. Pero
sí, los dejamos hablar en los manuales, breviarios, catecismos y otros libros eclesiásticos, impresos bajo la sanción
y dirección de las autoridades mas elevadas de su jerarquía.
Y, si representamos sus doctrinas en el lenguaje de sus
documentos autorizados, y esto, con referencia á la edición,
número de la pajina del libro, & c , deben quedar satisfechos. Esto es precisamente lo que hacemos; mas dicen
que les hacemos injusticia, torciendo sus palabras, cosa
que de esta manera no es posible hacerlo. Pueden mudar
sus propias palabras, y contradecirse á sí mismos; mas no
deben hacernos responsables de su culpa. Si parece que
alguna vez ignoramos sus doctrinas, es porque no las
sostienen con constancia.
Si ellos abandonan algunos
puntos de su superstición, luego que los Protestantes los
ataquen, y tomando por efujio esplanaciones, evasiones y
•glosas, vienen á parar por un momento en una doctrina
diferente de la suya orijinal, la culpa no puede ser de
nosotros.
2 i?
194
E s t e Señor nos dice, que nuestra ignorancia de sus
doctrinas le causa sorpresa, " p o r q u e , " dice, " n o s o t r o s
todos, de cualquier pais que seamos, pensamos justamente
del mismo modo." ¿ Y es así, que todos creen del mismo
modo ? Así no pensaban siempre, según lo testifica la
historia. Y , con respecto & su aparente concordia, es fácil
decir como se produce. E s porque no piensan sobre nada.
M a s , aun si todos pensasen del mismo modo, no se puede
probar por esto que piensan bien. ¿ N o ha habido errores
universales entre el pueblo ? Todo el mundo (esto es,
toda Europa) pensaba del mismo modo acerca de la astronomía, creyendo que la tierra estaba fija en el centro del
sistema planetario. ¿ Mas todos pensaban bien ? Empero
es muy conveniente el tener acordes á un gran número de
personas, y luego, si-se llega á saber lo que uno piensa,
se sabe ya como piensan todos, y, si se lee un libro, se
sabe lo que contienen todos. D e manera que, si uno se encuentra con un Papista Español ó Italiano, y éste dice como
piensa, se sabe de fijo como piensan los Papistas Ingleses
y Americanos, porque " t o d o s piensan del mismo modo."
Y , si uno topare con algún catecismo, ú otro libro de
instrucción, habiéndole leido, sabrá lo que todos deben
contener. Así se ahorra mucho trabajo.
Mas el Vicario se queja amargamente del Obispo de
Durham, por haber afirmado que los Romanistas suprimen
el segundo mandamiento. Dice que es falso, y que cualquiera niño de escuela le hubiera podido enseñar lo contrario. También asegura que fué presentado al obispo un
catecismo con el segundo mandamiento, mas que éste, sin
embargo, porfió en su aserción, de que no se hallaba en
los catecismos. E l obispo tenia razón, y no hay cosa que
cause mas sorpresa que el que el Sr. de B
lo negase.
Y o mismo he visto dos catecismos, publicados en Irlanda
con autorización de la superior autoridad eclesiástica de su
iglesia, ambos faltos de dicho mandamiento, así como lo
195
es la " Guía del Cristiano" impresa en Baltimore.y citada
antes. Pero este hecho es demasiado notorio para insistir
mas en probarlo.*
Luego el Vicario denuncia " el principio anárquico del
juicio privado." ¡ Y es este un principio de anarquía?
No pensaba así Pablo, diciendo: " Cada uno abunde e n
su sentido." (Rom. xiv. 5.) ¡ Qué anarquía debia haber
en la iglesia de Beréa, entre ellos que, después de haber
oido la palabra de Dios, " escudriñaban las Escrituras
diariamente, para ver si estas cosas fueron a s í ! " ( H e c h .
xvii. 11.) ¡ Q u é confusión debia ser en una congregación
en que todos los individuos leian y pensaban para sí mismos ! Allí no hubo Inquisidor que los gobernase á todos,
ni que corrijiese un error tan vulgar como el de escudriñar
las Escrituras. E n este siglo 19 ? vuelve el pueblo á ejercer su juicio privado en materia de relijion; y, si mis
compatriotas quieren tolerar que se denuncie este j u s t o
privilejio, y que se denigre como una herejía, toleren en
buen hora el despotismo clerical; mas yo nunca convendré
con ellos en semejante servilismo.
* Aquí se omiten algunas sentencias del orijinal Inglés, como
de poca importancia en España.
2B2
NOTJ.
, Permítase
al traductor
•Es abuso del lenguaje,
que diga cuatro palabras
del juicio privado del pueblo.
su juicio
aquí.
de la rason, y de la verdad; hablar
Un individuo solo que ejerce
privadamente, y sin valerse de la instrucción
consejos de sus semejantes,
rehusa pertinazmente,que
ejerce un juicio
y
privado; y, si
otros mas sabios y mejores
Cris-
tianos que él le ilustren, es sumamente, probable que incidirá
en el error.
'secreta,
Mas cuando no uno, sino muchos; y. éstos no
sino abierta y francamente,
cuestión relijiosa,
dido interés,
público,
discurren
sobre una
sin llevar ningún fin privado,
ni de sór-
no es de creer que se engañen todos.
así discurriendo,
cerdocio interesado
da su fallo
en promulgar
Y si el
en contra de un Sa-
ciertos errores entre el
vulgo, el juicio público del pueblo condena el juicio privado
de los Sacerdotes.
averiguación
Pero,
si ¿os sujetos que se aplican á la
de la verdad, están animados de un deseo de
glorificar
á Dios y salvarse á sí mismos; y si con este fin
impetran
los aucsilios
del Espíritu
" enserie toda la verdad,"
cuerpo
infinitamente
pontificios
Santo
para
que les
estos inquisidores constituyen
mas respetable
que el congreso
mi
de
que, confines puramente políticos y de ambición.
197
cantaron el Veni Creator Spiritus, y luego sostuvieron
re-
ñida controversia á fin de sojuzgar sus contrarios, y elevar
sobre los tronos de los reyes, y aun sobre la Cruz de Cristo
y tribunal de Dios,
Roma.
la silla de su Pontífice
mácsimo. en
También es inecsacto el decir que Roma
en todos casos, el ejercicio
por privilejio
del juicio privado.
prohibe,
Permite
especial á los ricos y letrados que lean la pa-
labra de Dios;
mas estos son precisamente
los que antes ha
amoldado á su gusto,
y aprisionado con las cadenas de oro
de su influjo secular,
ó por los varios respetos humanos que
oprimen y desvirtúan el juicio
ú las Sagradas
Escrituras
délos
ricos.
Con respecto
y libras de relijion,
no es el
juicio privado,
sino el público, el que prohiben los Sacerr
dotes.
citarse desde muy. cerca un ejemplo.
Puede
sabido que, en todas las capitales de España,
Es
y tal vez en
todo ¡mello donde haya librería, se hallan de venta las obras
pestíferas
de los impíos Franceses, traducidas al Castellano,
y que en las estamperías y casas particulares
la vista de la juventud
las imájenes
se esponen á
mas obscenas que el
pincel lascivo de un demonio podría representar.
autoridades
Españolas
dejan los enemigos
apelar, no al juicio del público,
mas peligroso,.
Eclesiástico
á sus pasiones.
Así
sino, lo que es muchísimo
Pero ¿ quien es el virtuoio
para
de la moderna impiedad ?
Los clérigos no hacen caso de las
que en el dia se promulgan.
las
Cristianismo
que interponga su influjo con la lejislatura
que se prohiban estos productos
Ninguno.
del
Ninguno
blasfemias
se muestra celoso de
198
la honra de Jesu-Cristo.
O si creen que sería inútil,
im-
practicable ó arriesgado, el imponer penalidad legal sobre los
mercaderes
de semejantes
libros y estampas,
apelan ellos también al juicio
mentos, fundados
¿porqué
donde solamente pueden hallar
en la divina revelación,
no
del público por sanos argucimiento,
la historia Sagrada,- la verdad y la
razón ?
Dejan que el público apele á Voltaire,
Volney,
Talleyrand,
Diderot,
Dupuis,
ellos.
Dejan á les vendedores
famar
las pasiones de los pasajeros.
Rousseau,
y otros tales como
de estampas Francesas
Dejan
in-
á los cómicos
Italianos el paso Ubre por el pais, para que con sus deshonestidades perviertan
el gusto, la moral, y, en fin, para que
trastornen el juicio del pueblo Español.
público
Este juicio
del
está atacado- por todo lo que pueda pervertirle
corromperle ; y, mientras tanto, los protectores
y
espirituales
del pueblo se ocupan en la operosa ociosidad de recitar el \
Breviario,
y asistir á misa ó á coro, y descansan en sus
casas, paseos y tertulias,
sin que les dé el menor
cuidado
de que toda la nación se abisme en ¿a impiedad.
Basta
para ellos que estén bien con Roma,
gobierno,
pueblo,
y que mantengan
su influjo sobre la masa del
ó, á lo menos, que no pierdan
de la olla que les vale.
que se apoderen del
la misa, por amor
Mas un estranjero,
nación, y verdadero filántropo,
amigo de esta
deseoso de promover su bien,
da á luz en Madrid una edición del Nuevo Testamento,
forma portátil,
Scio.
Este
en
aprecio moderado, y de la versión del Padre
estranjero se presenta
abiertamente
á los indi-
199
viduos del ministerio, y, muy lejos de apelar al juicio
de alguno, no hablac on nadie sobre la relijion;
privado
no toce otra
cosa mas que esponer sus libros dé venta en una tienda abierta
en una de las calles principales
silenciosamente
de la Corte, dejándolos obrar
entre el pueblo,
infundiendo
nes del público los divinos principios
cristo.
Ahora,
Testamento ?
¿ qué han de hacer los ministros del
¿ Forman
que han introducido
y desvergüenzas,
Nuevo
contrabandistas
¿as obras estranjeras llenas de impiedad
no.
Antes
de fraudes
bien desean que se dé cierto
á los vicios, para que tengan los fieles algo de que
acusarse en la confesión.
jefe
causa contra los
con portadas falsas, y á fuerza
y coheclios ? Esto
fomento
en los corazo-
de la relijion de Jesu-
de la iglesia
según se debe presumir,
el pueblo,
Pero el Sr. Arzobispo
Española,
varón ilustrado,
de
y
Toledo,
oelador,
de los intereses espirituales de todo
de la gloria de Dios,
y del triunfo de la fé
de
Jcsu- Cristo, este prelado deja sin la menor molestia á los enemigos que siembran cizaña en el estéril campo ; y al hombre
que esparce las verdaderas semillas de la vida, sin mezcla de
doctrina liumana . . . LE VE ECHADO A LA CÁRCEL.
de lo que pudiera
resultar
ejerciese su juicio, no sobre Volney
los escritos inspirados de Pablo,
Judas,
y los venerables
Receloso
de que el público de
y Dupuis,
Pedro,
España
Jacobo
sino sobre
k
Juan
dic/ws del mismo Redentor.
todo esto en España Constitucional,
en el año. de 1838.
y
Y