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EL DÍA, domingo, 22 de marzo de 2015
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PINTANDO LA MAGIA,
una interesante visita a la misteriosa
casa museo del pintor Antonio
Padrón, en Gáldar. 6/7
del domingo
revista semanal de EL DÍA
RECUERDOS DEL PASADO
GRANDES TRAGEDIAS NAVALES
El vapor “PRINCIPESSA MAFALDA” (1927)
Texto: Manuel Marrero Álvarez
(exdelegado de la Compañía
Trasatlántica Española en Canarias)
E
l vapor “Principessa
Mafalda”, construido en
1908 en los astilleros de la
Societá Esercizio Bacini, de
Riva Trigoso, en Italia, fue
uno de los grandes buques de su tiempo
y también de los más suntuosos y rápidos en la ruta Italia-Argentina. Era un
majestuoso trasatlántico de dos chimeneas, dos mástiles y 9.210 toneladas
de registro bruto, perteneciente a la
Compañía de Navigazione Generale
Italiana y, a la vez, orgullo de la marina
mercante de su país. Medía 148 metros de eslora y 17 metros de manga
y su sistema de propulsión estaba compuesto de dos motores a vapor de triple expansión, conectados a dos hélices que le permitían desarrollar una
velocidad máxima de 18 nudos. Su
puerto de matrícula era Génova y tenía
capacidad para transportar 1.710 pasajeros, con una dotación de 290 tripulantes.
Estaba considerado uno de los mejores trasatlánticos y más confortables
en la Línea del Plata y cubría el itinerario,
Génova, Barcelona, Rio de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires. Se trataba de
un vapor de gran lujo con nombre principesco y justificaba ser uno de los más
veloces de su tiempo, realizando el citado itinerario en solo 14 días, todo
un récord en aquella época, por lo cual,
desde su aparición, se convirtió en el
preferido de los artistas y familias acaudaladas sudamericanas que viajaban a Europa. De hecho, un año antes de esta última salida, el cantante
y más grande representante del género
en la historia del tango, Carlos Gardel,
y sus guitarristas eligieron este barco
para viajar de Buenos Aires a Barcelona.
El barco tuvo el honor de llevar el
nombre de la princesa italiana Mafalda
de Saboya, nacida en Roma el 19 de
noviembre de 1902, segunda hija de
los reyes de Italia Víctor Manuel III
y Elena de Montenegro. Con 22 años
se casa con el príncipe alemán Felipe
de Hesse-Kassel, sobrino del Káiser
Guillermo II de Alemania, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos. Se distinguía por su elegancia, belleza y gran
coraje, pero en 1943, con la caída de
Benito Mussolini, encarcelado por su
padre, el rey Víctor Manuel III, la vida
de la princesa iba a cambiar radicalmente. Hitler pone en marcha la caza de
la familia real italiana y la princesa Mafalda, con apenas 39 años, es hecha
prisionera y confinada en el campo
de concentración nazi de Buchenwald,
en Turingia. Estuvo encarcelada hasta el 24 de agosto de 1944, en que el
campo fue bombardeado por aviones
aliados, resultando gravemente herida
y falleciendo días más tarde. Fue enterrada en el cementerio de Weimar como
mujer desconocida y posteriormente
sus restos serían trasladados al mausoleo familiar, en el castillo de Kronberg, en Hesse, Alemania.
Antes, el año 1927 fue para la joven
princesa Mafalda una época de tremendos contrastes, ya que a los momentos felices y de gran alegría que
supuso el nacimiento de su segundo
hijo, Heinrich, siguió la enorme desgracia del naufragio del esbelto trasatlántico que honraba su nombre y
en el que perecieron cerca de cuatrocientas personas.
La vida del vapor “Principessa Mafalda” transcurrió durante los 18
años de su existencia con toda normalidad, aunque los adelantos técnicos
que llegaban a la industria naval dejaron al buque en su segunda década
mostrando síntomas de inferioridad
con relación a sus modernos competidores, motivo por el cual sus armadores anunciaron que sería retirado
Vapor
“Principessa
Mafalda”,
maniobrando en el
puerto de Génova y
la propia princesa
Mafalda de Saboya
(1902-1944). Fotos:
archivo Wkimedia y
Wordpress.
del servicio al cumplir los veinte años.
Sin embargo, cuando faltaban dos,
sus calderas sufrían
constantes averías
y ello daba origen
a que se presintiera
un rápido final,
por lo cual se comentaba que con
este viaje, que hacía el número noventa de su historia, el buque pasaría al desguace.
Desde hacía tres años estaba al
mando de la nave el prestigioso capitán Simón Guli, de 55 años de edad, que
llevaba 30 de servicio en la Navigazione
Generale y era hombre de absoluta confianza para la compañía. En el puerto
de Génova supervisa personalmente los
últimos detalles para la inminente travesía, cuya salida estaba prevista para
el 11 de octubre de 1927 a mediodía, aunque previamente intentaría por todos
los medios convencer a los armadores
del riesgo que suponía salir de viaje en
tales condiciones, prevaleciendo finalmente la decisión de los responsables
de la naviera.
En la sala de máquinas, numerosos
técnicos se afanaban por poner en condiciones de navegabilidad al buque, pero
las dificultades continúaban y el retraso
comenzaba a preocupar a los pasajeros, algunos de los cuales, con billete
de primera clase, pidieron ser transferidos
al “Giulio Cesare”, que estaba a punto
de zarpar con el mismo destino. Miembros de la tripulación hacían correr el
rumor de que la compañía podía suspender el viaje debido a las dudas que
ofrecía el sistema propulsor de la nave, aunque finalmente, a las seis de la
tarde, comenzó a desembarcar la legión
de operarios que trabajaban en la reparación, para acto seguido llamar a Prácticos, soltar amarras y el barco hacerse
a la mar.
En el puerto genovés embarcaron 973
pasajeros que, unidos a los 288 tripulantes, hacían un total de 1.261 personas a bordo. El siguiente puerto de escala
era Barcelona, al que llegaron con algún
retraso debido a las dificultades en la
navegación, motivadas, entre otras razones técnicas, por las intensas y anormales vibraciones que permanentemente
producía el barco. En este puerto permaneció atracado durante 24 horas, tratando de solucionar el problema y reparar una bomba de agua que se había averiado en la corta travesía mediterránea.
Al parecer, todo se arregló pero los
contratiempos no acabaron. El viaje debía
continuar porque así lo habían decidido
sus armadores y todavía quedaba la salida
del mar Mediterráneo y la gran aventura del cruce del Atlántico, que según
el itinerario previsto sería Rio de Janeiro
la siguiente escala, aunque prácticamente
toda la tripulación y gran parte del pasaje
veían como un tremendo riesgo continuar la travesía con las calderas en tales
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domingo, 22 de marzo de 2015, EL DÍA
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condiciones, ya que persistían las
fuertes vibraciones y la navegación irregular.
Las preocupaciones por tales anomalías se confirmaron antes de la llegada del buque al Estrecho de Gibraltar, al pararse súbitamente la máquina
de babor. Como consecuencia de ello,
el capitán Guli ordena detener la nave
e intentar una reparación de urgencia
con miembros de la tripulación. Después de más de seis horas de trabajo,
con el barco a la deriva, los arreglos no
fueron posibles y el “Principessa
Mafalda” se ve obligado a reanudar su
periplo con solo la máquina de estribor, navegando a velocidad reducida
y con ligera escora a babor. Se dirige
al puerto de San Vicente, en las islas
portuguesas de Cabo Verde, como escala imprevista, con el fin de reparar
las averías y poder proseguir su cruce
del Atlántico.
Remendado el problema en la sala
de máquinas, el buque prosigue su viaje
trasatlántico hacia lo que se veía venir:
convertir en odisea y en viaje sin retorno
lo que empezó en el puerto de Génova
como la última singladura de la nave
que una década atrás era considerada
la más lujosa, confortable y rápida de
las navieras italianas cubriendo la Línea del Plata.
Al poco tiempo se observa que las vibraciones van en aumento y ahora es
prácticamente toda la estructura de la
nave la que sufre las consecuencias de
las trepidaciones que convierten la vida
a bordo en insoportable. Como consecuencia de ello, se habló de un conato
de motín que finalmente no prosperó
y también que el capitán Simón Guli
pasaba prácticamente todo el tiempo
en el puente de mando, deseando ver
cuanto antes las costas de Brasil.
Al atardecer del 25 de octubre de 1927
el “Principessa Mafalda” divisa las ansiadas costas brasileñas, que corresponden al archipiélago de Abrolhos, a 80
kilómetros de Caravelos, en el Estado
de Bahía, y como el tiempo era espléndido, con cielo despejado y mar en calma,
el capitán decide, con el asesoramiento de su jefe de máquinas, aumentar
la velocidad del buque con el fin de recuperar parte de lo perdido y reducir la
demora de llegada a Rio de Janeiro. Tal
vez, esta subida de presión en sus frágiles y enfermas calderas y el consecuente mayor desarrollo y esfuerzo de
sus ejes de cola llevaron al barco a la
muerte, ya que instantes después, exactamente a las 19.00 horas, un extraño
y fuerte golpe sacudía el barco y quedaba bruscamente parado.
El jefe de máquinas informó al capitán de que el árbol del sistema propulsor
de babor se había desprendido cuando
giraba a 93 revoluciones por minuto y
que las palas de la hélice, que continuaban su irregular y loco movimiento giratorio, impactaron con el casco,
abriendo un enorme boquete en popa,
por donde entraba gran cantidad de agua.
Se intentó taponar el hueco con planchas de acero, cemento y material necesario, pero todo fue inútil y la inundación
de la sala de máquinas y resto del buque
se produjo de forma inmediata.
El “Principessa
Mafalda” hace su
entrada en el puerto
de Barcelona.
Archivo Histamar.
Embarque de
pasajeros en
Buenos Aires.
Archivo Wikimedia.
El “Principessa Mafalda” estaba
perdido y el capitán Simón Guli ordenaba lanzar un SOS y abandonar el barco.
El hundimiento era inminente y comenzaba a sumergirse lentamente de
popa, escorándose a babor con rapidez,
en medio de ruidos estruendosos.
Cuando esto ocurre, aparece el terrible y temido “sálvese quien pueda”, originado por los más de 800 emigrantes
de diferentes nacionalidades, pero en
su mayoría italianos, que viajaban en
tercera clase y que normalmente eran
los últimos en acceder a la cubierta de
salvamento. Corren despavoridos en
busca de los botes salvavidas, algunos
de cuyos medios se hallaban en condiciones lamentables de conservación,
abalanzándose atropelladamente y
sobrecargando las frágiles embarcaciones
que se despedazan al tocar el agua. El
pánico se hace incontenible y la lucha
por alcanzar uno de los bote salvadores es titánica. Lo triste, lo deplorable
es que también muchos de estos luchadores eran subalternos de la tripulación que disputaban a los pasajeros
un lugar para ponerse a salvo. Las víctimas propiciatorias eran las indefensas madres con sus hijos y las personas mayores, que, desgraciadamente,
pasarían a engrosar la lista de fallecidos. Por ello, siempre se dijo que este
naufragio fue más dramático que el del
“Titanic”, por la crueldad del salvamento,
por la indisciplina y cobardía de gran
parte de los tripulantes.
No, al parecer no hubo muchos actos heroicos en este desgraciado naufragio por parte de los miembros de la
tripulación y al margen del ejemplar
comportamiento de su capitán, Simón
Guli, que no debía abandonar su puesto, porque quedaban cerca de 400 personas a bordo. Solamente los dos telegrafistas, Luigi Reschia y Francesco
Boldrachi, que acompañaron al capitán en el cumplimiento de su deber hasta
el último instante y que se hundieron
con el buque. No se menciona a nadie
más de los enrolados que hiciera valer
lo de que “un tripulante está al servicio de la nave y de las personas que hubieran en ella”, así como también “que cada
uno tiene que saber lo que debe hacer
en estos casos y facilitar la evacuación
de los pasajeros”. En este buque, lamentablemente, no funcionó aquello
de “mujeres y niños primero”, porque
el caos y el miedo antepuso el “sálvese
quien pueda”.
En tanto, el capitán Guli, marino de
alta escuela, permanecía en el puente
de mando intentando transmitir la mayor
serenidad, dirigiendo los trabajos de
salvamento en aquel terrible caos de
miedo y desesperación, mientras su
mirada se perdía en el horizonte tratando de vislumbrar la llegada de algún
buque de auxilio. Por suerte, al poco
tiempo, apareció el primero de ellos,
a toda máquina, que correspondía al
“Alhena”, un carguero de bandera holandesa, y 4.930 toneladas, con una tripulación de 47 hombres y capacidad
para 12 pasajeros en primera clase, que
se encontraba a solo 15 millas de distancia. Su capitán y todos los miembros de la tripulación tuvieron un comportamiento ejemplar, sobrehumano
y heroico, salvando a cientos de náufragos que luchaban en el mar deses-
peradamente por mantenerse a flote,
en una noche tenebrosa y con carencia total de luna. Fue realmente milagroso que el “Alhena” estuviera tan cerca,
porque gracias a él se salvaron cientos de personas y fue también el faro
que iluminó las vidas de los supervivientes, porque no paró un solo instante de moverse, recogiendo del
agua a numerosos náufragos y pasando
lo más cerca posible del barco que se
hundía, con el riesgo de la oscuridad
de la noche, para salvar a gran cantidad de niños que permanecían en la
cubierta bajo la protección de sus madres. Asimismo, se convirtió en el centro de operaciones, donde el capitán
Smoolenaars desde el puente de mando, coordinaba con todos los barcos que
navegaban a la zona el lugar exacto del
naufragio y el plan de rescate, toda vez
que el “Mafalda” había dejado de emitir sus mensajes de socorro por falta
de energía eléctrica y se hundía rápidamente.
Los barcos que primero captaron el
SOS y llegaron al lugar del siniestro fueron el mencionado carguero holandés
“Alhena” y el inglés “Empire Star”. Más
tarde, los franceses “Formose” y “Mosella” y también el inglés “Rosetti”. Afortunadamente y gracias a la rápida intervención de los mismos, en especial del
primero, la catástrofe no fue de mayores proporciones, ya que los medios
de salvamento de que disponía el buque
siniestrado, al margen de que no estaban en óptimas condiciones, eran insuficientes. Por ello, y en vista de tales
desgracias, cientos de personas se lanzaron al mar y fueron recogidas por los
buques que iban llegando a la zona del
naufragio.
Pero comentaba el capitán del “Alhena” que veía con horror cómo en la
mayoría de los botes salvavidas del vapor
que se estaba hundiendo, cuando
llegaban a los citados buques salvadores,
los marineros soltaban los remos y trepaban a la cubierta para ponerse a salvo,
en lugar de regresar en busca de más
náufragos. Allí quedaban los botes vacíos
é inútiles, meciéndose sobre las olas,
mientras cientos de personas quedaban condenadas en el buque siniestrado.
Todo lo contrario a la actuación de las
tripulaciones de los barcos rescatadores,
y en especial del 4º oficial de “Alhena”,
Raadsen, que cuando regresó a su barco
después de haber puesto a salvo a centenares de náufragos con el bote salvavidas que llevaba a su cargo y estando
ya el “Principessa Mafalda” desaparecido
de la superficie, pidió autorización al
capitán Henricus Smoolenaars para dar
otra vuelta con el bote, a fin de comprobar que no quedaban más supervivientes en el agua. Poco tiempo después, regresó a bordo con otro náufrago
de edad avanzada, el cual se reencontró
en el vapor holandés con su esposa,
a la que creía muerta.
Sobre las veinte horas, el sistema eléctrico dejó de funcionar y el “Principessa
Mafalda” quedó en tinieblas, apoderándose de la nave la más completa oscuridad. Aún quedaban a bordo cientos de personas que no habían podido
abandonar el barco, debido a la comen-
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EL DÍA, domingo, 22 de marzo de 2015
EN PORTADA
tada escasez de medios, mientras
que en el mar, numerosas víctimas luchaban por su salvación entre restos
del naufragio y cadáveres que flotaban por docenas, y en las entrañas del
barco, según testigos, el jefe de máquinas se quitaba la vida de un tiro en la
sien. Poco más tarde, el capitán Simón
Gulli presintiendo el final de su buque,
y haciendo valer el mito de que un buen
capitán se hunde con su barco, lanzó
un “viva Italia”, oyéndose seguidamente
una fuerte explosión de las calderas
y la otrora princesa de los océanos, envuelta en una blanca humareda, se hundió de popa apuntando su proa al cielo
y llevándose consigo a su celoso capitán, que hizo sonar un silbato en señal
de despedida mientras saludaba con
su gorra blanca en la mano derecha y
pronunciaba sus últimas palabras,
“adiós y gracias”, antes de que el buque
desapareciera bajo las aguas para reposar en el fondo del océano, a 1.400
metros de profundidad, cerca de las
islas Abrolhos, a tan solo 10 kilómetros de la costa brasileña.
El número de personas que viajaban
a bordo ascendía a 1.261 entre pasajeros
y miembros de la tripulación. Finalmente, se supo que el “Alhena” rescató
a 536 supervivientes; el “Empire
Star”, a 180; el “Formose” 110; el “Mosella” 22 y el “Rosetti” 27. En total, 875
personas salvadas entre pasajeros y tripulantes. Por contra, los fallecidos ascendieron a 386, de los cuales 279 eran pasajeros y 107 tripulantes, la mayoría de
ellos hundidos con el barco y tragados
por la mar.
La desaparición del “Principessa
Mafalda” fue considerada una de las
tragedias navales que más conmovió
al mundo, principalmente porque se
produjo en época de paz y por las circunstancias que influyeron en su incomprensible naufragio. El barco no
fue abordado por buque alguno; ni chocó
contra arrecifes ni icebergs; ni se vio
inmerso en conflictos bélicos. Tampoco
la climatología influyó para nada en sus
desgracias y todo quedó reducido a su
deficiente atención y a la mala suerte.
Se veía venir y por ello, igual que le ocurriera a la bella princesa Mafalda de
Saboya, se podría decir aquí aquello
de que “entre todos la mataron y ella
sola se murió”.
Con motivo del hundimiento del “Titanic”, 15 años antes, que conmovió no
solo a la opinión del mundo entero, sino
también a los medios técnicos-marítimos, debido al elevado número de
fallecidos en el naufragio, los errores
cometidos y el prestigio de la nave y
sus constructores, se llevaron a cabo
importantes mejoras en la seguridad
marítima y se creó el Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida
Humana en el Mar, cuyos puntos
principales se centraban en los graves
problemas que concurrieron en la pérdida del trasatlántico “Titanic”, como
eran la disposición y tipo de los compartimentos estancos; lo relacionado
con los botes y demás medios de salvamento, y tercero, los sistemas de detección de icebergs, especialmente en la
derrota del Atlántico Norte. Asimismo,
Capitán Simon
Guli. Foto Histamar.
El famoso vapor
se hunde, mientras
salen los botes con
los supervivientes.
Archivo Histamar.
se acordó poner mayor énfasis en la
obligación de todo capitán de un buque que se encuentre navegando y reciba
un mensaje indicando que otro barco
se halla en peligro de acudir a toda máquina en su auxilio, informando, a ser
posible, de que así lo hace.
Y como todo gran barco que se precie, el “Principessa Mafalda” tuvo a
su nave gemela en el “Principessa
Jolanda”, aunque la vida de este majestuoso vapor fuera efímera y desgraciada. Su nombre honraba a Margarita Jolanda de Saboya, hija mayor de
los reyes de Italia Víctor Manuel III
y su esposa Elena. El de su hermana
menor, Mafalda, ya figuraba en el otro
trasatlántico que se construía en los
mismos astilleros italianos de la Societa Esercizio Bacini de Riva Trigoso,
cuya botadura estaba prevista para unos
meses más tarde.
Pero ahora el acontecimiento estaba
en los festejos que se preparaban con
motivo de la toma de contacto con el
mar del esbelto trasatlántico de 9.210
toneladas, 148 metros de eslora, dos
chimeneas y que sería de los más rápidos en la línea del Atlántico Sur. Por
ello, la dirección de los astilleros hizo
una gran campaña publicitaria sobre
el acontecimiento, anunciando la
fecha del 22 de septiembre de 1907 para
la solemne botadura. Allí estaban las
primeras autoridades civiles y militares, dirigentes de la compañía propietaria del buque, la totalidad de los
trabajadores del astillero, los futuros
tripulantes de la nave y cientos de invitados que ocupaban unas tribunas completamente abarrotadas. Todos esperando el emocionante momento en
que el trasatlántico, totalmente empavesado, comenzara a moverse para tomar contacto con el mar.
Es el momento crítico para cualquier
barco en el comienzo de vida y por
ello la expectación era máxima. Después de los clásicos discursos, la bendición y madrinazgo, el “Principessa
Jolanda” empieza a deslizarse por la
rada, al tiempo que da unos inusuales bandazos y comienza a escorarse
a babor, sobrepasando rápidamente
los límites de estabilidad. No hubo forma ni tiempo de solucionar el grave
problema: el buque se escoró totalmente a babor y se fue al fondo del
lecho del puerto. Nadie podía creer
lo que estaba sucediendo. El silencio
era sepulcral. ¿Qué había pasado?, ¿era
un sueño lo que estaban viendo? La
majestuosa nave había desaparecido
sin haber navegado.
El desgraciado espectáculo llevó a
todos a pensar que si no hubiera sido
una triste realidad todo lo que allí estaba
sucediendo bien se podía considerar
una tragicomedia representada en un
teatro romano con un final que alcanzaría el más espantoso de los ridículos para los dirigentes de los astilleros genoveses, porque aún hoy, a
pesar del tiempo transcurrido, no se
sabe con exactitud lo que sucedió, aunque lo cierto fue que una cadena de
fallos llevaron al buque a tan rápido
y trágico final.
La más breve historia de la vida de
un lujoso trasatlántico se había consumado y ante la imposibilidad de reflotarlo se fue desguazando allí mismo,
salvándose parte de la maquinaria y
todo aquello que podía ser recuperable.
Volviendo al “Principessa Mafalda”
y para finalizar este “Recuerdo del
Pasado”, nos viene a la memoria un
caso parecido ocurrido en nuestra marina mercante, que bien pudo terminar en una tragedia similar, pero Dios
no lo quiso así.
Y ocurrió que un trasatlántico español con graves problemas técnicos en
la sala de máquinas iba a realizar el último viaje de su vida marinera, ya que
a su regreso sería retirado del servicio
y desguazado. También aquí su capitán pedía con insistencia a los armadores cancelar el viaje, pero igual que con
la nave italiana, prevaleció la decisión
de estos, alegando que todas las plazas estaban vendidas y que el informe
de los técnicos era favorable. Para ello,
la primera medida fue cambiar de capitán y salir inmediatamente a viaje para
cumplir el itinerario previsto. En la tra-
vesía de Vigo a Tenerife los problemas
en las calderas continuaron, por lo cual
el buque tuvo que efectuar una corta
reparación en el puerto tinerfeño, con
la consiguiente demora de 24 horas.
A continuación se reanudó el viaje para
cruzar el Atlántico con destino a La
Guaira, Venezuela, llevando a 1.110 personas a bordo (900 pasajeros y 210 tripulantes, entre los cuales se encontraban
120 canarios embarcados en este
puerto de Santa Cruz). Al cuarto día
de navegación, el barco pareció decir:
¡basta ya!, hasta aquí he llegado. Se produjo la caída de las dos calderas y el
buque se paró totalmente; se vino abajo
el sistema eléctrico y todos los servicios quedaron inutilizados; no funcionaba nada a bordo. La diferencia es que
no hubo vía de agua, aunque la nave
quedó a la deriva en pleno océano Atlántico, con la consiguiente tensión entre
los pasajeros, hasta cierto punto lógica,
dadas las circunstancias en que se hallaban. Posteriormente, un remolcador
de altura lo llevó hasta Bridgetown, en
Barbados, desde donde todos los viajeros y parte de la tripulación fueron
enviados por avión a sus respectivos
destinos. Después, el mismo remolcador
se encargó de trasladarlo hasta Castellón,
donde sería desguazado.
Los contratiempos en los dos buques
fueron prácticamente parecidos: las
obsoletas y averiadas calderas que les
daban impulso, aunque el resultado
de sus desgracias no resultaran iguales.
El barco español al que nos estamos
refiriendo, el “Begoña”, por suerte, no
causó víctima alguna, mientras que el
final de la historia del desdichado “Principessa Mafalda”ya lo conocemos.
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domingo, 22 de marzo de 2015, EL DÍA
LUGARES SAGRADOS (XIX)
El alma de Tacande.
Delirio, ensoñación
y mito:
PRESENCIA (I)
Los fenómenos considerados como paranormales, por lo
general, guardan cierta relación con los fenómenos naturales. Es la relatividad del pensamiento humano lo que les
idealiza y ensueña. El presente relato, plagado de tintes
quiméricos matizados de excepcionalidad, se corresponde,
en buena medida, con el vertido en confesión por la propia
sobrina del alma en pena que, según su propia versión,
apareció en Tacande, un lugar dependiente entonces del
curato de Los Llanos de Aridane, en la hermosa isla de La
Palma, a finales de enero de 1628.
Texto: Emiliano Guillén Rodríguez
(periodista, cronista oficial y miembro del Instituto de Estudios Canarios)
Foto: Wifredo Ramos
A
gonizaba el mes de enero
de aquel año de 1628. En
la Hacienda de Tacande los
días transcurrían uno tras
otro de manera rutinaria.
Bien pareciera que el mundo no se
moviese; cada jornada era similar a la
anterior, y semejante a las subsiguientes venideras, tal cual el vecindario local
estaba acostumbrado.
Pero he aquí que, en la noche del 30
de ese mismo mes, comenzaron a
escucharseprimorososcantosespirituales,
como desprendidos de la bóveda
celeste durante aquel crepúsculo plagado de estrellas.
Las celestiales cantigas se escuchaban con nitidez en las lomadas y en los
valles colindantes, pero arreciaban
con mayor intensidad en la Hacienda
de Tacande. El extraordinario acontecer truncó de una manera drástica la
serena paz de aquel entorno:
Libre naciste (parecían decir) y por
mal habla que tú aprendiste.
Cautivo te tengo, y libre naciste.
Si penas tienes, tú las quisiste.
Cautivo te tengo, y libre naciste.
Llora y siente lo que defendiste.
Cautivo te tengo y libre naciste.
Si penas tienes, tú las quisiste.
Así, a modo de romancillo, se desarrollaba el contenido, cual interminable
salmodia. En ocasiones, el son se tornaba en villancico, cual reminiscencia
pascual:
Por ser carpintero, el Niño no tiene
cuna.
María lo envuelve en lindas mantillas.
José lo arrulla con lindas cantigas.
...
Por ser carpintero el Niño no tiene
cuna.
María lo envuelve en lindos pañales.
José lo arrulla con lindos cantares.
En ambos casos, a oídos de los escuchas, bien pareciese que se tratara de
un enorme coro de mujeres quien los
entonaba. Para percusión y acompañamiento usaban tambor, pandero y castañuelas. El grato estruendo simulaba
el rumor de un concurrido baile venido
desde lo inmaterial. Todas las noches
que duró aquella penitencia, el espíritu
moró en la casa de sus familiares, allí
donde su vida, algún tiempo atrás, se
había diluido entre las aguas rojas de
una palangana, los pañales cárdenos de
la asistencia y las manos laboriosas de
una partera. La madre no superó el trance.
Su hijo, luego bautizado como Salvador, sí sobrevivió.
Aquel alma penitente, durante el
tiempo en que vagó por este lado de lo
terrenal, tiempo tuvo de entretenerse
en hacer diabluras. Inicialmente todos
consideraron el hecho como cosa de brujas que se reunían en desaforado aquelarre para danzar y programar sus próximas fechorías. Cuando los lamentos
del niño rasgaban el aire fresco de la nocturnidad, el alma desesperaba mucho
más. Diríase que, al escuchar su triste
llanto, el espíritu arreciaba en sus
espantos.
El torrente ensordecedor perduró sucesivamente durante ochenta y siete
noches sin descanso alguno. Siempre
Templo parroquial
de Los Llanos.
se manifestaba cuando la luna o las estrellas asomaban a los cielos. En las
noches oscuras y tormentosas, el amedrentamiento se incrementaba notoriamente. El terror espeluznante se acunaba sin piedad en el sentir de aquellos infelices campesinos.
A veces, el espectro enfurecido se dedicaba a castigar a las personas que habitaban en la casa, a los propios miembros de su sangre. A la denunciante, en
particular, le castigó durante veinte días
seguidos. Luego le pediría perdón. No
alcanzamosacomprendercómosegenera
un vínculo amable entre un viviente y
un alma ignota, pero para la fantasía todo
es posible.
En este sentido recuerda la informante
que en los días en que ella no estaba en
casa el alma errante no accedía a sus
dependencias; cuando llegaba, de
inmediato daba señales de su presencia con símbolos de mucho regocijo: voces
cándidas, arrastre de muebles, tintinear
de vasos, objetos cambiados de lugar
u otras exteriorizaciones.
Recuerda la narradora que en muchas
ocasiones le solicitaba licencia para realizar travesuras. Autorización que siempre le negaba porque ella no quería que
molestase a sus parientes y paisanos.
Comenta que desarrolló particular actividad durante el tiempo dedicado a la
celebración de las carnes tolendas, seguramente porque eran tiempos de
mucha permisividad y desafuero. El
número de travesuras en las noches de
carnaval resultó innumerable, muy difícil de contar, ya que lo fueron en una
cantidad altamente superior a las realizadas en cualquier otra jornada.
Llegada la hora del regreso al más allá,
cumpliéndose el último día de Pentecostés, el alma de Tacande se presentó
ante todos en la hacienda de su infortunio. El relato recoge que vieron
cómo un pajarillo “muy pintado” y en
sosegado vuelo entraba en la sala. Penetró por la puerta principal al peso del
mediodía. Se acomodó en un hueco de
la pared. Desde su improvisado refugio gritaba con firme voz: “Loado sea
el Santísimo Sacramento y la Virgen María
concebida sin mancha de pecado”, además de otras alabanzas a los santos de
su devoción.
Ese mismo día por la mañana llamó
a la relatante para rogarle, por el amor
de Dios, que fuese al pueblo y le dijese
al padre fray Juan de Montiel que viniese,
que tenía mucha necesidad de descargarse. Este religioso era confesor. Por
aquellas fechas ayudaba al cura de Los
Llanos de Aridane, Rodrigo Santa Cruz.
Una y otra vez le advirtió de que le
dijera al fraile que no tuviese temor
alguno. Ella era alma cristiana. Sólo
deseaba confesarse para expiación de
sus culpas y promesas incumplidas en
la tierra.
La redactora le planteó al desconocido espíritu la posibilidad de que le acompañase el cura titular. El alma le respondió
que no le importaba que viniese el párroco
con el confesor, pero que a quien realmente necesitaba era a fray Juan, el confesor. Visto esto, la joven muchacha partió en busca del religioso siguiendo una
travesía incómoda, “con mucho detrimento”.
Ante su presencia, ya conocedor de
todo lo acontecido, el fraile se negó tajante
a tan inusual solicitud. Decía que se
hallaba embargado de un gran temor.
Ella le confortaba diciéndole que se trataba de un alma cristiana muy necesitada de auxilio espiritual. Para arroparle,
muchas personas se prestaron a acompañarle en tan espectacular misión.
El medroso confesor, ante semejante situación, se pertrechó con sus
mejores armas contra los espíritus del
mal. Primeramente se confesó con su
correligionario para llevar el alma limpia. Seguidamente, se colgó un relicario al cuello con muchas reliquias de santos. Y completó la impedimenta con una
estola que le generaba gran confianza.
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EL DÍA, domingo, 22 de marzo de 2015
INVESTIGACIÓN
EN PORTADA
TURISMO
El inglés
divulgador
de la cultura
canaria
En septiembre de 1906 llega
a Las Palmas de Gran Canarias su padre Alexander, como ejecutivo de la compañía inglesa Fyffes, tan importante en
nuestra economía del siglo XX. Austin nació en 1920, en la casa Miramar,
frente al hotel Taoro. Alexander y
Kathleen Baillon tuvieron cinco vástago, siendo el benjamín Austin, quien
se casa, en 1957, en Venezuela, con Julia Harrison, matrimonio del que nacieron Sophie, Toby y Andrew.
Educado en Inglaterra, forma parte
del ejército británico en la II Guerra
Mundial, siendo reclutado como capitán de Operaciones Especiales basadas en Gibraltar, en las que tanto
destacó. Con la paz, trabaja para la Shell
Internacional en Venezuela, Ecuador
Indonesia y Londres. En 1970 fue condecorado con la orden del Imperio Británico por la Reina Elizabeth II, y en
1989 con la Medalla de Oro del CIT del
Puerto de La Cruz. Allí realizó numerosas obras, como la restauración de
la Biblioteca Inglesa y de las casas de
Miranda, Torre Hermosa (La Orotava)
y “Bien te Veo” (en el icodense Buen
Paso, alimentada por energía solar, lo
que supuso en los años setenta toda
una innovación); también reformó la
casita La Guanchita y construyó el edificio “Estrella”, de la calle Valois.
Pero su empresa cimera fue la adquisición, en 1963, y posterior restauración de la antigua Casa de la Real
Aduana, que los ranilleros llamaban
“Casa de las Lonjas”. Luchó contra
viento y marea hasta hacer de ella una
gran mansión y un acogedor hogar.
Don Agustín, como se le conocía en
el Puerto, entre el respeto y el cariño,
la convirtió en un santuario de la historia donde se acogía a estudiosos de
todo el mundo; un museo vivo para
el gran publico, en suma, escenario
privilegiado de las mejores veladas culturales del valle. En sus confortables
salones residieron estos ingleses de
élite más de veinticinco años, hasta
que fue adquirida por el cabildo en
1996.
Este culto sajón de alma canaria falleció en el corazón del valle, entre el
Puerto y la Villa, en la primavera del
2012, a los 92 años. Austin G. Baillon
(con cuya amistad me honré) era un
lujo de la colonia inglesa y de Tenerife. Su bondad, tesón y bonhomía lo
convirtieron en un personaje irrepetible. Virtudes que han heredado (y
en qué medida) Julita, Sophie, Toby
y Andrew.
Juan del Castillo
Austin Baillon
(técnica mixta de 100cmx100 cm (fragmento)
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domingo, 22 de marzo de 2015, EL DÍA
CLAVES DEL CAMINO
Pintando la magia:
ANTONIO PADRÓN
Texto: José Gregorio González
P
asear por la Casa Museo Antonio Padrón, recientemente remodelada y abierta al
público con mayor amplitud
y una redistribución de los
espacios que contribuye a realzar la obra
del pintor galdense, es un auténtico placer y una oportunidad permanente para
el aprendizaje y el asombro. Lo hemos
podido hacer en estos días comprobando
la espectacular transformación que ha
experimentando un museo que el pueblo de Gáldar siente como propio, cercano y afable, integrado en su cotidianeidad. Es cierto que a su favor tiene
una excelente materia prima, un genio de nuestro arte en cuya biografía
lo mágico e inaccesible ocupa un espacio que sutilmente y con elegancia
han sabido poner en valor los responsables del museo. Lo hacen con templadas insinuaciones, susurros que contextualizan pero dejan al mismo tiempo un margen amplio a la interpretación individual. El museo, en el corazón de la Ciudad de los Guanartemes,
a escasos metros de su histórica iglesia de Santiago de los Caballeros, ha
incorporado innovaciones tecnológicas que por un lado garantizan la completa accesibilidad de instalaciones y
contenidos, y por el otro permiten una
aproximación a las obras más amplia.
Modernos códigos QR permiten a través de tablets y smarphones, o bien de
pantallas táctiles estáticas, acceder en
varios idiomas, e incluso en lenguaje
de signos, a la interpretación de cada
obra y cómo las mismas han inspirado
trabajos literarios y musicales. César
Ubierna está al frente del museo y del
equipo humano que lo convierte en un
lugar especial. Tanto él como su gente
parecen una extensión, habitantes de
ese hogar en el que el misterio tiene
presencia tanto a través de la obra expuesta como de las singulares anécdotas que se cuenta del lugar.
Y es que, de alguna manera, son muchos los que piensan, más allá de una
valoración romántica y subjetiva, que
Antonio Padrón sigue velando por el
que fue su estudio y su casa, timoneando
en parte la gestión que se hace de su
legado.
Personalmente descubrimos al pintor y su obra a través de la anécdota
que supone la potencial incidencia de
lo inexplicable en las instalaciones del
museo. Es decir, que nos aproximamos
a su apasionante trabajo como consecuencia de haber querido saber cuánto
había de cierto en los testimonios que,
de cuando en cuando, sostenían que
una presencia espectral deambulaba
ocasionalmente por el jardín interior
e de las instalaciones, o bien dejaba sentir su presencia con pasos y ruidos de
origen, en apariencia, inexplicable. Esos
fenómenos parecen seguir ahí, tener
continuidad en el tiempo, pero se viven
de una manera por completo normalizada, siendo interpretados como algo que parece destilar “proyección”.
Tal y como nos confiaron años
La magia, el misterio y el hermetismo también se expresan a través del mundo del arte, ya sea como
fuente de inspiración o eje temático, por su presencia en la experiencia vital de los artistas o también
como consecuencia de la creencia en que ese arte procede directamente de dimensiones no humanas, e
incluso trascendentes, que utilizan al artista como instrumento para manifestarse en nuestro mundo.
Esta semana en Claves del Camino queremos rendir nuestro modesto homenaje al pintor grancanario
Antonio Padrón, que plasmó con precisión creencias y rituales vinculados con el mundo curanderil y
hechiceril de Canarias.
1. Obra con
sentido mágico,
como se deduce de
la presencia de
cartas de la baraja.
2. Fachada de la
casa museo
3. “La Piedad”, la
última obra de
Padrón.
1
2
3
atrás y hoy en día nadie niega, algunos hechos se centran en lo que en vida
fue la habitación del artista y también
el lecho de su muerte, cuarto que aún
hoy alberga uno de los despachos de
las dependencias que el Ministerio de
Justicia mantiene en el lugar. Años atrás
un empleado de los mismos, amparándose en el anonimato, nos confirmó
tales hechos en una de las salas administrativas, donde las mesas aparecían
revueltas, algunos archivadores levemente desplazados, y se daban alteraciones en la corriente eléctrica que afectaban a algunos aparatos. Sin embargo,
tales hechos se sucedían con una temporalidad e intensidad tan sutil que era
temerario hablar, más allá de la intimidad, de fenómenos inexplicables.
Pero, más allá de eso, sorprende la
vida y la obra. El pintor grancanario
poseía una personalidad introvertida
y lo que a todas luces parece un especial interés por cuestiones esotéricas
y mágicas, que plasmó en una parte
de sus obras. Como curiosidad que delata
esa inquietud intelectual por lo oculto
cabe señalar que nuestro protagonista
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EL DÍA, domingo, 22 de marzo de 2015
CLAVES DEL CAMINO
4
5
4. Las tiradas de
cartas aparecen
en la obra de Padrón
de forma habitual.
5. “Mujer
infecundda”.
6. Una sala de la
casa museo.
6
contaba en su biblioteca con obras cuando menos curiosas y en su tiempo prohibidas, como es el caso de una copia de
un libro de magia salomónica incautado siglos atrás por la Inquisición en
Canarias. Tampoco es despreciable considerar que en ese laberíntico jardín,
equipado con una fuente cúbica de chorros colocados a conciencia para conseguir el sonido perfecto, además de
encontrar especies de todos los continentes, se hallaban algunas consideradas sagradas en diferentes culturas.
Fallecido a la temprana edad de 48
años, en 1968, Padrón sentía fascinación por los antiguos cultos y rituales
a la naturaleza, a la madre tierra, convencido de que el eco de las prácticas
de los antiguos canarios realizadas según
las crónicas y la tradición por las sacerdotisas harimaguadas se podía rastrear
en su tiempo en la actividad de santiguadoras, curanderas e incluso echadoras de cartas. Por eso, dentro de su
estilo indigenista, abundan las representaciones de estas mujeres “mágicas” y reverenciadas dentro de la cultura agraria canaria, siendo una constante la reproducción de ídolos indígenas, así como de rituales para buscar la lluvia, hacer fértiles a las mujeres o curar el mal de ojo.
Gallos, muñecos tótem, brujas, lagartos, pócimas e incluso tiradas de cartas aparecen de forma recurrente en
algunas de sus obras. De hecho, en varias
de nuestras visitas hemos tenido el pálpito, la impresión compartida con su
director, César Ubierna, de que las tira-
7. Paisaje de
aulagas, con
representación del
rayo verde.
das de cartas que muestra el pintor no
son aleatorias, intuyendo que no fueron dejadas al azar sino con un mensaje ligado al conjunto de los cuadros
en las que aparecen. Sin duda resulta
evocador pensar cómo un inquieto Antonio Padrón asistía en su tiempo a estas
ceremonias, grabando sus detalles para
después reproducirlos en sus obras. Por
momentos, algunos de sus cuadros parecen fotografías de esas íntimas ceremonias, hasta el punto de que, por iniciativa
de Ubierna y su equipo, hace unos años
se realizó un valioso trabajo etnográfico en el que se invitó a la gente mayor
del pueblo a contemplar estas obras
pidiéndole que las “leyeran”, que
describiesen lo que reflejaban. El
7
resultado, plasmado en un documento audiovisual revelador y entrañable,
permitió al mismo tiempo reparar y entender ciertos elementos y símbolos
que no habían sido interpretados y que
cobraban significado gracias a la memoria popular.
Padrón murió mientras pintaba “La
Piedad”, una muerte al parecer intuida
EL ÉXITO DE LO CANARIO: TERRITORIO DEL MISTERIO
El pasado sábado 14 de marzo Santa María de Guía acogió la
segunda edición del Encuentro Canarias Territorio del Misterio, cuya organización ya prepara la tercera edición tras demostrarse durante su desarrollo el enorme nivel e interés que tienen los temas
presentados. El público agradeció el haber podido recorrer nuestras islas con una mirada diferente, actualizando “enigmas clásicos” y accediendo a nuevos casos y aspectos de nuestra historia a
cual más sorprendente, abordados con rigor por especialistas en
cada materia. Se haría largo hablar de todas y cada una de las intervenciones, pero sorprendió la capacidad de síntesis del historiador
Luis Regueira Benítez a la hora de recorrer la variopinta historia de
la isla de San Borondón; o lo apasionante y novedosa que es la singladura, actualmente en fase de reconstrucción por parte del historiador Daniel María, de una hermandad mística creada en Agulo
en los años veinte del siglo pasado, los Fillichirsti, en la que las influencias herméticas fueron determinantes. También despertó
mucho interés la intervención de Raúl López sobre transcomunicación en Canarias, junto a la sesión de experimentación psicofónica
que condujo la noche anterior. La aventura continúa y las sorpresas
no se harán esperar.
y un motivo pictórico que también ha
sido el último abordado antes de la muerte por otros grandes artistas. Ubierna
nos confía que la muerte de Padrón,
en brazos de su asistenta, parecía reproducir precisamente ese cuadro. Un cuadro en el que los personajes miran al
cielo, un rasgo muy definido precisamente en los últimos cuadros que pintó.
Lo mejor, sin duda, es visitar el museo
y dejarse transportar al interior de aquellos recintos reflejados sobre el lienzo,
como es el caso de su obra “Mujer infecunda”, en el que una mujer sabia intentaba conseguir que una joven se volviese fértil, como el campo en el que
vivía, derramando semillas sobre su
vientre en un gesto de magia simpática.
En nuestro contacto con el museo
no puede pasar inadvertido tampoco
su emblemático cuadro “Paisaje de aulagas”, donde Padrón parece haber representado el fenómeno del rayo verde, un efecto natural que en el pasado
dio origen a diversidad de creencias,
entre ellas su presumible condición de
puerta entre mundos. Posiblemente,
Antonio Padrón, por momentos, pudo
transitar entre esos mundos.
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domingo, 22 de marzo de 2015, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 972
“Dedicamos este proyecto a la ONU y la OMT, que brindan su apoyo desinteresado a los pueblos, colaborando con el turismo y
mejorando así nuestra calidad de vida y la conservación del medio ambiente”. (Sheila Aguilar, Karen Iriarte, Giuliana Mesía).
PERÚ, IMPERIO DE TESOROS ESCONDIDOS
HUAYTAPALLANA, EL NEVADO DE LOS DIOSES QUE BAJARON DEL CIELO
características arquitectónicas adecuadas a la zona, teniendo muy en cuenta
su capacidad de carga y su valor ecológico.
Texto: Antonio Pedro Tejera Reyes
(del Grupo de Expertos de la
Organización Mundial del Turismo,
de las Naciones Unidas)
A la memoria de mi querido amigo
Sistilio Dalmáu, luchador infatigable
por las enseñanzas del turismo
De las leyendas a la realidad
“E
l Huaytapallana es
un nevado que ha
atestiguado la existencia de Huancayo, desde su
aparición hace cientos de años hasta la
actualidad, en que corre peligro de
desaparecer. Para llegar al Huaytapallana hace falta recorrer unos 29 kilómetros al noreste de Huancayo.
Tomando un camino al borde del río
Shullcas, cuyas aguas son cristalinas a
estas alturas… dando saltitos entre los
baches, se llega a la comunidad de Acopalca, donde hay truchas frescas y queso
sin sal. En el trayecto algunos visitantes se entretienen jugueteando con los
celulares o las tabletas –pese a que no
hay señal–; los más prefieren ver el paisaje amarillento de la puna, tapizado
de musgo e ichu… Una antigua leyenda
dice que en el nevado habitan dos dioses tutelares wankas: Pariacaca y
Wallallo Carhuancho, enemistados por
el amor que se prodigaron sus hijos. Ambos
fueron castigados por Wiracocha y encerrados bajo el hielo del nevado. Dice la
profecía que al desaparecer el Huaytapallana los dos dioses quedarán libres
y retomarán su lucha”.
Así reza parte de una de las míticas
leyendas de los “tesoros escondidos”
que la autoridad turística peruana ha
escogido como eslogan para promocionar este legendario país donde las
bellezas naturales se pierden entre la
mística de unos pobladores con sus sensibles sentimientos y una inquebrantable fe en conservar unas tradiciones
ancestrales que marcan la diferencia
que se siente, no solo contemplando
sus inacabables bellezas naturales
sino, simplemente, dialogando con unos
habitantes que parecen estar conscientes
de esa diferencia que les hace ser un
país distinto dentro de la América continental.
Nuestros permanentes contactos, durante muchos años, con relevantes personajes de este recordado y querido
país nos han hecho adentrarnos en toda
una mística que nos ha llevado desde
Iquitos hasta Cuzco, pasando de sorpresa en sorpresa, por toda una geografía física y humana llena de vivencias y personajes que nos han hecho
entender el por qué se siente y se ama
una tierra donde conservar sus más íntimas tradiciones es el orgullo de sus habitantes, que ven cómo los más importantes organismos internacionales
declaran Patrimonio de la Humanidad
hasta su gastronomía. Perú es así. Un
cúmulo de sorpresas.
Sheila Aguilar García, Karen Iriarte
Valdez y Giuliana Mesía de la Vega fueron brillantes alumnas en la maestría
que impartimos en Canarias, en los pasados años, sobre “Calidad TurísticaAmbiental Sostenible y Promoción de
la Paz”. En el curso 2004-2005, ellas
nos dejaron elaborado un proyecto en
el cual consiguieron las más altas calificaciones sobre “El Nevado de
Huaytapallana: una alternativa de
turismo ecológico en Huancayo, Perú”.
Su dedicatoria, con la que encabezamos este trabajo, no puede ser más esclarecedora.
Las claves de un ilusionante proyecto
Recogemos algunas de las frases que
justifican este interesante y brillante
trabajo de estas tres peruanas con quienes tuvimos la suerte de compartir serias
jornadas de trabajo, muchos de las veces
con profesores y compañeros de estudios presentes de otros países, que cada
vez se sentían mas interesados en las
consecuentes exposiciones que ellas
hacían de los valores de la zona de referencias:
“El Nevado de Huaytapallana pertenece al Valle de Mantaro, un lugar acogedor de alto valor turístico, con
muchos atractivos: naturales, culturales
e históricos, en los que vemos la posibilidad de innovar y diversificar un nuevo
circuito tradicional ecológico, creando
Estampas andinas
en el Nevado de
Huaytapallana, un
recurso turístico de
alto valor para la
estrategia peruana a
desarrollar como “
imperio de los
tesoros escondidos”.
una expectativa a nuevos visitantes y
a su población, a la vez de fomentar el
respeto a la conservación de los atractivos naturales”.
“Por su ubicación, en la zona central
de Perú, a seis horas de la ciudad de Lima,
es un centro estratégico para la actividad comercial entre la costa, la sierra y la selva. Creará muchos puestos
de trabajo, contribuirá al bienestar económico de sus pobladores y, sobre
todo, contribuirá la conservación del
nevado, donde acuden cientos de turistas nacionales y extranjeros que hay que
seguir fomentando”.
“El turismo es un medio informativo que enseña a visitantes y residentes a familiarizarse con la historia, el
folklore, lo recursos naturales, y con toda
las vivencias culturales del lugar.”
“El turismo ecológico inspira orgullo,
placer, vida… deleita y crea admiración
hacia la naturaleza y nos inspira en conservarla para las futuras generaciones”.
Se extienden las autoras del proyecto
recomendando la construcción ordenada de alojamientos que guarden las
Huancayo
“Huancayo está ubicada al este de la
ciudad de Lima, a 318 Km. por carretera, pudiéndose hacer el recorrido en
tren, un viaje que consideramos majestuoso en la vía más alta del mundo, con
el paso montañoso de Ticlio a 4.876
m.s.n.m. Es reconocida como la vía más
bella del mundo, con paisajes exuberantes
partiendo desde a costa desértica de Lima,
ascendiendo rápidamente hasta Los Andes, para bajar luego hasta el imponente
Valle del Mantaro, donde, a pesar de
la importancia de su capital, Huancayo,
se pueden apreciar aún unas tradiciones y costumbres que se mantienen intactas pese a su cercanía con Lima… La
Laguna de Paca, las visitas a los nevados, sus pueblos, comidas típicas, los miradores y el río Mantaro son sitios increíblemente bellos que hacen de Huancayo
una zona ideal para pasar unos días descanso”.
“Este proyecto turístico en Huancayo
va dirigido a jóvenes estudiantes y a trabajadores que quieran conocer una de
las provincias más hermosa de un país
tan rico en cultura y recuerdos como es
Perú. Nuestra finalidad ha sido aumentar el valor de este recurso para convertirlo
en un producto turístico que sirva de beneficio directo para los campesinos de las
cercanías del Nevado de Huaytapallana…
En conclusión: queremos que nuestro
proyecto sea positivo en cuanto a despertar el interés por el cuidado de la naturaleza, y el desarrollo del turismo sostenible, que ayude a incrementar la actividad laboral y a concienciar a los pobladores de la zona en preservar y cuidar
el nevado, que hasta hoy no ha sido valorado como se merece”.
Enjundioso trabajo que, como decimos, alcanzó las más altas calificaciones,
ante una presentación con profusión
de excelentes imágenes que las tres autoras del brillante proyecto realizaron dentro del programa de estudios que completaba una puesta a punto que con
humildad, constancia y conocimiento
refrendarían una aventura sin parangón en las enseñanza del turismo, tanto
por su depurada serie de conocimientos expuestos, como por los elementos y las técnicas educativas empleadas, bajo la singularidad incontrovertible de la enseñanza personalizada.
El domingo pasado apareció en esta página
un artículo cuya firma estaba equivocada.
El autor del texto es Juan Jesús Aznárez
Acosta, psicólogo y terapeuta contextual.