U N A P U B L I C A C I Ó N D E M I N I S T E R I O S E N C O N TA C T O | A B R I L 2 0 1 5 artículos A B R I L 2 0 1 5 17 Poder a plenitud Usted puede pensar que haber pasado tres años con Jesús convirtió a sus discípulos en los hombres más privilegiados de la historia. Pero gracias a la presencia interior del Espíritu Santo, los creyentes pueden hoy tener la misma intimidad con Él —si lo desean. por Charles F. Stanley 22 De pie sobre la roca Christy Prophet, de En Contacto, no es ajena a las dificultades. Sin embargo, esto nunca le ha impedido disfrutar de la paz de Cristo. por Joseph E. Miller seguridad de la 26 Laesperanza La Resurrección de Cristo es el fundamento de la fe cristiana, pero ¿tenemos evidencia para defender lo que creemos? por Abdu Murray Revista En Contacto©, abril de 2015. Tomo XV, no 7. Todos los derechos reservados. No se aceptan manuscritos que no hayan sido solicitados. Impresa en los Estados Unidos de América. MINISTERIOS EN CONTACTO®, P.O. Box 48900 Atlanta, Georgia 30362 800-303-0033 o fuera de EE.UU. 770-936-6281 Lunes-Viernes, 8 a.m.– 7 p.m. (E) Todos los precios son en dólares estadounidenses, a menos que se indique de otra manera. La revista En Contacto no se hace responsable de la publicación ni distribución de ediciones internacionales, ya sea en inglés o traducidas, a no ser que la edición haya sido autorizada por el personal administrativo de la revista In Touch. A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de la versión Reina Valera de 1960, Sociedades Bíblicas Unidas. Para recibir la revista, llame 800-303-0033, o escriba a [email protected] Comentarios sobre la revista escriba a [email protected] Lea la versión digital de esta revista por encontacto.org/revista Foto del Dr. Stanley por Corey Lack Pictures departamentos 13 por el CAMINO 13 A todos y cada uno Como cristianos, todos somos parte de un mismo cuerpo. Entonces, ¿por qué pensamos que está bien amar a Jesús y no amar a las personas por las que Él murió? por DANIEL DARLING otras secciones 6 La costosa copa de la comunión en la PALABRA 7 31 Una vez más al huerto Palabras del Dr. Stanley Al igual que el invierno necesita transcurrir antes de la primavera, el sufrimiento de Cristo precede a su triunfo. Fue en la mañana que Él resucitó que el mundo renació. Meditaciones diarias Devocionales diarios extraídos de los mensajes del Dr. Stanley. por RACHEL MARIE STONE 11 Rechacemos el guión ESTUDIO BÍBLICO Solo porque la mayoría diga que algo es cierto, no significa que sea así. Los cristianos estamos llamados a nadar contra la corriente de la opinión popular. En Contacto Esta publicación de En Contacto es para la Gloria de Dios Dr. Charles F. Stanley PRESIDENTE Y FUNDADOR C. Phillip Bowen DIRECTOR EJECUTIVO John E. Courtney, Jr. 7 Víctor M. Rodríguez Steve Chalk DIRECTOR DE CONTENIDO DIRECTOR DE MERCADEO Martha Álvarez Restrepo Steve R. Lindsey EDITORA DIRECTOR DE MATERIALES VICEPRESIDENTE Tom Sabonis-Chafee DESARROLLO Y MERCADEO DIRECTOR DE SERVICIOS CREATIVOS Cameron Lawrence Diana Chávez EDITOR EN JEFE COORDINADORA DE CONTENIDO Y DISTRIBUCIÓN David Blahnik DIRECTOR DE PRODUCCIÓN IMPRESA NOS VEMOS EL MES QUE VIENE. Nuestro devocional rediseñado, lo encontrará muy pronto en su buzón de correo. use this logo when it’s big 2015 use this logo when it’s small 2015 LO MEJOR ESTÁ POR VENIR LO MEJOR ESTÁ POR VENIR MINISTERIOS EN CONTACTO MINISTERIOS EN CONTACTO palabras del DR. STANLEY La costosa copa de la comunión Uno de los peligros que enfrentamos en la vida cristiana es no prestar la debida atención a las cosas que deben ser sagradas. Por ejemplo, la mayoría de nosotros celebramos la Cena del Señor con regularidad, tal como se nos manda a hacer en la Biblia. Pero ¿realmente nos detenemos a considerar lo que ella significa? En la noche de la Pascua, cuando Jesús se reunió con sus discípulos para cenar, instituyó una práctica que simbolizaba lo que iba a hacer por nosotros unas horas después. Hay dos copas que merecen atención. Una es descrita como la copa del Hay, en nuevo pacto en la sangre de Cristo, realidad, dos que nos ha sido dado. Jesús dijo que es “para remisión (o perdón) de los copas que pecados” (Mt 26.28). Su sangre demerecen rramada nos limpia de pecado para que podamos ser declarados justos atención: de Dios. También es una copa Una, la de la delante compartida. Jesús dijo: “Bebed de ella limpieza; y todos” (v. 27). Cuando celebramos la Cena del Señor, nos congregamos otra, la del para consagrarnos y dedicarnos de sufrimiento. nuevo a Cristo. La segunda copa simbolizaba el sufrimiento que Cristo bebería solo. Poco después de la cena, Jesús rogó al Padre en el huerto de Getsemaní: “Si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (v. 39). Esta amarga copa incluía el dolor físico de la cruz y la agonía de estar separado del Padre cuando castigara el pecado que Jesús llevó por nosotros (1 P 2.24). No hay manera de que podamos comprender lo que Cristo sufrió cuando clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mt 27.46). La única manera de apreciar realmente la copa de comunión que bebemos —la copa que representa nuestra limpieza, nuestro compañerismo y nuestra consagración— es reconociendo lo que le costó a Cristo beber la copa del sufrimiento a favor nuestro. En esta Pascua, y cada vez que venga a la mesa del Señor, ofrezca de nuevo su ser al Salvador. 6 ABRIL 2015 EN CONTACTO e n l a PA L A B R A R E N O V A C I Ó N UNA VEZ MÁS AL HUERTO Tres días después de la agonía del Viernes Santo, Cristo resucitó. Y toda la creación fue renovada. por Rachel Marie Stone ILUSTRADO POR JEFF GREGORY ILUSTRACIÓN POR JEFF GREGORY en la PAL A B R A C uando mi esposo y yo estábamos esperando nuestro segundo hijo, vivíamos en Escocia, donde el invierno es atroz. Nuestra casa estaba tan al norte, que las horas de luz eran pocas. Y porque nuestra casa estaba cerca del mar, normalmente una densa niebla gris lo cubría todo —el aire estaba lleno de un frío húmedo. Los días, e incluso semanas, sin sol, no eran nada raros. Tenían razón. Esa tarde, me fui de la iglesia a casa, retorciéndome con dolores repentinos que me hicieron ir al hospital. El viaje — de una hora de giros y vueltas por una pintoresca campiña con granjas, Durante esa larga temporada, lo único que hicimos fue esperar. Los días fue extrañamente tranquilo, a pesar del hecho de que era evidente que eran cortos y opacos, cuando sentí el nuestro bebé iba a movimiento del nacer antes de que bebé por primera llegáramos. En el vez. Llegó la Navicamino, y entre las dad, y con ella, contracciones, me complicaciones distraía del dolor de mi salud. Pasé viendo los lindos un tiempo en el corderos y los hospital, débil y terneros que daban deshidratada, pretumbos sobre sus ocupada por mi delgadas piernas bebé. Cada vez me junto a sus madres movía más y más —algunos jugando, y lento. En las semaotros alimentándose nas que siguieron, con la hierba fresca lavé la ropa de de los campos verdes. bebé y doblé los pañales de tela. Mi Pensé entonces, y sigo pensando esposo practicó la ida en el automóvil todavía, que la primavera es un tiempo hasta el hospital. Pero, con el tiempo, maravilloso para tener un bebé. Los los días se hicieron más largos y más días son más largos y el mundo vuelve iluminados. En todo ese tiempo, le a cobrar vida, después de la terrible hablaba a mi bebé y oraba. Llegó la primavera. Un día estaba en frialdad del invierno. Los azafranes y campanillas de invierno se abren paso la iglesia, expectante y preocupada; la fecha para dar a luz ya se había cumpli- a través de la tierra fría y húmeda. do, y me preguntaba cuándo iba a pro- Los árboles retoñan y florecen, y después de un tiempo de angustia y de ducirse por fin el parto. Los miembros de nuestra congregación hacían cordia- sufrimiento (llamado acertadamente les comentarios en cuanto al tamaño de trabajo de parto), una nueva y pequeña alma abre sus ojos al mundo por primi vientre y de mi agotamiento, y me mera vez. dijeron: “Pronto, querida”. 8 ABRIL 2015 EN CONTACTO Un nuevo comienzo En la novela Lila, de Marilynne Robinson, un anciano pastor, el reverendo Ames, comenta que su estricto abuelo calvinista no habría aprobado el árbol de Navidad que Ames había puesto en su hogar, o las luces que utilizaba para decorarlo; pues veía como un acto pagano el traer plantas al interior de la casa, y celebrar el nacimiento de Cristo en el invierno. “Es verdad, nadie conoce realmente la época del año en la que nació Jesús”, dice Ames. “Por eso, la primavera parece ser el mejor momento para celebrar un nacimiento. Sin embargo, es aun mejor para celebrar la Resurrección de Cristo. Pues es en esta época cuando todo vuelve a la vida”. Podríamos preguntarnos por qué los primeros cristianos no observaban la fiesta de la Natividad (que ahora celebramos como la Navidad) en la primavera, cuando el clima en Europa pasaba de ser duro y desagradable, a uno suave y agradable. En vez de eso, lo celebraban “en pleno y sombrío invierno”, como dice un villancico —en el momento más oscuro del año. Quizás conmemoramos la Resurrección en primavera, porque entendemos que, antes de que ocurra el renacimiento de la Pascua, tiene que haber el gran sufrimiento y la oscuridad de la crucifixión y la sepultura. Vivir y amar en este mundo es sufrir pérdidas. Personas que son preciosas para nosotros mueren; las inundaciones y las hambrunas barren con comunidades enteras; personas ancianas languidecen en su soledad; y niños son víctimas de abusos y abandono. ¿Dónde está Dios —nos preguntamos— cuando el mundo parece oscuro y despiadado? Conmemoramos la Resurrección en primavera, porque entendemos que, antes de que ocurra el renacimiento de la Pascua, tiene que haber el gran sufrimiento y la oscuridad de la crucifixión y la sepultura. ¿Cuando el pecado, el egoísmo y el sufrimiento parecen haber triunfado sobre la justicia, la generosidad y la paz? ¿Cuando parece que Dios nos ha llevado a un desierto para dejarnos morir allí? A veces parece que la luz no regresará jamás —que la resurrección nunca ocurrirá. El Evangelio de Juan presenta una hermosa imagen —la que muchos de nosotros tenemos en mente cuando pensamos en la Resurrección de Cristo— la de María Magdalena buscando de Jesús en una mañana de primavera, y llorando cuando encuentra unos ángeles en una tumba que no esperaba encontrar vacía. Su Señor no solamente había muerto, sino que ahora su cuerpo había desaparecido. Cuando un hombre le pregunta por qué llora, ella cree que se trata del hortelano, y le pregunta si sabe dónde había sido puesto el cuerpo. ENCONTACTO.ORG 9 en la PAL A B R A “¡María!” Él la llama por su nombre. Porque es el Señor, y la mañana ha irrumpido, al igual que la primera mañana. Aunque no es, estrictamente hablando, un himno de Pascua, “Siempre amanece” expresa algo esencial sobre la resurrección y la primavera, algo que puede ayudarnos a entender por qué algunas personas asocian a los pollitos, conejitos, patitos, flores, hierba y huevos, con cruces y tumbas vacías durante esta temporada del año. Es apropiado que la Resurrección de Jesús —la creación de Dios que renace— suceda en un huerto, como el que Dios creó al comienzo para la humanidad. El frío y oscuro aguijón de la muerte, al igual que toda su angustia, terminan con el Señor Jesucristo resu- citado de la tumba. ¿Es de extrañar que María Magdalena confundiera al Señor Jesús resucitado con un hortelano? Tal vez no sea un error en absoluto. Jesucristo es el jardinero de la Nueva Creación —de la ciudad de Dios, donde no habrá más invierno, más muerte, más lágrimas, o incluso más sol, porque Aquél que nos hizo y nos llama por nuestro nombre será nuestra luz, por los siglos de los siglos. Sí, por ahora, seguimos padeciendo muerte, enfermedades y pérdidas. Pero tenemos las primicias de la promesa de Dios de que no siempre será así —que nosotros, al igual que este cansado mundo, seremos redimidos, restaurados y renovados en la eternidad. CAMINO A LA PASCUA La tumba vacía lo cambió todo, y con la ayuda del devocional gratuito Camino a la Pascua usted descubrirá de qué manera sucedió. Devocionales diarios y estudios bíblicos reveladores le llevarán a lo largo del increíble recorrido de Cristo —desde su entrada triunfal a Jerusalén, pasando por los momentos más dolorosos en el Calvario, hasta la gloria del Domingo de Resurrección. DEVOCIONAL CAMINO A LA PASCUA Tapa blanda | SITEDBKPFR GRATIS Disponible hasta agotar existencias. Límite de uno por persona. E S T U D I O B Í B L I C O RECHACEMOS EL GUIÓN Aunque un mensaje sea convincente o popular, debemos pensar dos veces antes de creerlo. T odos los políticos, sociólogos y publicistas saben que se nos ha enseñado a vivir de acuerdo a guiones —historias que nos han contado y según las cuales percibimos la realidad en cuanto a nuestra vida. Una compañía mundial de telecomunicaciones ha diseñado toda una campaña de publicidad en torno al mito prevaleciente de que “más grande siempre es mejor”. Ciertas versiones del sueño americano nos hacen creer que para estar satisfechos, debemos tener una casa, un automóvil y un trabajo lucrativo . . . de manera que tengamos una casa más grande, un automóvil más lujoso y un trabajo aun más lucrativo. Otra creencia común insiste en que tenemos que impedir que ocurra un inminente desastre, para poder conservar nuestra vida. Este argumento sugiere la necesidad de que protejamos celosamente nuestro bienestar ante el temor de quienes tienen un origen étnico, una ideología política o un estatus socioeconómico diferentes. LEA Éxodo 1.9, 10, 17 Este guión falso ha estado con nosotros desde hace milenios, y se ve en Éxodo 1 cuando Faraón, de Egipto, incitó a su pueblo con amenazas de inseguridad y catástrofe. “He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con ILUSTRADO POR JEFF GREGORY él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra” (Éx 1. 9, 10). El desastre amenaza, insistía Faraón. Nuestro modo de vida está en peligro. Tenemos que atacar primero y proteger lo que es nuestro. Aunque pudo haber algo de verdad en su ansiedad, porque la creciente mano de obra esclava de Egipto se estaba volviendo demasiado poderosa para que pudiera ser controlada por sus capataces, parece que Faraón estaba exagerando el peligro. El guión que estaba siguiendo dice que todo el mundo es una amenaza, y que el objetivo principal de los demás es arrebatarnos el poder o nuestros recursos. Faraón estaba innegablemente consciente de que nada da más apoyo a un programa de construcción de un imperio, que una pequeña dosis de histeria colectiva. Por tanto, concibió un plan perverso: ENCONTACTO.ORG 11 en la PAL A B R A que las parteras hebreas mataran a los bebés varones israelitas cuando estos salieran del vientre de sus madres. Cuando permitimos que creencia falsas y fanáticas nos engañen por demasiado tiempo, no se sabe cuánta crueldad o maldad aflorará. Pero un par de parteras hebreas se negaron a obedecer la orden. Sifra y Púa “temían a Dios, así que no siguieron las órdenes del rey de Egipto” (v. 17). Por creer que sus vidas estaban en las manos de Dios en vez de las suyas, miraron al Señor, no al rey. Aunque su valiente obediencia pondría sus vidas en peligro, estas dos valerosas mujeres se negaron a seguir el guión que se les había dado. La historia las honra como heroínas que lucharon contra los poderes de este mundo. El texto identifica específicamente a Sifra y a Púa, pero nunca susurra siquiera el nombre del rey. Solo menciona su título —Faraón. Este faraón anónimo cae en el olvido, como una víctima del guión que gobernaba su vida. Pero estas mujeres y su fe incondicional nos alientan, milenios más tarde, a obedecer a Dios. REFLEXIONE El líder de Egipto cayó presa de la creencia de que debemos desconfiar de los demás, pues amenazan quitarnos lo que necesitamos. ¿Cómo se manifiesta esta idea en las historias de Caín y Abel, en la torre de Babel, y en los discípulos de Jesús que discutieron en cuanto a quién sería el más grande entre ellos? (Gn 4.1-8; 11.1-9; Lc 22.24-27). ¿Qué evidencia de este falso guión puede usted detectar en su entorno, familia o amistades? ¿De qué manera somos tentados a sucumbir ante el temor a no tener suficiente, y a ver a los demás como una amenaza para nuestro bienestar? 12 A B R I L 2 0 1 5 EN CONTACTO Contraste todo esto con el guión que personifica Jesús, y con la historia que proclama el reino de Dios. ¿Cómo contradicen a este falso guión la muerte y Resurrección de Jesucristo? ¿De qué maneras Filipenses 2.1-11 ofrece una rectificación radical de nuestros falsos guiones en cuanto al temor por la preservación propia. RESPONDA Al ver las noticias, ¿dónde nota usted la presión para sentirse motivado a tener temor a los demás? ¿Dónde está usted consciente de la tentación de valerse del poder de forma abusiva? Preste atención a las veces que, durante la semana, siente animosidad hacia otra persona, o se siente amenazado por la idea de que lo que tiene le será quitado. ¿En qué situaciones está usted consciente de su necesidad de temer a Dios, en vez de temer a los falsos poderes y a los falsos guiones de este mundo? REPASE Una vez a la semana, escriba una nota sobre dos o tres temas de actualidad. Al lado de cada uno, resuma la mentira que puede estimular esa información. Después, escriba la verdad que dice la Palabra de Dios en cuanto a esas versiones. Medite diariamente en Filipenses 2.1-11. Elija una palabra o una frase de este pasaje que mueva su corazón hacia la experiencia que Jesús representa. Identifique a alguien que usted vea como una amenaza o un rival, y vaya a esa persona con humildad y amor. p o r el C A M I N O A M O R A TODOS Y CADA UNO Amar a Jesús significa que hemos recibido el mandamiento de amar a todos los hermanos en la fe. por Daniel Darling II LL UU SS TT RR AA DD OO PP OO RR JJ EE FF FF GG RR EE GG OO RR YY por el CA M I N O N o soy una persona que se fija mucho en las calcomanías que se colocan en los parachoques de los automóviles, pero no pude dejar de notar la que estaba desplegada espléndidamente en el auto de mi nuevo vecino. Cuando la vi por primera vez, me emocioné porque decía: “JESÚS TE AMA” en letras mayúsculas. Magnífico, pensé, un cristiano se ha mudado al lado de nuestra casa. Imaginé que leería la Biblia en las primeras horas de la mañana; que tal vez, incluso, asistiríamos juntos a la misma iglesia; que intercambiaríamos listas de oración; o recetas de cocina para las comidas en la iglesia. Pero el resto de la calcomanía me hizo vacilar. En letra menuda, bajo el “Jesús te ama”, había una frase extraña: “Pero todo el mundo piensa que eres un idiota”. Mi vecino no es un teólogo. Ni siquiera estoy seguro de que sea un seguidor de Cristo. Pero esas sencillas palabras me dieron una buena idea en cuanto a un fenómeno que, lamentablemente, afecta a las iglesias cristianas. Pensamos que es aceptable amar a Jesús y no amar a sus seguidores. Los últimos años se han visto una explosión de libros que tratan de separar a Jesús de la iglesia. La mayoría de éstos son esfuerzos bien intencionados para distinguir la fe genuina en Cristo, de la religión heredada y basada en las obras. Esto es importan14 A B R I L 2 0 1 5 EN CONTACTO te en una cultura influenciada todavía por un cristianismo nominal, en la que muchos piensan que lo único que se necesita para entrar en el cielo es ir a la iglesia. Pero me pregunto si de alguna manera nos hemos excedido y perdido al desligar la relación personal con Cristo del carácter integral del mensaje del evangelio. Nuestra generación es altamente individualista —nos sentimos orgullosos de nuestro espíritu independiente. Pero el cristianismo nunca tuvo el propósito de ser una fe individualista. A lo largo de toda la Biblia, Dios llama a un pueblo para Él. Es verdad que a veces decidió trabajar por medio de personas, como Adán, Noé, Abraham y David. Pero en cada pacto y en cada promesa, Dios buscó a un pueblo. En la era de la iglesia podemos ser salvos por la fe personal en Cristo, pero al mismo tiempo somos bautizados en un solo cuerpo. Nos unimos a una congregación cada vez más grandes. Es por esto que las palabras finales del Señor Jesús a Pedro en Juan 21 son tan importantes. Para la mayoría de nosotros es una escena familiar: Jesús está en la playa, reapareciendo a los discípulos heridos y confusos, llamándolos de nuevo a su misión original, y señalándoles sus roles como líderes de algo nuevo: la iglesia. Esa mañana, Pedro anunció a sus compañeros: “Voy a pescar” (Jn 21.3). Eran las palabras de un seguidor del Mesías, agotado y avergonzado. Sí, Jesús había resucitado de los muertos, pero Pedro todavía no tenía conciencia plena del significado de la resurrección y del poder que ésta conferiría a los apóstoles. Estaba pensando solamente en que le había fallado a Jesús en el momento de su mayor necesidad. Pedro definitivamente no estaba pensando en el ministerio. Pero eso era justo lo que estaba en la mente de Jesús cuando se acercó a la playa y vio la embarcación con unos discípulos cansados e improductivos. Es una escena evocadora del primer llamamiento que hizo el Señor Jesús a Pedro, registrado en Mateo 4. Me pregunto si Pedro, al ver las redes flotando sobre el agua por segunda vez, recordó las palabras de Jesús tres años antes: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (v. 19). En realidad, todos le habían fallado. Ninguno lo había entendido. Pero ésta es precisamente la clase de personas que Jesús está llamando —a quienes han fracasado y le han negado, a los que tienen poca fuerza de voluntad. Pescar hombres es exactamente la clase de ministerio al cual Cristo les está llamando. Lo que nos lleva tal vez al diálogo más famoso en todo el Evangelio de Juan — las últimas palabras entre el Señor Jesús y Pedro. Durante la mayor parte de mi vida, he escuchado que Jesús estaba poniendo a prueba el tipo de amor que tenía Pedro. ¿Era ágape, una clase de amor sobrenatural, o simplemente fileo, una clase de amistad fraterna? También he escuchado decir que Jesús le preguntó tres veces y con toda intención a Pedro: “¿Me amas?”, para neutralizar sus tres negaciones. Pero he llegado a recon- Nos sentimos orgullosos de nuestro espíritu independiente. Pero el cristianismo nunca tuvo el propósito de ser una fe individualista. siderar esa interpretación por ciertas razones. En primer lugar, la exégesis que se hace de las diferentes palabras que utiliza Juan en cuanto al amor es un poco forzada. Los estudiantes de griego se darían cuenta rápidamente de que Juan intercambia a menudo estas palabras a lo largo de su Evangelio, en sus tres epístolas, y en el libro de Apocalipsis. Esto es más que creatividad por parte de Juan para destacar algo. En segundo lugar, me resulta difícil ver al Señor Jesús tratando de hacer sentir culpable a Pedro por la medida de su amor. El punto crucial de la vida de Pedro hasta este momento parece ser que Dios toma a la persona donde ésta se encuentra y la transforma mediante su Espíritu en lo que Él quiere que sea. Pedro no le falló al Señor por falta de amor. Le falló a Jesús porque no había entendido su propia debilidad y el poder del Señor. Entonces, ¿qué está pasando aquí? Creo que Jesús está haciendo una declaración, no solamente con estas palabras finales, sino en todo este encuentro con sus discípulos en la playa. Es una declaración poderosa contra la espiritualidad individualizada, ENCONTACTO.ORG 15 por el C A M I N O Pedro no le falló al Señor por su falta de amor. Le falló porque no había entendido su propia debilidad y el poder del Señor. a favor de vivir como parte del cuerpo de Cristo. Pedro siempre había sido un individualista que pensaba que cualquiera de los discípulos podría fallarle a Jesús, menos él. Pues, había sido el primero en defender al Señor, al cortar la oreja al soldado; y había sido el primero en pelear para defender a Jesús. El ministerio en el nuevo pacto ten- dría un nuevo paradigma. Implicaría darse a uno mismo en sacrificio para llevar a otros al reino mediante la pesca de almas. E implicaría además amar a Jesús por medio del cuidado de sus ovejas. “Pedro, ¿me amas? Apacienta mis ovejas”. Jesús no repitió estas palabras para generar sentimientos de culpabilidad en su siervo, lo hizo para que comprendiera claramente la idea fundamental de lo que significa seguirlo. La manera como Pedro demostraría mejor su amor por su Señor, no sería haciendo promesas tontas, demostraciones de valentía impetuosas y temerarias, o incluso el martirio. Amaría a Jesús amando a su pueblo. No hay ninguna condición en el discipulado cristiano que nos permita amar al Señor y no amar a su pueblo. El amor es el distintivo de un seguidor de Cristo. INSPIRACIÓN EN MOVIMIENTO encontacto.org/podcasts ABRIL 2015 ARTÍCULOS ILUSTRADO POR JEFF GREGORY ENCONTACTO.ORG 17 I 18 M A R Z O 2 0 1 5 EN CONTACTO Poder a plenitud ¿Sería diferente la vida si viviéramos cada minuto en el poder del Espíritu Santo? por CHARLES F. STANLEY Imagínese esto: Es lunes por la mañana, usted sale a duras penas de la cama, y no se siente particularmente espiritual. A pesar de un servicio de adoración maravilloso el día anterior, las emociones y la motivación de esa experiencia se han desvanecido. Al sentarse a leer su Biblia, su mente sigue a la deriva y el texto parece no tener vida. Pero entonces recuerda que Jesús dijo que su Espíritu “os enseñará todas las cosas” (Jn 14.26); por tanto, hace una pausa y le pide al Señor que le ayude a entender el pasaje. Es admirable el cambio que produce esta oración. La Palabra de Dios cobra vida, y la mañana se le convierte en un momento de maravillosa comunión con el Señor al rendirse a su dirección. ILUSTRADO POR JEFF GREGORY ENCONTACTO.ORG 19 En su camino al trabajo, la irritación habitual con otros conductores es sustituida por una paciencia sobrenatural. En el trabajo es capaz de mantener la calma en situaciones estresantes, y de responder con amabilidad a un compañero de trabajo insoportable. Incluso, tiene la oportunidad de hablar de Cristo con alguien. Y cuando, finalmente, llega a casa y es recibido por unos hijos inquietos, el Espíritu le susurra: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Stg 1.19), antes de que las palabras duras tengan oportunidad de formarse en su boca. Sin la obra del Espíritu Santo, es imposible vivir siempre de la manera que Dios quiere. Es por eso que el Señor Jesús dijo a sus discípulos: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Jn 16.7). Ellos debieron haberse preguntado cómo algo podría ser mejor que tener al Hijo de Dios con ellos. Pero el Señor dijo que el Espíritu no solamente estaría con ellos, sino que también estaría en ellos (14.17). El Espíritu Santo en el Antiguo Testamento En el Antiguo Testamento, el Señor enviaba su Espíritu sobre algunas personas para que realizaran tareas específicas. Por ejemplo, la presencia de Dios estuvo con Moisés cuando sacó a los israelitas de Egipto (Ex 3.12). Pero el Señor también puso su Espíritu en setenta ancianos de la congregación que recibieron la tarea de ayudar a Moisés a gobernar al pueblo (Nm 11.16, 17). Por otro lado, el Espíritu de Dios llenó a Bezalel con la sabiduría y la habilidad artística que necesitaba para fabricar todas las cosas del tabernáculo (Ex 31.1-5). Siempre que Dios procuraba hacer algo, facultaba a una persona. Los profetas hablaban cuando el Espíritu les daba un mensaje de Dios para el pueblo. Guerreros como Sansón y Gedeón vencieron a los 20 A B R I L 2 0 1 5 EN CONTACTO El poderoso y transformador Espíritu que vino el día de Pentecostés es el mismo que hoy vive dentro de cada creyente. enemigos de Israel, y el rey Saúl y David gobernaron la nación. Sin embargo, la presencia del Espíritu no era permanente. Cuando Saúl se rebeló contra el Señor, el Espíritu se apartó de él (1 S 16.14). El Espíritu Santo en la vida de Jesús Pero después que llegó el tiempo de que el Hijo de Dios viniera al mundo, vemos actuando al Espíritu de una manera singular. Cuando Jesús fue bautizado por Juan, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma, y vino una voz del cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Lc 3.22). Este no fue el principio de la presencia interior del Espíritu, sino una unción visible que marcó el inicio del ministerio de nuestro Salvador. Aunque Jesús retuvo toda su divinidad, decidió depender enteramente del Espíritu. Fue por eso que dijo: “Nada hago por mi propia cuenta, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado” (Jn 8.28 NVI). Pero Jesús sabía que era mejor que Él viviera dentro de su pueblo, en vez de estar con ellos en forma física. Cuando su ministerio se acercaba a su fin, prometió enviar a Aquél que trabajaría por medio de cada creyente. Poco antes de que Jesucristo ascendiera al cielo, dio a sus seguidores la Gran Comisión de hacer discípulos de todas las naciones (Mt 28.18-20). Sin embargo, por saber que no estaban capacitados para la tarea, les pidió que esperaran en Jerusalén hasta que descendiera sobre ellos el poder del cielo (Lc 24.49). El Espíritu de Cristo actuando por medio de su iglesia Apenas unos días después, durante la fiesta judía de Pentecostés, el Espíritu de Dios vino a morar en los creyentes de Jerusalén (Hch 2.1-4). Cuando esos discípulos fueron bautizados con el Espíritu de Dios, fueron transformados de hombres temerosos a evangelistas valerosos que recibieron poder para llevar a cabo la tarea que el Señor Jesús les había dado. Fueron dotados de la capacidad de hablar muchas lenguas, así que personas de diferentes naciones y regiones que se habían reunido en Jerusalén por el día de Pentecostés, pudieron escuchar el mensaje del Mesías resucitado de una manera que pudieron entender. El poderoso y transformador Espíritu que vino el día de Pentecostés es el mismo que vive hoy dentro de cada creyente. Hemos sido sellados como hijos de Dios, y nunca debemos temer que nos dejará si caemos en el pecado. Él no vino como resultado de nuestra buena conducta. Sin embargo, debido a que nos ama, podemos tener la seguridad de que nos disciplinará si nos negamos a arrepentirnos. ¿Alguna vez ha reflexionado en lo que significa tener al Espíritu Santo viviendo en usted? Como cristiano, tiene al Dios todopoderoso dentro de sí. Su cuerpo es un templo, apartado y sagrado para Él (1 Co 6.19, 20). El Espíritu Santo está siempre con nosotros, ya sea que lo sintamos o no. Muchas personas quieren tener un encuentro emocional de algún tipo, pero nunca vemos al Espíritu produciendo experiencias extáticas en Jesús o en los apóstoles. Su tarea es enseñarnos la verdad de la Palabra, guiarnos a la voluntad de Dios, transformar nuestro carácter, darnos dones para el servicio en la iglesia, e investirnos de poder para obedecer, sufrir dificultades y proclamar las buenas nuevas de salvación en Cristo. La clave para ser lleno del Espíritu no está en las experiencias sino en la obediencia (Jn 14.21; Ef 5.18). Así que, si usted es cristiano, recuerde que siempre está en la presencia del Espíritu Santo. Y cuanto más rinda su vida a su control, más sentirá su amor y su poder. Extraído del mensaje “El Espíritu Santo: Su presencia”, por Charles F. Stanley. ¿Conoce usted a Dios? El Espíritu Santo es un regalo dado por Dios a todos los que han escuchado y creído el mensaje de la salvación en Jesucristo. El Señor Jesús vino a este mundo y murió en la cruz para llevar a cabo el perdón de los pecados, y vencer a la muerte por medio de su Resurrección. Si usted lo acepta como su Salvador personal, el Espíritu de Dios vendrá a su vida y le sellará como propiedad suya por toda la eternidad (Ef 1.13, 14). Puede usar esta oración o sus propias palabras: Señor Jesús, creo que eres verdaderamente el Hijo de Dios. Confieso que he pecado contra ti en pensamiento, palabra y obra. Te ruego que perdones todos mis pecados, y que me permitas vivir en una relación contigo a partir de este momento. Te recibo como mi Salvador personal, y reconozco la obra que realizaste a mi favor en la cruz. Gracias por salvarme. Ayúdame a tener una vida que sea agradable a ti. Amén. Con mucho gusto le enviaremos nuestro material gratuito “Vida nueva en Cristo”, para ayudarle a dar el siguiente paso en su relación con Dios. Contáctenos, llamando al 800-303-0033, o visite encontacto.org para más información. ENCONTACTO.ORG 21 los rostros de En Contacto DE PIE SOBRE LA ROCA PARA CHRISTY PROPHET, TODA LA FORTALEZA SE REDUCE A APOYARSE EN CRISTO. por Joseph E. Miller Era un domingo por la mañana, y Christy Prophet se estaba prepa- rando para ir a la iglesia. El momento del que había sido advertida llegó cuando se hidrataba el cabello. Éste comenzó a caérsele. Sin ninguna vacilación, tomó el teléfono para llamar a su peluquera. No iba a esperar a que el cabello se le cayera a mechones —se lo cortaría de una vez. “Yo no soy quien soy por mi cabello. Christy es Christy, con o sin cabello”, dijo. En junio de 2013, Prophet había ido a hacerse una mamografía de rutina, pero esta vez le dolió más de lo habitual. Le descubrieron un tumor —cáncer de mama. El médico le aseguró que no perdería su seno. “Yo le dije: ¿Sabe qué? Si tiene que extraerme los dos, no me importa, si eso significa salvarme la vida”. Prophet es contadora en Ministerios En 22 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O Contacto, y decidió que quería decirlo a sus compañeros de trabajo, de uno en uno, en vez de que alguien hiciera el anuncio. Algunos lloraron, y muchos rogaron por ella a Dios. Christy se reunió con el director general de En Contacto, Phillip Bowen, quien le dio ánimo y oró por ella. Prophet, la sexta de siete hijos, no es ajena a las adversidades de la vida. Cuando era muy pequeña, su hermano de cinco años incendió por completo la casa. “Los demás no estábamos en casa, sino en la de la abuela”, dijo. “Él y uno de sus amiguitos entraron a la casa para tratar de fumar un cigarrillo”. La familia lo perdió todo. FOTOS POR BEN ROLLINS ENCONTACTO.ORG 23 los rostros de EN CONTACTO “Señor, tienes que encargarte de esto. Lo pongo en tus manos.” Christy Prophet, además de ser excelente con los números, es conocida por su valentía, optimismo y elegancia. Cuando todavía era niña, el padre de Prophet murió debido a complicaciones de salud derivadas del alcoholismo. Su madre, Frances Allen Sims, decidió que no volvería a casarse, sino que dedicaría su vida a criar a sus hijos en la iglesia. A menudo tenía dos o tres trabajos para ocuparse de ellos, pero Christy dice nunca les faltó nada mientras crecían. Aunque criar una familia numerosa sola era difícil, Prophet dijo que su madre simplemente tuvo que ser inteligente en cuanto a la disciplina, sobre todo cuando se trataba de los cuatro varones. La respuesta de su madre a las circunstancias difíciles inculcó en Prophet lo que ella considera su don espiritual —servir a los demás. Éste se desarrolló particularmente durante la escuela secundaria. Fue conocida por su ética de trabajo, ya que decidió participar en un programa de formación profesional, asistiendo a la escuela medio día, y trabajando el otro medio día. Puesto que era una joven alta, los directores de la escuela insistían en que jugara baloncesto, pero ella se negaba. “Siempre pensé que yo era demasiado bonita para eso”, dijo con una carcajada. “No quería estar corriendo de arriba abajo en la cancha, sudando, y con el cabello todo revuelto”. Prophet se graduó de la secundaria en 1979, y tenía planes de ingresar a la carrera militar con un primo. “Estaríamos allí veinte años, después nos jubilaríamos y recibiríamos una pensión regular”, dijo. Pero ese 24 A B R I L 2 0 1 5 EN CONTACTO sueño nunca se materializó, debido a que salió embarazada. Se casó con el padre de su hijo, y trabajó en un banco durante los siguientes diecisiete años de su vida. Pero un matrimonio difícil condujo al divorcio en 1996, por lo cual Christy no estaba segura de que quisiera casarse de nuevo. Tiempo después, una compañera de trabajo insistió en que conociera a uno de los clientes que venía regularmente al banco. Prophet aceptó con renuencia a observarlo desde el fondo del local. Después de verlo, estuvo dispuesta a salir con Charles Prophet. Sin embargo, Christy temía a casarse de nuevo, por lo que él tuvo que pretenderla durante años hasta que, finalmente, ella le dio el sí. Diez años más tarde, Charles Prophet estuvo allí para ayudar a su esposa en el momento más difícil, yendo con ella a las citas médicas, y dándole apoyo cuando tenía que tomar una decisión. “Sabíamos que este cáncer no iba a derrotarme”. En los días de su tratamiento, Prophet tenía una rutina —un baño, pero ninguna loción que pudiera perfumarle el cuerpo. No comía, solo tomaba mucha agua. En los días que no tenía tratamiento, tomaba jugo de frutas y verduras —mucho de ambas cosas. Para tener fuerza espiritual, iba a su versículo favorito, en el que se ha apoyado una y otra vez —el Salmo 46.1: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. “Yo decía: ‘Señor, tienes que encargarte de esto. No voy a rendirme. No voy a estar triste —ni siquiera a estar cerca de personas que vayan a ponerse tristes y a llorar. No quiero oír eso. Estoy poniendo esto en tus manos’. Nunca me deprimí. No podía. En serio, ¿de qué iba a servirme? Con el mundo para deprimirnos ya tenemos suficiente”. Christy no es alguien que está acostumbrada a la enfermedad. Durante su infancia, nunca tuvo varicela, paperas o sarampión —ni siquiera gripe. Cuando el médico le dijo que la quimioterapia haría que perdiera todo su cabello, ella no se preocupó. Pero ante la mención de que se enfermaría por el tratamiento, ella lo paró en seco. “Bueno, acepto lo de la caída del cabello, porque todos ustedes dicen que eso es un hecho. Pero no me diga que voy a enfermarme. Eso no va a suceder”. Y, milagrosamente, no sucedió. Después de ocho quimioterapias y de treinta y tres tratamientos de radiación, Prophet no se enfermó ni una sola vez. Tuvo que faltar al trabajo debido a unas pocas citas, pero estuvo activa en todo momento, ya fuera trabajando, o en su casa recuperándose y pasando tiempo con el Señor. “Paso mucho tiempo de recogimiento con Dios. Tengo una habitación en mi casa llamada ‘sala de juegos de Christy’. Es mi espacio personal. Es mi santuario dentro de mi santuario”. Bromea diciendo que hasta Charles tiene miedo de interrumpirla durante su tiempo devocional. “Es mucha la paz que encuentro en mi tiempo a solas con Dios. Algunas personas creen que tienen que estar ocupadas, pero yo puedo estar sentada en esa habitación, sin nada de música, y nada de televisión”. Hoy, Christy no tiene cáncer y alaba al Señor por su misericordia. “Todo se lo debo a Dios. Conozco al Dios que adoro”. Ella es una inspiración no solamente para sus amigos y compañeros de trabajo, sino también para otros que están luchando con una grave enfermedad. El médico de Christy la ha animado a hablar de su experiencia en conferencias, pero ella tiene en mente otro reto en estos días: su madre anciana. Frances Allen tiene ahora 84 años, y está enfrentando una serie de padecimientos —un derrame cerebral, tres costillas fracturadas por una caída, y la demencia. Ella sigue viviendo en su casa, asistida por una hermana de Christy y una enfermera que la visita de lunes a viernes. “Por lo que ella hizo por mí, estoy tratando de hacer lo más que puedo”, dice Prophet, “para darle la mejor vida que le queda todavía. Ella pudo haber sido una de esas madres que dicen: ‘Voy a dejar a estos niños con una tía o con alguien más que los críe’, porque eso es lo que haría mucha gente”. “Pero mi madre decía: ‘Por nada del mundo van a llevarse a mis hijos’”. Es esa parte de la personalidad de Prophet la que más brilla —la de tomar responsabilidades. Dice bromeando que la gente la llama “la mamá” del departamento de finanzas de En Contacto, porque ella siempre está pendiente de ayudar a otros. A pesar de las pruebas que ha enfrentado, Christy dice que ha aprendido de los momentos difíciles de la vida. “Fueron verdaderas bendiciones para mí. Si tuviera que pasar de nuevo por ellos, no haría nada diferente. No estoy avergonzada ni molesta por algo que haya hecho en mi vida; realmente no. Porque Dios me ha sacado adelante en todo”. ENCONTACTO.ORG 25 C La fe cristiana no está basada en evidencias débiles, sino en una prueba firme e indiscutible. por Abdu Murray 26 A B R I L 2 0 1 5 EN CONTACTO C sucede lo mismo. Sale un programa especial de televisión o un libro que desafía la validez de la Resurrección de Jesús. Promete revelar información nueva o secreta que “la iglesia no quiere que se sepa”. Pero tal información no es nueva ni secreta; está destinada a desacreditar la fe cristiana, pues si la Resurrección puede ser echada por tierra, la esperanza del cristiano deja de ser segura. ADA AÑO CERCA DE SEMANA SANTA, Debo confesar que yo solía hacer esa misma objeción. Cuando era un musulmán devoto, rechazaba la Resurrección de Jesús, porque el Corán decía que Él no había muerto en la cruz, y mucho menos que resucitó de los muertos. (Véase Corán 4:157-158). Como musulmán, quería que otras personas creyeran lo que yo creía —que la seguridad de nuestra esperanza no está basada en la muerte y la Resurrección de Cristo, sino en la misericordia de Dios para quienes se esfuerzan por obedecer todos sus mandamientos. Desacreditar la Resurrección desacreditaría al evangelio, lo que me permitiría atraer a la gente a cualquier esperanza que pudiera ofrecer el Islam. Después de todo, como escribió el apóstol Pablo: “Y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Co 15.14). Durante siglos, las diversas religiones han pretendido ofrecer esperanza. Pero, dado que los fundadores de esas religiones nos piden que les sigamos, en nuestras mentes debe surgir una pregunta: ¿Por qué debemos confiar en tal persona? Sus respuestas no nos han dado pruebas sustanciales. Han dado pruebas subjetivas que solo apelan a nuestro sentido de la belleza, de la estética, o de la autoridad. El Islam, por ejemplo, enseña que el milagro central (y, básicamente, el único milagro) que certifica la condición de profeta de Mahoma, es la excelencia del lenguaje del Corán. Pero eso es simplemente una afirmación subjetiva. El texto estimado del hinduismo es el Bhagavád-guitá, que cuenta la historia del encuentro del dios Krisna con un joven guerrero llamado Arjuna mientras éste lucha con analizar el deber, el honor, la guerra y el amor. Pero esta historia no tiene ningún fundamento histórico, lo que significa que sus lecciones simplemente apelan a nuestras preferencias. Cuando se le preguntó a Buda qué confirmaba la validez de su autoridad espiritual, simplemente señaló la profundidad de su enseñanza. “Miren mi dharma [religión]”, decía, sin dar ninguna otra justificación. Y el ateísmo naturalista nos dice que nuestra esperanza se encuentra en los valores comunes de la humanidad, pero no nos da ninguna base para tal esperanza. Sin embargo, la respuesta de Jesús es única. Al entrar en el templo, vio a los mercaderes robando a la gente. Por tanto, volcó sus mesas y los expulsó, declarando que habían hecho de “la casa de mi Padre casa de mercado” (Jn 2.16). Mientras salían para alejarse del fuego que veían en sus ojos, le preguntaron: “¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?” (v. 18). Jesús respondió como nadie más podía hacerlo. “Destruid este templo”, dijo, “y en tres días lo levantaré” (v. 19). Se refería a su propio cuerpo, por supuesto. Pero no pasemos por alto el contexto. Jesús se refirió al templo como “la casa de mi ENCONTACTO.ORG 27 Padre”, declarando de esa manera que era el Hijo de Dios divino. Esa no era una declaración intrascendente. Por eso las autoridades preguntaron con toda razón: “¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto?” “¿Por qué debemos creerte?” A diferencia de otros líderes espirituales, Jesús les dio una prueba concreta —su Resurrección de los muertos. El evangelio le habla a nuestras emo- Hablamos de “esperanza” como la expectativa de que una promesa se cumplirá, mientras que “fe” es nuestra confianza en Aquél que hizo la promesa. ciones, al mismo tiempo que nos da una sólida base histórica sobre la cual sabemos que nuestros sentimientos de esperanza están bien fundados. Por Hebreos 11.1 sabemos que la esperanza y la fe no son sinónimas. Aunque, a menudo hablamos de “esperanza” en el sentido de una expectativa cargada de emoción de que una promesa se cumplirá, “fe” es nuestra confianza en Aquél que hizo la promesa. Pero, ¿cómo podemos confiar en Jesús? En primer lugar, por su muerte en la cruz. Por supuesto, para que Jesús resucitara de los muertos, tenía que haber muerto primero. Traigo esto a colación porque, como he mencionado antes, los musulmanes afirman que Jesús no murió realmente. Pero la evidencia histórica —incluyendo no solamente los evangelios, sino también fuentes extrabíblicas, como el historiador romano Tácito y el 28 A B R I L 2 0 1 5 EN CONTACTO historiador judío Josefo —nos dicen que Jesús murió crucificado por orden de Poncio Pilato. Por cierto, el historiador ateo moderno Gerd Lüdemann escribe: “La muerte de Jesús, como consecuencia de la crucifixión, es innegable”. Luego, tenemos las apariciones del Señor a sus discípulos. La historia nos dice que los discípulos estaban firmemente convencidos de que, después de su muerte, lo vieron —con vida— con sus propios ojos. Según la historiadora Paula Fredriksen, la convicción de los discípulos de que habían visto al Cristo resucitado se basa en “hechos conocidos que no dan lugar a dudas”. Y ella no está sola en esa conclusión. A pesar de que rechaza al cristianismo, y cuestiona lo que fue realmente la Resurrección, Lüdemann admite que “puede tomarse como históricamente cierto que Pedro y los discípulos tuvieron experiencias después de la muerte de Jesús, en la que Él se les apareció como el Cristo resucitado”. Los discípulos fueron muertos o estuvieron dispuestos a morir por su convicción en cuanto a la Resurrección de Jesús. Y, muy diferente a los miembros de una secta o de los radicales que están dispuestos a morir por una creencia de la cual alguien les convenció de que era cierta, los discípulos estuvieron dispuestos a morir por un hecho que ellos sabían era, o bien cierto o bien falso. Si la Resurrección no hubiese sucedido, realmente, ellos lo habrían sabido, y su predicación habría sido una mentira. Pero se mantuvieron firmes frente al sufrimiento. En tercer lugar, la historia nos dice que los escépticos Pablo y Jacobo se convirtieron después de encontrarse con el Cristo resucitado. Sabemos por las fuentes más antiguas que Jacobo no creía en Jesús antes de la Resurrección (Mr 3.21, 31; 6.3, 4; Jn 7.5). Pero, después de que Jesús resucitó, Jacobo se convirtió UNA DEUDA PAGADA POR COMPLETO Usted es amado, no importa lo que haya hecho. En la cruz, el Señor Jesús hizo posible que usted sea salvo. En esta serie de ocho mensajes, titulada El mensaje alentador de la cruz, el Dr. Stanley reflexiona acerca de lo profundo que es el amor de Dios. Aunque el Señor Jesús no había hecho nada digno de muerte, Él puso su vida para llevar nuestros pecados en el Calvario. Tenemos una nueva vida gracias a la sangre derramada por Cristo, pero eso es apenas el comienzo. Permita que el Dr. Stanley sea su guía para que descubra todos los tesoros que usted tiene en Jesucristo. EL MENSAJE ALENTADOR DE LA CRUZ Serie en 8 CDs | SCRSCD $26 Utilice la hoja de pedido adjunta o llame al 800-303-0033 para solicitar este material. Para adquirir recursos adicionales, visite encontacto.org. Jesús murió crucificado, y resucitó de los muertos tres días después. Esa realidad histórica es la seguridad de la esperanza del cristiano. me obligó a aceptar que esos hechos ocurrieron. Pero hizo falta todavía más tiempo para que la verdad hiciera el viaje más largo, de la cabeza al corazón. ¿Por qué razón? Porque las consecuencias de en el líder de la iglesia de Jerusalén (Gá creer en la Resurrección eran demasiado 1.19; 2.9; Hch 12.17; 15.13). Y Pablo no era grandes. Porque, en realidad, la Resurrecsimplemente un escéptico, sino también ción declara que el evangelio es verdad; un enemigo de la iglesia, que estuvo de y es, al mismo tiempo, una refutación de acuerdo con el asesinato de Esteban, y arrastraba a la cárcel a los cristianos (Hch todas y cada una de las cosmovisiones 7.58; 9.1-9; Gá 1.13). Pero su encuentro con que quieran negar el significado de la cruz. Y si mi cosmovisión rechazara la el Cristo resucitado transformó a Pablo de perseguidor de la iglesia, en el paladín Resurrección de Jesús, entonces tendría que renunciar a ella y morir a mí mismo. del evangelio (1 Co 15.3-8; Gá 1.11-18). Como dijo Jesús en Juan 2.18, 19, su Y, por último, está la tumba vacía. Aunque no todos los eruditos están de acuer- Resurrección da razón a su afirmación do en su historicidad, un buen número sí de que soy un pecador en necesidad de lo está. De hecho, el autor William Wand un salvador, y de que Él es ese Salvador. Hoy, esta verdad empapa cada aspecto de resume bien el argumento cuando dice: “Toda la evidencia histórica que tenemos mi vida. La cual no solo me da esperanza está a favor de la tumba vacía, y los erudi- para el futuro, también transforma la tos que la rechazan debe reconocer que lo manera como enfrento la vida en el prehacen por otra razón diferentes a la histo- sente. La Resurrección nos asegura que después de los Viernes Santos llegan los ria científica”. Domingos de Resurrección. La esperanza Solo una explicación da cuenta de que el Señor Jesús murió crucificado y resuci- para un mundo afligido por el dolor y la tó de entre los muertos tres días después. desgracia es la evidencia de que Jesús Esa realidad histórica es la sustancia de la resucitó de los muertos, como solamente puede hacerlo el Señor de la Gloria. Jesús esperanza del cristiano. resume en una sola frase todo lo que se Hubo un tiempo en mi vida cuando estos hechos eran lo que Al Gore llamaría ha escrito en cuanto a esta esperanza: “verdades que no convienen”. Después de “Porque yo vivo, vosotros también viviaños de estudio, mi integridad intelectual réis” (Jn 14.19). 30 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O meditaciones s diarias EXTRAÍDAS DE LAS PREDICACIONES DE CHARLES F. STANLEY Oriquídia Phalaenopsis, Papaikou, Hawai F O T O P O R C H A R L E S F. S TA N L E Y ENCONTACTO.ORG 31 MI É E Al comenzar abril, la Semana Santa ya está en marcha. Así que usted encontrará reflexiones devocionales especiales para el Jueves Santo, el Viernes Santo y el fin de semana la de Resurrección. Si no leyó los devocionales del Domingo de Ramos o los otros correspondientes al fin de semana del mes anterior, puede leerlos por Internet visitando la página encontacto.org. 32 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O 1 Preparación para el valle 1 PEDRO 4.12-19 l propósito principal de una experiencia en la cumbre es prepararnos para el valle. Es por eso que no podemos permanecer en la cima. Cuando Pedro, Jacobo y Juan bajaron del monte de la Transfiguración (Mt 17.1-9) encontraron muchas dificultades que al final les llevaron a ver al Señor colgado en una cruz. Por mucho que podamos anhelar permanecer en la cima, Dios no nos mantiene allí; al final, tenemos que volver a las vacías y polvorientas planicies de la vida. Su intención es que seamos fortalecidos por la adoración a Él y por su Palabra —para seguir con nuestra rutina del lunes, preparados para dejar una huella en los demás. Si Jesús caminara entre nosotros hoy, pasaría su tiempo en las calles, en las esquinas y en los lugares donde pocos de nosotros, por nuestro orgullo, quisiéramos ser vistos. Los tres discípulos, sin duda, habrían querido permanecer con el Señor en la montaña, pero ese no es el propósito de una euforia espiritual. El objetivo es que Dios pueda revelarse a nosotros de una manera nueva. Para ello, nos prepara para regresar a los lugares donde tenemos que enfrentar las tareas que preferiríamos evitar. Las realidades de la vida no son para evadirlas. Dios quiere que aprendamos a vivir cada día bajo la dependencia de su Espíritu. El Señor estaba utilizando el tiempo en la cumbre con el fin de preparar a Pedro, Jacobo y Juan. Cuando Dios nos lleva a una cumbre, no lo hace con la intención de que nos quedemos allí. Él da experiencias espirituales especiales para fortalecernos y hacernos más eficientes al involucrarnos en la vida real. Jueves Santo Lavados y limpiados para servir al Maestro JUAN 13.1-17, 31-35 E sta no era la primera fiesta pascual de los discípulos, pero sería la última con su Maestro. Sin embargo, ellos no lo sabían cuando se reunieron en el aposento alto para la cena. El Séder les recordaba la sangre untada sobre las puertas de las casas de sus antepasados. La presencia de esa sangre había salvado a los hebreos del ángel de la muerte (Éx 12.23), y convencido a Faraón de dejarlos salir de Egipto y de la esclavitud. Los discípulos no entendían que su Maestro era el Cordero del sacrificio cuya sangre sería untada pronto por todos sus corazones. Su sangre los haría libres para siempre, y también a nosotros, de la esclavitud al pecado y la muerte. Mientras se servía la cena, Jesús se puso de pie. Todos los ojos le siguieron mientras se quitaba su manto y se ceñía una toalla a la cintura. Los hombres estaban intrigados por lo que Él estaba haciendo, pero no se atrevieron a preguntar. Después de llenar una palangana con agua, el Señor se arrodilló y comenzó a lavar los pies del primer discípulo. Después se movió al siguiente, y luego a cada uno de los demás. ¿Había perdido Jesús el juicio? Los discípulos intercambiaron miradas nerviosas y se retraían cuando las manos de su Maestro tocaban sus pies. ¿Cómo podía Él rebajarse y hacer una acción tan indigna y humilde? Ellos nunca habían imaginado hacer una cosa así. “Por favor, no lo hagas”, quisieron decirle. “Deja que un sirviente haga esto”. Pedro, siempre el vocero, trató de detenerlo. Jesús le aseguró que algún día lo entendería, pero que, por ahora, debía dejar que hiciera el lavamiento. En ese caso, también las manos y la cabeza, dijo Pedro. Pero Jesús le dijo que solamente sus pies necesitan ser lavados, puesto que ya se había bañado para la celebración. Jesús sabía, por supuesto, que uno de estos amigos no estaba limpio. Durante tres años, Judas había visto a Jesús personalmente, sirviendo, enseñando y amando. Pero, a pesar del privilegio de ser testigo de todo esto, Judas tenía sus propios planes y prioridades. Así pues, con los pies recién lavados por las manos de Dios, el traidor guiaría pronto a los soldados y a los funcionarios religiosos adonde podían arrestar al Señor. Jesús lavó los pies de los discípulos para darnos un ejemplo de amor y servicio. Cuando dijo que los discípulos no eran mayores que su Maestro, Él también nos tenía a nosotros en mente. Sin que hubiese ninguna razón para ser humilde, Jesús nos dio un ejemplo de humildad. Él nos manda a hacer lo mismo por amor a Él y a los demás. Una noticia así puede ser tan difícil de tragar como las hierbas amargas del Séder. Ante una habitación llena de pies que necesitan ser lavados, ¿qué tan dispuestos estamos a ceñir nuestras toallas? Para nosotros, servir puede significar llevar a una cita médica a una persona anciana, visitar regularmente a los enfermos, ayudar a una madre soltera con el cuidado de sus hijos o reparar cosas en su casa. En esta Pascua, que podamos llegar hasta otros con manos dispuestas y corazones limpiados por la sangre del Maestro. — LeAnne Benfield Martin E N C O N T A C T O . O R G 33 Viernes Santo El punto crucial en el tiempo MARCOS 15.16-39 A menudo escuchamos la frase “el quid o punto crucial de la cuestión” o “el punto crucial de la situación”. La palabra crucial viene del latín medieval, y tiene que ver con “cruz”. ¿Por qué ha llegado la palabra cruz a estar asociada con una coyuntura o punto crítico en el tiempo? Porque la cruz de Cristo es verdaderamente el punto crucial de la historia. Sin la cruz, la historia en sí no puede ser definida o reajustada. Hay otra palabra que normalmente se escucha, en el idioma inglés, cuando se está en medio de un dolor terrible: es la palabra excruciating, que significa dolor insoportable. Ésta, también, se deriva del latín y significa “fuera de la cruz”. A lo largo de la historia y de la experiencia humana, el acontecimiento histórico de la cruz intercepta al tiempo y al espacio, y habla a las heridas más profundas del corazón humano. Pero en la vida hay más que dolor y sufrimiento. También vivimos con anhelos profundos dentro del corazón humano, como el anhelo por la verdad, la justicia, el perdón y la paz. Como lo veo, hay solamente un lugar en el mundo donde estos anhelos convergen: en la cruz de Cristo, donde la paz y la justicia perfectas se unieron la tarde de un viernes. La cruz define lo que son las implicaciones del amor. Es que, en términos cristianos, el amor no es simplemente una emoción o una expresión para reconciliarse con Dios. En una relación con Dios, el amor, en última instancia, se transforma en adoración. Todas las relaciones terrenales terminarán algún día. Es en la adoración solamente que la admiración a Dios y la verdad de Él se funden, prefigurando la consumación de la comunión eterna. Ese enriquecimiento que proviene de la adoración nutre todas las demás relaciones, y nos ayuda a mantener sagrados todos los compromisos fundamentales de la vida. Nunca antes ha sido más evidente que este mundo necesita redención —y esa redención es costosa. La cruz, más que nunca, es necesaria para superar la brecha entre Dios y nosotros. Sin la cruz, el abismo que nos separa de la verdad, el amor, la justicia y el perdón, nunca podrá ser salvado. Las profundidades del misterio y el amor que se encuentran en la cruz, nunca podrán ser descifradas totalmente, pero el anhelo de un verdadero creyente en Cristo debe ser maravillarse por el alto precio de ella, y ensalzar su significado. Es por eso que celebramos la Pascua. La cruz se erige como la perspectiva contraria a todo lo que este mundo nos ofrece. Al guardar esta Semana Santa, que usted sea lleno de admiración y adoración al Señor. —Ravi Zacharias 34 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N TA C T O Fin de semana de la Resurrección La resurrección: El destino de Cristo —y el nuestro 1 CORINTIOS 15.3-22 A lo largo de la semana pasada, los creyentes en todo el mundo recordamos los pasos finales del Señor Jesús mientras se preparaba para la cruz. Su humillación y su sufrimiento nos destrozaron una vez más el corazón, pero en el fondo, estaba la expectativa de lo que sabíamos que vendría: ¡Él ha resucitado! La resurrección era el destino del Salvador —pero también lo era la cruz. Jesús vino como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo (Jn 1.29). Pero ¿sabía usted que la cruz es también el destino ordenado por Dios para los creyentes? Pues es la única manera de hacer frente al pecado. Cuando Jesús murió en el Calvario, llevó el castigo por nuestros pecados, para que todo aquel que cree en Él pueda ser perdonado y declarado “inocente” Desde la perspectiva judicial de Dios, ya hemos sido crucificados con Cristo, porque el castigo por nuestro pecado ha sido pagado. Sin embargo, la salvación no extirpa nuestra vieja manera pecaminosa de pensar, ni tampoco nuestros deseos. Lo que Cristo hizo al quitar el castigo por el pecado, es lo mismo que cada uno de nosotros debe hacer para vencer el poder del pecado en nuestra vida. Pero la cruz es el último lugar al que queremos ir. Ella no solo produce dolor, sino también el camino que lleva al Getsemaní, donde tenemos que decirle a Dios: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22.42). Aunque anhelamos vencer el pecado, no siempre estamos dispuestos a hacer lo que se requiere. Sin embargo, si tratamos de evitar la cruz, no tendremos la vida abundante que Dios quiere darnos. En vez de vivir de triunfo en triunfo sobre la tentación, estaremos en una montaña rusa de altibajos. Cada vez que fallemos, nos esforzaremos más por no volverlo a hacer, pero no hay manera de mejorar o reformar nuestras tendencias pecaminosas. Hay que darles muerte. Pero la cruz no es el punto final. El objetivo de Dios es que “andemos en vida nueva” (Ro 6.4). Una vez que clavemos en la cruz esas viejas inclinaciones carnales, ellas comenzarán a perder su atractivo, y nuestro corazón empezará a encontrar gozo en obedecer al Señor. Así como Cristo fue resucitado de entre los muertos, nosotros también encontraremos una vida de victoria más allá de nuestro Gólgota. Hágase estas preguntas: ¿Qué está en el centro de mi vida? ¿Qué me motiva? ¿Hay algo, que no sea el Espíritu Santo, que controla mi vida? ¿Existe algo que no estoy dispuesto a rendir al Señor? Si algo o alguien en su vida tiene prioridad sobre Cristo, eso es idolatría. Cualquier cosa a la que se esté aferrando, o que le tenga aferrado, necesita ser llevada a la cruz. Una nueva vida de libertad y poder le aguarda más allá de la tumba. —Charles F. Stanley E N C O N T A C T O . O R G 35 NEHEMÍAS 8 ¿P or qué será que dos personas pueden sentarse en el mismo banco, escuchar la misma predicación, y marcharse con reacciones diferentes? Una está gozosa, y la otra no sintió nada. Creo que la razón es que algunas personas no saben cómo escuchar la Palabra de Dios. Nehemías 8 es una escena increíble del pueblo de Dios reunido para escuchar su Palabra. Recordemos que ellos no tenían copias de las Sagradas Escrituras para poder leerlas. Durante generaciones, lo sucedido entre Génesis y Deuteronomio fue transmitido de padres a hijos. Además, estas personas habían estado en el exilio durante muchos años. Fue la primera vez que la mayoría de ellos escuchaba la Palabra leída. Imaginemos su emoción al escuchar con atención lo que el Señor les decía. Los israelitas tenían hambre de la Palabra de Dios. ¿La tiene también usted? ¿La escucha con entusiasmo? La duración del período de atención de una persona está directamente relacionada con la intensidad de su avidez de algo. Si usted tiene ansias por saber más de Dios, entonces fijará su mente en lo que Él está diciendo por medio de su pastor o de su lectura personal de la Palabra. Nada en el mundo importa tanto como lo que el Señor tiene para decirnos. Hay muchas cosas que reclaman nuestra atención, pero pocas realmente la merecen. El Señor es digno de toda nuestra atención. Él tiene algo que decir a cada persona. Por eso, quien escucha la Palabra de Dios con un corazón abierto y una mente alerta recibirá un mensaje de Él. 36 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O MAR L UN 6 Cómo escuchar la Palabra de Dios A 7 Escuchar con intencionalidad 1 SAMUEL 3.1-10 yer hablamos de escuchar la Palabra con avidez y atención. Pensemos hoy en cómo acercarse a la Biblia con intencionalidad, interés y devoción. Los creyentes estudian las Sagradas Escrituras no solo individualmente; también de manera colectiva para aprender más sobre el Señor. Detrás de este sencillo concepto hay un gran reto. Adquirir conocimiento bíblico requiere decidir obedecer de corazón lo que escuchamos (Sal 119.33). Y para esto, hacerlo con interés significa creer que el Señor nos hablará (25.4). Las prédicas, las lecciones de estudio bíblico, y los momentos de recogimiento personal, deben ser parte de nuestra vida. Dios usa estas cosas para edificarnos, fortalecernos y confortarnos; por tanto, escuchar al Señor es beneficioso. Y la obediencia es la única respuesta adecuada a esta clase de atención personal. Acercarnos a la lectura de la Biblia con devoción prepara nuestro corazón para escuchar, y es el preludio de una actitud de propósito e interés. El pasaje de hoy nos cuenta la historia del primer encuentro del joven Samuel con Dios. El sacerdote Eli da al muchacho un consejo valioso —que cuando el Señor lo llame, diga: “Habla, Jehová, porque tu siervo oye” (v. 9). Diga al Señor estas sencillas palabras con convicción antes de abrir su Biblia, y escuchará a Dios con más claridad. Si usted quiere sentir a Dios obrando en su vida, venga a la Biblia con una actitud devota, de interés y llena de intencionalidad. Los afligidos son consolados. Los cansados reciben fuerza. Los redargüidos por su pecado se arrepienten y alcanzan la paz. Reconozca el gran regalo que es la Palabra de Dios. “¡D GÉNESIS 12.1-4 ios le bendiga!” Escuchamos esto todo el tiempo, ¿verdad? Escuchamos tan a menudo esta frase, que no nos detenemos a considerar lo que significa. En Génesis 12, la orden de Dios a Abram revela su maravillosa promesa de crear una nación próspera a partir de este hombre, y de darle renombre imperecedero. Pero, además, Dios extiende también su bendición a la familia de Abram y, en última instancia, a una escala mundial, prometiendo bendecir a toda la humanidad por lo que estaba haciendo en la vida de esta persona específica. Por tanto, cuando el Señor habla de bendecir a alguien, significa que le promete intervenir de manera clara y poderosa en la vida de ella. Esto pudiera significar darle una familia próspera y feliz o, posiblemente, prosperidad económica. También pudiera implicar seguridad emocional o discernimiento espiritual. El Padre celestial pudiera tener en mente darle honra, sabiduría o un propósito eterno. De hecho, vemos cada una de estas cosas en la promesa de Dios a Abraham. Pero no pasemos por alto dos condiciones para tener el favor del Señor. Al observar la vida de Abram, vemos que Dios valora la obediencia y la fe (12.4; 15.6; 22.2, 3, 12). Dios quiere traer abundancia a su vida. Asegúrese de que su bendición no esté siendo obstaculizada. Hágase estas preguntas: ¿Estoy confiando en Él? ¿He dejado de hacer algo que el Señor me ha pedido que haga? Ríndase a su llamada, y abra sus brazos para recibir lo que su Padre celestial anhela darle. J UE MI É 8 La bendición de Dios 9 Bendecido con menos SALMO 81.6-16 E l pasaje de hoy describe una imagen habitual en cuanto a la bendición del Señor. Lo leemos, y concluimos que si escuchamos y obedecemos a Dios, Él nos dará más y más. Tendemos a pensar en las bendiciones como beneficios que el Señor nos da para que los disfrutemos. Podemos alabar a Dios por un aumento de sueldo. Podemos darle gracias por una nueva relación. En nuestra mente, la palabra bendición se ha convertido en sinónimo de regalo, ¿verdad? A muchos creyentes puede sorprenderles saber que Dios, muchas veces, nos bendice quitándonos cosas. Piensan: ¿Qué? ¿Cómo puede Dios bendecirme al darme menos de lo que deseo? Esta manera de pensar revela un problema de orgullo. Es fácil suponer que sabemos lo que es mejor para nosotros. Nuestra conclusión lógica es: si algo me gusta, entonces debe ser bueno y correcto. Por tanto, la bendición del Señor debiera ser darme más de eso, ¿correcto? No. Las cosas que Dios trae a nuestra vida son las que Él sabe que nos bendecirán. Nuestra miope perspectiva nos impide ver todo el panorama, pero Él lo ve todo de principio a fin. Sabe si cierta relación o más dinero serán, al final, una bendición o una maldición. En algunas situaciones, lo mejor que Él puede “dar” es quitarnos algo. El Señor, algunas veces, decide “bendecir con menos”. ¿Puede usted recordar una desilusión específica que le llevó a dudar de que Él estuviera actuando para darle lo mejor? Con el paso del tiempo y con la perspectiva, ¿puede ver ahora el tierno cuidado de Dios para con usted cuando le quitó algo? E N C O N T A C T O . O R G 37 fin VI E 10 de semana Cómo hallar fortaleza en el Señor La obediencia al plan de Dios SALMO 31 ROMANOS 11.33-36 E l mundo no ofrece mucha esperanza, pero Dios sí. Mucho antes de que fuera rey, David se desvió de la voluntad de Dios. Para estar más allá del alcance de Saúl, buscó refugio entre los filisteos, y cuando regresó a las cenizas de su ciudad, Siclag, estaba totalmente angustiado. Pero David “se fortaleció en Jehová” (1 S 30.6). Aunque la Biblia no lo especifica, creo que experimentó un proceso espiritual de cinco pasos. Primero, se arrepintió. El arrepentimiento es un cambio de parecer que resulta en un cambio de conducta. Al reconocer su error, David escogió una nueva dirección. Segundo, recordó la fidelidad de Dios en momentos difíciles del pasado. Tercero, reflexionó en el poder del Señor. Estaba emocional, física y espiritualmente agotado, pero había estado agotado antes y sabía que el poder de Dios era suficiente para él. Cuarto, David recordó las promesas de Dios. Sus salmos revelan que él valoraba la certeza de la protección, la paz y la ayuda del Señor en sus dificultades. Quinto, resolvió confiar en Dios, en vez de entregarse a la desesperación que amenazaba con aplastarlo. En respuesta a la fe de David, Dios le dio la fortaleza que necesitaba desesperadamente. Si usted se rinde a Dios en sus momentos de desesperación, Él le dará lo que necesite, como lo hizo con David. El Señor quiere dar fuerzas a sus hijos, para que puedan sostenerse bajo el peso de las circunstancias difíciles. Por tanto, sométase a Él; en algún momento, usted echará una mirada al pasado y, sin duda, recordará aquel día como el comienzo de un nuevo crecimiento en su fe. 38 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O A la mayoría de nosotros nos gusta tener el control de nuestros planes, y nos sentimos frustrados cuando las cosas no salen de acuerdo con ellos. Pero, si verdaderamente deseamos estar en el centro de la voluntad perfecta de Dios, tenemos que estar dispuestos a cooperar con su agenda. Piense en la manera como usted ora. Sin darse cuenta, es posible que le esté exigiendo a Dios que se adhiera al plan que usted ya ha dispuesto de acuerdo con su limitada sabiduría. Pero si creemos que Él es quien dice ser, ¿cómo no puede ser para nuestro provecho someternos a su dirección? Considere los atributos inigualables y admirables del Señor: • Su conocimiento total. El Señor sabe todo, y conoce los detalles de la vida de cada persona —pasados, presentes y futuros. • Su sabiduría absoluta. Dios entiende cada motivación del ser humano, mientras que ninguno de nosotros es capaz de discernir con exactitud las intenciones de las personas. El Señor posee la sabiduría para actuar basado en la verdad. • Su amor incondicional. Nuestro Creador está motivado siempre por el amor, y en todo momento tiene en mente lo mejor para nosotros. A menos que confiemos en su amor, nuestra perspectiva de la realidad será distorsionada. • Su suficiencia perfecta. En el momento preciso, Dios nos dará todo lo que necesitemos para realizar su plan. Someterse al tiempo de Dios requiere fe y valentía. Crea en la bondad y en los planes del Señor, y espere hasta que le dé la señal para seguir adelante. ¿C M AT E O 8 . 5 - 1 3 uál considera usted que sea su propiedad más valiosa? La casa, el automóvil, o los ahorros ocuparían probablemente el primer puesto en la lista de la mayoría de las personas. Pero si las cosas materiales no dan la felicidad, ¿por qué tantas personas se esfuerzan por acumularlas? Lamentablemente, en la carrera por tener “más” y “mejores” cosas, mucha gente pasa por alto el activo más valioso: la fe. Hebreos 11.1 define a la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, y esto se refiere a poner la fe en Jesucristo como Salvador. La fe no es algo que podamos obtener por nuestros propios esfuerzos; es un don de Dios. Piense en el poder que Dios pone a nuestra disposición. En Mateo 17.20, Jesús dijo que una fe tan pequeña como un grano de mostaza nos permite ver milagros. El libro de Hechos revela que la fe de los apóstoles dio como resultado numerosas sanidades (3.1-8; 5.16). Y el evangelio de Mateo nos dice que por la fe de una mujer cananea, su hija fue liberada de la posesión demoníaca (15.22-28). La confianza en Cristo es más que un medio para recibir milagros —es el camino a la salvación. La Biblia declara que no hay nada que podamos hacer para lograr la seguridad eterna en el reino de Dios; somos salvos solo por gracia (Ef 2.8, 9). La mejor manera para avanzar es recibir primero el mayor regalo, que es la fe en Cristo. Romanos 10.9 dice: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. En ninguna otra parte se encuentran la salvación y la vida abundante. MAR L UN 13 Nuestro mayor tesoro 14 El camino de la fe HEBREOS 11.23-28 M uchas personas consideran a Moisés un “pilar” bíblico de los días del Antiguo Testamento —un hombre sin igual en devoción a Dios. Ciertamente, él tuvo encuentros excepcionales con el Todopoderoso, y fue llamado a hacer grandes cosas con la ayuda del Señor. Sin embargo, al igual que nosotros, era un ser humano pecador. Pero el Nuevo Testamento lo elogia por algo que todos nosotros podemos tener: fe. Los versículos de hoy son parte del pasaje conocido como los “Campeones de la fe”. Quienes tuvieron la honra de ser incluidos en este capítulo de la Biblia, fueron escogidos porque actuaron con obediencia, y Dios hizo grandes cosas por medio de ellos. Nosotros, también, podemos ver la mano de Dios cuando actuamos por fe. Cuando confiamos en Él y le obedecemos, Dios manifiesta su poder y demuestra que realmente es el Señor. Al actuar con su poder en medio de nuestra debilidad, nos enseña a confiar en Él. Eso no quiere decir que el camino sea fácil; Jesús advirtió que el camino de la fe incluye sufrimiento. De hecho, muchos de los primeros cristianos fueron maltratados o asesinados por causa de Él; y aun hoy la fe enfrenta una dura persecución en diversas partes del mundo. Aunque es posible que esa no sea nuestra experiencia, cada uno de nosotros ha sido ridiculizado, malentendido o rechazado por seguir a Cristo. Aun la persecución leve puede llevarnos a preguntarnos si vivir nuestra fe vale la pena. La verdad es que es la mejor manera de vivir. Dios responde a la fe de sus hijos, demostrando su poder y proporcionándoles gozo. E N C O N T A C T O . O R G 39 HECHOS 2.22-24 C reer que el Señor Jesucristo resucitó de los muertos es fundamental para los cristianos. Reconocer simplemente que Él murió por nuestros pecados, no es suficiente; tenemos que aceptar su Resurrección para poder recibir la vida eterna. Cristo pagó nuestra deuda, pero su sacrificio en la cruz no significa nada, a menos que Él tenga poder sobre la tumba. Al imponerse sobre el mal y la muerte, el Señor hizo posible nuestra salvación. La resurrección de Jesús demostró que tenía el poder de quitar el pecado y su castigo. Creer que Cristo permaneció muerto significaría aceptar lo contrario: Que los creyentes siguen estando en el pecado. Y el final inevitable de una vida de pecado es la muerte. Por consiguiente, una persona que niega la naturaleza eterna de Cristo mira hacia un futuro sin esperanza. Bertrand Russell, un famoso filósofo ateo, dio esta triste descripción de tal desesperanza: “Breve y estéril es la vida del hombre; sobre él y sobre todo su linaje, se abate la muerte, de una manera despiadada, lenta e infalible”. En vez de disfrutar de la esperanza de un hogar en el cielo, quienes rechazan la resurrección son esclavos del presente. La profesión, la familia y las buenas obras pueden ofrecer un placer breve, pero no la clase de gozo que da saber que disfrutamos de una relación con el Señor y vivimos dentro de su voluntad. La resurrección no es un tema para un debate teológico. O creemos que Cristo resucitó de los muertos y ascendió al cielo, o no lo creemos. Si rechazamos su victoria sobre la tumba, nos negamos a nosotros mismos un lugar en el cielo. Pero si aceptamos la verdad, seremos salvos. 40 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O J UE MI É 15 La Resurrección: ¿Tiene importancia? 16 ¿A Orar con poder SANTIAGO 5.13-18 lguna vez ha visto usted a un corredor cerca del final de una carrera? Cada músculo se tensa por el deseo del atleta de llegar primero. Esta es la misma clase de deseo ferviente que Dios quiere ver en la vida de oración del creyente. “La oración eficaz del justo puede mucho” (Stg 5.16). A veces, los creyentes usan ciertas frases clave —“en el nombre de Jesús” o “si es tu voluntad”— como si tales expresiones tuvieran un poder mágico. Las personas se convencen de que si utilizan una frase especial, Dios seguramente estará encantado y responderá su petición. Pero el poder no se encuentra en las palabras que decimos, porque el Señor no puede ser obligado a hacer nada que esté fuera de su voluntad. El poder de la oración está en la respuesta de Dios. Él responde a las peticiones de los justos liberando su poder sobrenatural. Una persona que no ora es una persona sin poder. Cuando dedicamos poco tiempo a la comunicación con el Padre celestial, no podemos esperar ver resultados asombrosos. El poder de Dios se libera en respuesta a nuestro deseo ferviente de recibir su ayuda. Un creyente que tiene fe está decidido a orar hasta obtener respuesta, no importa los obstáculos que Satanás ponga. Se detiene solo cuando Dios responde, o cuando el Padre celestial indique claramente que la petición está fuera de su voluntad. Los creyentes sabios dedican tiempo y energías a las peticiones de gran importancia. Por nuestra relación con Cristo, hemos sido perdonados, lo que significa que tenemos la oportunidad de comunicarnos con el Señor mediante la oración. VI E fin 17 E de semana Cómo buscar a Dios La búsqueda de Dios 2 CRÓNICAS 31.20, 21 SALMO 63.1-8 l rey Ezequías de Judá servía fielmente al Señor, y estaba empeñado en buscar a Dios con fervor, por lo cual Él lo prosperó. Dios quiere estar conectado estrechamente con nosotros, de la misma manera que un padre y un hijo que se aman el uno al otro. Nuestra búsqueda de Él debe caracterizarse por la: • Concentración. Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios con una mente distraída, o cuando nuestro enfoque se aparta a otros temas, tenemos un corazón dividido. El Señor desea tener toda nuestra atención; quiere el primer lugar; que le demos prioridad sobre todo lo demás que sea importante para nosotros (Jer 29.13; Mt 6.33). • Diligencia. Debemos sentir devoción por Dios, y dar especial atención a lo que Él dice. Esto requiere un esfuerzo constante para entender cómo actúa, y lo que quiere que hagamos. • Perseverancia. Buscar al Señor debe ser un esfuerzo constante y sostenido, que nos lleve a estar más cerca de Él y a participar más en su obra (Sal 42.1). • Confianza. Tenemos que creer que Dios quiere que le conozcamos, y que Él desea lo mejor para nosotros. La convicción es un componente esencial de la confianza (Pr 3.5). • Humildad. Dependemos totalmente de Dios para todas las cosas de la vida, y le complace que nos acerquemos a Él con humildad (Is 66.2). Cuando nuestro corazón anhela a Dios, Él se deleita en revelarse a sí mismo y derramar bendiciones sobre nosotros (He 11.6). Haga una evaluación sincera de qué tan anhelante es su búsqueda de Él. L a profundización de nuestra relación con Dios —por medio del descubrimiento de su carácter y de su voluntad para nuestra vida— se logra de varias maneras. Cada una de ellas representa una disciplina importante en la búsqueda del Señor. La meditación es un modo excelente de cultivar nuestra relación con Dios. Incluye leer un pasaje de la Biblia varias veces con el propósito deliberado de escuchar al Señor. El estudio de la Biblia nos permite adquirir una comprensión más amplia y más profunda del carácter, los planes y las promesas de Dios. Resultamos bendecidos al hacernos preguntas tales como: ¿Qué revela este estudio en cuanto a Dios? ¿Hay una promesa divina que recordar? ¿Un mandamiento que obedecer? ¿Un ejemplo a imitar? Otra disciplina fundamental es la oración, la cual debe ser la base de la meditación y el estudio. El encuentro con Dios exige tanto un oído atento como un corazón receptivo. Reconocer cómo Dios actúa en nuestra vida y en las circunstancias de otras personas, nos ayudará a desear su búsqueda. Mi abuelo me contaba cómo había obrado el Señor en su vida, y su testimonio creó en mí un hambre profunda y permanente de buscar a Dios. Yo quería que el Señor trabajara en mi vida de la misma manera que lo había hecho en la de mi abuelo. Estamos buscando a Dios cuando: 1) dedicamos tiempo para descubrir cómo es Él, y qué le agrada; 2) nuestro día no está completo sin la comunión con Él; y 3) nos damos cuenta de que nuestra confianza en Él está creciendo, y estamos abandonando hábitos pecaminosos. E N C O N T A C T O . O R G 41 HEBREOS 4.13-16 C uando la tristeza, la depresión o la soledad nos asaltan, podemos sentir como si no hubiera nadie a quién acudir. Pero Dios nos dice claramente que vayamos directamente a su trono de gracia, cuando tengamos necesidad de algo. La visión del profeta Isaías de esta escena es tan abrumadora, que exclama: “¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso!” (Is 6.5 NVI). Esta sala del trono está llena de la gloria, el poder y la radiante majestad de Dios. Nosotros, al igual que Isaías, podemos sentirnos indignos, pero Dios nos extiende su gran misericordia y su gran amor desde su trono, quitando nuestro pecado. Podemos acercarnos a Dios una vez que le hayamos dado nuestras vidas por medio de Cristo. Al pedirle al Señor Jesús que nos salve, la puerta del cielo se abre de par en par, y somos introducidos a la sala del trono. Allí se nos da la bienvenida, porque el Señor Jesús es nuestro intercesor; Él nos da acceso al Dios de toda la creación. Porque el Señor Jesús experimentó lo mismo que nosotros, y se compadece de nuestras debilidades. Jesús fue tentado al igual que nosotros, pero nunca pecó, y siempre fue uno con el Padre. Él nos invita a seguir sus pasos. Su muerte y su resurrección hacen posible que podamos recibir misericordia y gracia en todo momento. Por eso, en vez de quedarnos solos con nuestro dolor, fuera de este maravilloso lugar donde siempre somos aceptados, debemos atravesar las puertas abiertas, e ir directamente a la presencia de nuestro Padre celestial. 42 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O MAR L UN 20 El trono de la gracia de Dios 21 ¿A Cuando tenemos lo que merecemos ROMANOS 14.7-9 lguna vez ha estado usted cerca de personas que se niegan a aceptar ayuda? Tal vez las ha escuchado decir rotundamente: “¡No necesito la ayuda ni la caridad de nadie!” Hasta cierto punto respetamos a personas así por su disposición de valerse por sí mismas. Sin embargo, cuando esta conducta es extrema, puede dar lugar a serios problemas espirituales. En su mirada alegórica de la eternidad, C. S. Lewis describe en su libro El gran divorcio a una persona que lo único que quiere es “sus derechos”. Es decir, quiere solamente lo que merece —ni más ni menos. A primera vista, esto parece ser un acto de humildad. Sin embargo, tal actitud es muchas veces el fruto de falsa humildad, y realmente es motivada por el orgullo. Si estamos decididos a resolver los problemas por nosotros mismos, rechazando todos los ofrecimientos de ayuda, entonces fracasamos miserablemente cuando tratamos de no pecar. El pecado es un problema de todos. La Biblia deja claro que no hay forma de evadirlo: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro 3.23). Siendo así, ¿cuál es el precio que hay que pagar por pecar? Romanos 6.23 revela que “la paga del pecado es muerte”. Si nosotros, al igual que el orgulloso hombre del libro de Lewis, aceptamos solamente “nuestros derechos”, entonces el pecado y la muerte reinarán en nuestras vidas. Podemos vencer la carga del pecado solamente cuando renunciamos a nuestro orgullo y aceptamos humildemente lo que no merecíamos —el amoroso sacrificio del Señor Jesucristo a favor nuestro. ¿Q FILIPENSES 2.5-11 ué significa que Jesucristo es el Señor? A veces escuchamos esta frase con tanta frecuencia, que es posible que perdamos el significado de su gran poder y trascendencia. Señor es mucho más que un simple título que le da la Biblia a Jesús. El capítulo 2 de Filipenses enfatiza este hecho, mencionando repetidamente la palabra nombre. Vemos que Dios le dio a Jesús un “nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús” todos en el cielo y en la tierra se postren, y toda lengua “confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (vv. 9-11). En ese pasaje, el nombre dado a Jesús es nada menos que “Señor”. En realidad, esa palabra no se usa para referirse a lo que Jesús hace; sino simplemente a lo que Jesús es. Él es, y será siempre, el gobernante soberano de todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Por tanto, si estamos de acuerdo con esto, nuestra vida debe reflejar entonces esa confianza. ¿Hay algo en su vida que intenta esconder de Cristo? ¿Se ha negado a cumplir con algo que Él le ha llamado a hacer? Estos son actos de rebeldía, y demuestran simplemente nuestra falta de fe en Jesús como el Señor de su vida. Un día, todo el mundo reconocerá que Cristo es Señor de señores (1 Ti 6.15). Nosotros, que somos sus hijos, debemos demostrar nuestra fe invitándolo a las áreas turbias de nuestra vida, y permitirle que nos conforme a su imagen. Podemos comenzar con la simple pero profunda confesión: “Jesús es el Señor”. Y cuando confesemos esas palabras, debemos ser conscientes de su significado. J UE MI É 22 Jesucristo es el Señor 23 Aprender de los fracasos LU C A S 2 2 . 3 1 - 3 4 P edro fue un hombre de gran fe y de acciones valerosas. Pero como sabemos, su manera de ser a veces lo llevó a cometer errores humillantes. Más de una ocasión, este discípulo fue etiquetado como “triste fracasado” en vez de como “siervo obediente”. Todos podemos identificarnos con él en lo que se refiere a no estar a la altura de las expectativas. La obediencia a Dios es un proceso —algo que aprendemos. Y el fracaso es parte de nuestro desarrollo como siervos humildes. Cuando cedemos a la tentación o nos rebelamos contra la autoridad de Dios, nos damos cuenta de que el pecado tiene pocas recompensas. El fracaso es una excelente herramienta de enseñanza, como podría atestiguar Pedro. Por medio de ensayo y error, descubrió que uno nunca debe apartar los ojos de Jesús (Mt 14.30); que el plan de Dios siempre debe tener prioridad sobre el del hombre (16.21-23; Jn 18.10, 11); y que a los creyentes se les exige humildad (13.5-14). Pedro tomó con mucha seriedad cada una de esas lecciones, y de esa manera se fortaleció su fe. Dios utilizó los fracasos de Pedro como un material de capacitación, porque el discípulo estaba dispuesto a madurar y servir. Dios no recompensa la rebeldía ni la transgresión. Sin embargo, por su gracia, Él bendice a quienes resuelven arrepentirse y aceptar el castigo para crecer. Todos preferiríamos madurar en la fe sin cometer errores, pero no podemos negar que los deslices son instructivos. El fracaso nos enseña que es mucho más sabio ser obedientes al Señor. Esa es una lección que todos debemos tomar muy en serio. E N C O N T A C T O . O R G 43 VI E fin 24 de semana Cuando nos sintamos agotados Cómo seguir jóvenes y productivos M AT E O 1 1 . 2 5 - 3 0 SALMO 92.12-15 T odos hemos experimentado el agotamiento físico —momentos de cansancio por las muchas actividades o dificultades que nos asaltan. Pero también, uno peor, el agotamiento espiritual por la presión de tratar de obedecer a Dios, de asistir fielmente a la iglesia, y de dedicar tiempo a orar y leer la Biblia. El simple hecho de pensar en todo lo que creemos que debemos, hacer para tener éxito espiritualmente, ¡puede ser abrumador! Cuando experimentamos fatiga espiritual, se debe a menudo a una visión equivocada de nuestra fe. No nos damos cuenta de que tenemos una lista de haz esto o no hagas esto, esforzándonos por agradar a Dios con actividades religiosas. La vida cristiana no es una fórmula mediante la cual modificamos nuestro comportamiento para ganarnos la aprobación del Señor. Dios extendió su mano y nos reconcilió con Él en el momento que le pedimos que morara en nuestro corazón; por tanto, ya tenemos su aprobación. La verdadera madurez espiritual implica una conciencia gradual de que nada de lo que podamos hacer —que ningún cambio de conducta— nos hará aceptables. Por el contrario, reconocemos nuestra incapacidad y debilidad, y vivimos más bien por fe. Entonces la omnipotencia de Dios puede ayudarnos a seguir adelante en la vida. Piense en el poder de Dios como un río que corre por un terreno montañoso. Podemos caminar, resoplando y sudando, a lo largo del sendero, o simplemente podemos dejarnos llevar tranquilamente por el agua. No tendremos que gastar energías, porque la corriente nos llevará directamente a nuestro destino. 44 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O N uestra generación tiene obsesión por la juventud. Las tiendas están colmadas de productos que prometen una mejor salud, menos arrugas y un físico estilizado. Sin embargo, estas cosas apenas tocarán la superficie de nuestro problema de envejecimiento. A menos que intervenga la muerte, la vejez es inevitable. Sin embargo, todos tenemos que decidir si vamos a florecer o marchitarnos, a volvernos más fuertes o debilitarnos. Físicamente, es posible que no tengamos ninguna opción, pero podemos ser jóvenes de alma y espíritu, independientemente de nuestra edad cronológica. Cuando el justo está plantado firmemente en el Señor, se volverá productivo en las cosas que durarán por la eternidad. Nunca debemos dejar de dar fruto. Por el contrario, Dios quiere que permanezcamos siempre junto a Él. De esa manera, podemos hacer el trabajo que nos ha mandado a llevar a cabo (Jn 15.4). El justo se volverá más fuerte en el Señor como un cedro del Líbano (Sal 92.12). Estos árboles pueden crecer más de 30 metros, y tener una circunferencia de 12 metros. ¡Ese sí que es un árbol fuerte! Al caminar con Cristo en nuestros años postreros, podremos tener la confianza y estabilidad que provienen solamente de hacernos fuerte en la fe. Cada año es una oportunidad para confiar más en Dios, y apoyarnos totalmente en su Palabra. Mantenerse joven comienza en la mente. Nunca deje de escuchar al Padre celestial o de aprender de su Palabra. Sea agradecido, siga riendo, y regocíjese en su Señor. Pero, por encima de todo, siga creyendo en el Él y amándole con todo su corazón. A GÉNESIS 47.7-9 lgunas veces, la mejor manera para entender un concepto es pensar en lo opuesto. Ayer estudiamos cómo conservarnos joven mientras envejecemos. Hoy daremos un vistazo a algunas maneras de cómo envejecer. Jacob fue un hombre que se envejeció por ver sus circunstancias desde una perspectiva negativa. Nuestro pasaje de hoy revela que estaba insatisfecho con su vida. Aunque hay muchas cualidades en Jacob que podemos admirar, ésta no es una de ellas. Nuestro enfoque determinará el nivel de satisfacción que tendremos en la vida. Quienes se mantienen jóvenes de espíritu buscan siempre evidencias de las maneras como el Todopoderoso les está ayudando, amando y guiando. Sin esta perspectiva, los problemas de la vida pueden pasar a un primer plano, y causar desánimo. También podemos envejecernos cuando llevamos cargas que no nos corresponden. Jesucristo invita a los trabajados y cargados a venir a Él para encontrar descanso (Mt 11.28-30). Él quiere que estemos bajo su yugo y le permitamos llevar nuestra carga de cuidados y preocupaciones. Nuestro Salvador tiene una solución para cada carga, y quiere ayudarnos a ponerlas en Él. ¿Qué carga tiene usted que está envejeciendo su cuerpo, su alma y su espíritu? Ponga en práctica las soluciones del Señor Jesús: si es un espíritu amargado e inflexible, perdone; si es culpa, reconózcala y arrepiéntase; si es remordimiento por un pecado del pasado, crea que Cristo ya le ha perdonado; y si es ansiedad, désela a Dios, porque Él tiene cuidado de usted (1 P 5.7). MAR L UN 27 Maneras de volvernos viejos 28 El privilegio de conocer a Dios FILIPENSES 3.7-11 E s una tragedia que tantas personas pasen la vida sin llegar a conocer ni relacionarse con su Creador. Pasar por alto esa relación es perder el mayor privilegio que existe: conocer a Dios. Pero incluso los creyentes pueden desestimar el honor de conocer a Cristo más íntimamente. La pasión del apóstol Pablo por conocer a Dios lo llevó a considerar todo lo demás como basura. Aunque existen creyentes que han aceptado a Cristo como Salvador, le sirven y confían en que estarán con Él en el cielo, no necesariamente tienen el anhelo de conocerlo íntimamente. ¿Cómo podemos conformarnos con ser salvos y tener tan poco interés en una relación tan especial? Buscar a Cristo con pasión requiere sacrificio —pasar tiempo con el Señor, rendirle nuestra voluntad y conocerle por medio del sufrimiento. Aunque la salvación es un regalo, la intimidad con Dios es una práctica costosa, pero las recompensas son extraordinarias, invalorables y eternas. El mundo nos inunda con cosas que nos distraen y que pueden ocupar nuestra mente y corazón, haciéndonos indiferentes al cultivo de una relación más profunda con Cristo. Algunas personas, incluso, en vez de buscar conocer a Cristo por medio de una relación, prefieren conocer hechos en cuanto a Él. Descubra lo que le está impidiendo tener pasión por Dios. Piense en maneras de sacar tiempo cada día para estar a solas con Él. En su rutina diaria, busque su dirección y escuche su voz. Usted, también, con el tiempo considerará todo como basura en comparación con el conocimiento de Cristo. E N C O N T A C T O . O R G 45 PROVERBIOS 3.13-26 L a sabiduría de lo alto puede definirse como la capacidad de ver las cosas de la manera que el Señor las ve, y actuar de acuerdo con sus preceptos. Uno de los grandes beneficios de esta manera de pensar es la paz. Por lo general, cuando la vida transcurre sin problemas y todo está bien con nosotros y nuestros seres queridos, nos resulta fácil sentirnos satisfechos. Pero, normalmente, cuando las situaciones se vuelven difíciles, la perspectiva de Dios se nos escapa, y nuestra paz es sustituida rápidamente por estrés, ansiedad y temor. Para ver una circunstancia difícil desde la perspectiva del Señor, tenemos que contemplarla dentro de los límites de su carácter y sus atributos. Aun cuando los pormenores de la vida están más allá de nuestro control, Aquél que gobierna al universo sigue siendo el soberano sobre todas las cosas —hasta de los detalles más pequeños. Él nos ama incondicionalmente y siempre actúa para darnos lo mejor. Por tanto, si Él ha permitido una situación, es porque el resultado será para nuestro bien y para la gloria de Él. Esta sabia perspectiva dará lugar a una santa respuesta —fe y confianza plenas en el Señor, a pesar de cualquier sufrimiento o dificultad. Gracias a que el Espíritu mora en nosotros, tenemos la seguridad de que Él es más que suficiente para lo que nos sobrevenga, lo que significa que somos competentes en Él. Cuando dificultad le golpee, mantenga su mirada puesta en Dios. Al ver cada situación a través de los ojos del Señor, el estrés desaparecerá, la ansiedad será reemplazada por paz, y la confianza en el Señor acallará sus temores. 46 A B R I L 2 0 1 5 E N C O N T A C T O J UE MI É 29 La paz que da la sabiduría 30 E Promesas de Dios para los generosos 2 CORINTIOS 9.6-11 l principio de siembra y cosecha es una verdad universal ordenada por Dios; se aplica no solo a la agricultura, sino también al acto de dar. A pesar de que el Señor promete una cosecha abundante para quienes dan con generosidad, a muchos cristianos le sigue resultando difícil dejar de aferrarse al dinero. Algunos temen que no les quedará suficiente si dan. Otros, movidos por el egoísmo, no están dispuestos a sacrificar placeres y comodidades. Quienes sucumben a sus temores o a su tacañería, desaprovecharán la gran cosecha que Dios quiere darles. En medio de una economía caótica y de tiempos de incertidumbre, podemos encontrar nuestra seguridad en el Señor. El mundo dice que para tener suficiente tenemos que adquirir más. Pero el pasaje de hoy nos recuerda que al dar generosamente tendremos abundancia de provisión para nuestras necesidades (pan) y recursos para seguir siendo generosos (semilla). Más allá de esto, el Señor promete también que la cosecha de nuestra justicia aumentará, y que seremos “enriquecidos en todo para toda liberalidad” (v. 11). Las riquezas de Dios abarcan mucho más que las riquezas terrenales. La generosidad produce un carácter piadoso, que es valioso ahora y en la eternidad. Aunque se nos ha dado la promesa de una cosecha abundante, ésta la tendrán solamente quienes siembren abundantemente. Al obedecer el plan de Dios en cuanto al dar, usted podrá estar libre de preocupaciones, porque Aquél que le garantiza una cosecha, es también el Señor omnipotente capaz de producirla. Una guía para uno de los trabajos más arduos. Las madres tienen la gran responsabilidad de criar hijos temerosos de Dios. Pero la buena noticia es que cuentan con el Espíritu Santo, quien las capacita, fortalece y alienta para que puedan transmitir una rica herencia espiritual a sus hijos. INSTRUCCIONES PARA LAS MADRES SERIE EN 4 CDs | IPLMCD $14 SERIE EN 4 DVDs | IPLMDVD $30 Utilice la hoja de pedido adjunta o llame al 800-303-0033 para solicitar este material. Para adquirir recursos adicionales, visite encontacto.org. Límite de uno por persona. IMÁN PRINCIPIOS DE VIDA: OBEDEZCAMOS A DIOS Primer imán | SLPMGOFR GRATIS E ¡ÉSTS E IS! T GR A IMANES PRINCIPIOS DE VIDA NON-PROFIT ORG. U. S. POSTAGE PAID IN TOUCH MINISTRIES, INC Todos los imanes miden 10 cm x 10 cm. Utilice la hoja de pedido adjunta o llame al 800-303-0033 para solicitar este material. Para adquirir recursos adicionales, visite encontacto.org. SET DE IMANES PRINCIPIOS DE VIDA Set de 4 imanes | SLPMGKIT $5 Cada imán resalta uno de los principios del Dr. Stanley con verdades ricas y fundamentales que le ayudaran en su andar diario con Dios. Considerando todo lo que compite por nuestra atención, los recordatorios visuales de la presencia de Dios ofrecen una perspectiva celestial en medio del ajetreo de la vida. IN TOUCH MINISTRIES® PO Box 48900 Atlanta, GA 30362
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