CAPÍTULO V EL REFLEJO DEL ROSTRO DESPLEGADO Y ESCONDIDO: ¿WIRACOCHA? Hay cosas tan escondidas en los indios del Kollao, que solo Dios las lcanza. Pedro Cieza de León Mirar. ¡Saber mirar! Y proseguir mirando, cada vez más hondo, cada vez más lúcido. Es toda la estética andina. Fernando Diez de Medina 1. Wiracocha, sus atributos y representaciones origen Colla y hablaban puquina, que era su «lengua secreta» (entrevista personal). Es necesario reconocer que los estudios relacionados con Wiracocha constituyen uno de los temas más complejos concernientes a la religiosidad andina, debido, entre otros aspectos, al desconocimiento de los antecedentes lingüísticos de su nombre: no se sabe si procede del puquina, del quechua o del aimara, e incluso es escrito de diferentes formas, en algunos casos proporcionadas por los cronistas y propuestas posteriores, como Wiracocha, Viracocha, Wiraqocha, Huiracocha, Uira Kocha, Wirakocha, Wira Kocha, Wira Quchan, Wira Qocha, etcétera, además de otras palabras que lo acompañan, como se verá más adelante. Para Cerrón Palomino, los incas originarios eran de La mayor parte de esta complejidad se atribuye también a la heterogénea información que heredamos de los cronistas españoles, producida por sus limitaciones con la lengua y por el compromiso que asumieron en las campañas de evangelización para favorecer el pensamiento «occidental-cristiano». Éste es un detalle importante, porque nos muestra que los escritos sobre la religiosidad andina en general y la del altiplano en particular fueron producidos en un contexto de intereses religiosos profundos y a veces hasta contradictorios. Resultaron así, sin duda, objeto de manipulación por la evangelización y la extirpación de idolatrías en los siglos XVI y XVII. Es pues evidente que muchas de las crónicas están 319 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? signadas por sus propios intereses y visiones del mundo. Al respecto, algunos autores señalan que es entendible que se quisiera encontrar un «Dios Supremo», «Creador», vinculado con la religión monoteísta, al punto que se llegó a relacionar a este personaje con versiones bíblicas, con la presencia de algunos santos y apóstoles como santo Tomás o san Bartolomé. Se lo representó así como un hombre con barbas que llevaba un bastón y larga vestimenta; a decir de estos autores, tales versiones revelan un carácter religioso interesado y están impregnadas de la estructura de pensamiento propia de sus autores. Otros estudiosos niegan la categoría de Dios Creador y se resisten a igualarlo al Dios cristiano. Entre estos últimos están Henrique Urbano (1981), María Rostworowski (1983), Pierre Duviols y César Itier (1977). Ellos sostienen que la figura de Wiracocha fue manipulada para compararla con la del dios cristiano y así cumplir mejor su misión evangelizadora. Aun ahora, este punto no se ha agotado. Además, es importante tener en cuenta que los cronistas tampoco escribieron todo lo que escucharon, sobre todo si no eran «hechos coherentes» con su pensamiento y para los propósitos de evangelización. Esto se puede colegir de algunas versiones como la del cronista español Cieza de León: «Reídome de lo que tengo escripto de estos indios, yo cuento en mi escritura lo que ellos a mi contaron por la suya y antes quito muchas cosas que añadir una tan sola [...]» (Cieza de León 2005: 315). En el capítulo C, este autor agrega: De lo que se dice de estos Collas de su origen y trage y como hacian sus enterramientos quando morían […] Muchos de estos indios cuentan que oyeron a sus antiguos [...] Y dan a entender, que es mucha la antigüedad de sus antepasados, de cuyo origen cuentan tantos dichos y fábulas, si lo son, que no quiero detenerme en lo escribir, por que unos 320 dicen que salieron de una fuente, otros de una peña, otros de lagunas (Cieza de León 2005: 255). Como se ve claramente, el cronista señala que no escribe todo lo que escucha. Por otra parte, en sus Comentarios reales Garcilaso de la Vega también refiere no entender quién es Tici Viracocha. Menciona que los indios no dan las debidas explicaciones a los españoles, porque éstos todo lo tienen por invención del demonio: Los indios no saben de suyo o no osan dar la relación destas cosas con la propria significación y declaración de los vocablos, viendo que los cristianos españoles los abominan todas por cosas del demonio, y los españoles tampoco advierten en pedir la noticia dellas con llaneza, antes las confirman por cosas diabólicas como las imaginan. Y tambien lo causa el no saber de fundamento la lengua general de los Incas para ver y entender la deducción y composición y propia significación de las semejantes dicciones. Y por esto en sus historias dan otro nombre a Dios, que es Tici Viracocha, que yo no sé qué signifique ni ellos tampoco (Garcilaso de la Vega 1985 [1609], libro II, capítulo II: 48). En esta misma línea encontramos una versión de Bernabé Cobo en la que se puede ver claramente que no escribe lo que no estaba en su esquema mental. Habla de idolatrías; señala que «deja aparte torpesas, cosas obsenas e idolatrías»; no ha querido poner en sus escritos la «falsa y las suciedades que tenia la religión», como se puede ver en el párrafo siguiente: Finalmente, observaban mucho los sueños y pedían a los hechiceros y adivinos se los declarasen e interpretasen, dando entero crédito a lo que éstos les decían. Esto es lo principal que tenían estos indios peruanos de idolatrías, dioses, ceremonias, ritos y supersticiones, dejado a parte lo que como gente bestial, inmunda y sujeta al demonio, tenia de torpesas y cosas Ricardo Bardales Vassi obsenas que mesclaban con sus ritos [...] Pero no he querido poner en esta relación y tratado de su falsa Religión cosa que pudiese ofender las orejas castas del cristiano lector; y así, de propósito, he dejado las suciedades que tenían por Religión y con que acompañaban muchas de sus idolatrías y supersticiones (Cobo 1964b, libro XIII, capítulo XXXVIII: 234). Por su parte, el cronista Juan de Betanzos califica de idolatrías y bestialidad algunas versiones vinculadas con Wiracocha: «Otras muchas cosas hubiéramos aquí escrito desde Viracocha, según que estos indios me han informado del si no por evitar proligidad y grandes idolatrías y bestialidad no las puse donde las dejaremos […]» (Betanzos 1999, capítulo II: 15). De tal modo, los cronistas dejaron de lado la cosmovisión y la religión del mundo andino. Sin embargo, no podemos decir que lo que refieren carece por completo de veracidad. Hay aún, en este campo, materia para la investigación. Las crónicas hacen referencia al dios Wiracocha, espacialmente vinculado con Tiahuanacu y el lago Titicaca como centro de su origen. Habría sido, entonces, un «ser» de gran importancia en la religiosidad del altiplano. Estos hechos nos conducen a considerar que Wiracocha fue en algún tiempo una imagen o símbolo importante en la cuenca del Titicaca, que habría llegado hasta el pleno florecimiento de la cultura Tiahuanacu, y que la Puerta del Sol sería la escultura que muestra la máxima expresión de su arte, al plasmar a su deidad principal y su cosmovisión. Entre las versiones de los cronistas que señalan el origen de Wiracocha en el lago Titicaca y Tiahuanacu tenemos la de Betanzos, quien dice al referirse a Con Tici Viracocha: […] dicen que salió de una laguna que es de esta tierra del Perú en la provincia que dicen del Colla suyo un señor que llamaron Contiti Viracocha […], y como este hubiese salido de esta laguna fuese de allí a un sitio que junto a esta laguna está donde hoy día es un pueblo que llaman Tiaguanaco, en esta provincia ya dicha del Collao (Betanzos 1999, capítulo I: 11). Por su lado, Pedro Sarmiento de Gamboa indica: «Otros afirman que esta creación el Viracocha la hizo desde el sitio de Tiaguanaco […]» (Sarmiento de Gamboa 1942, capítulo 7: 53); por su parte, el cronista José de Acosta señala: Como quiera que sea, dicen los indios que con aquel su diluvio, se ahogaron todos los hombres, y cuentan, que de la gran laguna Titicaca salió un Viracocha la cual hizo asiento en Tiaguanacu, donde se ven ruinas y pedazos de edificios, antiguos y muy extraños, y que de ahí vinieron al Cuzco, y así tornó a multiplicarse el género humano (Acosta 1962: 62) (figura 610). Fig. 610 Balsa del lago Titicaca, muestra de una herencia ancestral. 321 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? El cronista Guaman Poma de Ayala utiliza el nombre «Ticze Uiracocha»: «Estos primeros indios llamados Uariwiracocha runa adoraban al Ticzi Uiracocha, Caylla Uiracocha, Pacha Cámac, Runa Rurac, hincados de rodillas, puestas las manos y la cara mirando al cielo [...]» (Guaman Poma 1993: 45). Por su parte, Posnansky hace referencias del dios «Khunu Titi Huirajocha» o «Khunu Tisis Huirajocha», y agrega: «También es sabido que Huirajocha fue uno de los poderosos dioses adorado por los grupos de razas vivientes en el altiplano, en épocas precolombinas» (Posnansky 1914: 19). Como hemos visto, en las versiones de las crónicas coloniales no existe, lamentablemente, concordancia en relación con los términos que se utilizan para designar al mismo personaje; hay otros calificativos o atributos como Con Titi, Condici o Ticci (hacedor, principio, criador). Esto hace más complicado averiguar y entender mejor su verdadero significado. Y aunque aquí no pretendemos llegar a un planteamiento definitivo, pues ésta es tarea de los especialistas en el tema, reseñaremos las diferentes palabras que acompañan al dios Wiracocha. Para empezar, según el cuadro 5.1 indicamos el significado que le dan los cronistas. Cuadro 5.1 Nombre y significado que asignan los cronistas al dios Wiracocha Cronista Nombre que se le atribuye Significado que se le designa Juan Betanzos (1551) Con tici Viracocha "Dios hacedor del mundo" Pedro Cieza de León (1556) Tici Viracocha "Hacedor, principio de todas las cosas" Bartolomé de las Casas (1566) Condici Viracocha "Hacer del mundo" Sarmiento de Gamboa (1572) Viracocha Pachayachachi "Criador de todas las cosas" Cristobal de la Molina "El cuzqueño" 1572 Tecsi Viracocha "Incomprensible Dios" Pedro Gutiérrez de Santa Clara Viracocha "Espuma de la mar" o "Manteca de la mar" Acosta de José Viracocha Pachacamac Pachayachachic "Que la mar lo engendró" "Criador del cielo y de la tierra" ¿Fuente? 1.1.Wiracocha Desde el punto de vista lingüístico, el quechua cree pertinente separar Wira y Qocha. El primero, según los diccionarios de Santo Tomás (1560) y Gonzales Holguín (1608), está relacionado con 322 «grasa», «engrase», «engorde», de lo que podría deducirse que la grasa estaba asociada a la vida, al «líquido vital», y que se relacionaba con fuego y luz, al utilizarse la grasa como combustible. Para Gisbert, «grasa» es lo mismo que «ánima» o «espíritu». Por su parte, Bertonio refiere la palabra Ricardo Bardales Vassi Wira vel wä wä: «El suelo, o cualquiera cosa que va cuesta abajo» (Bertonio 1993 [1612]: 970). En lo que concierne a la palabra qocha, en quechua significa «agua», «lago» y «mar», de manera que Wiracocha podría entenderse también como «espíritu del agua». Así lo señala la mismoa Gisbert (¿AÑO?: 354). Para Cerrón Palomino sería «lago vivificador» (entrevista personal, 2008), mientras que para Gutiérrez de Santa Clara significaría «espuma de la mar» o «que la mar lo engendró» (Urbano 1981: 16). El cronista José de Acosta lo califica como «Supremo Señor” y «Hacedor de Todo» y lo relaciona con Pachacámac, Pachayachachi y Usapu: «[...] y así comúnmente sienten y confiesan un Supremo Señor y Hacedor de todo, el cual los del Pirú llamaban Viracocha, y le ponían nombre de gran excelencia, como Pachacámac o Pachayachachi, que es creador del cielo y tierra, y Usapu, que es admirable, y otros semejantes» (Acosta 1962: 219). En las crónicas aparecen referencias a que Wiracocha era reputado de «incomprensible»: su nombre era demasiado sagrado y misterioso para ser pronunciado. Cristóbal de Molina lo ha considerado como Tecsi Viracocha, que quiere decir «incomprensible Dios» (Molina 1947: 26); por su parte, el padre Cobo señala: Daban a la primera causa títulos y nombres de gran excelencia: los más honrosos y usados eran dos; ambos traslaticios y de gran énfasis: Viracocha el uno, y el otro Pachayachachic; al primero solían anteponer o posponer algunas palabras, diciendo unas veces Ticciviracocha, y otras Viracocha yachachic [...] El de Ticciviracocha era tenido por misterioso, el cual, interpretado, significa «Fundamento Divino»; el nombre de pachayachachic quiere decir «Criador del Mundo» (Cobo 1964b, capítulo V: 155). Blas Valera, a su vez, refiere: «También dijeron que el gran Illa Tecce Viracocha tenia criados invisibles, por que al Invisible le habían de servir invisibles. Dijeron que estos criados fueron hechos de nada por la mano del gran Dios Illa Tecce [...]» (Valera 1945: 5). Esta última referencia no hace otra cosa que afirmar que este personaje no necesariamente estaba concebido para ser observado a simple vista (figura 611). Fig. 611 Felino Choque Chinchay o Caral (Huaca Prieta) ¿? MARCA DEL AUTOR. 323 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? Por otra parte, en el periodo Inca a Wiracocha se lo ha representado de varias formas: en unos casos como una figura antropomorfa, como relatan los cronistas. Molina el Cusqueño describe en forma breve las características del Hacedor en el templo del Cuzco: [...] el cual era el Pachayachachi, que quiere decir «Hacedor» [...] Y así con este acuerdo y conocimiento mandó hacer las casas y templo de Quishuar-cancha [...] donde puso la estatua del Hacedor de oro del tamaño de un muchacho de diez años; el cual era figura de un hombre puesto en pie, el brazo derecho alto con la mano casi cerrada y los dedos pulgares y segundos altos, como persona que estaba mandando» (Molina 1947: 38). A su turno, Cieza de León lo describe como la figura de un apóstol en el templo de Chaca (Cacha): «[...] con vestimenta y una corona o tiara en la cabeza [...] Algunos dijeron que podía ser esta hechura a figura de algún apóstol que llegó a esta tierra» (Cieza de León, I, capítulo XCVIII: 2005: 251). Otra “versión” de Wiracocha se puede observar en el dibujo de la plancha del altar mayor que representa Santa Cruz Yamqui Pachacutic Salcamayhua (1613), en el que aparece en forma de óvalo o «huevo», como el Hacedor (Santa Cruz Pachacuti 1993: 208). Como se sabe, el huevo expresa «el origen» o «germen». Esta representación fue hecha en una lámina de oro, y el óvalo se ubica en el centro superior (universo), en un lugar preferencial, entre el Sol y la Luna y rodeado de un conjunto de elementos vinculados con la astronomía y la naturaleza. Aquí es interesante recordar cómo lo llaman en algunos de los himnos: «Oh almácigo de sustancia vital […]», lo que nos recuerda el dibujo y alegoría que se encuentran en el podio (parte inferior) del «Señor de los Cetros» de la Puerta del Sol, la criatura «germen del agua» (figura 683). Al respecto, Ziólkowski, haciendo una referencia a la traducción de Wiracocha por Szeminski como 324 «el almácigo de la sustancia vital», señalaba: «Szeminski está convencido que en los himnos dirigidos a Wiracocha y particularmente los transcritos por Cristóbal Molina “El cusqueño”, se manifiestan conceptos de indudable origen prehispánico. Se descartaría, así mismo, cualquier influencia europea, entre otras razones porque los rasgos del “dios creador” evocado en los himnos no coincide con los atributos del dios cristiano» (Ziólkowski Mariusz 2001: 278, en Szeminski ms: 25, 27 “Del sexo del Creador y del interprete traicionero”). Supuestamente, la concepción de Wiracocha no ha sido la misma en el tiempo y el espacio. Este tema —si Wiracocha es «creador» o no— resulta todavía bastante polémico; y aunque sería pretencioso deslindarlo aquí, existen en la representación de la Puerta del Sol evidencias iconográficas sobre la gestación de la vida a través del «germen felino-ofidio» en el podio, donde se encuentra parado el personaje central , como el inicio de un proceso evolutivo ascendente (figura 612). En las crónicas también se hacen referencias a representaciones de Wiracocha en forma redonda. En el documento de la lista de las huacas del sistema de los ceques en el camino al Antisuyo, Cobo señala: «La segunda Guaca se decía Turuca, era una piedra casi redonda que estaba junto al dicho templo del Sol, en una ventana, la cual decían que era Guáuque de Ticciviracocha. Hacíasele sacrificio universal por todas las necesidades que ocurrían» (Cobo 1964, libro XIII, capítulo XIV: 175). Si se señala que era «hermano» de Wiracocha, ello podría significar que en otro lugar existía otra similar (figura 613). En lo que atañe al significado de Wiracocha con el término «origen-huevo», Szeminski, al referirse a la imagen de esta deidad y en relación con las oraciones recogidas por Juan Pachacuti Yanqui Salcamaywa, señala: «El dibujo del huevo con el comentario quechua del cronista presenta entonces a Wiraqucan como creador que causa que el mundo sea Ricardo Bardales Vassi Fig. 613 El personaje del «Señor de los Cetros» de la Puerta del Sol estaría representando al dios Wiracocha, relacionado con el agua, el suelo, la fertilidad y los fenómenos atmosféricos. Fig. 612 Placa del dibujo del altar mayor de Koricancha, por Juan Santa Cruz Yamqui Pachacutic (Museo de la Iglesia de Santo Domingo). habitado, rey, ordenador y fundador de todo, origen de todo (el huevo) […] El Wiraqucan no se identifica con el sol, es el sol de los soles» (Intipampa Aliaga 2006: 58, cita a Szeminski 1985: 262). Al respecto, hay un detalle en relación con Wiracocha y el culto solar en lo que concierne a la oposición de los rituales del solsticio de junio y el de diciembre; corresponde a Churi Inti el Sol joven, y a Apu Inti el Sol maduro, asociado a Wiracocha, como veremos con detalle más adelante. Volviendo a las piedras en forma ovoide, es interesante señalar la presencia de una de 60 cm de alto, ubicada en la entrada principal de la Basílica Catedral del Cuzco. Es una waca (óvalo sagrado) que hasta nuestros días, por tradición, representa al dios Wiracocha. «Esta waca aún representa al dios Wiraqocha como réplica, quizá de la que haya existido entronizado en este su templo como una deidad impersonal, y no tenía forma definida, sino como un ente abstracto, al igual como estaba representado el óvalo sagrado en el altar de Qorikancha […]» (Pinto 2000: 109) (figura 614). También es de resaltar que en el ingreso y en el piso de una cueva del «Templo de la Luna» de Quenko se encuentra una piedra labrada semicircular y con el signo escalonado, que Valenzuela ha denominado «ícono de Illa Teqsi Wiracocha o huevo cósmico» (Valenzuela 2006: 559). 325 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? Aquí también es de destacar la presencia de iconografías en las cerámicas Moche, donde se observa la figura del Ai Apaec en un ritual en el que aparece un personaje de cuerpo pequeño con cabeza ovalada, a manera de huevo. Se representa a una montaña con cinco picos; en el centro y la parte superior, como una figura de cuerpo pequeño boca abajo y con cabeza ovoide aparecen Ai Apaec y otros personajes en posición de meditación (figuras 615a y 615b). Por otro lado, tenemos otras dos cerámicas en cuya parte superior (espiral y montaña) está el mismo personaje echado y con la cabeza abajo. Algunos autores han visto allí un ritual de sacrificio. Fig. 614 Piedra ovoide llamada «Wiracocha» (Catedral del Cuzco). Fig. 615a-615b Cerámica Moche que representa un ritual en un apu o una montaña con cinco picos. En el centro y el pico más elevado, un personaje pequeño boca abajo con cabeza ovoide. Los que acompañan están en posición de meditación, incluyendo al presumible Ai Apaec. Museo...... ¿No se estará representando el cuti, el paso del infante al ser maduro o Ser Superior? 326 Tanto en la cerámica escalonada-espiral, como en la representación de la montaña, se aprecia la presencia de Ai Apaec, quien lleva un atuendo en la cabeza con un felino y una serpiente hacia abajo. El otro personaje es un antropo-lagarto con un cóndor en la cabeza y lleva la cola de una serpiente, en la otra cerámica es simplemente un lagarto; es de suponer que es la oposición donde hay una lucha por el poder y por ascender y lograr los atributos de los tres mundos y lograr consagrarse. Llegados aquí, nos hacemos la pregunta: ¿Estas escenas no estarán representando el ritual del cuti para la consagración y convertirse en el ser supremo o Wiracocha, donde aparece el personaje joven y el personaje maduro y lo que se muestra es el ciclo para lograr los atributos de los tres mundos, consagrándose como el ser ideal o el Ser Superior? Son éstos temas que merecen ser profundizados a la luz de las nuevas lecturas iconográficas (figuras 616 y 617a-617b-617c617d). La presencia religiosa de Wiracocha llega hasta nuestros días. Así, «la clase popular cristiana cuzqueña cree en el Taitacha Temblores, Una Punku y Wiracocha como la Trinidad Cristiana, aunque la mayoría señala que el señor de los TEMBLORES y UNU PUNKO son la encarnación de la WAKA APU KON TIQSI ILLA WIRAQOCHA, soberanos que ordenan el cielo, la tierra y el subsuelo» (Pinto 2002: 110. Cursivas en negrilla en el original; mayúsculas del autor). Ricardo Bardales Vassi Fig. 616 Dibujo del la cerámica escultórica escalonada-espiral Moche, encontrada en Chimbote, y los personajes que se representan. A ambos lados del escalonado se representa a dos personajes en posición de lucha: un antropomorfo con un felino en la frente y una serpiente en la parte inferior, mientras que al otro lado se ve un antropo-lagarto con un cóndor en la cabeza que por detrás lleva una cola de serpiente. En la parte frontal del espiral aparece un pequeño personaje boca abajo, como terminando e iniciando otro ciclo. Puede ser una representación del Cuti (tomado de Posnansky III, 1958). Fig. 617a-617b-617c-617d Dos vistas y dos detalles de otra cerámica Moche, en las que se puede observar un ritual de una lucha o competencia por ascender a la cumbre. A un lado el Ai Apaec, con un felino en la cabeza y una serpiente que se le desliza por los pies; en el otro lado, un lagarto natural, mientras que en la cumbre de un apu un cuerpo antropomorfo pequeño con cabeza ovoide se encuentra boca abajo, de modo similar a la representación anterior. Acompañan otros personajes en el ritual. ¿No será la representación del Cuti? (Museo …). 327 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? Tello relaciona a Wiracocha con el felino al referirse al motivo «felino-Wira-Kocha» (Tello 1923: 204): «La divinidad suprema, padre común de todo lo existente, no es otra que el jaguar, progenitor del feroz animal que impera en la tierra […]» (Tello 1923: 178). Y añade: La divinidad suprema Wira Kocha, cuyo origen, como se ha visto, se remonta a los tiempos más primitivos de la historia del hombre en esta parte del continente, constituyó en el Perú la divinidad general o racial, debido por un lado a su antigüedad, y por otro, al predominio que alcanzó en los imperios o grandes confederaciones de pueblos y tribus, que culminaron en el gran imperio inkano y en el que su culto alcanzó su máximo esplendor (Tello 1923: 202). Por su parte, Bonavia hace una interesante referencia a Wiracocha y la Puerta del Sol de Tiahuanacu apoyándose en otros autores: «Conrad y Damarest atribuyen el origen de la divinidad máxima celestial de los Incas al Dios de las Varas de la puerta monolítica de Tiahuanaco e inclusive Bennett lo llama Viracocha» (Bonavia 1991: 425). Por otro lado, Milla Zadir, siguiendo a Tello, también considera que Wiracocha está relacionado con el felino y que su origen se remonta a varios miles de años, hasta el Tahuantinsuyo: «El culto a Wira Qocha, en su personalidad mítica de Felino de Luz, Kon Titi o Choque Chinchay, fue el eje de la mitología, espiritualidad y organización social ancestral del Tawantinsuyo, desde los tiempos de los centros ceremoniales de Caral, Valdivia y Huaca Prieta, hace ya más de 5 000 años» (Milla 2004: CD – Nº 2). Otros autores también consideran a Wiracocha como una divinidad que encarna la fertilidad del suelo y de las aguas; para Makowski es un dios animador y señor de los fenómenos atmosféricos y que se difundió en los Andes desde la época de 328 Chavín (Makowski 2000: XXI), y Kauffmann lo ha denominado «el Dios del Agua Andino». Por todas las referencias recién citadas podemos considerar a Wiracocha como un dios panandino, venerado con diversos nombres y representado en varias formas, y que fue considerado como desde el dios creador hasta un héroe mítico múltiple que creó la humanidad; además, se le atribuyen varias representaciones en el tiempo y espacio del mundo andino, desde el felino, antropofelino, antropomorfo (tamaño de niño), de figura ovoide, como el Sol (Sol viejo o el Sol de soles). Al respecto, Rivara de Tuesta, haciendo referencia a Wiracocha, menciona: «[…] se da temporalmente, es decir, desenvolviéndose en el tiempo, nunca como algo acabado, fijo o conocido, sino adquiriendo mayor riqueza y contenido de significación a través de su propio quehacer en el tiempo» (Rivara de Tuesta 2000: 3). En esta misma línea, Gisbert señala: «En Viracocha se esconde un ser plural cuya naturaleza asoma a través de sus diferentes nombres, los cuales, además de señalar las características del dios, dan testimonio de las divinidades que en él se insumen ya sea en el espacio o el tiempo. Entre los nombres de Viracocha tenemos: Con, Pachayachachic, Ticsi, Caylla, Tocapu, etcétera» (Gisbert 2001?: 59, en López 2007: 96). Su presencia se ha dado desde el periodo Arcaico Tardío, y aparece representado en el mate de Caral, en grabados de Pacopampa, en piedras labradas de Chavín, en los tejidos de Karwa de Paracas, en las esculturas de Pukará, en la Portada del Sol de Tiahuanaco, en los tejidos ceremoniales de Huari y en la época Inca en Machu Picchu, como veremos más adelante. En la mitología Inca, Wiracocha era la divinidad casi invisible. Supuso un concepto abstracto e intelectual, elitista, presumiblemente destinado sobre todo a la nobleza y un alcance social restringido; así lo manifiesta Cobo al referirse a los incas: «Todo lo cual fundaban ellos por sus imaginaciones, sueños, revelaciones y mandatos que fingian tener de sus dioses, a fin de hacer Ricardo Bardales Vassi entender al pueblo rudo, que a ellos solos y a quién ellos quisiesen era permitida la veneración del Viracocha, que era su principal dios [...]» (Cobo 1964b: 146). En los capítulos VI y VII seguiremos tratando este tema en el marco de nuevas evidencias. Dice: «este sea varón, esta sea mujer» Creador de los emisores de la luz que alumbran a todas las cosas! ¿Dónde estás? ¿No podré verte? ¿En el lugar de arriba, en el lugar de abajo, en la tierra está tu real usnu? 1.2. Oraciones a Wiracocha ¡Tú, que el mar de arriba extiendes, Y en la sede del mar de abajo te conviertes, Alma del tiempo espacio, Creador intencional del ser humano Señor! Es interesante señalar la existencia de algunas oraciones o himnos dedicados a Wiracocha, dados a conocer en la Colonia y que si bien tienen influencias evangelizadoras, reflejan algunos elementos de la cosmovisión andina y manifiestan conceptos de indudable origen prehispánico, como lo han señalado algunos estudiosos. Es el caso del himno recogido por Juan de Santa Cruz Pacha Cuti Yanqui Salcamaygua en «Relación de antigüedades deste reyno del Piru», escrita alrededor de 1615 y analizada por Szeminski (Szeminski 1997: 173-174), quien lo traduce al español: ¡Oh Almácigo dador de Vida, rey Que pone fundamentos, señor, que Nosotros tus criados hacia ti con Nuestros ojos imperfectos mirarte queremos. Mientras que yo te mire y conozca, te señale y te entienda, me verás y me conocerás. El sol y la luna, el día y la noche, el verano y el invierno no son en vano. Lo mandado anda. A lo señalado y a lo medido llega. ¿Cuál eres tú, quien el cobre ordenador Me hiciste llevar? ¡Dime nomás: ¿qué?, escúchame nomás, mientras que todavía no me he cansado ni muerto! (figura 618). Fig. 618 Machu Picchu, donde se siente que la naturaleza se fusiona con el misterio. El himno a Wiracocha dice: «Nuestros ojos imperfectos mirarte queremos» (¿Viracocha estaba oculto?). 329 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? Por su parte, Itier (en Santa Cruz Pachacutic 1993: 140-141) también hace una interpretación fonológica y una traducción como texto 1: «Oración de Manco Capac al Señor del Cielo y Tierra» (f9v) de Juan Santa Cruz Pachacutic Yanqui»: «[...] y en este tiempo disen que el dicho Manco Cápac siendo ya muy biejo solían dezir quando oraba por la prosperidad de su hijo hincadas de rodillas, diziendo anssi (oración que inventó el viejo Manco Cápac Ynga con intención de hallar al señor del cielo y tierra)»: 1. Oh, Viracocha, Señor del Principio, Señor que dijiste: «éste sea varón, ésta sea mujer», Creador de todas / las partes del mundo/, ¿dónde estás? 2. ¿No te puedo ver? 3. ¿Estás arriba, estás abajo o está en medio tu trono? 4. ¡Contéstame, te lo ruego, Creador de la extensión del mar de arriba y del mundo en que vivo, el mar de abajo, Señor Hacedor de la Gente! 5. Tus siervos, que te buscamos con nuestros hojos nublados, queremos verte. 6. Cuando yo vea y sepa, cuando entienda y comprenda, me verás y sabrás de mí. 7. El sol y la luna, el día y la noche, el verano y el invierno no existen sin causa, están gobernados, caminan según les ha sido señalado, a lo que les ha sido medido llegan. 8. ¿Cuál eres, tú que me hiciste llevar el cetro real? 9. Contéstame y escúchame, te lo ruego, antes de que me canse y me muera. No es nuestra intención analizar la traducción del texto ni, menos, polemizar en un tema que no es de mi competencia; solo tomaremos lo pertinente de acuerdo con lo encontrado en la iconografía de la Puerta del Sol. En la primera versión es 330 interesante resaltar que «¡A Wira Quchán, tikzi Qapáq!» se traduce como «¡Oh almácigo dador de vida, rey!»; es decir, un ser que tiene el atributo de generar vida, que es creador de la luz (¿el Sol?). Por otro lado, y en ambos casos, no se lo identifica como hombre ni como mujer (andrógino), de modo que no se puede tener una definición precisa y concreta del personaje. Se pregunta: «¿Dónde estás? / ¿No podré verte?»; tampoco se define su ubicación (arriba, abajo, en la Tierra o en su «real usno» o trono), dando a entender que no es visible (¿o está escondido?). En la siguiente estrofa se señala: «Tú que el mar de arriba extiendes / Y en la sede del mar de abajo te conviertes», lo que podría interpretarse como que se convierte o surge del agua (¿reflejo, efecto espejo?). Habla del alma tiempo-espacio (Pacha); ¿no tendrá esto que ver con la cuarta dimensión? En el tercer párrafo se insiste en mirarlo. También se destaca la dualidad: señala a la Luna y el Sol, el día y la noche, el verano y el invierno, que tienen un sentido y un valor en la cosmovisión, una causa, y estas dualidades son gobernadas por Wiracocha. Resumiendo, se configura un dios que controla todos los principios ordenadores del mundo, cuyo eje vendría a ser la dualidad complementaria. Tiene una ubicación indefinible u oculta, actúa desde dentro, desde las aguas (figura 619). De la oración primera del Hacedor de Cristóbal de Molina que analiza Szeminski se desprende que la divinidad se encuentra en la luz o la oscuridad. Está dentro del mundo, caracterizado por la existencia de nubes y sombras: cambios y movimiento. Wira Quchan es imaginado como un ser antropomorfo. Por otra parte, debemos destacar aquí el vínculo establecido por Szeminski entre las culturas de Tiahuanacu y el Cuzco a partir de estas oraciones: «Las oraciones confirman el predominio de la tradición religiosa sureña en el Quzqu, tradición casi seguramente originada en Thya Wanaku» (Szeminski 1997: 154 y 374). Ricardo Bardales Vassi Fig. 619 Lago Titicaca resplandeciente, origen de Wiracocha. 1.3.Pachayachachic Con respecto al término pacha, se sabe que no solo significa «mundo», como algo vago; todo lo contrario: estaría relacionado con una cuestión integral del tiempo y del espacio que da más amplitud al término, como ha sostenido Gonzales Holguín (1989: 268): «tiempo, suelo, lugar». Según el análisis de Itier, Pacha Yachachiq vendría a ser «el que lleva la superficie de la tierra al punto de desarrollo requerido» (para su aprovechamiento agrícola) (Santa Cruz Pachacutic 1993: 161), en lo que constituiría un rito vinculado a la producción, muy común en la cosmovisión andina. Como se puede comprender, estaríamos hablando de un héroe Wiracocha que lleva a la tierra a su pleno desarrollo y poblamiento, es decir, que cuida de los cultivos y todo cuanto esté en la superficie de la tierra para uso agrícola y beneficio de sus pobladores. Por su parte, Duviols propone como equivalente de su significación: «El maestro que sabe concebir y organiza bien el mundo» (Duviols 1977: 58), y para Cerrón Palomino es «el que da vida al mundo», es decir, «el gran ordenador» del 331 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? mundo, con una facultad dinámica (entrevista personal con Rodolfo Cerrón Palomino 2008). Algunos estudiosos identifican a Wiracocha Pachayachachic con algunas de las formas del Sol, la del Sol verdadero e invisible, dado que el Sol natural es solo la imagen visible de Pachayachachic. Sobre este tema los investigadores no se han puesto de acuerdo; en algunos momentos parece haber alternancia, y en otros se crea un paralelo Sol-Wiracocha. Duviols señala que debía de tener el sentido de «Sol fecundador» (en Santa Cruz Pachacutic 1993: 112). Y Cobo lo ha llamado «Criador del Mundo» (Cobo Fig. 620 Pachayachachic relacionado con la imagen del Sol. 332 1964b: 155). Urbano, por su parte, señala: «Por lo que queda averiguado, Pachayachachi o Tecsi Viracocha representa la sabiduría o la capacidad de ordenamiento del mundo y de las cosas, de las cuales participan también los dos hijos héroes, Imaymana y Tocapo» (Urbano 1981: XXXII). En síntesis, se podría interpretar a Wiracocha Pachayachachic como el sabio, gran fecundador y ordenador de la pacha: el que da vida, el que con su poder hace que el agua y la tierra generen vida, es decir, el germinador, el creador (figura 620). Ricardo Bardales Vassi 1.4.Con Tiksi o Tecsi En lo que atañe al vocablo Con, los cronistas que lo mencionan son Bartolomé de Las Casas y Juan de Betanzos. Algunos investigadores consideran que Con no pudo estar presente en los mitos altiplánicos, porque estaría sustentado en el afán de simplificar «héroes» y «deidades». Por otro lado, se sabe que su origen mítico vendría de la costa, como afirman López de Gómara y Agustín de Zárate, es decir, que los misioneros, en un intento de unificar, trataron de asimilarlo: «Uno de los epítetos de Viracocha es Con, por lo que podemos suponer que Viracocha asimiló a Con, primer dios creador. Por ello el nombre de Con Ticsi Viracocha Pachayachachic» (Gisbert XXXX: 358). En tal sentido, Con (o Kon) está considerado como una antigua deidad costeña, eminentemente volador; no tenía huesos, era rápido y muy ágil, y se lo vincula a la zona Sur (Paracas y Nazca), representado en finos tejidos y en los decorados de las cerámicas, volando, con máscaras felínicas, portando báculos y cabezas-trofeo (figura 621). En el cuadro 5.2 presentamos las expresiones de los diferentes cronistas con sus respectivos atributos, lo que permite observar las variaciones. En relación con Tiksi, tanto Betanzos como Las Casas hablan de Contiti o Conditi; sin embargo, Cieza de León y los demás escriben Tici, Ticci y Tecsi, es decir, se pierde el antepuesto Con, ya explicado. De tal modo, podemos decir que Las Casas quiso referirse a Dici, mientras Cieza, Sarmiento y Molina escriben Ticci o Tecsi y Betanzos se refiere a Titi. Es muy importante hacer una aproximación a los significados originales de estos términos. Al respecto, el único que ofrece referencias sobre estos vocablos, según Armas Asín, es el jesuita Cobo, quien dice que Ticci era «fundamento divino». Según Domingo de Santo Tomás (1560), Ticsin es «principio, fundamento de un edificio», y ticsini es «poner Fig. 621 El dios Kon en cerámica de Paracas ¿MUSEO ?. Cuadro 5.2 Atributos que asignan los cronistas a Wiracocha Cronistas Atributos Juan de Betanzos (1551) Contiti Viracocha Cieza de León (1553) Ticiviracocha Bartolomé De las Casas (1566) Condici o Conditi Viracocha Sarmiento de Gamboa (1572) Ticci Viracocha Cristobal de Molina "el cuzqueño" 1572 Tecsi Viracocha ¿Fuente? 333 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? fundamento». Por su parte, Gonzales Holguín señala que Ticci se refiere a «origen, principio, fundamento, cimiento, causa» (Gonzales Holguín 1952: 340). De acuerdo con estas referencias, esos términos estarían relacionados con principio y fundamento, presumiblemente «fundamento de la vida». En lo que concierne a la traducción de estos términos, hay referencias que coinciden con la figura dual e invertida del presente estudio y que merecen ser analizadas y profundizada. A partir del diccionario de Gonzales Holguín, y siguiendo la raíz tiq o tik, tenemos un tikrani, «volver lo de adentro afuera, al revés de lo que estaba»; también se tiene la palabra ttiksu o ttiksu ttiksulla, «al revés, lo de arriba abajo» (Gonzales Holguín 1952: 341). Por su parte, Rostworowski señala que la voz ticcu o ticcuk significa «lo que está boca abajo» o trastornado; y ttiksy o ttiksu hiksulla, «al revés, lo de arriba abajo». La misma Rostworowski propone una reflexión interesante: «Quizás esta hipótesis sea demasiado aventurada, pero no olvidemos que muchas de las ideas indígenas se tergiversaron y se les dio una acepción que no tenían. Esta palabra unida al sentido que sugiere Urbano para la voz Viracocha, de ir cuesta abajo, daría la explicación de un movimiento contrario, a la inversa» (Rostworowski 1981: 24).18 Estas versiones de los citados autores son de interés especial, dada la forma cómo se ha encontrado la figura del rostro antropofelino, dual e invertido —es decir, al revés—, como ya se ha explicado. En relación con titi, en la lengua aimara designa al puma o gato de agua. Al respecto, Cerrón Palomino señala que «existe superposición de conceptos: “titi” que estaba referido al dios felino (gato montés) y “tiqsi”, que significa fundamento, borde, origen. Los vocablos son de origen aimara y quechua respectivamente» (entrevista personal 18 334 con Rodolfo Cerrón Palomino, 2008). Este análisis merece ser profundizado desde el punto de vista filológico, en el contexto de este nuevo redescubrimiento. 1.5.Wiracocha, Illaq Illa del Universo El atributo «I» refiere a un dios puquina, reputado como luz, brillo, reflejo, aureola (Aguilo 1988: 83); e Illa es «cosa brillante». Al respecto, Montesinos traduce Illatici Huira Cocha como: «[…] el resplandor y abismo y fundamento en quien están todas las cosas», porque Illa significa el resplandor y tici fundamento; antiguamente, antes de corromperse, Huira se llamaba Pirua, que es el depósito de todas las cosas, y cocha, abismo y profundidad» (Montesinos 1930: 55). Por otro lado, el cronista Blas Valera, al referirse a Illa Tecce y Viracocha, señala: «Creyeron y dijeron que el mundo, cielo y tierra, y sol y tierra, fueron criados por otro mayor que ellos: a este llamaron Illa Tecce, que quiere decir “Luz Eterna”» (Valera 1945: 3). Aquí son destacables los términos resplandor o reflejo y luz, que puede ser producido en el agua y con la iluminación solar. En relación con el término Illatici, es interesante mencionar una referencia de Montesinos, vinculada a la aparición de Manco Cápac. Éste, al dirigirse a sus embajadores (Cuzco), manifiesta: El Illatici Huira Cocha, el sol, mi padre, en sus ocultos juicios, tienen determinado mi sucesión y los discursos venturosos por donde han de caminar los de mi linaje, a cuya causa, me es fuerza abrazar lo que ellos tienen ordenado y determinado, y haciendo lo contrario será cortar el hilo de mis venturosos hados; y así, determino, con el parecer de los mios (Montesinos 1930: 13). Hablando de Ticiviracocha, afirma que en la provincia del Collao lo llaman Tuapaca. Ricardo Bardales Vassi Esta versión no hace más que acercarnos a establecer la conexión de los incas con Illatici Huira Cocha desde Manco Cápac (figura 622). También debemos señalar que en la época Inca Illapa era una deidad muy importante, vinculada con el rayo, el trueno, la tempestad, la lluvia y el arco iris; es decir, tenía el poder de hacer llover, granizar y tronar. Formaba parte de una trinidad mayor junto con el dios Wiracocha y el Sol, reverenciados en el templo del Coricancha. Se cree ver su imagen representada como una serpiente en forma de arco con dos cabezas. 1.6.Tuqapu e Ymaymana Wiracocha Es el cronista Molina (1575) el que menciona la presencia de Ymay Mama Viracochan y Tocapo Viracochan, haciendo referencia a los hijos de Wiracocha (Molina 1947: 27). Imaymana haykaymana, «donde están todas las cosas», tenía como función poner nombre a todos los árboles, flores y frutas, y enseñar sus propiedades. El cronista Pachacuti lo nombra en la imagen del altar del Qoriqancha como «los ojos ymaymana ñauraycunap ñawin», que significa «los ojos. Todas las cosas, todas las cosas que hay» (Santa Cruz Pachacutic Yanqui Salcamaygua 1993: 36), que simultáneamente simboliza ojos de agua o puquios y los espejos de agua representando la constelación de Choqe Chinchay, que está relacionada con el principio de la vida en la naturaleza y a la siembra. Según Ludovico Bertonio, tocapu amawt’a significaría «el hombre de gran entendimiento»; tocapu quillcata sería «cosa bien pintada y así de otras cosas»; tuqapu isi, «vestido o ropa del Inca hecha de las mil maravillas» (Bertonio 1993 [1612]: 911). Fig. 622 Luz, brillo y reflejo, atributos de Wiracocha. Un rayo de luz en la sombra, chullpa de Cutimbo (Puno, observatorio astronómico). En lo referente al quechua, recurrimos a Gonzales Holguín, para quien tocapu designaba «los vestidos de lavores preciosos o paños de lavor texidos», mientras que acnopuy ttocapuy 335 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? era «cosa muy galana, o cualquier cosa o buen vestido, que estos lo eran del Inca» (Gonzales Holguín 1989: 344). Es interesante resaltar que en los tocapus del estilo Huari-Tiahuanacu encontramos diseños abstractos, con el medio rostro del supuesto Wiracocha y los signos escalonado diagonal y espiral, cuyo origen está en la Puerta del Sol y a los cuales podríamos llamar «Tucapus Wiracocha». 1.7.Thunupa Con respecto a esta deidad, la mitología tiene varias versiones coloniales; destaca, por un lado, la que señala que es un personaje enviado de Wiracocha, dios creador; otros lo consideran su hijo y también lo convierten en el antecedente de Wiracocha: Para Rowe, la antigüedad del culto a Tunupa es similar a la que pudo tener el culto al rayo, y relaciona a Tunupa con el trueno y el rayo. Sin embargo, es probable que Illapa sea un desdoblamiento y personificación posterior de uno de los poderes de Tunupa, dios que adquiere caracteres muy universales hasta convertirse en el antecedente de Wiracocha (López 2007: 91). Los cronistas Santa Cruz Pachacutic Yanqui, Guaman Poma y el padre Ramos Gavilán, interesados en probar que el cristianismo tuvo antecedentes precolombinos en América, distorsionan deliberadamente el mito andino para relacionar a Thunupa con algún santo cristiano como santo Tomás y san Bartolomé. Por otro lado, en las crónicas de Cieza, Las Casas y Sarmiento se hace referencia a algunas variantes terminológicas, como Taapac, Tuapaca, Taguapica, Taguapaca o Tarapaca. Así, Cieza de León (1553), hablando de Ticiviracocha, afirma que en la provincia del Collao lo llaman Tuapaca, cuyo significado en quechua está compuesto 336 por tawa o tagua («cuatro») y paca, que Gonzales Holguín (1608) traduce como «cosa secreta, encubierta o escondida, o guardada de verla» (Gonzales Holguín 1989: 266). Y Bertonio señala en su léxico aimara: Dios fue tenido destos indios uno a quien llamavan Tunupa de quien cuentan infinitas cosas. De ellas muy indignas no solo de Dios, sino de cualquier hombre de razón, otras que tiran algo a los misterios de nuestra santa fe. Mucho haría el caso declarar a los indios los embustes de Tunupa, para que todo lo que de él cuentan se vea claramente ser fábula y se desengañen (Bertonio 1993 [1612]: 284). A Thunupa también se lo ha relacionado con el fuego celeste, el fuego, el rayo y los volcanes. Las interpretaciones son muy genéricas, e intereses doctrinarios las ligaron con las versiones bíblicas; también tuvo calificaciones negativas, como embustero y revoltoso (figura 623). Cuenta el mito que este personaje recorría el Collao como un maestro peregrino, hasta que sus enemigos (seguidores del dios Wiracocha) lo capturaron, lo amarraron a una balsa de totora y lo desaparecieron por el río Desaguadero, en el lago Titicaca. Como hemos señalado, unas versiones consideran al personaje como predecesor del dios Wiracocha, mientras otros lo relacionan con el Iqaqu o Ecaco, posterior a Wiracocha, y otros ligan a Tunupa con Tonapa y Wiracocha como un mismo personaje, como menciona Santa Cruz Pachacuti: Y pasado algunos años, despues de aberlos ydo y echado a los demonios [...], an llegado entonces a estas provincias y reynos de Tabantinsuyo un hombre barbudo, mediano de cuerpo y con cabellos largos [...], y cuando andaba por todas las provincias an hecho muchos milagros etc. visibles, solamente con tocar a los enfermos los sanaban. El qual no trayeya enterés ninguno, ni trayera hatos, el qual dizen que todas las lenguas Ricardo Bardales Vassi Fig. 623 Probable representación de Tunupa o Ecaco (Museo ...........). hablava mejor que los naturales y le nombravan Tonapa o Tarapaca —a este barón les llamavan— Uiracocham Pacha Yachachip cachan o pachaccan (Santa Cruz Pachacutic 1993: 188, f.3v). Gisbert, por su parte, sintetizando los planteamientos del arqueólogo boliviano Ponce Sanginés y los del historiador Franklin Pease, señala: “Para ambos autores hay una identidad, para Ponce el cuzqueño Viracocha desplaza a Tunupa y se apodera de su leyenda; para Pease son dos versiones de un mismo hecho ocurrido en Cacha, una Colla con Tunupa y otra quechua con Viracocha (Gisbert 1994: 37). Otro estudioso, Milla Euribe, denomina «Amauta» al personaje de los cetros de la Puerta del Sol: «Tunupa Wiracocha» (Milla 2004: 11). Finalmente, es interesante la versión de Salles-Reese, en la que manifiesta que Viracocha corresponde al ser extraordinario en la lengua quechua y le parece que era el dios de los aimaras Tunupa: Todas las versiones del mito cosmogónico consideradas nos llevan a concluir que el lago Titicaca es el lugar de origen. Coinciden también en presentar a un personaje extraordinario con una función organizadora o creadora que parece desdoblarse en otros personajes con funciones similares pero limitadas. Este ser extraordinario era llamado Viracocha en la lengua quechua y parece haber sido el dios Tunupa de los aymaras que habitaron la región cientos de años antes de la venida de los incas (Salles-Reese 2008: 64). A partir de todo lo expresado podemos presumir, como lo han mencionado algunos autores, que Viracocha pudo ser la «versión incaica» del Tunupa de Tiahuanacu o del altiplano. 337 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? 1.8.Dioses de la costa a. Pachacámac El de Pachacámac ha sido considerado como el principal santuario de la costa andina, localizado a 24 km al sur de Lima. Allí se encontraba uno de los dioses más importantes del Perú antiguo, que daba nombre al santuario. El radio de influencia de su culto abarcaba básicamente la costa central del Perú, cuencas de los ríos Lurín y Rímac. Se le considera el dios creador y animador de todo lo existente; también como una deidad subterránea productora de terremotos cuando se enojaba. En la revista Inca, Tello lo identifica con un tigre que producía los temblores: «Era un tigre escondido en el océano, o en el interior de la tierra, brama y se mueve produciendo los temblores» (Tello 1923: 154). Por su parte, Carlson lo relaciona con el dios Wiracocha y lo identifica incluso con el Señor de las Varas de Chavín: «Pachacámac es aparentemente una versión regional de Huiracocha en la que se refunden otros héroes civilizadores. Su culto debió ser muy antiguo y su imagen podría identificarse con la del “dios de las varas” de Chavín, cuya representación alcanzó su mayor difusión durante la época Huari-Tiahuanacu» (Carlson 2009: 41). Se le considera el señor de los temblores, de las profundidades, de la tierra, de la fertilidad y de las comidas. Algunos historiadores creen que Pachacámac es el nombre que los costeños daban al dios Wiracocha del Altiplano, y su sede constituye un centro relevante de la expansión Huari (Horizonte Medio), pues habría aportado sus propias divinidades —existen testimonios de la identificación Pachacámac-Wiracocha—. El cronista José de Acosta señala que Pachacámac era el Creador y que en ese templo «también hacían al Viracocha, sacrificios y ofrendas, y tenía el supremo lugar entre los adoratorios que los reyes ingas tuvieron» (Acosta 1979 [1590]: 220). Por su parte, Blas Valera señala: 338 Habiendo sujetado el Inca cualquiera nueva provincia y mandado llevar al Cosco al ídolo principal della, y habiendo apaciguado los ánimos de los señores y de los vasallos, mandaba que todos los indios, así sacerdotes y adivinos, como la demás gente común, adorasen al dios Ticci Viracocha, por otro nombre llamado Pachacamac, como a dios poderosísimo, triunfador de todos los demás dioses (Valera 1945: 100). En el complejo arqueológico de Pachacámac se encontró un poste de madera labrada en cuya parte superior se representa a dos personajes (uno en el anverso y el otro en el reverso), diferenciados por la forma de vestirse: el del anverso lleva mazorcas de maíz, mientras el del reverso aparece con un tocado de cabezas de felino, pectoral de cuerpo de serpiente o pez y cinturón con cabezas de felino. Se los relaciona con el día y la noche, es decir, uno sería un Pachacámac celeste (Pachacámac de Arriba) y el otro un Pachacámac tectónico (Pachacámac de Abajo), de modo que se cumple el principio ancestral andino: la dualidad arriba-abajo. En la sección media de este poste se aprecia un personaje de perfil con báculos, y frente a él una serpiente y un felino; asimismo, se notan cabezas de felinos en tres niveles. En la figura 624 se representa a la deidad Pachacámac con las figuras labradas en el referido poste. b. Ai Apaec Se lo adoraba como el dios creador y protector del mundo Moche (200-700 d. C), en el Norte del Perú. Era el proveedor del agua, los alimentos y de los triunfos en las guerras. Está vinculado con templos como las huacas de la Luna, del Brujo, Pañanmarca y Rajada. Su imagen más famosa se encuentra en la Huaca de la Luna (Trujillo). Posee un rostro antropomorfo, la boca felínica y olas marinas Ricardo Bardales Vassi que rodean su cabeza. Precede a los mochicas y muestra una relación con los personajes equivalentes de Cupisnique y de Chavín. En otras representaciones aparece con un bastón de mando o empuñando un filudo tumi, siempre con el rostro fiero y aterrador, «una especie de demonio de zarpas felinas cuyos rasgos presentan grandes afinidades con las del Dios Jaguar heredado de la cultura Chavín» (Longhena y Alva 2008: 26) (figura 625). Las olas o serpientes alrededor de la cabeza refieren a los atributos de su poder. Las olas en la costa representan al mar (agua), considerado como el lugar de origen o «pacarina»; también simbolizan el movimiento y la fuerza y el poder del mar. «El mar, para la gente del litoral, debió ser algo tan grande e inexplicable, que también lo deificaron. Lo concibieron como origen y como final, en constantes retornos […] allí donde todo muere y todo nace» (Campana y Morales 1997: 114). Esto quiere decir que el ciclo de la vida no termina; es el eterno retorno, su símbolo: la espiral. Fig. 624 Pachacámac, imagen de madera (réplica). Ha sido realizada con doble imagen en el anverso y reverso: la dualidad de rostros (Museo de Pachacámac). Fig. 625 Ai Apaec, el dios Moche (Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia). 339 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? c. Naylamp Perteneciente a la cultura Lambayeque, es considerada la deidad del mar. Cuenta la leyenda que en época remota arribó a las playas de Lambayeque, caleta San José, una gran flota de balsas foráneas, tripuladas por un brillante cortejo de guerreros que tenían por jefe a un hombre de gran talento y valor llamado Naylamp, quien fundó esta civilización. Sigue a ésta la gran cultura Chimú, que se desarrolla en paralelo con la Inca, hasta que es conquistada por ésta luego de una ardua lucha. Se les representa en la parte superior de los cuchillos de sacrificios o «tumis», uno de los objetos más celebres de Sicán, elaborados en oro y cobre y que terminan en forma de media luna. En relación con el diseño de estos tumis, se ha encontrado una figura similar a la de la sombra del Señor de los Cetros de la Puerta del Sol, que se produce en los equinoccios y a medio día. ¿Se inspiraron en Wiracocha de Tiahuanacu? ¿Naylamp vino de Huari o Tiahuanacu? (figura 626). Fig. 626 Arribo de Naylamp a las playas de Lambayeque (mural del Museo de Bruning). 340 Ricardo Bardales Vassi 2. El agua, el felino y Wiracocha en el mundo andino En la concepción andina, la naturaleza toda posee vida; por esta razón, veían en el agua un elemento primordial en sus vidas y le daban un tratamiento especial, la utilizaban eficientemente y en forma sostenible. Como se ve, le atribuían no solo un valor religioso, sino también uno económico, social y ecológico. El culto al agua ha sido compartido por todas las culturas prehispánicas del territorio andino, como un elemento clave de la fertilidad. El agua en los Andes es vista como un elemento cuya fuerza le permite generar vida. Por eso concibieron a las montañas con sus nevados como apus en los que se encuentra el origen y el principio de las aguas, así como los acuíferos subterráneos que, al fluir, van fertilizando las tierras. Esta versión coincide también con la evolución que se observa en el “Señor de los Cetros” de la Puerta del Sol de Tiahuanacu, que se inicia con la criatura «germen de agua» que se forma al interior de un recipiente en el podio del personaje y luego va evolucionando en forma ascendente (véase el apartado 6.1). Las versiones de los cronistas contienen pocas referencias al felino; por eso es destacable la de Molina cuando alude al príncipe Pachacútec y la visión de la fuente de Susurpuquio, en la que se le presentó una figura humana a través de un espejo en una fuente y un león (puma andino): En la época incaica, el dios Wiracocha fue colocado por encima del dios solar; así lo manifiestan las crónicas. Además, algunos autores modernos lo consideran el «padre del Sol» salido del mundo subterráneo. Dice al respecto Fujii: Dicen que antes que fuese señor, yendo a visitar a su padre Viracocha Inca que estaba en Sacshahuana, cinco leguas del Cuzco, al tiempo que llegó a una fuente llamada Susurpuquio, vio caer una tabla de cristal en la misma fuente, dentro en la cual vio una figura de indio en la forma siguiente: en la cabeza del colodrillo della, a lo alto le salían tres rayos muy resplandecientes a manera de rayos del Sol los unos y los otros; y en los encuentros de los brazos unas culebras enroscadas; en la cabeza un llauto como Inca y las orejas horadadas y en ellas puestas unas orejeras como piernas y en las espaldas otro león; los brazos del cual parecían abrazar el un hombro y el otro, y de una manera de culebra que le tomaba de lo alto de las espaldas abajo. Y que así visto el dicho bulto y figura, echó huir Inca Yupanqui y el bulto de la estatua le llamó por su nombre de dentro de la fuente, diciéndole: Este dios no ha bajado del cielo, ni ha venido de algún sitio específico, sino del mundo subterráneo a la superficie que quiere decir de abajo a arriba. Este movimiento coincide con la dirección que muestran las imágenes del dios Chavín. En este sentido el dios Viracocha tiene relación con el mundo subterráneo y se parece al dios Chavín más que todas las otras culturas (Fujii 1994: 263). «Vení acá hijo, no tengáis temor, que yo soy el Sol vuestro padre, y sé que habéis de sujetar muchas naciones; tened muy gran cuenta conmigo de reverenciar y acordaros en vuestros sacrificios de mí»; y así desapareció el bulto y quedó el espejo de cristal en la fuente, y el Inca le tomó y guardó; en el cual, dicen, después veía todas las cosas que quería. Wiracocha, visto como «espuma de mar» o «laguna» o «manantial», siempre estuvo vinculado etimológicamente con el agua. No olvidemos que las crónicas afirman que Wiracocha tiene su origen en la cosmogonía acuática, pues sale del lago Titicaca y culmina su trayectoria en el mar, el océano Pacífico (Manta-Ecuador). 341 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? Y respecto de esto mandó hacer, en siendo señor y teniendo posible, una estatua, figura del Sol, ni más ni menos que en el espejo había visto; y mandó en todas las tierras que sujetó, en las cabezas de las provincias se le hiciesen solemnes templos dotados de grandes haciendas, mandando a todas las gentes que sujetó lo adorasen y reverenciasen, juntamente con el Hacedor; y así como su vida, en la Relación que V. S. tiene, se trata todo lo que conquistó y sujetó, todo fué en nombre del Sol su padre y del Hacedor, diciendo que para ellos era todo (Molina 1947: 39-41. Cursivas nuestras) (figura 627). El mismo Fujii, al analizar este pasaje de la crónica de Molina y un texto de Garcilaso, señala: Basándome sólo en estos datos, no podemos identificar los dos personajes como el mismo ser, pero es muy posible que lo sea. Si esto es cierto, podríamos decir que este es el dato que relaciona al dios Viracocha con el felino (en este caso el león) […] Aunque sea vago por no tener los dibujos, el dios Viracocha es concebido como el creador por los cronistas y tiene algunas semejanzas con el dios de la agricultura en la época Huari. También es muy sugestivo que el lugar donde el dios Viracocha creó a los hombres, que es Tiahuanacu, esté relacionado con la existencia de la «Puerta del Sol», a pesar de ello son pocas las referencias que se hace del felino (Fujii 1994: 265). Por su parte, Zuidema concluye que la imagen que se le aparece a Pachacútec Inca representa a Wiracocha: «Volviendo ahora a la imagen del dios que Pachacuti Inca vio en la fuente de Susurpuquio, descubrimos que sus características corresponden al dios Viracocha, “el verdadero sol”, cuya fiesta es celebrada en el solsticio de 342 Fig. 627 Dibujo de la crónica de Molina. La fuente de Susurpuquio presenta a Pachacútec con un puma entre las piernas a manera de un espejo. Ricardo Bardales Vassi diciembre» (Zuidema 1974: 210). Mientras, Jiménez, al analizar las crónicas de Molina, Sarmiento y Cobo, así como la iconografía Inca de los keros y pajchas (Museo América), establece una identificación de Pachacútec con el dios Wiracocha y determinadas asociaciones interesantes, como Piedra/Inca, Viracocha (dios)/Inca/Victoria, León(puma)/Inca/Victoria y Serpiente/Inca/Victoria, que quizá guarden relación con el Palacio Real y su torreón y que envuelve la roca sagrada. Dice de esto Jiménez: Es muy probable que la aparición en la fuente de Susurpuquio esté relacionada con una ceremonia de iniciación, ya que el Inca Pachacuti se transforma en un hombre nuevo que se identifica con el dios Viracocha. Lo mismo ocurre con el puma, cuya importancia en las ceremonias de iniciación de los jóvenes de la nobleza parece fuera de toda duda (Jiménez 1994: 15). Otro acontecimiento que relaciona al puma con Pachacútec es el momento del conflicto con los chancas. Pachacútec atribuía un especial alcance al significado del felino, lo que se refleja en varios pasajes de su vida, como aquella escena descrita por Cieza en la que el Inca quiso ser visto como león (puma) en uno de los momentos más críticos de la época incaica: «El capitán Inga Yupangue salió a la plaza donde estaba la piedra de la guerra, puesta en su cabeza una piel de león para dar a entender que había de ser fuerte como lo es aquel animal» (Cieza de León 2005: 398). En la figura 628 se muestra un dibujo que representa a un jefe guerrero con la cabeza y piel de un puma. Asimismo, se conoce que Pachacútec también solía utilizar la piel de puma. A Zuidema le parece que había una relación simbólica en referencia a los hombres que se ponían piel de puma y la batalla de Pachacuti Inca contra los chancas (Zuidema 1974: 206). En la crónica antes citada, relativa a la fuente de Susurpuquio, es interesante la referencia del efecto del espejo (tabla de cristal), al señalar la figura de un indio que se observa en la fuente y, por otro lado, la presencia del felino (león), que debe ser el puma andino y cuya cabeza salía entre las piernas; otro león lo llevaba en la espalda. Asimismo, el bulto de la estatua, dentro de la fuente (reflejo), llama al Inca Yupanqui como si fuera el Sol, su padre. Ahora podemos señalar que se trataría del dios Wiracocha que se le presenta al inca Pachacútec reflejado en la fuente de Susurpuquio, es decir, a través del «espejo de cristal de la fuente». Asimismo, mandó construir templos de adoración y reverencia al hacedor. Fig. 628 Guerrero con cabeza y piel de puma, antes del combate. Así solía presentarse Pachacútec en las guerras. 343 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? Esa misma escenografía, acompañada de mazorcas de maíz, la podemos ver en una cerámica Chimú-Moche del Archivo Tello-UNMSM (figuras 629a y 629b). Zuidema, haciendo referencia a Cobo sobre el «león muerto» en Curavacaja, señala: «Recuerda la piel de puma que el dios de la fuente llevaba en la cabeza y que también los hombres llevaban en honor del dios Viracocha en el solsticio de diciembre» (Zuidema 1974: 213). Dadas estas referencias, no estamos lejos de calificar como ciertas las afirmaciones según las cuales Pachacútec reanimó el culto al viejo dios de Chavín y Tiahuanacu —Wiracocha— a partir de la crisis desatada por la guerra con los chancas, en la que se conservó la presencia del felino; al final, el gran desafío consistía entonces en a quién iba a favorecer el dios Wiracocha, encarnado en el puma. 344 De la época Inca, otra muestra destacable en la que se representa al felino (puma) es la escultura de la piedra de Sayhite, localizada en el departamento de Apurímac, que sin duda grafica a un puma en cuyo lomo y forma de maqueta se puede apreciar una serie de figuras que representan andenerías, acequias, estanques y animales ligados al agua como sapos y serpientes, aunque predominan los felinos como guardianes de las corrientes del líquido elemental (aparenta ser el orden del mundo de aquí). Es posible que esta escultura sirviera para realizar los rituales al agua y la fertilidad, con lo que se establecía una ligazón del felino, el agua y el mundo subterráneo, elementos comunes en la ideología desde Chavín. Aquí merece destacarse la presencia de tecnologías para el uso del agua y el suelo que proceden del altiplano, como las cochas, los waru warus y los andenes (figuras 630, 631 y 632). Fig. 629a-629b Vista frontal y lateral de personaje con cabeza y piel de felino-estilo Moche (Archivo Tello de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Ricardo Bardales Vassi Fig. 630 Piedra de Sayhuite, de forma ovoide y representando al felino. (¿Maqueta del Tahuantinsuyo o un altar dedicado al agua?) (Curahuasi, Apurímac). Fig. 631 Detalle de la piedra de Sayhuite, Apurímac. Se muestran los tres sistemas de aprovechamiento del suelo y el agua con fines agrícolas del altiplano (andenes, waru warus y la cocha) Cuerpo de serpiente en espiral con un sapo al centro. También se observan canales Curahuasi, Apuríimac). Fig. 632 Detalle de uno de los pumas. En la parte inferior, dos agujeros para salida de agua. 345 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? La relación del agua con Wiracocha la podemos ver también en algunos comentarios de los cronistas, entre ellos Sarmiento de Gamboa, quien señala que Wiracocha envió un diluvio general a los naturales por no guardar sus preceptos, «al cual ellos llaman pachacuti que quiere decir agua que trastornó la tierra […]» (Sarmiento de Gamboa 1942: 49). Polo de Ondegardo manifiesta también que en el orden de las deidades Wiracocha está primero que el Sol, señala al trueno con diversos nombres y le atribuye la capacidad de hacer que llueva: Después del Wiracocha, y del Sol, la tercera Huaca y de más veneración era el trueno: al qual llamauan por tres nombres Chuquilla, Catu illa, Intuillapa: fingiendo que es un hombre que está en el Cielo con una honda y una porra, y que está en su mano el llouer, granizar, y tronar y todo lo demás que pertenece a la región del ayre donde se hazen los nublados (Polo de Ondegardo 1916: 6). La vinculación del agua con Wiracocha y el felino también es señalada por Valcárcel cuando se refiere a la religión incaica: «Apu Kon Titi Wira Kocha era esa divinidad o supradiós que estaba por encima del sol y de todos los demás dioses […] En las primitivas versiones míticas, Wiracocha es antropomorfo […] Parece también existir una estrecha relación de simbolismo con el felino anfibio o gato de agua (“titi”), por ser este un personaje proclive a la mítica […]» (Valcárcel 1984: 249) (figuras 633a, 633b, 633c y 633d). Al analizar el dibujo de Santa Cruz Pachacutic, y teniendo en cuenta los estudios de William Isbell sobre la plaza Huacaypata del Cuzco, quien analiza la disposición arquitectónica de «U» invertida en la que aparece como el vientre del dibujo del felino y como disposición arquitectónica del Cuzco Incaico (interpretación de John Rowe, Graciano Gasparini y Luise Morgolies a partir de los datos de los cronistas Betanzos y Sarmiento), Lozada menciona una interesante vinculación entre el puma y Wiracocha: El arco de la «U» señalaba exactamente al NE donde se levantaba el templo de Fig. 633a-633b-633c-633d Detalle de uno de los paños de la estela “Arapa-Rayo”, con tres formas de representación al “felino acuático o “puma-germen”. 346 Ricardo Bardales Vassi Quishuarcancha, lugar de síntesis de la derecha y de la izquierda dedicado al dios Wiracocha. Asimismo, las paredes laterales de la «U» estaban formadas por otros edificios en honor al mismo dios. Si se asume que el vientre del felino representa el centro entre lo frontal y lo posterior del animal, lugar que simboliza la fecundidad y el origen de donde todo emerge, es presumible identificar a Wiracocha con el puma […]» (Lozada 2007: 129). Y continúa: Si se asume que en la Plaza de Huacaypata el vértice de la «U» es el punto central del vientre del puma; sin tener en cuenta a Urcorara, entonces la aproximación más cercana del vértice, sin reducirse a él, es la del óvalo de Wiracocha. Esta asociación ratifica el vínculo de Wiracocha con el puma, estableciéndose, además, una connotación del principal dios andino, dado su carácter andrógino y hermafrodita, tanto como fuente de concepción, cuanto como semilla procreadora de la totalidad (Lozada 2007: 132) (figura 634). De lo expuesto se puede colegir que existe una vinculación muy importante entre Wiracocha, el felino (puma), el óvalo o espiral y el agua. La Plaza Huacaypata del Cusco como "U" invertida según William Isbell NE Fig. 634 Dibujo del sector del Cuzco que corresponde al Coricancha. El vértice de la «U» es el punto central del vientre del puma (dibujo tomado de de Lozada, p. 133). 347 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? En la época Inca la veneración al agua, también se observa en el esmero por la construcción de las piletas o pacchas con fines ceremoniales; asimismo, objetos de cerámica, madera y piedra para venerar y rendir culto al agua teniendo en cuenta que era considerada el fecundador de la producción agrícola y animal, brindaba la vida, la abundancia, la fertilidad y la purificación, y ahuyentaba los males. Se conservan en la actualidad pacchas en Tambomachay, Ollantaytambo, Machu Picchu, Kenko, Tipón, entre otros lugares (figuras 635 a 641a-641b). Fig. 635 Paccha en Tambomachay. Fig. 637 Paccha con dos caídas de agua (Tipón). 348 Fig. 636 Paccha con diseño de pileta de chacana, Ollantaytambo. Fig. 638 Pileta entre los andenes de Tipón. Fig. 639 Paccha en piedra natural voladiza, en Ollantaytambo. Fig. 640 Paccha de cuatro caídas y cascada, continuación de las dos caídas (Tipón). Fig. 641a-641b Recreación de las salidas de agua en una paccha de una sola pieza, que comprende un labrado de canal y las cuatro salidas de agua (sector….. Machu Picchu). Al lado derecho, detalle de una recreación de cómo debió funcionar la pileta . El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? En el Museo de Pucará (Puno) encontramos una representación especial labrada en piedra, que da la impresión de que fuera una pareja de pumas abrazados; solo queda el tronco y la cabeza de uno de ellos, y en la parte central hay una plataforma con dos recipientes en bajo relieve que servía para depositar agua con la finalidad de celebrar rituales religiosos y propiciatorios de la fecundación y la gestación de la vida (figura 642). En la figura 643 se puede observar el detalle de una gran tinaja de arcilla localizada en el museo de Sechín que sirve para depositar agua y en la que aparece un felino. Como hemos señalado, el insigne investigador Julio C. Tello trata de esta deidad en un estudio de 1923. Sirven de apoyo a sus planteamientos piezas de cerámica y líticas, tejidos y fuentes escritas. Allí buscó los indicios de la divinidad Wiracocha y logró seguir las modificaciones y los cambios producidos en el tiempo, identificando a los antecesores y a los que se asemejaban. Sobre esta base, deduce que las religiones andinas tenían como deidades, primero, a los animales idealizados —entre ellos el felino—, y, luego, a personajes semiantropomorfos, es decir, parte hombre y parte animal. En este mismo trabajo, Tello concluye que la divinidad Wiracocha es el producto de sucesivas fusiones religiosas y culturales de varios pueblos preincaicos, y presenta evidencias de transformaciones religiosas que se habrían producido. «Se presenta extraordinariamente en el Perú una nueva y elevada concepción resultante de la fusión de las diferentes divinidades en una superior personificada en WiraKocha» (Tello 1923: 107). Relacionando a Wiracocha con el felino, Tello también revisa los mitos cosmogónicos de gran parte de América y llega a identificar al felino (puma o jaguar) como la base 350 Fig. 642 «El puma sin pareja», donde se aprecian dos pequeños depósitos para agua. En uno de los costados solo se ve el brazo del otro personaje (pareja) (Museo de Pucará, Puno). Fig. 643 Felino en alto relieve en una gran tinaja del valle de Casma (Museo de Sechín). Ricardo Bardales Vassi fundamental y célula primordial de las representaciones de Wiracocha, relacionándolo también con los fenómenos atmosféricos y la constelación de las pléyades. Al respecto, Latcham (1929) señala: Es más probable que Tello tenga razón al relacionar a Viracocha con Titi, un felino, el cual en la región de las selvas y en algunas partes de los llanos fue representado por el jaguar; en la sierra por el puma o león americano y en los altos páramos, en el contorno del lago Titicaca por el gato salvaje a que también daban el nombre de Titi (Latcham 1929: 231) (figura 644). En las figuras 645a y 645b se muestra una paccha ceremonial estilo Inca de muy fino acabado, con dos serpientes y rostros abstractos de felinos como en los aríbalos del Museo de Chucuito (Puno). Fig. 644 Dios felino antropomorfizado en actitud de volar, estilo arcaico, Nazca. Según Julio C. Tello, «Wiracocha». Fig. 645a-645b Paccha ceremonial Inca con dos serpientes y detalle de dos cabezas de felinos abstractos como en los aríbalos (Museo de Chucuito, Puno). 351 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? 3. El «Señor de los Cetros» y Wiracocha El «Señor de los Báculos», «Señor de los Cetros» o «Señor de las Varas», representaciones muy antiguas, desde pinturas rupestres hasta esculturas de gran acabado, está presente en un área importante de la geografía de Sudamérica. Esta iconografía nos remite al mundo de lo sagrado, con atributos sobrenaturales, de modo que constituye un símbolo mágico-religioso del espacio del Tahuantinsuyo. Son sus máximas representaciones la Estela Raimondi y la Puerta del Sol, en Chavín y Tiahuanacu respectivamente, en ambos casos relacionadas con el felino. Varios historiadores y arqueólogos del siglo XX han señalado que el personaje central de la Puerta del Sol es o podría ser Wiracocha. Tello, por ejemplo, ha mencionado que se trata del dios jaguar y está personificado en Wiracocha: El personaje principal de la portada monolítica es el dios Jaguar Titi Wirakocha, la misma divinidad o héroe cultural que aparece como el principal protagonista en las leyendas relativas a la génesis de los indios que desde los primeros años de la conquista recogieron los cronistas e historiadores de Indias, es el dios jaguar cuyas estatuas existieron en Ilave y Cacha, el que todavía puede verse hoy en uno de los grandes templos de Chavín [...] (Tello 1975: 44, 45). Es de suponer que, en el caso del altiplano, el felino (jaguar) es el puma. Means, por su parte, en su trabajo «Ancient Civilizations of the Andes», al referirse al personaje de la Puerta del Sol, señala: «[…] casi no se puede dudar que es Wiracocha, el Dios creador, la deidad principal de los habitantes del altiplano en la época del Tiwanaco» (en Yacovleff 1932a: 82) (figura 646). Por otro lado, Desmachelier también menciona que la imagen de Wiracocha está relacionada con el felino y con antecedentes preincas: 352 […] la designación genérica de esta divinidad era Kon, Kontiki, Pachakcamac o Wiracocha; esta última denominación viene de Tiahuanacu y prevalece hasta los tiempos del Tahuantinsuyo. La mitología andina lo representa como un felino demoníaco, armado de grandes poderes destructores. Cuando andaba encerrado en las montañas, producía temblores y terremotos, y si andaba suelto, ascendía bramando, las cumbres de las cordilleras, y envuelto en negras nubes, arrojaba relámpagos, rayos y granizo (Desmarchelier 1998: 5). Por otro lado, Stubel y Uhle señalan que la figura radiada de la puerta monolítica de Tiahuanacu no representa al Sol, sino que es probablemente la imagen ideal de Wira-Kocha (Yacovleff 1932: 84 en la conclusión de “Ruinenstaette von Tiawanako”). El historiador Valcárcel establece una vinculación entre la Puerta del Sol y Wiracocha, así como con el felino: «[…] se ha creído encontrar en el pórtico monolítico de Tiahuanacu la alegoría de Uirakocha […]. En las primitivas versiones míticas, Wiracocha es antropomorfo; todavía, bajo el gobierno de Yawar Wakaj, ha de aparecérsele en humana figura y con vestimentas «talares» al príncipe Ripak. Parece existir también una estrecha relación de simbolismo con el felino anfibio o gato de agua (“titi”)» (Valcárcel 1912) (figura 647). Por su parte, Lumbreras insinúa esta posibilidad al señalar: La imagen apoyada en báculos proviene de la cultura Chavín, la cual se extendiera por todos los Andes y la costa peruana, hasta la época Wari en que hizo también suya esta imagen tutelar. Su data es del año 200 d. C. […] Es interesante recordar, también, que el dios Wiracocha de los cuzqueños se identificaba con el Titicaca; quizás se trata del mismo personaje (Lumbreras 1990: 224). Ricardo Bardales Vassi Fig. 646 «Señor de los Cetros» de la Puerta del Sol» de Tiahuanacu, presumiblemente el dios Wiracocha de los incas. Kauffmann (1976) hace referencia al personaje central de la Puerta del Sol y señala: «[…] que para calificarla de algún modo podría seguir siendo llamada Huiracocha, nombre con que en territorio de Tiahuanaco se conoce a la divinidad máxima según diversos pasajes mitológicos registrados por los cronistas» (Kauffmann 1976: 229). Longhena y Alva (2008) afirman: «La figura emblemática asociada al culto venerado en el lago Titicaca es la representada por el personaje esculpido en el dintel de la Puerta del Sol que, a pesar de algunas diferencias, recuerda inevitablemente al Dios de las Varas. La tradición oral llevó a los conquistadores el nombre de este ser divino: Viracocha […]» (Longhena y Alva 2008: 129). Makowski indica que el ícono de la deidad central difundida hasta el lago Titicaca desde Chavín: Fig. 647 «Felino anfibio» o «Gato de Agua», «Titi», que según Valcárcel tenía una relación muy estrecha con Wiracocha. «[…] se vio en el mismo una deidad celestial, con características de dios supremo, eventualmente comparable con el Viracocha de los textos coloniales» (Makowski 2001a: 68). Ruiz Durand, por su parte, en un estudio de iconografía andina, anota: Guari primero, luego Wiracocha, pueden ser los personajes de los báculos o cetros omnipresentes desde Chavín hasta el incanato con ligeras o significativas variantes estilísticas y nominativas. Los báculos varían desde bienes dadivosos de las cosechas como la Pachamama, el árbol, el fruto fecundado por Illapa en la tierra, hasta serpientes de fuego, el rayo —el dios Illapa y serpientes de agua—, la diosa Yacumama. El agua que vivifica la tierra. Los báculos tienen el poder de unir y recorrer los tres mundos interactuándolos y potenciándolos en una unidad generadora de vida (Ruiz Durand 2004: 39). 353 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? En las figuras 648 y 649 se muestran los dibujos del Señor de las Varas de Chavín y Tiahuanacu, y en las figuras 650a y 650b los rayos modulares de ambas. Tomando en cuenta estas referencias y las de otros autores, no estamos lejos de pensar que Tiahuanacu fue un centro ceremonial dedicado al dios Wiracocha, con su Templo de Kalasasaya. La lito-escultura que lo representa en la Puerta del Sol está esculpida con máscara y su rostro ha sido diseñado para verse dual y seudoscópica, es decir, estaba destinada a una élite religiosa y política que conocía este tipo de lectura para celebrar sus rituales y rendirle culto. Fig. 648-649 Dibujos (dos dimensiones) del «Señor de los Cetros» de la «Estela Raimondi» (Chavín de Huántar) y de la Puerta del Sol de Tiahuanacu. El color amarillo es el rostro invertido. En el segundo caso está diseñado en tercera dimensión; al invertirla la nueva imagen se muestra desplegada. En ambos casos se da el efecto «espejo». 354 Ricardo Bardales Vassi Fig. 650a-650b Rayos modulares: en Chavín serpiente-voluta y en Tiahuanacu dos dobles círculos y felino. Las volutas o espirales y los dobles círculos representarían el agua. En los últimos años, otros destacados estudiosos, entre ellos historiadores, etnohistoriadores, arqueólogos y antropólogos, también han relacionado al personaje de los báculos con una deidad animadora y controladora de los fenómenos atmosféricos, es decir, relacionada con los rayos, el trueno, el viento, el granizo, la lluvia, lo que supone su ligazón con el agua (depósito del podio, los círculos que aparecen en la diadema y las lágrimas que brotan de sus ojos). Aparece, entonces, como el Dios del Agua, uno de los muchos nombres de Wiracocha, representado por un felino o un hombre-felino alado con atributos de puma, ave y serpiente. En resumen, con rasgos acuáticos, meteorológicos y relacionados con los ciclos agrarios de producción. El rostro irradiado o resplandeciente (Sol) del Señor de los Cetros de la Puerta del Sol vendría a ser la máscara de la deidad, y simbolizaría las fuerzas poderosas que ofrece el Sol como parte de la naturaleza, como el calor, la energía, la luz; en tal sentido, se le representa como un ser iluminado, resplandeciente, y por ello se ha dicho, en lengua aimara, que es el vocablo Wiracocha el que reúne las fuerzas naturales y los poderes más grandes para dar vida (figura 651). Fig. 651 La máscara solar del dios Wiracocha. Detrás de ella se oculta el verdadero rostro del «Señor de los Cetros». En el Imperio Incaico, Wiracocha estaba considerado en una posición de primacía sobre todas 355 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? las otras deidades, por lo menos desde las élites gobernantes; entonces surge la pregunta: ¿Cómo y cuándo ese culto aimara logró penetrar en el Cuzco e imponerse sobre el culto anterior (el Sol)? Al respecto, Fellmann responde: «La respuesta más lógica surge de inmediato: fue Manco Capaj quien llevó consigo al valle cuzqueño el culto de Viracocha, al mismo tiempo que el del culto del sol, reservándose el primero para sí y los suyos, y difundiendo el segundo» (Fellmann 1977: 229). La presencia y supremacía de Wiracocha de Tiahuanacu en la época Inca pudo tener altibajos; su veneración no fue uniforme y permanente, y su intensidad posiblemente fue variando según las políticas religiosas de cada Inca, pero siempre fue una entidad enigmática y preponderante en el Tahuantinsuyo, y llegó a su máxima expresión en el periodo que gobernó el inca Viracocha y especialmente el de su hijo, el inca Pachacútec. Este último realizó reformas y convirtió a Wiracocha en el dios de la élite, sin tener la iconografía del señor con los cetros, pero con antecedentes provenientes de Tiahuanacu. Así pudo llegar al periodo Inca con el nombre de Illa Ticci Wiracocha Pachayachachi o Wiracocha, que presumiblemente es el «Señor de los Cetros» de la Puerta del Sol de Tiahuanacu. Pero debemos tener presente, como se ha señalado en el capítulo IV, acápite 4.1.2, que la deidad con cetros guarda una continuidad histórica y que su presencia en las culturas andinas es recurrente; además, se localiza en una gran extensión en América del Sur, desde el Norte del Perú, Bolivia y el Norte de Chile. 4. Significado de «Illa Ticsi Wiracocha Pachayachachi» A partir de las versiones recogidas sobre las palabras que componen la expresión «Illa Ticsi Wiracocha Pachayachachi», realizamos una propuesta de su significado, a la luz de las referencias de estudios, así como del fenómeno encontrado en la Puerta del Sol, el rostro antropofelino 356 desplegado, dual e invertido al que se ha hecho referencia en el capítulo IV. En primer lugar, y de acuerdo con las diferentes versiones analizadas, podemos afirmar que ubicamos el origen del término Wiracocha en el lago Titicaca-Tiahuanacu. Así tenemos, según las crónicas, que Wiracocha sale del citado lago (agua). Así lo testifican crónicas como la de Betanzos «[...] dicen que salió de una laguna que es esta tierra del Perú en la provincia de Colla Suyo un señor que llamaron Contiti Viracocha… saliendo de esta laguna fuese de allí a un sitio que junto a esta laguna está donde hoy día es un pueblo que llaman Tiahuanaco…” (Betanzos 1999: 11) y José de Acosta: «[...] que de la gran laguna Titicaca salió un Viracocha, el cual hizo asiento en Tiahuanacu» (Acosta 1979: 63) (figura 652). En una sistematización de las principales deidades incaicas y oráculos regionales elaborada por D’Altroy a partir de varias fuentes, este autor señala como principal deidad a Ilya-Tiqsi Wiraqocha Pacayaciq y asocia a Wiracocha con el puma: Significado: Antiguo fundador, señor, instructor del mundo. Ícono asociado: Aspecto masculino y femenino; estatua de oro, puma. Temas y roles: Creador del cielo, tierra y seres vivos (D’Altroy 2003: 179. Negrillas y cursivas del autor). En lo que sigue detallamos el significado de las palabras: a. Illaq Illa El atributo «I» es considerado como luz, brillo, reflejo. Illa: Cosa brillante, resplandeciente. Illatici Huira Cocha: «El resplandor y abismo y fundamento en quien están todas las cosas» (Montesinos 1930: 9) (figura 653). Ricardo Bardales Vassi Fig. 653 Reflejo del Sol en el agua; escenografía del resplandor y de lo místico. Fig. 652 Lago Titicaca, origen de Wiracocha. Isla de la Luna desde la Isla del Sol, Palacio de Pilkokaina, construido por Túpac Yupanqui (Bolivia). b. Titi, Ticci, Tiqsi, Tiksy, Ttiksy Tikrani, de la raíz tiq o tik: «Volver lo de adentro Titi: Ticciviracocha: Puma, felino. Ticci: «Fundamento divino» (Cobo). Ticci: «Origen, principio, fundamento, cimiento, causa» (Gonzales Holguín). Posiblemente: «fundamento de la vida». Titi y Tiqsi: «Existe superposición de conceptos: “titi”, que estaba referido al dios felino (gato montés), y “tiqsi”, que significa fundamento, borde, origen. Los vocablos son de origen aimara y quechua respectivamente» (Cerrón Palomino). Ticcu o Ticcuk: Significa «lo que está boca abajo o trastornado». Ttiksy o ttiksu hiksulla: «Al revés, lo de arriba abajo», «a la inversa» (Rostworowski). afuera, vuelta atrás» (Fernando Armas). Misterioso, fundamento divino (Bernabé Cobo). c. Wira, Wari Wira: Grasa (de llama), usada en los ritos como fuente de fuego y de luz sagrada; calor, energía. Grasa es lo mismo que «ánima» o «espíritu». Huari o Wari: Ligados ideológicamente con cultos asociados al jaguar o puma (Áncash). ¿? MARCA DEL AUTOR Vira (Uira vel wä wä): Vocablo aimara (Bertonio). Sería el «suelo o cualquier cosa que va cuesta abajo». 357 El reflejo del rostro desplegado y escondido: ¿Wiracocha? d. Qocha «Charco Cocha: de agua», «lago», «mar». Agua, fuente de vida (figura 654). e. Pacha yachachi «El maestro que sabe concebir y organiza bien el mundo» (Duviols). «El fecundador», con una facultad dinámica (Duviols e Itier). «El que da vida al mundo» (Cerrón Palomino), es decir, el creador. «Sabiduría o capacidad de ordenamiento del mundo y de las cosas” (Urbano). Del resumen expuesto, y teniendo en cuenta el significado de cada palabra, elaboramos el cuadro 5.3. Cuadro 5.3 Propuesta de significado de Illa Ttiksy Wira Cocha Pachayachachi ILLA TTIKSY WIRA COCHA PACHAYACH - Reflejo - Boca abajo - Espíritu QOCHA ACHI - Resplandor TITI WARI - Agua - Puma - Puma - Lago - Ordenador del mundo TICCI VIRA - Fundamento de la vida - Cuesta abajo - Fecundador - El que da vida al mundo - Origen Fig. 654 Qocha: agua fuente de vida, resplandor de los astros y Wiracocha. ¿Fuente? Con este extracto de la acepción de cada una de las palabras, podemos plantear tres alternativas sobre el significado de la expresión «Illa Ttiksy Wiracocha Pachachachic»: a. «Reflejo boca abajo del puma en el lago, fecundador y ordenador del mundo»; b. «Espíritu resplandeciente del puma en el agua, fertilizador y ordenador del mundo»; o, simplemente: c. «Espíritu resplandeciente del agua, fertilizador y ordenador del mundo». 358 Ricardo Bardales Vassi Como vemos, cualquiera de las tres alternativas conjuga con la imagen que se ha encontrado en la parte central de la Puerta del Sol de Tiahuanacu: el rostro antropofelino, seudoscópico, desplegado y dual, con una posición invertida que se refleja en el agua (espejo). Es así como aparece una nueva figura o configuración, que debe leerse en forma invertida (figura 655). Presumiblemente, para la gente común y corriente la Puerta del Sol podía haberse denominado simplemente «Puma Punco» o «Puerta del Puma» (con lo que se podría pensar que originalmente estuvo en la pirámide de Pumapunco), mientras que para los sacerdotes podría haber representado el «Espíritu resplandeciente del puma en el agua, fertilizador y ordenador del mundo». Sin duda, la representación de la Puerta del Sol iba más allá de la representación de un simple personaje; la lectura de su diseño no era la de un personaje aislado, sino de uno vinculado a una concepción ideológicoreligiosa, cuya lectura no solo esta referida a los símbolos que representa el personaje central de la Puerta del Sol, incluye la simbología de la propia Puerta, el agua y el reflejo del llamado «Señor de los Cetros». El análisis de los símbolos lo hacemos en el capítulo IX. En resumen, «Wiracocha» fue la síntesis de una creencia ideológico-político-religiosa del mundo andino, que se fue gestando desde hace más de 4 000 años y se plasmó en su máxima expresión en Tiahuanacu, encarnando a un dios múltiple, holístico y dinámico, casi oculto, con un concepto abstracto e intelectual, que fue variando a lo largo de las diferentes culturas, pero conservando la esencia del pensamiento andino. Fig. 655 Puerta y espejo con bloque real. 359
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