medioambiente Huertos urbanos: ecología y economía en vertical Producir frutas, verduras o plantas aromáticas en casa es posible con los sistemas de cultivo vertical A brir la ventana y coger un tomate cultivado por uno mismo e incluirlo en una ensalada es todo un lujo al alcance de cualquiera. Los huertos urbanos son una opción real y también una manera ecológica y económica de producir nuestras propias frutas y verduras. Gracias a ellos, se consiguen alimentos más frescos y saludables, además de llevar a cabo una actividad que nos pone en contacto con la naturaleza. Para crear un huerto de este tipo, se puede aprovechar cualquier terraza, pared o ventana en la que sea posible una producción en vertical, en lugar del clásico terreno horizontal. La idea es aprovechar cualquier espacio exterior del domicilio, o incluso interior, para plantar especies de crecimiento vertical, o sin problemas, en cualquier espacio con las mínimas atenciones. Así, especies ornamentales como el aliso, medicinales como la melisa, aromáticas como el orégano, verduras como la lechuga, el tomate o el pepino pueden salir adelante con los cuidados suficientes en una terraza, una barandilla, una pared con jardineras o macetas o en el alfeizar de una ventana. La creación Un huerto urbano vertical se puede poner en marcha de diversas maneras en función del espacio del que se disponga, de las especies que se quieran plantar o del presupuesto que se tenga. La opción más económica es fabricar un huerto vertical con elementos que se tengan más a mano. Por ejemplo, se pueden reutilizar botellas de plástico (la opción más común y barata que también contribuye a tener más limpio nuestro entorno) o los clásicos palés de madera para almacenar cajas (se pueden cortar y apilar en función de la medida del espacio y del tamaño del cultivo). Varios blogs explican cómo aprovechar estos materiales (por ejemplo, “Ecoexperimentos”, de los ingenieros agrónomos Claudia Barriga y Pablo Sepúlveda) e incluso se pueden encontrar vídeos tutoriales para instalar el huerto con botellas de plástico o bien con palés. Además, para cultivar en vertical, los tiestos o los maceteros con guías son el sistema más clásico. La idea consiste en plantar especies que crecen a lo alto, como los tomates, y ayudarles para ello con una vara, caña o cualquier elemento por el que puedan trepar las ramas. Los jardines verticales modulares se han creado de forma específica para este tipo de cultivos. Su instalación es sencilla y se puede realizar, poco a poco, con módulos pequeños a los que pueden sumarse otros para aumentar la producción o la variedad de especies. Los principales fabricantes de estos sistemas modulares utilizan materiales ligeros, resistentes y reciclables. Por un precio de 45 a 75 euros se pueden encontrar diversas clases y modelos para ajustarse al espacio y a la estética del lugar donde se ubiquen. Los ambientólogos Raúl Piqueras y Marta Rosique realizan recomendaciones en su blog “Plantea el modelo Minigarden” (blog.planteaenverde.es/ hazte-un-jardin-vertical-con-minigarden). También se pueden encontrar kits de montaje sencillos de empresas que se dedican a ello, como los de Vertiflor (www.vertiflor.com), que incluso cuenta en Youtube con un canal para explicar los diferentes sistemas. Una iniciativa original es el proyecto “Window Farms” (Granjas de ventana), que ofrece un sistema de macetas colgantes con auto-riego para generalizar los huertos urbanos verticales. Por otro lado, la “kokedama” es una técnica japonesa que utiliza una bola de musgo con la que se alimentan las raíces de la planta elegida. Se pueden colgar de cualquier lugar y tienen un mantenimiento muy sencillo. La página web Bioguía (www.labioguia.com) explica cómo hacer una paso a paso. www.consumer.es Para cultivar en casa, se puede aprovechar cualquier terraza, pared o ventana que permita una producción en vertical 38 Un huerto urbano, múltiples ventajas Además de ser una forma económica de obtener frutas y verduras, conviene señalar otras bondades de los huertos urbanos verticales: • Plantar una pequeña cosecha puede servir para ver los resultados y aficionarse, ya sea con la ampliación del propio huerto casero o con el salto a un huerto urbano en el exterior. • El cuidado y la recolección se hacen en casa y se adapta a las condiciones y el presupuesto de cada uno. • Se le puede sacar mucho rendimiento a pequeños espacios y es más cómodo que el cuidado de los cultivos a ras de tierra. • Necesita menos mantenimiento que un huerto convencional: no solo porque es más pequeño, sino porque aprovecha más el espacio y está más aireado, de manera que dificulta la entrada de malas hierbas y parásitos. • Aprovecha mejor la luz. Al estar en altura, le llega más la luz solar, algo determinante en invierno. • Se convierte en una forma ecológica y barata de decorar el domicilio. • Es un sistema práctico y cercano de educación ambiental para mayores y niños, en especial para estos últimos, que pueden responsabilizarse de los cultivos y descubrir el funcionamiento de las cosechas y el ciclo natural. 39
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