ISAAC RAMOS “A veces hay que pasarles por encima a los libros

ISAAC RAMOS
“A veces hay que pasarles por encima a los libros”
Por Edgardo Broner
A los 18 años jugaba en el Caracas y se sorprendió cuando el técnico
Manuel Plasencia llevó al preparador físico argentino Pablo
Fernández. “Me interesaba saber por qué había que hacer tales
ejercicios, tal cantidad de saltos y me fui metiendo. Fernández se tuvo
que ir y recomendó a Rodolfo Paladini, un gran profesional, muy
capaz. Además del buen trabajo que yo veía, sentía la diferencia en lo
físico y futbolístico. Me fue abriendo el interés y toqué las puertas del
Pedagógico de Caracas, también motivado por Miguel Cordero”. Isaac
Ramos analiza con entusiasmo sus comienzos, cuando dejó de tener
el arco en la mira como delantero y se formó para la preparación
integral del jugador. Reflexivo, con la tablet a mano para cualquier
consulta, evidencia que la tecnología ocupa un espacio clave en la
profesión.
ABRIENDO LOS OJOS
-¿Cómo continuó su formación?
-Comencé en el Pedagógico cuando me retiré, a los 28 años. En una
prueba que presentan 1600 para 60 cupos, logré entrar. Estaban los
profesores Marcos Conde, Emilio Manrique, todos amigos. Después
hice cursos en Argentina, uno con Horacio Anselmi del grupo Fuerza y
Potencia y otro a distancia con la gente de grupo Ekipo. En las
vacaciones íbamos a los congresos en España.
-¿Cómo era su época de jugador antes de la llegada de los
preparadores físicos?
-Yo hice inferiores en la Academia Venezolana de Fútbol de Pedro
Castro, luego un grupo se fue al Marítimo Sub-20 y salimos dos veces
campeones. Estaban Fernando de Ornelas, Leo Jiménez, Jonathan
Laurens, Antonio Russo, que luego jugaron fútbol profesional. Íbamos
a entrenar al Parque del Este y corríamos a cualquier cosa, le
dábamos 8 vueltas, era todo muy empírico. Con todo eso, quedamos
campeones invictos sin tener un conocimiento real de la preparación
que debíamos hacer, sin cancha para jugar. Cuando entra Pablo
Fernández al Caracas fue como cuando un niño nace, que te abren los
ojos. Te decía que tenías que correr 30 minutos bien, no dos horas
continuas hasta el cansancio. Había algo científico con resultados
tangibles. Yo era un jugador flaco y tenía un kilo de sobrepeso, estaba
más lento. La nutricionista Mariana Iglesias me orientó y volví a ser un
jugador explosivo, rápido, todo gracias a la alimentación. Le empiezas
a ver el cambio a esos detalles.
UN GOL INOLVIDABLE
-¿Cómo recuerda ahora su gol al América en el estadio Azteca?
-Tuve la dicha de jugar en el Azteca. El técnico era Pedro Febles, un
señor que confió mucho en el jugador joven y en el desarrollo del
talento venezolano. Había delanteros como Castellín y Salisú. El
Choco Giraldo y mi persona éramos los más jóvenes. Pedro me dice:
“te voy a meter, vas a hacer el gol y vas a venir a celebrar aquí”. El
Choco hace una jugada por la banda la tira hacia atrás, vengo yo
entrando y me tocó, gracias a Dios. Aún hoy me emociona y ya
pasaron tantos años. Ahora no me gusta hablar de cuando era
jugador, a veces uno tiene que sacarse la camisa.
-Pero esa vivencia ayuda a explicarles cosas a los jugadores…
-Sin dudas, porque el jugador no cree mucho en el profe o en el
técnico que no jugó, aunque hoy hay técnicos de renombre que no le
saben pegar a la pelota. Te da un plus haber participado en juegos
como ése, que el jugador sepa que cuando le das una recomendación
le va a servir, no porque lo digan nada más los libros. Que él sepa que
tú también viviste partidos importantes. En el Azteca se jugaron dos
finales mundiales, con Pelé y Maradona. La emoción que puede ser
para un venezolano, hacer un gol ahí y sacar un punto, es grande.
EL NIÑO SALOMÓN
-¿Qué les trasmitió a los juveniles que a usted no le habían
dicho?
-Comencé en la academia Calasanz de Catia con infantil C, de 10 a 12
años. Entrenaba a Salomón Rondón. Hoy me ve y me abraza con un
cariño distinto a un entrenador de su carrera profesional. Quiere decir
que hubo influencia en esa edad temprana. Un cariño distinto, una
amistad con sus padres. Ahí es donde se basa el crecimiento del ser
humano. No solamente verlo como un atleta, darle otros aspectos para
que el niño se desarrolle, una confianza, una amistad en donde se
puedan desahogar muchas cosas. A veces el niño en su casa no
puede expresarse por temores. A ti te ven distinto, hay que
aprovecharlo positivamente. Estás formando seres humanos.
-¿Era el entrenador también?
-Sí, con el Prof. “Sabio” (Jesús Armando González), que me dio esa
oportunidad. De ahí fui a la Academia Venezolana de Fútbol, donde
había sido jugador. Me gusta formar, pasé al Caracas Sub-17 y Sub20, con el Prof. Miguel Cordero, Trabajábamos también en el Loyola.
Uno se pone a pensar que por sus manos pasaron jugadores que hoy
están en la palestra, como Fernando Aristeguieta, en una generación
maravillosa que casi clasifica a un Mundial con (el técnico Amleto)
Bonacorso. Rómulo Otero me ve con mucho cariño, Carlos Rivero,
Pablo Camacho, Mirabal, Alain Baroja en el Loyola…
-¿Cómo era Salomón Rondón en aquel tiempo?
-Desde muy pequeño ya era sobresaliente, grandote para su categoría
y siempre hacía 2 o 3 goles por partido. No era de los que se sacaba 3
o 4, pero estaba ahí y cuando le tocaba una la metía. Como Calasanz
no tiene Sub-17 nacional, él se fue a probar a Caracas, pero el niño
que crece mucho se pone torpe porque no lo asimila. No quedó y se
fue a la escuela Gulima en San Antonio de los Altos, viviendo en Catia.
Los padres apostaron a que se desarrollara más, de ahí brincó al
Aragua y ya era figura. En un año y medio más estaba en Europa.
NECESIDADES JUVENILES
-¿Cómo se trabaja con chicos de la Vinotinto Sub-15, que no
tienen formación?
-Hay talento en Venezuela y el fútbol es el deporte más practicado. La
liga César del Vecchio maneja unos 5 mil niños. No hay cultura
futbolística como la que ves cuando hablas con cualquier persona en
Argentina. Ahora la gente ya ve el fútbol de manera diferente, apuesta
a que sus hijos sean futbolistas. Cuando a mí me preguntaban la
profesión y decía “futbolista”, lo tomaban como un hobby, no lo
entendían. Cuando volvimos del Sudamericano Sub-15 de Brasil,
había jugadores como Carlos Suárez, que vivía en Boca de Aroa,
Falcón, y no tenía un equipo donde jugar. Lo detectamos en una gira.
Hablé con la gente del Caracas y hoy es un recurso más. Hay que
luchar contra eso.
-¿Cómo se resuelven esas carencias físicas de los jóvenes?
-Llegan tarde, con un déficit en motricidad. Tienes que arrancar como
con un niño, aun con jugadores de 18 años, con trabajos de
coordinación, de motricidad, para empezar a hacer musculación y
adaptarlos rápidamente al fútbol profesional. Gelmin Rivas tiene 26, le
ves una estructura física importantísima, salió de la costa, su familia
era pescadora, él pescaba. Arrancó en el fútbol a los 18 años, le faltó
esa experiencia de cancha.
-¿Qué dificultades surgen en la evolución en Sub-17 y Sub-20?
-Hay un cambio importante, natural del ser humano. El problema con
las selecciones es que los jugadores se van con sus equipos y no
tienen un seguimiento. Les puedes hacer una planificación, pero no
sirve cuando no tienes la llegada con los técnicos para que ayuden
con tal cosa. Ya hoy casi todos los equipos tienen PF, antes nadie
tenía. Hoy Rodolfo (Paladini) me envía la planificación de lo que han
hecho en cada módulo. Para el crecimiento tiene que haber una buena
comunicación, por ejemplo hay que tratar de mejorarlo en
explosividad. Nos ayudamos entre nosotros, no tiene que haber un
celo.
-¿Qué señalaría como lo más importante en Sub-17 y Sub-20?
-A veces hay que pasarles por encima a los libros. No tenemos la
misma cantidad de horas de trabajo o entrenamiento que los otros
países en Sudamérica. Un niño Sub-12 que en Argentina entrena 5
veces por semana, en Venezuela lo hace 2 o 3. Los libros te dicen que
en Sub-17 hay hora y media de entrenamiento, pero ¿cómo haces
para recuperar todo ese tiempo perdido? Hay que pasarles por encima
a los libros. Tienes que hacer una hora y media en la cancha en la
mañana y por la tarde el trabajo físico de puesta a punto.
PARA CRUZAR LAS FRONTERAS
-¿Qué diferencias se presentan en la competición internacional?
-Nosotros tratamos de llevar el tiempo efectivo del fútbol venezolano.
Tengo un dispositivo que me da el recorrido de los jugadores. El
promedio del jugador en el torneo venezolano corre entre 9 km o 9 y
medio, hasta 10. En la Champions hacen 14 km, hay que tratar de
apuntar a eso.
El libro te dice que tienes que entrenar una hora, nosotros tenemos
que buscarle la solución al déficit entrenando más. Y no disociar nunca
la pelota, hay muchísimos métodos de trabajo para el aspecto físico
con la pelota, porque también llegan arriba con carencias técnicas.
-En la Libertadores no alcanzan los 9 km, ¿sienten que ahí hay
que dar ese salto?
-Un partido de fútbol venezolano arroja 45´ de tiempo neto. Jugamos
con Cerro Porteño, con recoge pelotas, televisión, donde el minuto
cuesta y se jugaron 55´ de tiempo efectivo. Tienes que darle al público
el mayor tiempo de espectáculo posible, un crecimiento no solo en el
aspecto futbolístico, que el árbitro sepa manejar mejor el partido, que
no sea tan cortado. El jugador que más kilómetros hace en Táchira es
Yohandry Orozco, en partidos internacionales ha hecho hasta 12. Y en
alta intensidad hace 2 km y medio, que es muchísimo, son velocidades
mayores de 21 km/h, el trote normal debe ser 14 o 15. El sprint de
mayor velocidad lo ha hecho en 33 km/h. Pero eso lo tendría que
hacer domingo tras domingo. Si apuntamos al crecimiento estructural
en todos los detalles va dando mejoras a nivel futbolístico, físico,
tecnológico.
TECNOLOGÍA INTEGRADA
-¿Cuáles son los elementos tecnológicos fundamentales para la
profesión?
-Desde hace varios años el polar para la frecuencia cardíaca ha sido
una herramienta muy importante. Los GPS dan detalles, para lo que
antes tenías que dividir la cancha en 1.500 cuadros y con una cámara
calcular cuánto recorrían. Hoy se lo ponen en el zapato y mandan la
información de inmediato a la computadora con lo que se recorrió en
distancia, en intensidad, cuánto en sprint. Eso lo utilizo hasta para las
planificaciones. Antes iba a los libros y te decían que había que hacer
3 km en tanto tiempo, yo no sabía por qué. Ahora sé a qué debo
apuntar.
El Apertura dura 17 partidos, la Copa Venezuela 10 más, son 27
juegos. Significa un recorrido de 270 km para planificar, tengo un
número que buscar. Voy a poner un 20% más, para que el atleta esté
entrenado dentro de la media.
Si le sumas la Libertadores tienes que buscar la forma de que el
jugador esté preparado para la alta competencia y la intensidad más
que para el volumen. Hay componentes como la fuerza, donde es más
difícil tener mediciones.
-¿Cómo se encara la preparación para jugar en la altura?
-Con Anzoátegui fuimos a jugar con el Deportivo Quito por la
Sudamericana. Ningún equipo venezolano había pasado de fase.
Estuvimos 21 días en Mucuchíes. El trabajo es vivir en la altura. Te
espesa la sangre y la hemoglobina no llega a los músculos, por eso es
tan difícil. Subíamos a la laguna de Mucubají que es un poco más alto,
nos adaptamos y fuimos a Quito cuatro días antes. Perdimos 1 a 0,
pero corrimos a la par, y ganamos 2 a 0 en casa. Implementamos el
óxido nítrico, que es un vaso dilatador; la alimentación es
importantísima, con comidas con las que la hemoglobina se desarrolla,
como hígado, frutas rojas, complementos.
DOS JUEGOS POR SEMANA
-¿Cómo se trabaja cuando toca jugar miércoles y domingo
durante varias semanas?
-Lo que haces son ajustes en el gimnasio, no te da chance de mucho
más. En 5 meses pasamos 15 días en casa, entre concentraciones,
vuelos, es una mella para los jugadores. Tienes que jugar con
aspectos psicológicos, físicos, hasta con técnico tácticos porque el
entrenador no tiene tiempo.
-¿Cuáles jugadores pueden jugar todos los partidos y cuáles
necesitan descanso?
-Hay una tabla muy subjetiva, donde el jugador es el que determina si
está en la capacidad o no. Le preguntas los niveles de cansancio, del
1 al 10, en cada actividad. Hay actividades que agotan más a unos
que otros, los muchachos aguantan más que los de 33 años. Con
estos prefiero crioterapia, más masajes, yoga, mientras el otro puede
estar en el gimnasio.
-¿Puede haber una individualización de cargas
permanentemente?
-Sí. El médico es muy importante, me ayuda muchísimo para la
recuperación. Tal vez el jugador no te dice nada y le dice a él que le
duele por allá o pide un masaje. Él me pide que le baje las exigencias.
Tratamos de ser específicos para ver lo que necesitan.
PRETEMPORADA Y CIUDADES
-¿Cómo les resultaron las pretemporadas en Argentina?
-Siempre arrancamos con una base física, casi siempre en la playa,
con 3 tandas al día, una de búsqueda de fuerza, al mediodía algo de
gimnasio y a la tarde fútbol. En la playa consigues niveles de fuerza
que en otra superficie no logras.
Decidimos ir a Argentina a hacer 10 o 15 días de mucho fútbol, un día
sí, un día no. La intensidad con que lo viven es distinta. Los libros
hablan de 72 hs de recuperación y tú les das 24. Con el frío es hasta
un entrenamiento también psicológico, los estás haciendo fuertes,
jugar con molestias, te duelen los pies. El clima no te va a servir pero
te hace fuerte para afrontar cosas que no están en la normalidad de tu
día a día. El torneo es muy corto y no te puedes dar el lujo de soltarte
en el cuarto partido, tienes que llegar con ritmo futbolístico.
-¿Cómo ha sido la integración en el cuerpo técnico con Daniel
Farías?
-En estos años lo he visto más a él que a mi hija o a mis padres. Tiene
que haber una relación de amistad muy particular. Hoy en los cuerpos
técnicos tiene que haber tanta afinidad y compenetración. Cada DT va
con su equipo de confianza.
-¿Cuáles son las diferencias entre trabajar en Puerto La Cruz y
San Cristóbal?
-En Anzoátegui trabajábamos a las 6 y media, a las 8 tienes que estar
afuera porque el sol te calcina. Sabes que vas a trabajar 1 hora y 15,
pero concentrado, no puedes perder tiempo. En San Cristóbal
tratamos de mantener lo de 1 hora y 15, todos metidos, concentrados.
Hay un libro que habla de las 10 mil horas para la experticia, en
cualquier área. Si no le pones los 5 sentidos en eso no lo vas a lograr.
Tiene que haber concentración en el objetivo. Hay exigencias distintas,
cuando ganamos la Copa y el campeonato hicimos una caravana de
cuatro carros. Lo vivimos y lo disfrutamos, pero si eso mismo hubiese
pasado en San Cristóbal, todavía estarían los carros dando vueltas. El
jugador es mucho más precavido para hacer vida social, tienen que
saber manejarlo, hay que sacarles la presión tremenda con la que
viven. Las familias no están en la ciudad por la misma presión.
REFERENTES Y REFERENCIAS
-¿Quiénes son sus referentes en la profesión?
-Me gusta mucho el trabajo de Francisco Seirulo, lo leo bastante. En
Venezuela me he apoyado muchísimo con el profe amigo Fabián
Bazán. Rodolfo Paladini me ha ayudado mucho también, compañeros
como Miguel Cordero. Algún día me gustaría hacer un postgrado en la
Universidad de Oporto, para estudiar la periodización táctica.
-¿Qué les diría a los estudiantes que quieren ser preparadores
físicos en el fútbol de Venezuela?
En toda profesión lo más importante es la pasión que sientas por la
actividad, eso te va a llevar a exigirte cada día, Hay que tener
ambición de crecimiento, querer ser innovador, investigador,
consecuente, querer la actividad, que te deje algo pero que tú dejes
también. El profesor debe tener vocación de enseñar. Muchas veces
queremos inmediatez y tienes que saber en qué momento tienes que
exigir, en qué momento abrazar o pasar la mano. Ser un apasionado y
disfrutarlo. No hay que pensar en profesiones rentables. Si tú eres
bueno en lo que hagas, el dinero va a venir por añadidura.
ISAAC FABRICIO RAMOS SANTELIZ
Nació el 19 de enero de 1978 en Caracas
Profesor Especialidad Educación Física. Instituto Pedagógico de
Caracas (UPEL)
Preparador Físico en el Caracas FC Categoría Sub-17 (campeón
2006/2007, 2007/2008), Sub-20, Segunda División. Selección de
Venezuela Sub-15 y Sub-17. Deportivo Anzoátegui (2008-2012) Sub17, Sub-20 y Primera División (campeón Clausura y Copa Venezuela
2012). Deportivo Táchira (desde 2013).
Entrenador en las categorías menores de Colegio Calasanz, Academia
Venezolana de Fútbol y Colegio San Ignacio de Loyola, donde también
fue Preparador Físico, como en las categorías Juvenil y Libre de
Central Madeirense.
Futbolista de la Academia Venezolana de Fútbol, Sport Marítimo
(1992-1994, campeón 1993 y goleador), Deportivo Italchacao (19941995), Caracas Fútbol Club (1996-2000, campeón 1996/97), Deportivo
Galicia (2000-2002, campeón Segunda División 2000/2001 y
goleador), Marítimo (2002-2003). Selección Nacional Juvenil, Sub-20 y
Sub-23 (1994-1999).