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TOMAR Y MANEJAR
El consumo de alcohol, en cualquiera de sus presentaciones puede
convertirse en un riesgo al volante cuando se consume en exceso. Un
trago es igual a: 1 lata o botella mediana de cerveza (330ml), 1 jarro o
jícara de pulque de 500 ml, 1 vaso de 120 ml de vino de mesa, 1 vaso o
copa de destilados. Aquí sería bueno poner la ilustración
Cuando una persona ingiere en cantidades moderadas alguna bebida con
alcohol se muestra más alegre y desinhibida, pero el consumo
descontrolado puede incitar a la persona a tomar decisiones erróneas
como conducir bajo su efecto.
Beber en exceso da la sensación de más libertad y por lo tanto vuelve a la
persona más atrevida, por ello conduce a mayor velocidad sin reparar en
las consecuencias. Esto se debe a que, al romperse el equilibrio de las
células nerviosas, ciertas funciones se ven afectadas, como juicio, control
y aprendizaje y entonces realiza acciones que comúnmente no haría.
Además el alcohol altera dos sentidos fundamentales para conducir:
visión y audición, generando una visión borrosa y perdida del oído.
Además, se ve alterada la motricidad fina que incluso puede complicar
introducir la llave y el sentido del equilibrio.