triduo-2015 - JuvenilTOR

Pastoral Juvenil Vocacional Franciscanos TOR
Triduo y Solemnidad de San Francisco de Asís.
Este curso que comienza vamos a intentar reflexionar, programar y trabajar el
carisma de la Misericordia propio de la Orden. Para ello, vamos a partir de las siete
obras de misericordia que aparecen en el gran discurso del juicio final (Cf. Mateo 25,
31-46). Jesús puso el mensaje de la misericordia de Dios en el centro de su
predicación. Él trató a la gente de manera misericordiosa y así enseñó a obrar a los
que le siguieron. En ese juicio, Mateo llama "justos" a los que han dado de comer y
de beber, visitado y vestido a Cristo.
El Siete es un número sagrado. Siete son los dones del Espíritu Santo y los
sacramentos. Las siete obras corporales son un sacramento del obrar, y las siete
espirituales son fruto de la interpretación mística de las corporales. Aunque en el
texto de Mateo se enumeran seis, la iglesia primitiva habla de siete añadiendo la de
enterrar a los muertos. La actitud fundamental de las catorce obras es la de tratar a
los demás con la misericordia con la que Dios nos ha tratado a nosotros. Y es que
seamos religiosos o no, cada uno es responsable de sí y de su hermano que le
reclama. Es la única manera de cambiar el mundo y la historia en lo que Dios quiere.
¿Cómo entender hoy las obras de misericordia? El año 2007, con motivo del octavo
centenario del nacimiento de nuestra patrona Santa Isabel, el obispo Joachim
Wanke hizo una traducción de las obras de misericordia: Te visito, comparto
contigo, te escucho, estás incluido, rezo por ti, hablo bien de ti y camino un rato
contigo. Nosotros, durante este curso vamos a trabajar las siete obras corporales.
La tradición de la Tercera Orden Regular de San Francisco, nos habla de la práctica
de las obras de misericordia, en diferentes momentos y lugares, a lo largo de la
historia. Los penitentes franciscanos ser extienden por España desde principios del
s. XIII, curando heridos en hospitales del camino de Santiago, enterrando muertos
abandonados, dando de comer a niños sin recursos, velando enfermos. Será en el s.
XIX -tras la desamortización de Mendizábal- cuando comiencen a practicar las obras
de misericordia espirituales entre las que destacan: enseñar al que no sabe, dar
buen consejo al que lo necesita, perdonar las ofensas, rezar por vivos y difuntos, etc.
BIBLIOGRAFÍA.
RUEDA, J. M., El Buen samaritano. Madrid 2000. Pág. 60-73.
BERGOGLIO, JORGE. M., ¡Salgan a buscar corazones! CCS 2013. Pág. 39-52
Grün, A., Entrañas de misericordia. Santander 2013.
Fr. Manuel Romero Jiménez TOR.
Delegado de Pastoral Juvenil Vocacional
1
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1 de Octubre. Misa del Triduo.
(Leído tras el Salmo)
De las Admoniciones de San Francisco de Asís.
Admonición decimo primera: Que nadie se altere por el pecado de otro.
Al siervo de Dios nada debe desagradarle, excepto el pecado. Y de cualquier modo que
una persona peque, si por esto el siervo de Dios se turba y se encoleriza, y no por
caridad, atesora para sí una culpa (cf. Rom 2,5). El siervo de Dios que no se encoleriza ni
se conturba por cosa alguna, vive rectamente sin propio. Y bienaventurado aquel que
no retiene nada para sí, devolviendo al César lo que es del César, y a Dios lo que es de
Dios (Mt 22,21).
Admonición decimo octava: De la compasión del prójimo.
Bienaventurado el hombre que soporta a su prójimo según su fragilidad en aquello en
que querría ser soportado por él, si estuviera en un caso semejante (Gál 6,2; Mt
7,12). Bienaventurado el siervo que devuelve todos los bienes al Señor Dios, porque
quien retiene algo para sí, esconde en sí el dinero de su Señor Dios (Mt 25,18), y lo
que creía tener se le quitará (Lc 8,18).
En Alabanza de Cristo.
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2 de Octubre. Misa del Triduo.
(Leído tras el Salmo)
De las Admoniciones de San Francisco de Asís.
Admonición vigésimo segunda: De la corrección.
Bienaventurado el siervo que soporta tan pacientemente la advertencia, acusación y
reprensión que procede de otro, como si procediera de sí mismo. Bienaventurado el
siervo que, reprendido, benignamente asiente, con vergüenza se somete,
humildemente confiesa y gozosamente satisface. Bienaventurado el siervo que no es
ligero para excusarse, sino que humildemente soporta la vergüenza y la reprensión de
un pecado, cuando no incurrió en culpa.
Admonición vigésimo cuarta: Del verdadero amor.
Bienaventurado el siervo que ama tanto a su hermano cuando está enfermo, que no
puede recompensarle, como cuando está sano, que puede recompensarle.
Admonición vigésimo quinta: De nuevo sobre lo mismo.
Bienaventurado el siervo que ama y respeta tanto a su hermano cuando está lejos de
él, como cuando está con él, y no dice nada detrás de él, que no pueda decir con
caridad delante de él.
En Alabanza de Cristo.
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Día 3. Tránsito de San Francisco.
VIGILIA DE ORACIÓN
Ambientación: Con poca luz, se ilumina al santo y el ambón. Los lectores deben leer con sosiego y
claridad. Se puede poner música de fondo. Se puede exponer el Santísimo.
Diálogo de Francisco y la hermana muerte.
Monitor: En esta tarde vamos a relatar el momento de la muerte de Francisco de
Asís. En clima de oración recordamos el encuentro del santo de Asís con la hermana
muerte. Ella, de manera misericordiosa, lo arrebató de este mundo para
encontrarse con Cristo.
Música de fondo.
Lector 1: Hermano Francisco, Soy la hermana muerte. Llevo años esperando este
momento. Vengo a robarte la poca vida que te queda. A dejarte sólo y sin aquello
por lo que has luchado.
Lector 2: Pasa y entra. Estoy preparado.
Lector 1: ¡Qué sorpresa! ¡No me tienes miedo!
Lector 2: ¿Por qué había de tenerlo? Vine a este mundo para salir de él. He realizado
mi cometido. El Señor me llamó para que volviera de los caminos equivocados a su
casa. Y en ella he recibido hermanos, alegrías, palabras de vida y a aquel que ha
llenado toda mi existencia. Ya sólo espero ver su rostro, sentir su calor, entregarle
mis pobres manos y encontrar en ellas la dulzura el Amor.
Lector 1: ¡Ojalá los hombres y mujeres fueran como tú! Porque en este mundo la
gente es miedosa e inconsciente. Andan por la vida como si fueran a estar
eternamente y creen que todo depende de ellos. Pero ¿no temes nada?
Lector 2: ¿Qué he de temer si tras dejarme tú vendrá a mi encuentro el Señor? El
crucificado cuyas heridas llevo impresas. ¡Vamos, hermana muerte! No seas tú la
miedosa. Tómame de la mano que no hay tiempo que perder…
Música de fondo.
Monitor: Un encuentro esperado. Un momento preparado durante toda la vida.
Una vida entregada al Dios de la vida, del amor, de la creación. Por eso, ahora,
escucharemos con agradecimiento el cántico que Francisco compuso a Dios,
agradeciéndole toda la obra Creadora y Salvadora.
Lector 3: Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.
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Lector 4: Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.
Lector 3: Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!
Lector 4: Y por la hermana agua, preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor!
Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!
Lector 3: Y por la hermana tierra, que es toda bendición,
la hermana madre tierra, que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!
Lector 4: Y por los que perdonan y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!
Lector 3: Y por la hermana muerte: ¡loado mi Señor!
Ningún viviente escapa a su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!
Lector 4:¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor.
Música de fondo.
Monitor: El bienaventurado Francisco pasó de este mundo al Padre el día 3 de
octubre del año 1226 de la encarnación del Señor al atardecer del sábado, y fue
sepultado al día siguiente, domingo. Tenía 44 años. En veinte años escasos había
consumado esta singular historia del Espíritu. Dos años después era declarado Santo
por la Santa Iglesia Católica. Y a partir de entonces todos aquellos que buscan a
Cristo, tienen una parada obligada en la Llagas de Francisco.
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4 de Octubre. Fiesta.
Solemnidad de San Francisco de Asís
(Lecturas y Oraciones para la Celebración Eucarística)
Monición.
Hoy celebramos la fiesta de San Francisco de Asís, nuestro referente para seguir al Señor
Jesús. Francisco recibió el mandato del Señor: “Reconstruye mi Iglesia”. Nosotros, día a día
estamos llamados también a la edificación constante de la Iglesia, comenzando por la
reconstrucción de nuestro corazón y de el de los hermanos. Por eso, con humildad y
sencillez, comenzamos la celebración de la Eucaristía.
Oración colecta
Dios todopoderoso, que otorgaste a nuestro Padre san Francisco la gracia de asemejarse a
Cristo por la humildad y la pobreza; concédenos caminar tras sus huellas, para que
podamos seguir a tu Hijo y entregarnos a ti con amor jubiloso. Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico
50, 1-3. 7.
Este es aquel que en su tiempo se reparó el templo, en sus días se afianzó el
santuario. En su tiempo cavaron la cisterna y un pozo de agua abundante. Protegió a
su pueblo del saqueo y fortificó a la ciudad para el asedio. Qué majestuoso cuando
salía de la tienda asomando detrás de las cortinas; como estrella luciente entre
nubes, como luna llena en día de fiesta, como sol refulgente sobre el templo real, así
brilló él en el templo de Dios.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial
Cfr. Sal. 15, 1-2a. 5. 7-8. 11.
R.
El Señor es el lote de mi heredad.
V.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa.
R.
V.
El Señor es el lote de mi heredad.
R.
V.
El Señor es el lote de mi heredad.
R.
El Señor es el lote de mi heredad
Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Me enseñarás el sendero de la vida;
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
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SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas
6, 14-18.
Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la
cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es
circuncisión o incircuncisión, sino criatura nueva. La paz y la misericordia de Dios vengan
sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre Israel. En adelante, que nadie
me venga con molestias, porque yo, llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de
nuestro Señor Jesucristo está con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Palabra de Dios.
SECUENCIA
Ya estás, Francisco, clavado sobre la cruz redentora.
Triunfas del mundo y la carne y es de Cristo tu victoria.
El ideal de tu vida un mundo nuevo jalona,
y el árbol del evangelio florece con nuevas rosas.
Una cuerda a tu cintura ciñe tu pureza. Y brotan
las flores por donde pisas con tus plantas milagrosas.
La pobreza fue tu dama, la que era de Cristo esposa.
Viuda del primer marido, de nuevo tú la desposas.
Y en arras cinco rubíes tu cuerpo llagado adornan.
Cinco ventanas abiertas por las que el alma se asoma.
La cruz fue el árbol de vida que te cobijó a su sombra.
Bajo sus ramas abiertas tus hijos trabajan y oran.
Padre bueno, Padre santo, de esta familia que implora
tu espíritu, que da vida, tus virtudes, que dan gloria.
A los que llevan tu nombre dales proseguir tu obra.
La semilla aquí sembrada dará en el cielo sus rosas.
Aleluya
EVANGELIO
+ Lectura del santo Evangelio según San Mateo
11, 25-30.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: -Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí,
Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo
más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera
revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Cargad con
mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro
descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
Palabra del Señor.
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Oración de los fieles.
Con la confianza puesta en Dios nuestro Padre, que en Jesucristo nos dio la
salvación, presentémosle nuestras súplicas.
1. Por la Iglesia; para que sea siempre un signo transparente de la Buena Noticia de Dios.
Roguemos al Señor.
2. Por los jóvenes, para que no tenga miedo y sigan a Jesucristo, el amigo siempre fiel, sin
regatearle amor, entrega y firmeza. Roguemos al Señor.
3. Por los gobernantes de nuestro país y de todos los países; para que tengan como
objetivo hacer posible la paz y una justa distribución de la riqueza. Pidiendo,
especialmente, por Palestina, por la tierra donde nació Jesús y donde Francisco puso a los
frailes como custodios Roguemos al Señor.
4. Por las familias que sufren divisiones y rupturas; para que se esfuercen con buena
voluntad para superar los rencores y los agravios mutuos. Roguemos al Señor.
5. Por nosotros, los que nos hemos reunido en esta Eucaristía; para que abramos nuestros
corazones para recibir el amor y la gracia del Señor. Roguemos al Señor.
6. Por todas las órdenes franciscanas, para que abiertas al Espíritu Santo caminen hacia el
encuentro y el trabajo conjunto por un mundo más misericordioso. Roguemos al Señor.
Oh Dios, que manifestaste tu amor hacia nosotros enviando a tu Hijo unigénito al
mundo para que por Él tuviéramos vida; escucha las oraciones de tu pueblo que
peregrina por este mundo, y haz que con la ayuda de tu gracia podamos amarnos
los unos a los otros como Tú nos amaste. Por Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas
Al presentarte, Señor, nuestras ofrendas, te rogamos nos dispongas para celebrar
dignamente el misterio de la cruz, al que se consagró nuestro Padre san Francisco con el
corazón abrasado en tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
El Señor esté con vosotros. W. y con tu espíritu.
V.
R.
V.
V.
R.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario darte gracias
siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo,
Dios Todopoderoso y eterno.
Porque has llamado a la más alta perfección evangélica
a tu siervo Francisco por el camino de la verdadera pobreza y humildad.
Encendido en el fuego de tu amor, te bendijo en la contemplación
de las obras de tus manos con cantos de, júbilo y alegría.
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Marcado con las llagas de Cristo, nos mostraste en él
la imagen de Jesucristo crucificado, Señor nuestro.
Por él los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales celebran tu gloria
unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
(En la acción de gracias de la misa)
De la Carta a un ministro [CtaM 1-12]
Al hermano ministro: El Señor te bendiga. Acerca del caso de tu alma, te digo, como
puedo, que todo aquello que te impide amar al Señor Dios, y quienquiera que sea para ti
un impedimento, sean frailes u otros, aun cuando te azotaran, debes tenerlo todo por
gracia. Y así lo quieras y no otra cosa. Y tenlo esto por verdadera obediencia al Señor Dios y
mí, porque sé firmemente que ésta es verdadera obediencia. Y ama a aquellos que te
hacen esto. Y no quieras de ellos otra cosa, sino cuanto el Señor te dé. Y ámalos en esto; y
no quieras que sean mejores cristianos. Y que esto sea para ti más que el vivir en oración
en un eremitorio.
Y en esto quiero conocer si tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieras esto, a
saber, que no haya hermano alguno en el mundo que haya pecado todo cuanto haya
podido pecar, que, después que haya visto tus ojos, no se marche jamás sin tu
misericordia, si pide misericordia. Y si él no pidiera misericordia, que tú le preguntes si
quiere misericordia. Y si mil veces pecara después delante de tus ojos, ámalo más que a mí
para esto, para que lo atraigas al Señor; y ten siempre misericordia de tales hermanos. Y,
cuando puedas, haz saber a los guardianes que, por tu parte, estás resuelto a obrar así.
En alabanza de Cristo. Amén.
Oración después de la comunión
Por este sacramento que hemos recibido, concédenos, Señor, imitar a nuestro Padre san
Francisco en su caridad y en su celo apostólico, para que gustemos los frutos de tu amor y
nos entreguemos a la salvación de nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición solemne
Num 6, 24-26
El Señor os bendiga y os guarde.
Haga brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Vuelva su mirada a vosotros y os conceda la paz.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo + y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
V. Amén.
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