sagrado RETO 4: A.D.N (Arte Dos Nen@s) Amil, A.; Brea, P.; Carballo, A.; Castro, B.; Couto, J.; García-Sobrino, D.; Gómez, M.; González-Mirón, S.; Hermida, A.; Lage, A.; Lois, R.; Román, J.; Sánchez, A.; Suárez, M. & García-Limeses, M. 4º ESO C - CPR Colegio Plurilingüe Sagrado Corazón. C/ Estrada 24, 36004, Pontevedra. Abril 2015 Justificación El mensaje del ADN se basa en el orden de los nucleótidos (A, T, C, G). Estos forman unas secuencias que poseen combinaciones preestablecidas (A-T, C-G). Por lo tanto son indisolubles, es decir, no veremos guanina unida a timina, ni citosina emparejada con adenina. Nosotros hemos decidido representar un contraste de opuestos para remarcar este acontecimiento: la primavera que representa el florecimiento, se contrapone al otoño, la decadencia de lo natural; y el verano, la plenitud que encarna la vida, se opone al invierno, la desolación que precede a un nuevo comienzo. Al igual que los nucleótidos, el otoño acompaña a la primavera y el verano al invierno, formando una concatenación de estaciones que no pueden modificar su combinación, es decir, impidiendo que la primavera se junte con otra estación que no sea otoño, y el invierno con una que no sea verano y viceversa. Tanto el ADN como las estaciones están presentes en nuestra vida en todo momento y si sufren modificaciones, nos vemos gravemente afectados. Ambos son muy importantes: el ADN almacena la información genética necesaria para la vida y las estaciones afectan al comportamiento de los seres vivos. Los cambios en los nucleótidos dan lugar a mutaciones, que en algunos casos son imperceptibles, pero en otros pueden dar lugar hasta a nuevas especies. Las distintas estaciones suponen cambios en la organización y modo de vida de los seres vivos. Dependiendo de sus necesidades, los seres vivos recolectan comida, hibernan, emigran… Ambos hechos nos parecieron similares y por ello hemos querido resaltarlo, plasmándolo en nuestra molécula. A continuación incluimos las fotografías realizadas:
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