Perseverando a pesar de todo Anciano Raymundo Rodríguez Segundo servicio Durante el transcurso de nuestras vidas a veces atravesamos por situaciones adversas que nos hacen sentir como si estuviésemos en una montaña rusa y que la misma no va a terminar jamás; sin embargo, no debemos desalentarnos ni desfallecer, sino que debemos perseverar a pesar de todo, y permanecer en el reposo del Señor. Es necesario confiar plenamente en los planes de bienestar que Dios ya ha decretado para nuestras vidas, y entender que si Él ha permitido que el momento de prueba toque a nuestras puertas, es porque desea limpiarnos de todo aquello que podamos tener albergado en nuestros corazones y que no nos permite avanzar en nuestro caminar. El fuego de la prueba solo viene a purificarnos para que podamos llegar a nuevos niveles de gloria en Él, y al perfeccionamiento de nuestro ser integrar. En Dios no hay despropósitos, todo forma parte de Su plan para bendecir nuestras vidas; razón por la cual no debemos retroceder ni atemorizarnos cuando seamos llevados al desierto o metidos al horno de fuego 7 veces calentado. Si a pesar de las vicisitudes, mantenemos nuestros ojos alzados al cielo, lugar de donde vendrá nuestro socorro, ciertamente agradaremos el corazón de Dios y veremos el cumplimiento de todas y cada una de las promesas que Él nos ha dado. La constante prueba puede hacernos sentir exhaustos, débiles, o hasta tambalear en algún momento de nuestra trayectoria; incluso aun los que son jóvenes pueden llegar a sentirse de esta manera; pero si perseveramos y confiamos en el Señor, nuestras fuerzas son renovadas, remontaremos el vuelo como águilas, correremos sin fatigarnos y caminaremos sin cansarnos; porque Dios ha prometido reconfortarnos y aumentar nuestro vigor, tal como vemos en Is 40:29-31 Sb-Mn. El tipo de cansancio que viene a afectar nuestra vida, no solo abarca nuestro cuerpo en lo físico, sino también nuestro espíritu y alma; por esto es tan importante que permanezcamos refugiados en el Señor y junto a Sus aguas de vida eterna. Otro punto importante, es que no es por esfuerzo humano que saldremos de las situaciones adversas que nos acontecen, sino por el favor inmerecido y la gracia con la cual Dios envuelve nuestro ser. Es el poder del Señor lo que nos salva de situaciones de peligro y no ninguna autorrealización o manipulación mental, como el humanismo ha querido inyectar en el corazón de los creyentes. Reposar en la esperanza de la venida del Señor Jesucristo por nosotros, nos ayudará a permanecer lejos del pecado y a perseverar a pesar de todo lo que nos pueda estar sucediendo. La Biblia nos revela en Sal 147:11 LBLA, que el Señor favorece a los que le temen. Por tanto, lo que nos corresponde es esperar en la misericordia de Guatemala, 12 de abril del Año de la Misericordia Dios y ser reverentes ante Él. Esperar en nuestro Rey y Señor es un ejercicio de vida para todo cristiano; no hacerlo nos conducirá a debilitarnos. Debemos mantener nuestra fe, pues ciertamente la situación adversa no es para muerte, sino para que podamos ver la gloria y el poder de Dios manifiestos en nuestras vidas y le conozcamos a Él en Sus múltiples facetas. Por ejemplo, en Mt 14:28-31 LBLA, vemos que Pedro, anhelando ir hacia Jesús y actuando en respuesta al mandato del Señor, salió de la barca y caminó sobre las aguas; sin embargo, cuando permitió que la duda y el temor inundaran su corazón, comenzó a hundirse; siendo entonces cuando clama a gran voz diciendo: “Señor, sálvame”, y Jesús vino en su ayuda. Pedro pudo conocer a Jesús como el que salva nuestras vidas y nos rescata de peligros. Es interesante que Pedro, en su momento de dificultad, no intentara salir de ella con sus propias fuerzas, sino que él clamó a quien tenía el poder para librarlo. De igual manera debemos hacer nosotros cuando nos encontramos atravesando por situaciones difíciles; necesitamos presentarnos delante del Señor, poner todo lo que nos angustia a Sus pies y confiar en que Él nos va a ayudar y dar la victoria. Aunque las aguas nos quieran anegar y hacer decaer, Sal 69:2 LBLA, debemos permanecer creyendo en el fiel cumplimiento de las promesas de Dios, pues ciertamente se han de cumplir. La palabra “anegar” en el vocablo hebreo se dice “shataph-H7857” y uno de sus significados es “lavado”. Podemos interpretar que Dios permite que pasemos por pruebas para lavar nuestros corazones de toda impureza que pueda estar alojada ahí. Si nosotros clamamos al Señor, Él extenderá Su mano desde lo alto; nos rescatará y librará de las muchas aguas, de la mano de extranjeros, tal como está escrito en Sal 144:7 LBLA. Las muchas aguas tipifican las situaciones difíciles por las cuales atravesamos diariamente. En ocasiones, estas llegan a causa de nuestras malas decisiones. Por esta razón debemos examinar nuestro interior y ver cuáles cosas podemos estar haciendo y que no son del agrado de Dios, pues debemos recordar que las zorras pequeñas echan a perder las viñas. El Sal 93:4 LBLA viene a recordarnos que Dios es más poderoso que el fragor de muchas aguas o que las poderosas olas del mar; por tanto, cuando sintamos que la intensidad de las luchas que enfrentamos nos quieren debilitar; solo debemos alzar nuestros ojos al cielo y clamar al Todopoderoso para que nos rescate. Las muchas aguas no pueden extinguir el amor, ni los ríos lo anegaran, Cnt 8:7 LBLA. Perseveremos a pesar de todo, y reposemos en el Señor. Redactado por: Hna. Natalie Marie Figueroa 1 Este estudio puede imprimirse y reproducirse por cualquier medio siempre y cuando se cite la fuente de donde se obtuvo. www.ebenezer.org.gt
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