por dentro - Ediciones Universidad Alberto Hurtado

Desigualdad, legitimación
y conflicto
Dimensiones políticas y culturales de la desigualdad
en América Latina
Mayarí Castillo, Manuel Bastías y Anahí Durand
Compiladores
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Índice
Presentación, Francisco Zapata
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Prólogo, Francisca Márquez
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Introducción
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Desigualdad y conflicto
23
Pobres organizados. Conflicto, participacióny liderazgos
piqueteros en Argentina. Maricel Rodríguez Blanco
25
Desaparición forzada en Colombia: desigualdad política y jurídica.
María Fernanda Carrillo Sánchez, Luisa Fernanda Díaz Mansilla 53
Diferentes y desiguales. Autonomía y reconstitución de los
pueblos indígenas en México. Hadlyyn Cuadriello Olivos
75
Relaciones de poder, coaliciones y conflicto político (1977-1991).
Un análisis de redes organizacionales en la dictadura y la transición
chilena. Manuel Bastías Saavedra
95
Nuestras tierras, sus ganancias. Recursos naturales, desigualdad y
conflicto en la Amazonia peruana. Anahí Durand Guevara
117
Legitimación, cultura y desigualdad
137
Lo justo y lo posible: desigualdad, legitimidad e ideología
en Chile. Ismael Puga Rayo
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Desigualdad, legitimación y conflicto
Legitimación ideológica y desigualdad en la infancia: jugando
a vivir en Chile. Patricia Castillo Gallardo
161
Desigualdades sociales: mundos de percepción y legitimación de las
clases medias en Salvador de Bahía, Brasil. Katharina Damm
191
Política y desigualdad
211
El centro de la disputa: las clases medias y la política de la
desigualdad en Chile. Mayarí Castillo Gallardo
213
Democracia, Estado y desigualdad. Saldos de la discusión sobre
la democratización en México en la década de los ochenta.
Luis Emilio Martínez
237
Ideología, guerra y desigualdad social, Colombia 2002-2010.
Alexander Gamba Trimiño
259
ESTADO Y POLÍTICAS PÚBLICAS FRENTE
A LA DESIGUALDAD
269
Chile Crece Contigo: la búsqueda de la igualdad desde la
infancia temprana. Alejandra González Celis
271
Política pública de pobreza en Chile: nuevas formas discursivas
de legitimar la desigualdad durante los gobiernos socialistas de
Lagos y Bachelet. Claudia Maldonado Graus
291
Medidas contra la violencia: una forma de legitimación de
la desigualdad social en El Salvador. Melissa Salgado
315
Políticas de redistribución agraria, fragmentación y desigualdad
frente al nuevo siglo en El Salvador. Irene Lungo Rodríguez
337
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Presentación
Francisco Zapata
Desde 1755, cuando Jean Jacques Rousseau publicara su Discurso sobre
los orígenes de la desigualdad entre los hombres, pasando por múltiples
otros textos en los que sobresalen algunos de Marx y de toda la tradición marxista así como de la sociología clásica, la compilación realizada
por Reinhard Bendix y Seymour Martin Lipset, Class, status and power.
Social stratification in comparative perspective, publicada en 1966, hasta
análisis recientes como los de Zygmunt Bauman, la cuestión de las diferencias sociales ha sido un tema central del análisis sociológico. Esta
preocupación no se enfoca solo en acotar los límites dentro de los cuales
se originan dichas diferencias, sino también sobre las consecuencias que
ellas tienen, por ejemplo, en la esfera política. En efecto, en gran medida, la sociología política ha buscado determinar las correlaciones entre
la estratificación social y el comportamiento electoral, entre otros temas
relacionados.
Por su parte, la sociología latinoamericana del siglo XX, desde los
textos pioneros de José Carlos Mariátegui en 1928 hasta los de José Medina Echavarría (1964), Gino Germani (1962), Pablo González Casanova
(1965) y Fernando Henrique Cardoso (1969)1, buscó precisamente caracterizar la complejidad de las sociedades latinoamericanas y establecer
las conexiones entre sociedad y política. Por ejemplo, Germani y Di Tella
Doctor en École des Hautes Études en Sciences Sociales-EHESS y Sociólogo de la Universidad
Católica de Chile. Actualmente es profesor-investigador del Colegio de México. Correo: zapata@
colmex.mx.
1
En este sentido, el libro de Joseph Kahl, Modernization, exploitation and dependency in Latin America, New Brunswick, Transaction Books, 1976, contiene entrevistas con Germani, González Casanova y Cardoso, que son muy informativas, sobre las preocupaciones de dichos clásicos de la sociología
latinoamericana (existe traducción: Tres sociólogos latinoamericanos, UNAM, Enep Acatlán, 1986).
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Desigualdad, legitimación y conflicto
estudiaron el impacto de la movilidad social sobre las actitudes y comportamientos políticos de la ‘nueva’ clase obrera argentina, de origen migrante (1950), y fundamentaron así el surgimiento del fenómeno peronista.
En efecto, los debates que tuvieron lugar entre Germani, PortantieroMurmis, Smith, Delich y otros, a comienzos de los años setenta (19711973), a propósito de los orígenes del peronismo, expresaron bien el
interés por relacionar la evolución de la estructura social de Argentina
con la permanencia del fenómeno peronista en el ámbito político. Por su
parte, Medina Echavarría buscó caracterizar el papel de las clases medias
en la modernización política del continente siguiendo los pasos de Lipset,
Johnson y otros. Asimismo, los debates entre Marcelo Carmagnani,
Ernesto Laclau, Agustín Cueva y André Gunder Frank, que se centraron
en aclarar si las características de las formaciones sociales latinoamericanas
podían o no asimilarse a formas ‘feudales’ o ‘capitalistas’, revelaron el
interés por caracterizar sociológicamente a nuestras sociedades, lo
que culminó con la elaboración de los enfoques de la dependencia de
F. H. Cardoso, Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra y Ruy Mauro
Marini después de 1965.
Lo mismo ocurrió en Chile, cuando Maurice Zeitlin y James Petras
buscaron explicar la relación entre la formación de un proletariado minero-industrial y el desarrollo de la izquierda en dicho país subrayando el
impacto de esa relación en los resultados electorales de 1964 y 19702. De
cierta forma, el libro compilado por Raúl Benítez Zenteno, Clases sociales
y crisis política en América Latina: seminario de Oaxaca (México, Siglo
XXI Editores, 1977), expresó la culminación de este enfoque.
Es preciso indicar que años después, es decir, en los últimos veinte
años del siglo XX, el análisis de los vínculos entre estratificación social,
clases sociales y evolución sociopolítica fue reemplazado por aproximaciones realizadas por economistas como Adalberto García Rocha3, interesados en la metodología de estudio de la desigualdad social o en el análisis
de las estadísticas de la distribución del ingreso.
2
Zeitlin, Maurice. (1968). The social determinants of political democracy in Chile. En James Petras y
Maurice Zeitlin, (Eds.), Latin America: reform or revolution? Greenwich, Fawcett Publications (original
en Revista Latinoamericana de Sociología, vol. II, núm. 2, julio 1966). También, Zeitlin, Maurice y
Petras, James. (Agosto 1967). Miners and agrarian radicalism. American Sociological Review, vol. 32.
3
Veáse García Rocha, Adalberto. (1986). La desigualdad económica. El Colegio de México.
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Presentación
Así, el estudio de las diferencias sociales y sus consecuencias sociopolíticas fue desplazado por la caracterización de las sociedades a partir
de la distribución del ingreso y sobre todo por la codificación de las diferencias sociales en términos de la capacidad de consumo, lo que interesó
a los expertos en tecnologías de marketing, y que también fue utilizado
para interpretar el comportamiento electoral. En estos enfoques, la sociedad fue evacuada y el comportamiento político pasó a ser explicado
por la influencia de los medios de comunicación u otros factores que no
guardaban relación con las redes sociales. Así, la sociología política fue
reemplazada por la ciencia política.
Más recientemente, desde fines de los años noventa, el énfasis sobre
los aspectos subjetivos de la conciencia de los actores sociales acerca de
la desigualdad ha destacado cómo estos, a partir de la implementación
del modelo neoliberal, la han internalizado y se producido un proceso de
‘naturalización’ de las diferencias sociales y económicas. En las sociedades
latinoamericanas, en donde se han reorganizado los sistemas políticos de
acuerdo a las ‘nuevas democracias’4, la desigualdad ha pasado a formar
parte de un imaginario inevitable, trascendente, que permite esconder la
injusticia, las diferencias salariales, la precariedad y la inseguridad de las
condiciones de trabajo, el acceso a la educación y a la salud. Este imaginario se construye a partir del ocultamiento sistemático de los mecanismos
que el modelo neoliberal utiliza para generar diferencias y legitimarlas.
Así, como lo señala Weffort, la ‘nueva democracia’ es una forma de
representación híbrida, en que coexisten el autoritarismo y el ejercicio
procedimental de la representación, que está desprovista de bases sociales
organizadas, tiene bajísimos niveles de institucionalización (como lo demuestra fehacientemente el caso argentino), evacua todo planteamiento
ideológico y ejerce un énfasis desmedido en el papel de los medios de
comunicación como mecanismos de interacción con la sociedad.
La idea general que persiguen los artífices de las ‘nuevas democracias’
tiene que ver con la construcción de estrategias políticas que lleven a la
consolidación de procesos de transición y no al diseño de un sistema que
4
Veáse Weffort, Francisco. (1994). Nuevas democracias, ¿qué democracias? en Sociedad (Universidad
de BuenosAires) núm. 4 [original de Lua Nova, núm. 27, Sao Paulo]. También, Roberts, Kenneth
Roberts. (1998). Deepening. democracy? The modern left and social movements in Chile and Perú,
Stanford University Press.
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cumpla con los requisitos doctrinarios de la democracia. La construcción de las estrategias de consolidación se basa en premisas sociológicas
orientadas a la supresión del conflicto y a la generación de orden y de
consensos lo más amplios posible, que desemboquen en la reconciliación entre los que ayer fueron enemigos. También, las relaciones con las
fuerzas armadas pasaron a ser centrales para los ideólogos de las ‘nuevas
democracias’, al punto que continuaron siendo sus interlocutores hasta
el día de hoy. El orden político de las ‘nuevas democracias’ se orienta a
la desmovilización y a la centralidad del individuo, cuyos deseos, pulsiones e intereses son centrales para ellas. La mecánica electoral se ve
atravesada por estas lógicas y se traduce en el traslado de la actividad
y del debate político de la calle, de las organizaciones partidarias, a la
televisión y a la radio, que son medios dirigidos expresamente a la conciencia individual.
Es en este contexto que podemos ubicar los diversos textos del libro
Desigualdad, legitimación y conflicto. Dimensiones políticas y culturales de la
desigualdad en América Latina, compilado por Mayarí Castillo, Manuel
Bastías y Anahí Durand, que buscamos presentar en estas líneas. Este
libro reúne 14 trabajos que refieren reflexiones sobre la cuestión de la
desigualdad a partir de la situación de siete países (Argentina, Brasil, Chile,
Colombia, El Salvador, México y Perú). Se trata de reflexiones inspiradas
en perspectivas multidisciplinarias que permiten abordar temáticas como
la legitimación del orden social desigual, el acceso a la participación
política, las formas que asume el concepto de estructura de oportunidades
políticas, la importancia del análisis del discurso político, así como el
surgimiento y desarrollo de una conciencia indígena en relación con la
posición subordinada de estos sectores en países como Perú o México.
Sobresalen los trabajos de María Fernanda Carrillo, Luisa Díaz, Alex
Gamba, Irene Lungo y Melissa Salgado, que tienen que ver con los escenarios de Colombia y El Salvador, dominados por la presencia de la
violencia, el desplazamiento forzado de las personas e incluso por su desaparición física, tal como había ocurrido durante las dictaduras militares
en Argentina y Chile. La centralidad de la violencia estructurada a partir
del propio Estado permite descartar la búsqueda de una democratización
auténtica de esas sociedades, a las que habría que agregar los casos de
Guatemala y Honduras (el país más violento del mundo) y más recientemente de varias regiones de México.
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Presentación
Los trabajos escritos por Patricia Castillo y Alejandra González estudian la socialización de los niños a partir de sistemas educacionales orientados a generar desde una temprana edad la idea de que las diferencias
son inevitables. La reflexión acerca de la naturalización de la desigualdad
a partir de los procesos de socialización tempranos en los jardines infantiles en Chile constituye una contribución notable para comprender por
qué en ese país los sujetos sociales dan por sentado que sus oportunidades
están cerradas de antemano y que la política perdió toda relevancia en
la vida de esas personas. Esta visión se confirma con el notable trabajo
de Ismael Puga, en que se discute ampliamente la eficiente penetración
del discurso de la naturalización de la desigualdad en la idea de justicia
que tienen los chilenos(as). En esta misma línea, el trabajo de Katharina
Damm apunta a un fenómeno similar en el caso brasileño.
Más clásicos son los trabajos de Manuel Bastías, Mayarí Castillo, Luis
Emilio Martínez, Maricel Rodríguez y Claudia Maldonado, que vuelven
a temas como los de las relaciones entre la sociedad civil y el sistema político. Estos textos enfocan las relaciones de poder y redes sociales para el
caso chileno; el rol de las narrativas sobre clases medias en los procesos
de legitimación y producción de conflicto; los procesos que tuvieron lugar en México durante su prolongada transición a la ‘alternancia’ (19882010), y la movilización de los movimientos piqueteros en Argentina en
la coyuntura de la crisis económica del período 2001-2003.
Estos trabajos permiten situar la transformación que han experimentado los estudios de la desigualdad social en América Latina en los últimos 20 años. De enfoques cercanos a cuestiones institucionales hemos
pasado a enfoques cuya orientación privilegia la conciencia del sujeto en
la articulación entre sociedad civil y sistema político. Esto es muy aparente en el estudio sobre los piqueteros que, junto con otro movimiento del
mismo período, el de los trabajadores de las fábricas recuperadas, ejemplificaron muy bien la transformación del escenario político argentino desde
el año 2001 en adelante. Esta sería otra forma de decir que el estudio de la
desigualdad social pasó de perspectivas estructuralistas a perspectivas en
donde los agentes desempeñan el papel central. La distancia entre la dinámica de la sociedad civil y la del sistema político no hizo sino acrecentarse
en ese inicio del siglo XXI.
Finalmente, el trabajo de Anahí Durand se concentra en reflexiones
ligadas al acceso desigual a la naturaleza, tema que coloca en el centro de
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su análisis al despojo que han experimentado diversos grupos sociales de
sus fuentes primarias de sobrevivencia. Ya no se trata de una desigualdad
social propiamente dicha, sino de una discriminación en el uso de los
recursos naturales y, especialmente, de la tierra por esos agentes. Aquí
cabe mencionar la contribución de Hadlyyn Cuadriello en torno a las
respuestas del movimiento indígena frente a este fenómeno, vinculado a
las nuevas experiencias en torno a la territorialidad y la autonomía en el
caso indígena mexicano.
En suma, postular la centralidad de lo ‘social’ en el análisis de
la desigualdad restablece la pertinencia de las reflexiones de Rousseau
a mediados del siglo XVIII. El hacer frente a la avalancha de estudios
cuantitativos sobre la desigualdad, que literalmente inundaron el debate
latinoamericano del período 1990-2010 y que todavía orientan muchas
de las decisiones de política en nuestros países, es un logro mayor que los
autores de los trabajos de este libro cumplen con gran solvencia teórica
y empírica.
México, D.F., noviembre del 2010.
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Prólogo
El libro que tenemos el gusto de ofrecer a la comunidad, inaugura la
colección de publicaciones del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado.
Queremos destacar la relevancia que posee el hecho que este primer
libro aborde de manera seria y comprometida, la pregunta por los procesos sociales de legitimación de la desigualdad en América Latina. Como
bien señalan los autores, nuestro continente, uno de los más desiguales
del mundo, pareciera haber suspendido la apuesta y la búsqueda por la
construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Los debates intelectuales, ideológicos y políticos de mediados del siglo XX, hoy parecen
ajenos y añejos.
Podríamos decir que entre aquellas reflexiones que hablaban de las
condicionantes estructurales de la desigualdad y aquellas de las subjetividades y el individuo, algo se nos perdió en el camino. La lectura de estos
textos nos anuncia que en este siglo XXI, la tendencia ha sido la de naturalizar y ocultar los complejos mecanismos a través de los cuales nuestro
sistema instala y legitima las desigualdades en nuestras sociedades. Algo
ocurrió en el debate académico e intelectual, que por mirar y escuchar
al sujeto, descuidó la pregunta por los mecanismos sociales, políticos y
económicos de la desigualdad.
Este libro constituye un esfuerzo por reposicionar la mirada en
aquellos mecanismos que instalan –a menudo de manera violenta–, la
desigualdad al interior de nuestras sociedades y sujetos latinoamericanos.
Es por ello que los autores parten situando la pregunta en el conflicto
político, la lucha desigual por los recursos, el poder, los liderazgos
y la violencia institucionalizada; como estrategia para escudriñar en
las tensiones y los nudos que dan cuenta de las profundidades de las
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Desigualdad, legitimación y conflicto
brechas con las que nos hemos habituado a convivir. Pero así como a
través de la lectura del conflicto se anuncian y develan las resistencias a la
fragmentación social, en la pregunta sobre lo justo y lo posible los autores
advierten certeramente de los procesos mediante los cuales el poder
ideológico legitima la desigualdad.
El libro finaliza con la pregunta acerca del Estado y el quehacer de
sus políticas públicas. Más que ofrecernos respuestas, los autores nos invitan a abrir la mirada hacia las nuevas formas discursivas y prácticas que
contribuyen y avanzan a la consolidación y legitimación de la desigualdad entre y desde nuestras sociedades. Un Estado que a menudo se hace
cómplice y propulsor de las brechas y los silencios que nuestras sociedades
latinoamericanas han acostumbrado a hacer suyos.
Hacemos entrega de estos debates y resultados de investigación con
la firme esperanza de que constituyan el primer paso hacia un debate
sostenido en el tiempo. La invitación está abierta.
Francisca Márquez
Decana
Facultad de Ciencias Sociales
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Introducción
Según el último Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe 2010, Latinoamérica es la región más desigual del
mundo y en ella se encuentran diez de los quince países con los mayores
indicadores de desigualdad. Adicionalmente, la desigualdad ha ido en
aumento a partir de la década de 1980, a pesar del sostenido crecimiento
económico que ha experimentado el continente latinoamericano y de la
sistemática aplicación de políticas públicas orientadas a reducirla5.
En este escenario, la publicación que tiene en sus manos busca acercarse a aquellos mecanismos inscritos en el ámbito político y cultural que
delimitan los procesos de legitimación y conflicto en torno a la desigualdad en América Latina a partir de una serie de artículos de jóvenes investigadores desarrollados en el marco del proyecto La desigualdad: formas de
legitimación y conflicto en las sociedades latinoamericanas, financiado por la
Fundación Ford y la Sociedad de Estudios Latinoamericanos (LASA).
Este proyecto –que contó con la participación de investigadores pertenecientes a México, El Salvador, Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú,
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay– buscó comprender la persistencia y aumento de la desigualdad en América Latina desde una mirada
que interrogase no solo por los elementos que establecen en términos
económicos la distribución desigual de los recursos, sino también por el
rol estructurante de ciertos elementos ubicados en el ámbito cultural y
político que constituyen ejes clave para que el engranaje de la desigualdad
se mantenga o sea transformado. En ese sentido, se consideró fundamental el análisis, desde el orden de lo simbólico, de cómo se estructuran
5
El coeficiente de Gini de la región pasó de 48,4 en 1970 a 52,2 en 1990 (PNUD 2010: 26).
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Desigualdad, legitimación y conflicto
los discursos y el accionar de los sujetos sobre lo que es justo, injusto,
diferente y desigual, mostrando también cómo son capaces de modificar
mediante su accionar aspectos sustantivos en la configuración de estos
fenómenos.
En esta línea, el proyecto se enfocó al análisis de dos procesos fundamentales: el de la legitimación de la desigualdad y el del conflicto que se
genera en torno a ella. Dentro de los textos producidos, los que se presentan en este volumen son resultado de una selección orientada a resguardar la heterogeneidad disciplinar y teórica por sobre la representación de
los casos nacionales, priorizándose la inclusión de aquellos trabajos que
–tanto en términos de objeto como de perspectiva teórica– se desarrollan
desde miradas alternativas a las que constituyen el núcleo actual de los estudios de desigualdad en el continente. Así, pese a su heterogeneidad, los
trabajos publicados comparten una preocupación común, preguntándose
por la agencia de los sujetos en estos procesos y entregando herramientas para comprender cómo estos viven la desigualdad, la reproducen o
transforman, la legitiman o la convierten en un tema de debate público.
Dentro este núcleo común, los trabajos se estructuran en cuatro ejes:
desigualdad y conflicto, legitimación y cultura, política y desigualdad,
Estado y políticas públicas.
El primer eje –desigualdad y conflicto– analiza los procesos mediante
los cuales los actores sociales van construyendo la desigualdad como problema por medio de su acción en el espacio público, mostrando su impacto en la dinámica del conflicto social. A través de los casos presentados, es
posible observar cómo el aumento de conflicto en torno a la desigualdad
en las sociedades latinoamericanas no está asociado de manera lineal a su
incremento en términos absolutos, sino que se encuentra mediado por fenómenos que inciden en la capacidad de los actores para conceptualizar la
desigualdad como un problema y convertirla en objeto de debate. Dentro
de estos, resultan relevantes fenómenos tales como: las características de los
líderes de los movimientos y organizaciones (caso argentino), la estructura
de las redes sociales (caso chileno), contextos de violencia y desarticulación
social (caso colombiano), la cooptación de los movimientos por el aparato
estatal y su fragmentación (caso mexicano), la estructura de participación
política y los efectos de la represión (caso peruano). Asimismo, es posible decir que la problematización de la desigualdad en el espacio público
implica la inclusión discursiva de demandas y actores contingentes en el
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Introducción
marco de procesos específicos, como es el caso de la defensa de los derechos humanos y otros analizados en este eje. Al respecto, no es difícil concluir que el carácter históricamente enmarcado de la idea de desigualdad
y sus vínculos con demandas o grupos específicos impactan directamente
en la forma como los individuos piensan la sociedad y su propio lugar
en la misma, estableciendo condiciones diversas para la emergencia de
conflicto social y la acción colectiva.
El segundo eje, legitimación y cultura, tiene por objetivo mostrar los
diversos procesos socioeconómicos, culturales y psicosociales que confluyen en la construcción del consenso en torno a la idea de desigualdad.
¿Pueden los diferenciales objetivos de poder económico y político explicar por sí solos las dinámicas de aceptación o conflicto en torno a la desigualdad que se observan en las diferentes realidades de América Latina?
La teoría social clásica y el funcionalismo han enfatizado la capacidad que
tienen los órdenes sociales para promover valores y creencias que dotan
de legitimidad a las desigualdades ante los ojos de quienes las sufren,
enfatizando el rol del consenso normativo en la construcción de la estabilidad social. Sin embargo, la existencia misma de la desigualdad implica
que esta producción normativa se desarrolla en un contexto jerarquizado,
donde la idea de consenso puede resultar ingenua. Como muestran los
trabajos presentados en este eje, la producción de legitimidad a veces está
lejos de la idea deliberativa, convergente o reflexiva que el concepto de
consenso evoca. Por el contrario, el estudio de la legitimación social de la
desigualdad remite a la producción de prácticas y significados en torno
a las estructuras sociales y los principios que las rigen, en los que, ante
todo, se observa el rol preponderante de las mismas desigualdades sociales
que son objeto de legitimación. Así, estudiar los fenómenos psicosociales y culturales que engrasan la reproducción sistémica de la desigualdad
requiere de un análisis cuidadoso de la interacción entre las dimensiones
socioculturales y los diferenciales objetivos de poder económico y político
entre los actores, considerando que la experiencia misma de la desigualdad, en sus dimensiones más prácticas, condiciona los discursos posibles
frente a la estructura social, la justicia, lo razonable y lo imposible.
El eje política y desigualdad plantea como centro de análisis las dinámicas del campo de lo político que tienen por objetivo asegurar la
continuidad de una comunidad política autoorganizada en contextos de
alta desigualdad. En ese marco, los trabajos contenidos acá se orientan
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Desigualdad, legitimación y conflicto
a estudiar el rol del sistema político en las dinámicas de producción de
legitimidad y gestión de conflicto, entendiendo que en el corazón de la
política se encuentra la disputa por determinadas concepciones de futuro,
su construcción, factibilidad y sus actores legítimos e ilegítimos. Así, la
política es el escenario donde los actores se enfrentan en la construcción
de condiciones necesarias para la existencia de un mundo determinado,
razón por la que se ha constituido en uno de los ejes claves para la reproducción o transformación de los patrones que estructuran la desigualdad
en América Latina.
El cuarto eje refiere al rol del Estado y la política pública en la trama
de la desigualdad, cuya centralidad en las reflexiones presentadas en este
volumen es transversal. Si embargo, los trabajos inscritos específicamente en este tema sistematizan y profundizan una reflexión en torno a la
responsabilidad directa de esta institución en la aplicación de políticas
públicas tendientes a transformar o reproducir los patrones de la desigualdad, su papel regulador en mecanismos clave para la concentración
de la riqueza y su rol de productor/emisor privilegiado de discursos que
avalan o cuestionan el orden desigual. En ese marco, los autores plantean
reflexiones clave en contextos de consolidación democrática, en los cuales
resulta urgente cavilar respecto a la democratización de las condiciones
de bienestar y sobre el rol que los estados latinoamericanos han tenido en
este proceso en las últimas décadas, ya sea generando condiciones para la
disminución de la desigualdad o fortaleciendo la concentración de recursos en manos de unos pocos. Este tema resulta clave a la hora de evaluar
las distintas experiencias de transformación política que han marcado el
devenir del continente en las últimas décadas, una de las grandes tareas
pendientes de las ciencias sociales latinoamericanas hoy en día.
Las contribuciones recogidas en este tomo han intentado abordar
estas problemáticas desde casos empíricos que, sin duda, no agotan las
posibilidades de análisis. Es imprescindible que la investigación sobre la
desigualdad así propuesta vaya abriendo posibilidades de reflexión teórica que permitan reconocer aquellos mecanismos políticos y culturales
que intervienen en la producción y legitimación de las desigualdades. Este
paso es una condición necesaria para desarrollar análisis comparativos que
enfoquen la desigualdad tanto dentro de América Latina como con otras
regiones del mundo donde se manifiesten condiciones de desigualdad
semejantes. Asimismo, esta compilación no ha incluido mecanismos
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Introducción
internacionales o transnacionales de creación y reproducción de la desi­
gualdad. Sin duda que estudiar la desigualdad desde un enfoque relacional
implica reconocer los contextos globales en los que ocurre la generación
de la riqueza y de la pobreza, por lo que evaluar las relaciones entre estados, economías y actores a una escala global, regional y transnacional
debe ser uno de los elementos importantes por considerar. Debemos quedar en deuda con estas y otras omisiones. Creemos, sin embargo, que los
trabajos que se presentan a continuación realizan una real contribución
para reabrir un debate en torno a la configuración y persistencia de la
desigualdad en nuestras sociedades.
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